Los plásticos se acumulan incluso en los sitios más insospechados corrompiendo los ecosistemas, pero además liberan pequeñas partículas, algunas de ellas casi indetectables. Desde que este fenómeno se ha empezado a estudiar se ha podido demostrar que estos microplásticos se encuentran presentes en prácticamente todas partes, incluso en los flujos de agua, bajo tierra o en el aire que respiramos.
Así, no es de extrañar que la mayoría alimentos de consumo habitual también estén colonizados en gran medida por esta sustancia, que termina en nuestro organismo, resultando potencialmente dañina. Por tanto, el medio ambiente no es el único que se ve directamente influenciado por los efectos nocivos del plástico.
A pesar de todo esto, la producción de plástico ha aumentado, concretamente, el consumo de agua embotellada es uno de los que más ha aumentado: se calcula que cada minuto se vende un millón de botellas de plástico en el mundo, y los expertos opinan que esta tendencia irá en aumento.
El agua embotellada generalmente se percibe como más segura y saludable, Sin embargo, en la mayoría de países con agua potable segura, el agua que recibimos del grifo debe pasar rigurosos controles que no se aplican en la misma medida al agua que se embotella y se comercializa, pudiendo permitir que se filtren microplásticos, bisfenol A (BPA) y otras sustancias nocivas que a largo plazo se relacionan con problemas de salud. Cabe mencionar, aun así, que en el mundo todavía hay unos 2.000 millones de personas que dependen del agua embotellada porque no tienen acceso al agua potable.
Me parece alarmante que a pesar de los riesgos documentados, el consumo de productos como el agua embotellada siga aumentando, pese a que en muchos países el agua del grifo es más segura. Creo que se debería de tomar conciencia sobre esta problema y proponer alternativas más sostenibles para proteger el planeta y nuestra salud.
Se deberían de tomar ciertas medidas o concienciar a las personas del cierto riesgo que supone beber agua embotellada pese a que es considerada «la mejor», es decir, mejor que el agua potable del grifo.
Una medida sería volver como antiguamente a las botellas de vidrio y más tarde su devolución, contribuyendo así tanto a la salud de las personas como a la del planeta.
Es preocupante que, a pesar de los riesgos, el consumo de agua embotellada siga creciendo, aunque el agua del grifo es más segura en muchos lugares. Es crucial concienciar sobre este tema y buscar alternativas sostenibles para proteger el medio ambiente y nuestra salud.