Un estudio global alerta de ingestas deficientes generalizadas y revela los obstáculos de información y atención sanitaria para mantener una dieta completa, con todos los nutrientes que el cuerpo necesita.
Comer bien no solo está estrechamente relacionado con los recursos económicos disponibles, que son el primer gran obstáculo para llevar una alimentación sana y variada. Existen otros factores como la información o desinformación respecto a la dieta adecuada; o la disponibilidad o carencia de alimentos frescos, lo que ya se conoce con el término desierto alimentario. Un ejemplo de este desierto sería un barrio donde no haya tomates, donde los niños no hayan visto nunca zanahorias y piensen que crecen en los árboles, y no bajo tierra.
“La inseguridad alimentaria; es decir, la falta de acceso a alimentos saludables por problemas económicos, crece cada vez más en el mundo occidental, como causa de potenciales deficiencias. También algunas modas alimentarias pueden causar problemas como la de despreciar los lácteos, que puede conllevar ingestas deficientes de calcio y de yodo“, puntualiza la endocrina Ballesteros.
En España falta hierro y vitamina D
Para evaluar la alimentación de los españoles está el Estudio Anibes, que elabora la Fundación Española de la Nutrición. El último trabajo referido a este tema se publicó en 2017 y entre las principales aportaciones, este trabajo indica que la ingesta energética media estaba por debajo de las recomendaciones para los diferentes grupos de edad y sexo. Además, el consumo de proteínas y de lípidos es más elevado de lo ideal.
“Otro de los problemas en España es que se comen muchos ultraprocesados, casi un tercio de la dieta, en los que hay que incluir bebidas y refrescos. Y otro error español es que se cena muy tarde”, comenta esta especialista finlandesa, residente en la sierra de Madrid. El cuerpo es capaz de compensar las deficiencias alimentarias durante un tiempo, pero luego llegan los problemas.
A malos suelos, peores alimentos
Otro aspecto a tener en cuenta en el valor nutricional de los alimentos es su procedencia, dónde han sido cultivados, en el caso de los vegetales; y también cómo han sido criados, para los animales de consumo humano.
La desinformación sobre la dieta ideal
Según Arponen, “se siguen manejando conceptos erróneos respecto a la dieta ideal. No hay más que ver esa nefasta pirámide nutricional, que vemos todavía en los libros de texto, con una enorme base llena de féculas y cereales, cuando lo ideal es que la verdura fuera la base de la alimentación”.
Para los expertos, quizás habría que matizar un poco más esa recomendación generalista —“Coma usted de todo”— que muchos médicos de cabecera hacen a sus pacientes. Ortega sugiere que “habría que introducir la figura del nutricionista en la sanidad pública y además ser más precisos con las proporciones. Comer bien es lo mejor que puedes hacer por tu salud, ya está demostrado que comer mal aumenta el riesgo de padecer diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares u osteoporosis”. Aranceta añade que la forma de comer es también importante: “Quienes comen solos comen peor, porque cocinan menos y ponen menos cuidado a la hora de comprar o seleccionar los menús”.
Creo que muchos tienen carencias en su alimentación por falta de dinero, poca información sobre nutrición y por ciertas modas alimentarias que eliminan alimentos importantes. Esto, a la larga, aumenta el riesgo de problemas de salud, así que creo que es súper importante que haya más educación sobre nutrición y que sea accesible para todos.
Yo creo que la mayoría de la población mundial tiene carencias en su alimentación debido a, factores como la pobreza, el acceso limitado a alimentos frescos y nutritivos, y la dependencia de dietas muy poco variadas. La distribución desigual de los recursos y la falta de educación nutricional también pueden influir en este problema, afectando la salud global.
Pienso que la respuesta consiste en potenciar la educación nutricional desde la infancia y asegurar el acceso a alimentos frescos. Incluir nutricionistas en la salud pública sería fundamental para brindar asesoramiento personalizado, así como promover huertos urbanos para luchar contra los desiertos de alimentos. Un pequeño aporte que tendría un impacto significativo en la salud de todos.