¿Se imaginan comerse un chuletón que contenga grasa vegetal? Es una de las propuestas que se sirven en la Feria Alimentaria, que se celebra en Barcelona hasta el jueves. Este alimento llega de la mano de la empresa navarra Cocuus, que está especializada en aplicar la tecnología en la alimentación. De hecho, el producto estrella es una impresora 3D capaz de «reconstruir» un chuletón y añadirle la grasa vegetal. La materia prima es carne magra de cerdo y vacuno enriquecida con proteínas, grasa vegetal y omega-3. Es carne de poco valor transformada en «una mejorada».
¿Y cuál es la receta? Primero se analiza la carne, en este caso un chuletón, se le quitan las grasas saturadas, y a través de una impresora 3D, se le añade el omega-3 y las vitaminas necesarias.
De este modo, a través de la pantalla, se pueden extraer las grasas saturadas y escoger la cantidad de grasas naturales, o si se quieren añadir otros nutrientes como la fibra y la vitamina D. «Lo que hace es que tengas una carne con un valor nutricional muy superior a la carne normal«, explica Josep Mir, trabajador de la empresa.
Esta carne no se comercializa aún, pero el objetivo de esta empresa es que pueda estar disponible en supermercados en menos de un año. A la feria han llevado una muestra de la impresora y también han hecho degustaciones del producto.
Este artículo me resulta sumamente interesante ya que destaca la importancia de la tecnología en la industria alimentaria. Este avance mejora tanto la sostenibilidad como la calidad nutricional. La creación de este chuletón 3D nos permite progresar sin sacrificar ni el sabor ni la textura de uno natural. Este tipo de avances podrían marcar una gran diferencia en la alimentación del futuro.
Esta noticia es fascinante porque muestra cómo la tecnología, como la impresión 3D, está revolucionando la industria alimentaria al crear productos más nutritivos y sostenibles, como un chuletón con grasas vegetales y enriquecido con omega-3. Es una innovación prometedora que podría contribuir a una alimentación más saludable y personalizada. Sin embargo, plantea dudas sobre el sabor, la textura y la aceptación del consumidor frente a este tipo de alimentos «reconstruidos». Además, es crucial evaluar el impacto ambiental y económico de esta tecnología antes de que llegue al mercado. Es un paso interesante, aunque no exento de retos.