Quirónsalud aprecia clave prevenir la obesidad infantil en las primeras etapas para revertir el 36% en menores

El jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, especialista en endocrinología infantil, Rafael Espino, subraya que los niños obesos presentan mayor riesgo de ser adultos obesos, con peor pronóstico, mayor riesgo cardiovascular y diabetes tipo 2, «y más rebeldes al tratamiento».

«No todas las obesidades son iguales», remarca el doctor Espino, quien especifica que «la más común», con diferencia, es la obesidad exógena, descrita por él como aquella tipología en la que se consumen más calorías de las que se gastan, teniendo como principales componentes los malos hábitos y el sedentarismo. Así, «la acumulación excesiva de grasa puede comenzar desde etapas tempranas de la vida y mostrar tendencia a persistir en la vida adulta».

En opinión del facultativo, «detectar a tiempo el exceso de peso es crucial para instaurar todas las medidas a nuestro alcance y poder revertir el problema en sus etapas iniciales». De esta forma, el pediatra precisa que lo primero es concienciar a las familias de la importancia de una alimentación de lo más variada posible, evitando así los principales errores nutricionales que se detectan en las consultas pediátricas.

Entre esos errores está el desayuno de bajo contenido calórico, a mejor desayuno, mejor rendimiento escolar, el elevado consumo de bebidas azucaradas son de escaso valor nutricional y anulan el apetito, así como el exceso de bollería industrial, chucherías, frituras, charcutería, salsas y productos ultraprocesados en general.

Asimismo, Espino expone que las familias deben de tener «mucho cuidado» con todo lo que se identifica como «comida de niños», dado que, según el pediatra, esto productos suelen tener una enorme carga energética y pobre valor nutricional. Además, el doctor insiste en una alimentación variada con verduras y fruta a diario, procurando tomar productos frescos y de proximidad.

Evitar los excesos y no tomar lo innecesario es el hábito esencial para prevenir la obesidad. Las dietas restrictivas, estrictas y desequilibradas no deben emplearse en la infancia.

Pasado y presente de la gastronomía española

Hoy quiero hablar de dos proyectos muy interesantes, que están relacionados con la gastronomía de las diferentes comunidades autónomas de España. Uno dedicado a la gastronomía de antaño; el otro, con recetas de chefs contemporáneos.

El primero, cuya segunda edición se presentó hace unos días, es el libro Platos olvidados o de consumo ocasional en la gastronomía española. El libro ha sido elaborado por el Grupo de Gastronomía Científica (GGC), que se creó a raíz de una reunión de expertos organizada en el marco de la Feria Gustoko 2020, en Bilbao.

El segundo, los Menús saludables elaborados por la Fundación Española de la Nutrición (FEN), una colección de menús regionales basados en la Dieta Mediterránea.

Platos olvidados de nuestras abuelas

La presentación del libro Platos olvidados o de consumo ocasional en la gastronomía española, que he tenido el privilegio de prologar, tuvo lugar en la Real Academia de Doctores de España, en Madrid, de la mano de Javier Aranceta, principal impulsor y coordinador del proyecto.

La obra recoge, comunidad por comunidad, platos que crearon nuestras madres, abuelas y bisabuelas, y que han quedado olvidados, o relegados a regiones muy concretas, o cuya receta original se ha podido desvirtuar con el tiempo. Recetas que ya no se pueden encontrar, prácticamente, en los restaurantes o casas de comidas, ni siquiera en las cocinas domésticas.

Foto: Algunos restaurantes mantienen la cocina abierta en horario ampliado y extendido. (Freepik)

Lo realmente singular del libro es que no solamente recoge esas recetas, sino también una reseña histórica, que nos sitúa en el lugar y las circunstancias de su origen.

Creo que es un trabajo de investigación y recopilación muy valioso, que puede enriquecer extraordinariamente nuestro conocimiento gastronómico, pero también nuestra cocina más actual, pues servirá de referencia para aquellos que quieran recuperar ese legado perdido de nuestras madres, abuelas y bisabuelas.

Fuente:https://blogs.elconfidencial.com/espana/madrid/la-nueva-gastronomia/2024-10-05/pasado-y-presente-de-la-gastronomia-espanola_3976654/

Por qué no se canta en la mesa ni se abre la boca al masticar. Tres libros sobre cómo nos relacionamos con la comida

Sabemos que no se habla de política, pero ¿por qué? Esta selección de ensayos sacian esta hambre de conocimiento

Cuando en 2001 el historiador Xavier Castro publicó en castellano Ayunos y Yantares. Usos y costumbres de la historia de la alimentación (Nivola Libros y Ediciones) nos hizo reflexionar sobre quiénes somos frente a un plato, frente a una mesa y frente a otros comensales. Es cierto que aquel ensayo estaba más centrado en Galicia, pero todo lo que en él encontrábamos era perfectamente extrapolable a las maneras de comer en cualquier parte del mundo.

Han pasado unos años, y en la sección de ensayo de las librerías ya hay varios libros sobre historia de la alimentación, pero pocos sobre maneras y modos de relacionarnos con ella. Aquí, tres imprescindibles para curiosos y estudiosos.

Los rituales en la mesa

“Este libro repleto de sabiduría, uno de los más importantes que se han escrito nunca sobre alimentación, describe las innumerables maneras en que el ser humano ha complicado el actor de comer”, escribe la periodista Bee Wilson en el prólogo de Los Rituales en la Mesa. Orígenes, evolución, excentricidades y significados, escrito por la historiadora y antropóloga Margaret Visser (Antoni Bosch Editor).

