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ALIMENTACIÓN Y SALUD: LA OBESIDAD COMO FACTOR DE RIESGO

Epidemiología de la obesidad

En torno a 1000 millones de personas padecen hoy en día obesidad o sobrepeso en todo el mund2.

En el marco mundial, es en Estados Unidos donde se recogen cifras más elevadas de prevalencia; en Europa, es en Inglaterra donde se observa un mayor incremento, situándose España en un punto intermedio.

Según un estudio de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), el 39,3% de la población española de entre 25 y 64 años tiene sobrepeso, y un 21,6% es obesa. Estos datos se obtienen del Estudio Nutricional de la Población Española (ENPE) que analizó a un total de 3.801 hombres y mujeres españoles de edades comprendidas entre los 25 y 64 años, evaluando la prevalencia actual del sobrepeso y la obesidad de la población entre los años 2014 y 2015.

Según la OMS, entre los años 1980 y 2014, la prevalencia mundial de obesidad casi se ha duplicado.

Además, se han estimado tasas de obesidad significativamente más elevadas en los varones que en las mujeres. La última Encuesta de Salud (ENSA) indica esta misma tendencia.

Hay que destacar también, que en comparación con Estados Unidos, país en el que la prevalencia de obesidad alcanza el 35,1% en población mayor de 20 años, la obesidad en la población adulta en España presenta unas tasas inferiores.

El estudio DORICA estableció unas cifras de prevalencia de obesidad más elevadas en regiones situadas en el sur de España, siendo las estimaciones más elevadas en Canarias, Andalucía y Murcia, y las más bajas en Cataluña y País Vasco. En el último estudio ENPE, las cifras más altas se sitúan en Asturias y Galicia, seguidas por Andalucía y Murcia

Factores de influencia

Según los estudios realizados por la SEEDO, existe una diferencia sexual con mayor prevalencia de obesidad en las mujeres. Además, esta prevalencia va aumentando con la edad.

Con relación al factor cultural, cuanto más bajo es el nivel cultural, mayor es la prevalencia, manteniéndose la diferencia entre sexos.

El nivel socioeconómico muestra una relación inversa con la obesidad en los países desarrollados (a mayor nivel socioeconómico, menor obesidad) ocurriendo lo contrario en los países subdesarrollados.

La prevalencia de obesidad y sobrepeso también está aumentando en niños. Según los datos obtenidos en el estudio ENKID, la prevalencia de obesidad en la población infantil y juvenil (2-24 años) es de un 15,5% en niños y de 12% en niñas, observándose una superioridad en Andalucía, Canarias y Levante.

Prevenir la obesidad debe comenzar en la infancia. España es el país de la Unión Europea con un mayor número de niños obesos, debido a las costumbres alimenticias cada vez más incorrectas.

Este aumento de la obesidad en la población infantil ha llegado hasta un punto en el que las tasas se han duplicado en la última década. Estamos acercándonos a tasas como las de Estados Unidos, donde la obesidad infantil ya se considera como la epidemia del siglo XXI.

La obesidad infantil debe considerarse como una enfermedad emergente. Esto constituye un problema de salud, ya que estos niños obesos, serán los adultos del mañana y desarrollarán obviamente enfermedades como la diabetes y la hipertensión arterial.

El gasto sanitario que conlleva el tratamiento de la obesidad también es un problema. El objetivo de la Salud Pública debe ser prevenir y controlar la evolución de la enfermedad.

Los costes asociados a la obesidad en España superan los 2500 millones de euros anuales. Estos costes se deben principalmente a la relación de la obesidad con otras patologías como la diabetes, trastornos cardiovasculares, hipertensión arterial, etc.

Una forma de reducir el coste sería mediante intervenciones sanitarias destinadas a la reducción del peso y la promoción de estilos de vida saludables, disminuyendo por tanto también la aparición de enfermedades asociadas.

