La memoria del hambre es un recuerdo que te acompaña toda la vida. Para el poeta alicantino Miguel Hernández es, de hecho, «el primero de los conocimientos», «la cosa primera que se aprende». Quienes la han sufrido no pueden desprenderse de ella simplemente saciándola. Los rugidos de un estómago vacío son una herida siempre abierta en la historia individual y colectiva.
Entre 1939 y 1952 dicha herida fue especialmente sangrante en España. El 18 de mayo de 1939 el Gobierno decretó un régimen de racionamiento de comida en todo el territorio nacional. Se dio comienzo así a los que posteriormente serían conocidos como los ‘años del hambre’, un periodo que los antropólogos David Conde y Lorenzo Mariano han rescatado en su libro Las recetas del hambre. La comida en los años de posguerra (2023), editado por Planeta.
En esta obra, gracias a las más de 120 entrevistas realizadas a personas mayores de 85 años, los autores recopilan los platos que nacieron como consecuencia de la escasez, la desesperación y la resiliencia de aquellos tiempos, como la ‘Tortilla de patatas sin patatas ni huevos’, los famosos ‘Pajaritos fritos’ o el ‘Café de algarrobas y cacahuetes’.
Seguir siendo persona es precisamente una de las pulsiones inconscientes que se esconde tras la mayoría de esos platos. En su intento por aparentar normalidad y resistir a la pobreza, la gente de posguerra mantenía la estética y el nombre de las recetas de siempre con ingredientes totalmente distintos. Podrían comer los mismos productos que los animales, sí, pero los elaboraban ‘a la manera humana’ para dignificarlos y diferenciarse así.
Alimentos tabú como lagartos, culebras, erizos, cigüeñas, ratas, gatos y hasta perros también llenaron las cocinas de los españoles condenados a las cartillas de racionamiento. Incluso existen historias de personas que se alimentaban de animales muertos, como una familia extremeña que desenterró a un cerdo para tener algo que llevarse a la boca; una práctica repetida que acabó desencadenando una epidemia de triquinosis.
No obstante, Las recetas del hambre no es un libro de cocina al uso es una memoria necesaria de las cerca de 200.000 personas que murieron directa o indirectamente por la falta de alimentos (más que en la propia Guerra Civil), aunque se cree que el número puede ser mayor.
Las recetas de posguerra o cómo España sobrevivió al hambre: gatos, ratas y tortilla sin huevos
La España de posguerra sobrevivió al hambre con ingenio desesperado. Lo que hoy nos parece impensable fue, para muchos, una lucha diaria por mantener su vida en medio de la miseria. Ahora, con la abundancia a nuestro alcance, es sorprendente pensar cómo algo tan básico como la comida fue, en su día, un lujo inalcanzable.
La población condenada a vivir de las cartillas de racionamiento tuvo que ingeniárselas para poder sobrevivir. Me parece muy curioso los alimentos que empezaron a incluir en su dieta. Yo, como mujer del siglo XXI, me veo incapaz de comerlos, pero en una época de tantas carencias como lo fue la postguerra, no había otro remedio. Me gusta leer noticias como ésta para poder conocer mejor la historia de mi país, es importante aprender del pasado para no volver a cometer los mismos errores en el futuro. Excelente noticia!
Es impresionante cómo la resiliencia humana encontró formas de adaptarse incluso en los momentos más oscuros, creando platos que dignificaban la supervivencia. Este tipo de memoria histórica es fundamental para entender la gravedad de la escasez y los efectos duraderos del hambre en la sociedad.