Sin duda, es un libro fascinante, de esos para ir leyendo a pequeñas dosis, saboreando cada capítulo. Es revelador, clarificador y útil. Nos hace entender nuestra evolución (o no) como ser humano, nuestra manera de sentarnos, de ingerir la comida y de relacionarnos con otros comensales. Está lleno de respuestas y también de interrogantes. Comprendemos qué significa sentarse en la cabecera de la mesa, qué papel ha jugado la música en los banquetes, qué es ‘comer a la inglesa’ o cómo hay que utilizar los cubiertos según el menú. También qué debemos hacer y qué no, para convertirnos en el perfecto comensal

Modos de comer

“Comemos antes de saber hablar (…) Usamos las palabras para explicar ese mundo que nos rodea, pero seguimos dependiendo y siendo vulnerables al mundo que nos alimenta. Si las cosas van bien, tenemos con qué saciarnos, y nos resulta natural apurar la botella de leche, la taza de café o el cuenco de arroz y sentirnos satisfechos. Pero nunca tenemos suficiente con lo que sabemos sobre la comida, porque el aprendizaje carece de la cualidad de la finitud”. Así arranca el libro Modos de Comer. Un recorrido por la historia y cultura de los alimentos.

El libro analiza la historia de la humanidad desde el punto de vista de la alimentación, nuestras maneras de enfrentarnos a la comida y cómo lo que ingerimos ha modificado nuestras conductas. Cada capítulo es un delicioso pensamiento y con él, un interrogante constante.

Los alimentos que cambiaron el mundo

Posiblemente, nuestros antepasados no se cuestionaron que un simple tomate sería, siglos más tarde, no solo un ingrediente fundamental en la cocina, sino un alimento clave en la historia de la humanidad. Ni aquellos que recogieron los primeros granos de café imaginaron que, con el tiempo, ese fruto infusionado acabaría convirtiéndose en uno de los alimentos que cambiaron el mundo. Al menos, así lo manifiesta el periodista Alex Renton en 13 Alimentos que cambiaron el mundo. Cómo nuestra dieta condiciona el pasado, el presente y el futuro

Cuando, antes de abrir el libro, te cuestionas cuáles pueden ser los alimentos que realmente han cambiado la alimentación y, por lo tanto, la salud y las costumbres del ser humano, lo primero que te viene a la cabeza es la patata. Y, es cierto, la patata pasó de ser el alimento para saciar el hambre a un producto delicatessen en la alta restauración. Su historia abarca mundos diferentes y siglos dispares, pero ahí está, sentada en la mesa de todas las cocinas del mundo. Junto a la patata, el autor, va analizando y reflexionando sobre otros elementos como el pan, la sal, el tomate, el aceite, los lácteos, el azúcar, el pollo, las especias, el arroz, el plátano, la soja, el cacao…

https://elpais.com/gastronomia/2024-08-25/por-que-no-se-canta-en-la-mesa-ni-se-abre-la-boca-al-masticar-tres-libros-sobre-como-nos-relacionamos-con-la-comida.html

Todo lo que la ciencia deportiva dice del ‘crossfit’, un desafío que transforma cuerpos y mentes

El deporte del crossfit ha emergido en las últimas décadas como una metodología de entrenamiento extremadamente popular y extendida. Se estima que hay más de un millón de practicantes en todo el mundo y una creciente proliferación de clubes a nivel mundial que atestiguan su interés, sobre todo en la población adulta. Su poder transformador físico y mental ha facilitado que se instaure en el imaginario colectivo de nuestra sociedad contemporánea. 

Es un tipo de entrenamiento físico que practica ejercicios funcionales a alta intensidad. Su creciente éxito radica en combinar levantamientos de pesas, movimientos gimnásticos y actividades cardiovasculares. El principal objetivo es mejorar el rendimiento en distintos dominios de la aptitud física, que incluyen la resistencia cardiorrespiratoria, la fuerza, la agilidad y el equilibrio. Diferentes revisiones sistemáticas ahondan en los beneficios de esta modalidad deportiva, tanto en principiantes como en personas ya entrenadas.

Desarrollo de la fuerza

Se ha demostrado como la práctica continuada de crossfit presenta aumentos significativos en la fuerza máxima, sobre todo en ejercicios como la sentadillay el peso muerto. Estos movimientos básicos contribuyen al desarrollo de otros más complejos y funcionales, mejorando el rendimiento en general.

Aumento del rendimiento cardiovascular

Uno de los beneficios más destacables en este sentido es el incremento del consumo máximo de oxígeno en un corto periodo de tiempo, que puede verse reflejado a partir de entre cuatro y seis semanas de práctica continuada. Este tipo de entrenamiento da como resultado una mayor demanda cardiovascular en comparación con otras modalidades de entrenamiento, y los participantes con más experiencia tienden a lograr, incluso, mayores mejoras.

Optimización de la composición corporal

Por el tipo de entrenamiento combinado, con una alta intensidad y duración corta o media, influye positivamente en la composición corporal a lo largo del tiempo, donde se observa una reducción del porcentaje de grasa corporal y el aumento de la masa magra. Además, esto se ha visto más patente en mujeres adultas, con los consiguientes beneficios psicológicos que van asociados.

