Los aditivos alimentarios están presentes en la práctica totalidad de lo que comemos. La Unión Europea, a través de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) ha aprobado más de 400; existe la obligatoriedad de detallarlos en el envase y la gran mayoría son totalmente inocuos, pero conviene conocer aquellos que caen en la categoría de innecesarios; además, también hay que señalar que el abuso de productos que contengan determinados aditivos puede conducir a malas digestiones o reacciones alérgicas, tal y como advierte la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Un aditivo tiene que ser útil, seguro y no llevar a error, como ocurre cuando su uso lleva a creer que el producto tiene una facultad que, simplemente, no tiene de manera natural.
La función de los aditivos
La función de los aditivos alimenticios es fundamental, dado que la mayor parte de lo que consumimos llega por vía de grandes cadenas de empacado, conservación y distribución; los huertos urbanos y las plataformas del tipo ‘del campo a la mesa’, aunque excelentes para alimentar la despensa, no forman parte del día a día para la mayor parte de los consumidores. Con los aditivos se regula la conservación del alimento, pero también el aspecto, la textura o el sabor. Obviamente, también se usan para compensar carencias, como esas llamativas advertencias de “zumo con un 40% de zumo”, que llevan a pensar dónde se ha ido el resto del zumo en el envasado. Para eso están, por ejemplo, los antioxidantes.
Reacciones adversas a los aditivos
Todos los aditivos que se usan en la Unión Europea han sido previamente evaluados y su uso está autorizado bajo ciertas condiciones (categorías de alimentos, dosis de uso…). Aunque la gran mayoría de ellos son inocuos, algunos pueden entrañar ciertos peligros pero se usan porque sus beneficios son mayores que sus riesgos. Además, hay que tener en cuenta el posible “efecto cóctel” debido a la presencia de varios aditivos en el alimento, y la existencia de grupos de población especialmente sensibles a esa sustancia.
Algunos de ellos pueden producir reacciones adversas en personas sensibles o si se abusa de determinados alimentos:
Alérgicos: personas con alergias, urticaria crónica, asmáticos… Los sulfitos, el ácido benzoico y sus sales, y los colorantes azoicos son los que más frecuentemente se relacionan con reacciones alérgicas. Las personas con alergia a la aspirina y a los antiinflamatorios no esteroideos pueden experimentar reacciones cruzadas con aditivos como el ácido benzoico y los colorantes azoicos (que por fortuna son poco frecuentes).
Menores de 3 años: los aditivos no han sido evaluados en bebés y niños de corta edad. Deberíamos evitar en la medida de lo posible que consuman productos llenos de colorantes y conservantes que pueden producirles reacciones adversas. Es importante evitar darles chucherías, refrescos o embutidos que contengan nitritos nitratos, colorantes azoicos o sulfitos.
Niños y adolescentes: por su escaso peso tienen dosis diarias de aditivos inferiores a las de los adultos. En ocasiones su dieta presenta excesos de algunos productos como refrescos, chucherías o bollería. Esto puede hacer que su consumo de algún aditivo, tal y como ha detectado en alguna ocasión la EFSA, sea excesivo.
Este articulo conciencia a la gente sobre los aditivos y lo perjudiciales que pueden llegar a ser. Estos están presentes en muchos alimentos que comemos sin siquiera saber que los consumimos.