¿Qué comeremos en el futuro? La ruptura no viene de la mano de nuevos alimentos, sino de nuevas combinaciones, de aportes nutricionales equilibrados y de la producción. La tecnología está ya introduciendo en nuestra dieta una «innovación invisible» con un triple objetivo: que sea más saludable, sostenible y accesible.
«La alimentación del mañana se parecerá más al potaje de abuela, que a platos muy raros». Lo dice Beatriz Jacoste, directora de KM ZERO, un polo de innovación dedicado a impulsar soluciones para el ecosistema alimentario con sede en Valencia.
Para empezar algo que puede parecer tan común como los cereales con leche puede cambiar sus componentes : «Los cereales que vengan de variedades ancestrales como la quinoa, el amaranto, que se han dejado de cultivar pero son muy beneficiosos para la salud de los suelos. Habría que fomentar la recuperación de estas variedades olvidadas». La leche, muy similar a la de vaca puede estar hecha solo con vegetales. «Utilizando un algoritmo que se llama Giuseppe han conseguido una rara mezcla de ingredientes como piña, chicoria, garbanzos… algo que a un humano nunca se le habría ocurrido y que da un sabor análogo al producto tradicional», explica Jacoste.
Llegamos a la hora de la comida : como hay días que no apetece cocinar, proponen un delivery, comida a domicilio. Este vez sushi, pero muy especial porque no tiene pescado. Está hecho de vegetales. A partir del tomate hacen la simulación de atún y no usan arroz, sino un cereal marino que se llama zostera y del que Ángel León, el chef del mar, ha hablado mucho.
Llega la hora de la merienda. Si vamos a ir al gimnasio y necesitamos algo que nos dé fuerza, proponen tomar «un batido proteico con base de harina de insectos o una barrita»
Para cenar, si optamos por una opción casera nos proponen tomar una cápsula de triptófano, que tiene esas propiedades que inducen al descanso, y cocinar algo muy siempre y rápido, como puede ser un revuelto. En este caso con huevos de Koroko, otra empresa española que comercializa huevos con sabor a trufa, jamón, queso o ajo.
Es curioso como un alimento sintético puede dar tanto miedo o liberar tanta precaución de la sociedad. Al final aquello que comeremos será de la misma calidad o incluso mejor que aquella con la que nos alimentamos ahora, sin embargo es cierto que es un poco extraño que la comida no este hecha de comida y que esté fabricada en un laboratorio puede ser un pensamiento algo extraño, pero no dudo en que terminaremos aceptando nuestro futuro con los alimentos.
Es increíble cómo la tecnología está cambiando la forma en que comemos. Huevos con sabores, sushi sin pescado y batidos con harina de insectos suenan futuristas, pero todo apunta a que serán opciones más saludables y sostenibles. Tendremos que ver si la sociedad esta dispuesta a implantar estos alimentos en su dieta diaria.