Mejoras a nivel psicológico

Quizás por el carácter competitivo del crossfit, tanto a nivel personal como grupal, fomenta un ambiente de autodisciplina y superación continua. De hecho, los practicantes suelen describir las sesiones como “muy duras” o “extremadamente duras” y manifiestan un alto grado de satisfacción al ser capaces de completarlas. Además, tanto la variedad de los entrenamientos como el desafío constante y el ambiente comunitario —que se genera en las clases grupales— también contribuyen a altos niveles de motivación, lo que fomenta una mayor continuidad en la práctica.

Varios estudios han demostrado que los practicantes de crossfit sienten que le ayuda a cubrir sus necesidades psicológicas básicas, como la autonomía, la competencia y la relación social, lo que refuerza su compromiso con el deporte. Y en este sentido, no hay que olvidar que el crossfit es un deporte y como tal, hay que tener en cuenta algunos factores importantes para su práctica.

https://elpais.com/salud-y-bienestar/2024-10-04/todo-lo-que-la-ciencia-deportiva-dice-del-crossfit-un-desafio-que-transforma-cuerpos-y-mentes.html#?rel=lom

El peaje de las bebidas energéticas: insomnio, palpitaciones y más ansiedad

El consumo intensivo o crónico de estos refrescos, sobre todo entre niños y adolescentes, puede provocar daños cardiovasculares y de salud mental

Sobre las estanterías de un supermercado, una hilera de latas de colores y exóticos sabores inaugura la zona de bebidas energéticas. Dentro de los envases, que anuncian gusto a melocotón, mango, coco o sandía, por ejemplo, un líquido con alto contenido en azúcar y generosas dosis de cafeína, taurina o ginseng, todos ellos conocidos estimulantes para el organismo, prometen espabilar y despertar al consumidor, mejorar su concentración, combatir el cansancio o aumentar el estado de alerta. Y probablemente lo consigan: si una taza de café lleva unos 100 miligramos de cafeína, una lata de medio litro de este tipo de refrescos alcanza los 160. Pero mantenerse alerta tiene un precio y la comunidad médica ya ha empezado a advertir de que el consumo abusivo de estos refrescos puede afectar a la salud.

La ingesta de bebidas energéticas es cada vez más frecuente —sobre todo entre adolescentes—, y los científicos plantean su inquietud sobre el potencial impacto cardiovascular y en la salud mental de un consumo intensivo o sostenido en el tiempo. En la literatura científica se han reportado cuadros de insomnio, palpitaciones, ansiedad o trastornos gastrointestinales asociados a tomar este tipo de refrescos. Y, según la dosis de estimulante ingerida y la predisposición de base, el peaje puede ser aún mayor: se ha notificado también algún caso puntual de paro cardíaco y muerte vinculado al abuso de estas bebidas.

La prevalencia global del consumo se estima, según un estudio publicado este año, en torno al 32% en el último mes. Es decir, que un tercio de las personas ha ingerido este tipo de bebidas en los últimos 30 días. Pero a los expertos consultados les preocupan especialmente los jóvenes y los efectos de estos refrescos en un organismo que todavía está madurando.

En plena era del agotamiento, estos productos se venden como “combustible” para el cuerpo, capaces de aumentar la resistencia física o dar sensación de bienestar. Pero Sanidad apunta, en un informe, que “tienen consecuencias importantes a nivel cerebral y metabólico”. “Algunos de los efectos adversos de las bebidas energéticas son la estimulación del sistema nervioso central y cardiovascular y su relación con el sobrepeso y la obesidad. La ingesta regular de bebidas energéticas se ha asociado a la sobredosis de cafeína, la hipertensión, la pérdida de masa ósea y la osteoporosis. Entre los efectos secundarios resultantes del consumo regular se destacan palpitaciones, insomnio, náuseas, vómitos y micción frecuente”, sintetizan.

Una revisión científica sobre los efectos del consumo agudo o crónico de estos refrescos identificó 86 casos que sufrieron efectos adversos. Fueron, sobre todo, daños cardíacos, como las arritmias, pero también se notificaron nueve casos de paro cardíaco (tres de ellos terminaron en muerte). Se reportaron, además, efectos neurológicos en el sistema nervioso central (convulsiones o vasculopatía cerebral) y trastornos gastrointestinales, como hepatitis y pancreatitis.

https://elpais.com/salud-y-bienestar/2024-10-01/el-peaje-de-las-bebidas-energeticas-insomnio-palpitaciones-y-mas-ansiedad.html

Ponerse a dieta de ‘tele’ ayuda a no engordar

Un estudio reciente publicado en Archives of Internal Medicine sugiere que reducir el tiempo que pasó frente a la televisión podría ser una estrategia efectiva para prevenir la obesidad. Según este estudio, realizado por un equipo de la Universidad de Vermont-Burlington y dirigido por la doctora Jennifer J. Otten, los adultos que limitaron a la mitad de su tiempo frente a la pantalla mostraron una mayor quema de calorías en comparación con aquellos que mantuvieron sus hábitos habituales.

Los participantes del estudio, 36 adultos con un índice de masa corporal entre 25 y 50, fueron divididos en dos grupos. Uno de los grupos recibió un dispositivo que limitaba su tiempo de televisión semanal a la mitad, mientras que el otro grupo no tuvo restricciones en su consumo de televisión. Durante los 21 días del estudio, se monitorizó la actividad física de los participantes y se registraron sus patrones de consumo calórico.