Consecuencias del sobrepeso y la Obesidad

Es de sobra conocida la asociación de valores elevados de IMC y la obesidad abdominal, con la mortalidad, morbilidad y discapacidad y como consecuencia, del deterioro del estado de salud y baja calidad de vida. Esto a su vez, repercute en el gasto sanitario.

Un índice de masa corporal (IMC) elevado es un factor de riesgo muy importante de enfermedades no transmisibles como las enfermedades cardiovasculares (principal causa de mortalidad en 2012), la diabetes, trastornos del aparato locomotor (como la osteoartritis, muy discapacitante) y algunos cánceres (endometrio, mama y colon).

La obesidad infantil está asociada a una mayor probabilidad de muerte prematura y obesidad en edad adulta. Pero además, los niños obesos padecen dificultad respiratoria, mayor riesgo de fracturas e hipertensión, y presentan también mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y resistencia a la insulina.

Los niños presentan cada vez con más frecuencia sobrepeso, estimándose una tasa global de unos 20 millones a nivel mundial. Resulta alarmante la aparición en niños o adultos jóvenes de enfermedades típicamente de los adultos como la Diabetes Mellitus (DM) tipo 2.

Aunque actualmente ha disminuido la morbimortalidad prematura por las enfermedades cardiovasculares, el aumento de la obesidad y la DM tipo 2 puede invertir esta tendencia. El aumento del sobrepeso y la obesidad nos proyecta un potencial incremento de la morbimortalidad en las próximas décadas.

Según el informe del Institute for Health Metrics and Evaluation de 2013, que estudiaba la carga de enfermedad atribuible a los principales factores de riesgo, los riesgos asociados con un IMC elevado junto con una dieta inadecuada, ocupaban los 2 primeros lugares en España.

Además, se observan tendencias crecientes en población adulta, con lo que se agrava más aún si cabe este problema. En el año 2013, la OMS desarrolla el Plan de Acción Mundial para la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles 2013-2020, fijando como objetivo el aumento cero de la prevalencia de obesidad entre los años 2010 y 2025

El papel del enfermería ante el sobrepeso y la obesidad

La magnitud del problema al que nos enfrentamos obliga a sensibilizar a todos los escalones del Sistema Sanitario.

Para ello debemos partir de un precepto fundamental: el exceso de peso como una enfermedad crónica, que necesita un tratamiento a largo plazo para lograr una reducción de peso, que además sea mantenida en el tiempo, pero que también incluya una estrategia para prevenir o reducir las comorbilidades.

La implicación de la Atención Primaria es esencial; debiendo abordarse el problema desde un punto de vista multidisciplinar. Esto conlleva:

  • Disponer de guías y recomendaciones unitarias para el manejo del sobrepeso y la obesidad.
  • Promover la producción científica en Atención Primaria.
  • Comunicación fluida entre los diferentes profesionales de salud.
  • Disponer de programas de salud formativos impulsados por la Administración.

Dada la alta prevalencia de la obesidad en la sociedad actual, la SEEDO propone priorizar los programas de pérdida de peso en las siguientes situaciones:

  • Individuos con un IMC ≥ 30.
  • Individuos con un IMC entre 25 y 29 y con comorbilidades asociadas.
  • IMC ≥ 25 y con “cintura de riesgo” (se entiende como “cintura de riesgo” una circunferencia de cintura ≥ 102 cm en el varón ó ≥ 88 cm en la mujer).
  • Cualquier sujeto con “cintura de riesgo” y comorbilidades.

El punto siguiente que recomienda la SEEDO es establecer objetivos:

  • Promover la pérdida de peso.
  • Mejorar los factores de riesgo.
  • Mantener el peso y evitar la recuperación del peso perdido a largo plazo.
  • Propiciar una vida activa.
  • Mejorar la calidad de vida.

https://www.npunto.es/revista/17/alimentacion-y-salud-la-obesidad-como-factor-de-riesgo


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