Reducir su consumo durante los primeros 1.000 días de vida disminuye el riesgo de padecer enfermedades crónicas en la edad adulta
Las fiestas navideñas están a la vuelta de la esquina y es fácil que a los niños se les antojen los dulces. Sin embargo, los pediatras recomiendan mantenernos firmes. ¿El motivo? Un nuevo estudio científico ha demostrado que comer poco azúcar en los primeros años de vida es muy importante para mantener una buena salud en la edad adulta.
La investigación publicada en la revista Science resalta beneficios significativos para la salud a largo plazo tras reducir la ingesta de azúcar en los primeros 1.000 días de vida. Este periodo, desde la gestación hasta los 2 años, es fundamental para la salud futura. Una dieta inadecuada en esta época se ha relacionado con efectos negativos para la salud durante la edad adulta, así como con enfermedades crónicas como obesidad y diabetes.
El azúcar está en todas partes y tu bebé no lo puede comer
«El azúcar añadido está en todas partes, incluso en alimentos para bebés y niños pequeños», advierte Tadeja Gracner, autora principal del estudio y economista del Centro de Investigación Económica y Social de la Universidad del Sur de California. «A los niños se les bombardea con anuncios de dulces en televisión», continúa. Su estudio demuestra que el papel de los padres y las madres es fundamental para mejorar, pero «no debemos responsabilizar no solo a los padres, sino a las empresas para que reformulen los alimentos infantiles».
Hasta entonces, debemos tener en cuenta los impactantes resultados de este trabajo. Los investigadores afirman en el nuevo estudio que las mujeres embarazadas y lactantes consumen de media más del triple de la cantidad recomendada de azúcar añadido, superando los 80 gramos diarios.
Pero la conclusión más novedosa de la investigación es que reducir el consumo de azúcar en este periodo disminuye el riesgo posterior de diabetes tipo 2 en un 35% y el de hipertensión arterial en un 20%. También se observó un retraso en la aparición de la enfermedad de cuatro y dos años, respectivamente.
Puedes hacer que tu hijo sea un adulto goloso de por vida
El estudio también descubrió que limitar el consumo de azúcar en el útero y en los primeros años de vida puede reducir la «preferencia de por vida» por los dulces, ya que sólo el racionamiento en el útero supone aproximadamente un tercio de la reducción del riesgo.
Durante siglos, el ser humano recurrió a la fruta para saciar sus antojos de dulce y, de paso, obtener vitaminas y minerales. Ahora, el azúcar se ha refinado y concentrado hasta niveles tan altos que la mayoría de la gente prefiere un trozo de tarta de chocolate a un melocotón. Estos elevados índices de consumo afectan rápidamente a nuestro organismo y cambian la forma en la que funciona nuestro metabolismo. Esto puede llevar a desarrollar un grupo de condiciones que lo ponen en riesgo de desarrollar una enfermedad cardiaca y diabetes tipo 2, recortando nuestra esperanza de vida y nuestra longevidad.
En 2019, la OMS pidió eliminar los azúcares de los alimentos para bebés. La razón se encuentra en dos estudios realizados en Europa, que mostraron que «una alta proporción de alimentos infantiles se comercializan incorrectamente como adecuados», a pesar de que muchos de ellos «contienen niveles inapropiadamente altos de azúcar». Esta situación «podría afectar el desarrollo de las preferencias gustativas de los niños al aumentar su gusto por los alimentos más dulces», lo que contribuye a que desarrollen sobrepeso y obesidad.
Entonces, ¿qué deben hacer los padres para asegurarse de que sus bebés e hijos reciben una cantidad segura de azúcar? Según las Directrices dietéticas federales para los estadounidenses 2020-25, cualquier persona de 2 años o más debe limitar su ingesta diaria de azúcar añadido a menos del 10% de sus calorías totales. Por su parte, el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) recomienda que la ingesta de azúcar libre se reduzca y limite a menos del 5% de la ingesta energética para niños y adolescentes (2-18 años).