El resultado más notable fue que aquellos que redujeron su tiempo de televisión quemaron en promedio 119 calorías más por día en comparación con el grupo de control, que mostró una disminución de 95 calorías en su gasto diario. Esta diferencia condujo a una pérdida de peso promedio de aproximadamente 600 gramos en el grupo que redujo su tiempo frente a la pantalla.

Los investigadores destacan que pequeños cambios en el comportamiento diario pueden tener un impacto significativo en la salud a largo plazo, especialmente en la prevención de la obesidad. Estudios anteriores han sugerido que combinar un aumento en la actividad física con una ligera reducción en la ingesta calórica diaria, de tan solo 100 calorías, podría ser suficiente para prevenir el aumento gradual de peso que afecta a muchas personas en la sociedad moderna.

Además, el estudio observará diferencias en la respuesta entre adultos y niños ante la reducción del tiempo de pantalla. Mientras que en niños se ha demostrado que esta intervención reduce la cantidad de calorías consumidas, en adultos parece aumentar el gasto calórico. Esto sugiere que los mecanismos detrás de la reducción del comportamiento sedentario pueden variar según la edad y el contexto.

En conclusión, el estudio destaca la importancia de considerar estrategias simples y accesibles, como limitar el tiempo frente a la televisión, para promover un estilo de vida más activo y saludable. Sin embargo, los investigadores señalan la necesidad de realizar más estudios para validar estos hallazgos y explorar otras intervenciones que puedan contribuir negativamente a la lucha contra la obesidad en adultos.

La falta de consumo de micronutrientes es un problema global: el 60% de la población no ingiere los suficientes

Una investigación publicada en ‘The Lancet Global Health’ proporciona la primera estimación mundial sobre el consumo inadecuado de 15 sustancias fundamentales

Consumo de micronutrientes
Un hombre cocina sardinas a la parrilla en un chiringuito en el paseo marítimo de Málaga este julio.Stefano Guidi (Getty Images)
Armando Quesada Webb

Armando Quesada Webb

San José (Costa Rica) – 13 SEPT 2024 – 05:00 CEST

En 2017, cuando era un investigador de doctorado en la Universidad de California Davis, Ty Beal (Phoenix, Arizona, 38 años) hizo su primera publicación en una revista académica. Fue sobre el suministro mundial de micronutrientes. Analizó su disponibilidad global, lo contrastó con las necesidades de consumo y demostró la existencia de un gran déficit. Beal quiso seguir estudiando y, ahora, como especialista técnico de la Alianza Mundial para la Mejora de la Nutrición, ha conseguido un hito: publicar el primer estudio que proporciona estimaciones del consumo inadecuado de 15 micronutrientes esenciales por parte de cinco mil millones de personas.

La investigación, publicada a finales de agosto en la revista de medicina The Lancet Global Health, en colaboración con la Escuela de Medicina de Harvard y la Universidad de California Santa Bárbara, señala que el 60% de la población mundial no consume suficiente yodo; lo mismo le sucede al 67% con la vitamina E; al 66% con el calcio; al 65% con el hierro y al 53% con la vitamina C.

La carencia de cada micronutriente conlleva sus propias consecuencias para la salud, que pueden ir desde “resultados adversos en el embarazo hasta ceguera, pasando por una mayor susceptibilidad a las enfermedades infecciosas”. “Esta carencia generalizada es más grave de lo que se creía y tiene graves consecuencias para la salud mundial, especialmente en términos de salud materno-infantil, inmunidad y potencial humano en general”, recoge el documento.

Por videollamada desde Washington, Beal hace hincapié en la necesidad de que las personas entiendan las consecuencias de estas deficiencias: “Si se trata de un niño pequeño, por ejemplo, puede que no sea capaz de aprender en la escuela. Un adulto podría tener anemia y no ser capaz de funcionar muy bien y puede que sea más propenso a las infecciones”.

Bases de datos mundiales

Según explica Beal, previo a su nueva publicación ya existía un cuerpo importante de investigaciones sobre cadenas de alimentación y déficit de micronutrientes, y algunos países también tenían datos locales. “En las cadenas de alimentación, los dos componentes que se analizan son cómo se produce y cómo se consume la comida. Pero no siempre la comida que se produce es la que se come, por lo que hay un vacío de conocimiento”, señala Beal. Además, el científico afirma que muchas de las encuestas sobre la dieta hechas por gobiernos estaban desactualizadas o no eran de buena calidad.

Beal sostiene que “nunca” se había publicado un estudio mundial sobre el consumo de micronutrientes como este, porque los vacíos de información representaban grandes obstáculos. Así fue hasta que la Escuela de Ciencias de Nutrición de la Universidad de Tufts (Boston) creo el Global Dietary Database, un gran modelo de datos que detalla las cantidades y tipos de alimentos que las personas comen alrededor del mundo. Beal y sus compañeros usaron esta herramienta para su investigación, pero sabían que tiene limitaciones, al tratarse solo de estimaciones, por lo que la complementaron con las otras bases de datos locales del Banco Mundial y la FAO, también con encuestas dietéticas disponibles de 31 países.

Los investigadores contrastaron todos estos datos con las necesidades nutricionales y desarrollaron su base de datos propia, que incluye a 185 países. En la evaluación se estudiaron quince micronutrientes: calcio, yodo, hierro, riboflavina, folato, zinc, magnesio, selenio, tiamina, niacina y vitaminas A, B6, B12, C y E. Decidieron, además, que pondrían toda esta información disponible en abierto para poder “orientar otras investigaciones más específicas”.

Diferencias por género, edad y región

Los investigadores decidieron dividir a la población en hombres y mujeres pertenecientes a 17 grupos de edad de 0 a 80 años en intervalos de cinco años, y un grupo de 80 años o más. Esta división permitió realizar hallazgos que Beal considera de los más sorprendentes de la investigación. Se dieron cuenta de que existe un problema común de consumo de nutrientes en el mundo, pero cómo se manifiesta esta deficiencia varía enormemente entre los grupos estudiados.

El documento revela que hombres y mujeres sufren carencias de micronutrientes diferentes. Por ejemplo, las mujeres tienen más probabilidades de presentar ingestas inadecuadas de yodo, vitamina B12, hierro y selenio, mientras que los hombres son más propensos a sufrir carencias de calcio, zinc y “varias vitaminas esenciales”.

Para Beal, esto se debe a que, por lo general, hombres y mujeres tienen dietas diferentes. Sin embargo, las diferencias también se deben a que las necesidades de micronutrientes son distintas según el sexo. “Las mujeres en edad reproductiva necesitan más hierro. Los hombres necesitan más zinc, vitamina C y vitamina A”, señala Beal.

En cuanto a las diferencias por regiones, el documento apunta “patrones muy claros”. “Algunos nutrientes como el folato, la vitamina E y la riboflavina hacen falta en la dieta de Norteamérica para los hombres, pero si estás en el África subsahariana, son las mujeres las que tienen más dificultades para obtenerlos”, afirma.

En términos absolutos, la región del mundo donde se encuentran los déficits de micronutrientes más graves es el sudeste de Asia, pero el África subsahariana es “muy pobre” específicamente en hierro, zinc y vitamina B12, tres componentes esenciales.

Beal cree que estos datos plantean retos para el futuro: “Creo que esto nos orienta un poco para saber qué nutrientes son un problema, dónde hacen falta, en cuáles grupos de población, qué tipos de alimentos hay que promover y cómo se abordan estas necesidades”. Hay una carencia de nutrientes en el mundo entero, pero cada región y grupo poblacional tiene necesidades diferentes. Para el científico, ahora el meollo del asunto está en empezar a trabajar para buscar soluciones “sin dejar a nadie atrás”.

Tendencias es un nuevo proyecto de EL PAÍS, con el que el diario aspira a abrir una conversación permanente sobre los grandes retos de futuro que afronta nuestra sociedad. La iniciativa está patrocinada por Abertis, Enagás, EY, Iberdrola, Iberia, OEI, Redeia, Santander, Telefónica y el partner estratégico Oliver Wyman.

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Armando Quesada Webb

Armando Quesada Webb

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El olor del café y el del pan tostado nos condicionan para siempre

Crear memorias positivas relacionadas con la alimentación cotidiana podría ser un instrumento útil para impulsar rutinas saludables

El olor del café y el del pan tostado nos condicionan para siempre
Ted Cavanaugh (Gallery Stock)
Andoni Luis Aduriz

Andoni Luis Aduriz

21 SEPT 2024 – 05:25 CEST

El aroma del café deslizándose por la taza o el de la ropa recién lavada meciéndose tendida despreocupadamente, el bisbiseo de la leña silbando entre las llamas o la promesa que concede la cocción de una cazuela al fuego operan en nosotros el mismo hechizo que provoca en los peces la sombra de una mano en la superficie del acuario antes de recibir su ración de copos. Los estímulos condicionados forman parte de nuestro comportamiento y, en muchos de ellos, se cruzan situaciones vinculadas con la comida. Actúan como un paradigma de aprendizaje asociativo entre acontecimientos y conductas reflejas. Si un niño oye la música de un carro de helados antes de que este doble la esquina, la melodía le disparará la satisfacción que provoca rechupetear una bola de chocolate. Por sí mismo, un estímulo —un perfume, una fotografía, un gusto, una palabra o una canción— es neutro, no despierta ninguna reacción, a no ser que previamente haya existido un proceso de refuerzo entre este y un vínculo, como en el caso de la melodía del carro de helados.

Lo experimenté en uno de los restaurantes por los que pasé mientras estudiaba en la escuela de hostelería. La presión en la cocina era tal que a las semanas de estar allí el olor que captaba al bajar las escaleras de la entrada me angustiaba. Era notar en la nariz ese rastro característico de local envejecido y me asaltaba automáticamente el agobio. Son acicates sensoriales que llaman a la puerta de vivencias tanto placenteras como angustiosas y difíciles. El escritor Manuel Vicent cuenta en su libro Comer y beber a mi manera: “Desde entonces han pasado más de 40 años. Y el mismo dolor va y viene, se hace presente y desaparece siempre unido a mi estado de ánimo. Aquel bocadillo de calamares fue para mí la manzana del paraíso, que me expulsó de la gracia preternatural de una salud inocente”. Si tras ingerir algo surge un dolor de estómago o náuseas, lo más probable es que se produzca lo que se conoce como aversión condicionada ante el alimento involucrado, aun cuando sean sucesos desligados. La experiencia sabor-malestar fomenta un aprendizaje que reactiva naturalmente la repulsión y el rechazo al oler o saborear al presunto causante.Más información

Comida ultraprocesada: ¿por qué mentimos sobre lo que comemos?

Está claro que una vivencia se fija en la memoria de una forma más sólida cuando se vincula a una emoción, a un significado emocional. Por eso, muchos recuerdos de infancia, como el apetito que avivaba el olor del pan tostado o los pimientos asándose sobre las brasas, retrotraen a aquella época en la que se inscribieron. Toda una respuesta instintiva que se remonta a aquel tiempo feliz en que éramos tan desgraciados, que diría Alexandre Dumas, pero que recordamos con despreocupación y una sonrisa. Acontecimientos y enseñanzas de las primeras correrías por el mundo que estimularon no solo vínculos, sino capacidades comunicativas y emocionales alrededor del plato. Comer involucra muchos de nuestros órganos sensoriales y, como me repite el catedrático de Psicobiología y gran amigo Ignacio Morgado, los sentidos químicos en particular, que engloban al gusto y el olfato, son capaces de recuperar de la memoria hambrienta emociones vividas con un condicionamiento e intensidad mayores que las producidas por el resto de los sentidos.

Sumado a esto, el poderoso refuerzo de la compañía, de lo que fue la situación y los afectos implicados, otorga una significación adicional a, pongamos por caso, el diente de ajo dorándose en una lágrima de aceite caliente en la base de una cazuela. De ahí que Vázquez Montalbán apuntara del también escritor Josep Pla que su paladar “pertenecía a la infancia, como casi todos los paladares”. Nos aferramos a las cosas con las que crecimos, que comúnmente forjan el grueso de las predilecciones culinarias. Sabiendo esto, deberíamos reflexionar sobre qué actividades cotidianas relacionadas con la alimentación sería bueno fijar. Esos disparadores de memoria pueden vincularse a rutinas saludables. Acaso sea verdad lo que afirmó el filósofo y antropólogo alemán Ludwig Feuerbach: “Más que ser lo que comemos, quizá somos los estímulos condicionados que disfrutamos”.

Salpicón y granizado

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De verdad compensan?

El peaje de las bebidas energéticas: insomnio, palpitaciones y más ansiedad

El consumo intensivo o crónico de estos refrescos, sobre todo entre niños y adolescentes, puede provocar daños cardiovasculares y de salud mental

Jessica Mouzo

Jessica Mouzo

01 OCT 2024 – 05:20 CEST

Una chica toma una lata de bebida energética.PACO PUENTES

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Sobre las estanterías de un supermercado, una hilera de latas de colores y exóticos sabores inaugura la zona de bebidas energéticas. Dentro de los envases, que anuncian gusto a melocotón, mango, coco o sandía, por ejemplo, un líquido con alto contenido en azúcar y generosas dosis de cafeína, taurina o ginseng, todos ellos conocidos estimulantes para el organismo, prometen espabilar y despertar al consumidor, mejorar su concentración, combatir el cansancio o aumentar el estado de alerta. Y probablemente lo consigan: si una taza de café lleva unos 100 miligramos de cafeína, una lata de medio litro de este tipo de refrescos alcanza los 160. Pero mantenerse alerta tiene un precio y la comunidad médica ya ha empezado a advertir de que el consumo abusivo de estos refrescos puede afectar a la salud.

La ingesta de bebidas energéticas es cada vez más frecuente —sobre todo entre adolescentes—, y los científicos plantean su inquietud sobre el potencial impacto cardiovascular y en la salud mental de un consumo intensivo o sostenido en el tiempo. En la literatura científica se han reportado cuadros de insomnio, palpitaciones, ansiedad o trastornos gastrointestinales asociados a tomar este tipo de refrescos. Y, según la dosis de estimulante ingerida y la predisposición de base, el peaje puede ser aún mayor: se ha notificado también algún caso puntual de paro cardíaco y muerte vinculado al abuso de estas bebidas.Más información

Kristen Ghodsee

Kristen Ghodsee, etnógrafa: “Estamos demasiado cansados para tener imaginación”

La prevalencia global del consumo se estima, según un estudio publicado este año, en torno al 32% en el último mes. Es decir, que un tercio de las personas ha ingerido este tipo de bebidas en los últimos 30 días. Pero a los expertos consultados les preocupan especialmente los jóvenes y los efectos de estos refrescos en un organismo que todavía está madurando. “Es un fenómeno social curioso. Nos debemos de preocupar, pero no ser alarmistas porque no es una sustancia tan dañina. Pero hay subgrupos de población de más riesgo a los que les puede provocar más problemas de salud mental que se pueden prolongar en el tiempo porque ocurrieron cuando esos cerebros estaban madurando”, sintetiza Chema González Echevarri, neurólogo de la Unidad de Trastornos Neurocognitivos del Hospital Joan XXIII de Tarragona. Según la encuesta ESTUDES del Ministerio de Sanidad a estudiantes de 14 a 18 años, en 2023, casi la mitad (el 47,7%) habían tomado bebidas energéticas en los últimos 30 días.

No suele haber intoxicaciones agudas en las urgencias por estas bebidas, matiza también Lidia Martínez, pediatra de Urgencias en el hospital infantil Sant Joan de Déu de Barcelona, pero eso no le quita relevancia al fenómeno. “Es algo preocupante porque se está comercializando un producto que pueden consumir adolescentes y que crea adicción, porque la cafeína crea adicción, y la población no tiene esa percepción del riesgo”, plantea la especialista, que es también una de las coordinadoras del grupo de trabajo de Intoxicaciones de la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas. Las latas llevan advertencias de que no se recomienda su consumo a niños y embarazadas.

En plena era del agotamiento, estos productos se venden como “combustible” para el cuerpo, capaces de aumentar la resistencia física o dar sensación de bienestar. Pero Sanidad apunta, en un informe, que “tienen consecuencias importantes a nivel cerebral y metabólico”. “Algunos de los efectos adversos de las bebidas energéticas son la estimulación del sistema nervioso central y cardiovascular y su relación con el sobrepeso y la obesidad. La ingesta regular de bebidas energéticas se ha asociado a la sobredosis de cafeína, la hipertensión, la pérdida de masa ósea y la osteoporosis. Entre los efectos secundarios resultantes del consumo regular se destacan palpitaciones, insomnio, náuseas, vómitos y micción frecuente”, sintetizan.

Una revisión científica sobre los efectos del consumo agudo o crónico de estos refrescos identificó 86 casos que sufrieron efectos adversos. Fueron, sobre todo, daños cardíacos, como las arritmias, pero también se notificaron nueve casos de paro cardíaco (tres de ellos terminaron en muerte). Se reportaron, además, efectos neurológicos en el sistema nervioso central (convulsiones o vasculopatía cerebral) y trastornos gastrointestinales, como hepatitis y pancreatitis.

Azúcar y cafeína, en el punto de mira

A los médicos les preocupan especialmente dos ingredientes de las bebidas energéticas: el azúcar y la cafeína (o los otros estimulantes que lleve). Sobre los segundos, González Echevarri, que también es miembro de la Sociedad Española de Neurología, describe el impacto en el cerebro: “Estimulantes como la taurina y la cafeína modulan un neurotransmisor que aumenta la concentración, pero también puede provocar problemas de insomnio o que toleres peor la ansiedad, con todos sus efectos, como taquicardias, temblores e irritabilidad”.

Un estudio recuerda que la cafeína, además de producir dependencia, está asociada a problemas gastrointestinales y psicológicos; el ginseng también se ha vinculado con el riesgo de algunos tumores y el ginkgo biloba, otro ingrediente que también se usa en bebidas energéticas, se ha relacionado con el riesgo de sangrado espontáneo, incluidas hemorragias intracraneales. Sobre la probabilidad de ictus o hemorragias cerebrales, el neurólogo señala que es “extremadamente raro”: “El cuerpo joven aguanta muchísimo porque tiene buena capacidad de reparación y todo funciona bien”.

Sin embargo, en personas con cierta susceptibilidad a problemas cardiovasculares, de salud mental o cuadros ansiosos, el consumo de bebidas energéticas sí puede exacerbar alguna sintomatología, apostilla González Echevarri: “Tienes más papeletas para que estos estimulantes descompensen algo que ya estaba de base. Las personas ansioso-depresivas o que sufren insomnio son muy sensibles a los estimulantes y les van a empeorar los síntomas. A nivel cardiovascular, es frecuente sentir taquicardia y, a veces, genera arritmias, pero eso tiene que ocurrir por ser más susceptibles o tomarse grandes cantidades”.

La intoxicación aguda no tiene tanta repercusión. Pero el consumo mantenido pasa más desapercibido y tiene efectos claros en la salud física y emocional”Lidia Martínez, pediatra de Urgencias en el hospital infantil Sant Joan de Déu de Barcelona

Miguel Caínzos, cardiólogo del Hospital del Mar de Barcelona, puntualiza que “hacen falta más estudios porque hay muy pocos datos sobre los efectos en la salud cardiovascular de la cafeína y la taurina”, pero admite que sí pueden generar “palpitaciones y sensación de taquicardia”. En la misma línea, Luis Rodríguez Padial, presidente de la Sociedad Española de Cardiología, recuerda que, aunque los casos que llegan a las consultas de cardiología son “puntuales”, sí “hay cierto grado de preocupación” con este fenómeno y recuerda que “si se produce una sobredosis de cafeína, puede dar lugar a arritmias”.

Acerca del azúcar, Caínzos sí que es tajante: “Lo que es una preocupación es el consumo frecuente y continuado de estas bebidas por su contenido en azúcar porque puede provocar resistencia a la insulina, obesidad y diabetes”, todos cuadros patológicos que son la puerta de entrada a otras enfermedades cardiovasculares. “El consumo crónico con tales cantidades de azúcar es una preocupación”, sentencia. Las marcas ya han puesto en el mercado también opciones bajas en azúcar.

Una peligrosa mezcla con alcohol

El consumo de bebidas energéticas no suele llevar a los pacientes a urgencias, pero sí hay una situación grave en la que estos refrescos pueden estar implicados: las intoxicaciones por alcohol, cuenta Martínez. “Es un problema porque estos refrescos compensan el efecto del alcohol y no se tiene tanta conciencia del efecto [de este tóxico] en el organismo, se asumen más riesgos y, cuando se pasa el efecto estimulante, aumenta el nivel depresor que genera el alcohol”, explica la pediatra, que es también la responsable de la consulta de Toxicología Pediátrica del Sant Joan de Déu.

Estas bebidas disfrazan los efectos depresores del alcohol y eso puede provocar que se ingieran más cantidades del tóxico. Según la encuesta ESTUDES, casi uno de cada cinco estudiantes de 14 a 18 años ha mezclado bebidas energéticas con alcohol en los últimos 30 días.

La pediatra pide no minimizar el impacto de estas bebidas en la salud y admite que tampoco en las consultas se pregunta de rutina por el consumo de cafeína cuando, por ejemplo, llega un paciente con síntomas ansiosos. “Si preguntásemos por el consumo de cafeína a los adolescentes, a lo mejor, nos sorprenderíamos y le encontraríamos relación con el dolor de cabeza o los síntomas ansiosos”, sopesa.

Martínez, que está poniendo en marcha un estudio multicéntrico para saber qué consumo están haciendo de cafeína los chavales que acuden a urgencias, insta a “incorporar” esa pregunta en el diagnóstico diferencial. “La intoxicación aguda no tiene tanta repercusión. Pero el consumo mantenido pasa más desapercibido y tiene efectos claros en la salud física y emocional”, incide. E insiste en que una bebida energética no es como un refresco de cola tradicional: “La cantidad de cafeína es muy diferente [medio litro del de cola puede tener 56 miligramos] y, además de cafeína, las bebidas energéticas tienen otras sustancias y todas son psicoestimulantes y cardioestimulantes. El cerebro de un adolescente necesita estar libre de tóxicos para desarrollarse lo mejor posible”.

Los expertos consultados advierten de que, aunque hay evidencias sobre las consecuencias agudas de la ingesta, se desconocen los efectos a largo plazo de un consumo crónico. González Echevarri avisa, eso sí, de que “en un cerebro que está madurando, todo lo que module la neurotransmisión, puede generar un cambio”. Caínzos, por su parte, subraya la necesidad de dar más información “sobre los riesgos de tomar tres latas”: “No pueden banalizar la cantidad que ingieren en poco tiempo”.

https://elpais.com/salud-y-bienestar/2024-10-01/el-peaje-de-las-bebidas-energeticas-insomnio-palpitaciones-y-mas-ansiedad.html

Cuánto dinero gastarán y qué productos comprarán los chilenos en las Fiestas Patrias

El feriado en Chile se extenderá por cinco días y sus habitantes deberán ajustar su presupuesto para las celebraciones. Las alzas en el consumo se concentran en los alimentos y viajes

Las Fiestas Patrias en Chile se extenderán por casi una semana en el año 2024, en un gran festivo que implicará un ajuste en el consumo de productos y los gastos de las familias. Las compras de alimentos y de pasajes para viajar se tomarán el presupuesto de esta celebración. La Cámara de Comercio de Santiago (CCS), la entidad gremial que reúne a los comerciantes de Santiago de Chile, ha presentado un análisis en el que revisa el comportamiento de los compradores para esta festividad, y ha estimado la cantidad de dinero que cada hogar pagará para tener todos los elementos necesarios para la celebración.

El gasto promedio de la celebración

En su estudio, la CCS señaló que en todo el período de las Fiestas Patrias, que incluye el antes y el durante el 18 de septiembre, las familias chilenas gastarán un poco más de 200.000 pesos (unos 212 dólares). El alza en el consumo de productos vinculados con las celebraciones se intensificará a partir del domingo 15 de septiembre. Las cifras más precisas dicen que entre el 12 y el 17 de septiembre, las familias incurrirán en un gasto de 160.000 pesos (169 dólares) promedio, lo que corresponde a algo más del 16% de gastos adicionales a los de un mes normal. Con respecto al año 2023, se estima que el gasto total alcanzará un alza de 3%, lo que va en la línea de la recuperación del sector del comercio minorista, en septiembre del año anterior registró una caída del 4% en comparación a 2022.

Cómo se financiará la fiesta

Una parte importante del gasto adicional de las Fiestas Patrias se sustentará con el aguinaldo, la tradicional gratificación que reciben los trabajadores a propósito de las celebraciones —y que no es obligatoria para todos los empleadores del país—. En el sector público, el monto extra al salario puede variar entre los 59.000 pesos (62 dólares) a un poco más de 85.000 pesos (90 dólares). En el sector privado, el dinero adicional al sueldo llegaría a los 85.000 pesos en algunos casos.

Cuáles son los productos más comprados

La alimentación se tomará gran parte del consumo adicional de las Fiestas Patrias en 2024. Uno de los productos más demandados es la carne —usada para los asados, los anticuchos (varas de carne y verduras) y para el relleno de las tradicionales empanadas de pino—, que para esta fecha se consumen un 50% más que en el resto del año. Los chilenos gastarían 20.000 pesos (21 dólares) más en promedio para adquirir este producto. Más atrás en el listado están las verduras —cuyo consumo sube en un 40% con cerca de 10.000 pesos (10 dólares) adicionales en la cuenta—; y el pan —con un alza del 30% y un cargo promedio de 5.000 pesos (5 dólares)—. En los alimentos preparados, el incremento más fuerte está en las empanadas, que triplican su demanda en comparación al resto del año. Las bebidas alcohólicas también experimentan un alza en el interés de los clientes, con el vino como uno de los protagonistas. A estos productos, se agrega el incremento en el interés por servicios como viajes, transporte, turismo y entretención.

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