La estética y el deseo forman una parte importante en el modelo de consumo del mundo en el que nos encontramos. La moda ha constituido durante décadas el mejor empleo de cómo se dan estas relaciones. No obstante, el sector de la restauración ha experimentado un amplio “boom” en los últimos años en este sentido. ¿Qué pensamientos nos rondan la mente cuando consideramos dónde ir a cenar un sábado noche?
Zygmunt Bauman escribió ‘Vida de Consumo’ en 2007, mucho antes del surgimiento de Instagram y Tik Tok. Para Bauman, el deseo del ser humano mueve el desarrollo constante de los mercados, adaptándose estos a la fluctuación de los deseos y generando productos de disfrute casi efímero, alejándose del hecho de poseer el producto. La felicidad no es, para Bauman, otra cosa que el hecho de consumir nuevos productos que consigan apaciguar de manera momentánea nuestro deseo. Aterrizando esto al asunto que nos concierne, la gastronomía, podemos observar cómo esta ‘vida de Bauman’ se expresa en la constante búsqueda de nuevos platos y establecimientos de moda con el objetivo de huir de la rutina, del sitio de confianza. Esta necesidad de reinventar nuestra existencia lleva, a su vez, al impulso y renovación del mercado.
El deseo y los influencers
Todo lo mueve el deseo. Pero, ¿por qué lo hacemos? Romper con la rutina y buscar nuevas experiencias, al menos de manera ocasional, es algo ampliamente aceptado por la sociedad. Y, en ocasiones, somos lo que vemos, replicamos comportamientos. Los influencers se han convertido, probablemente, en la figura espejo número hoy en día entre muchos de los jóvenes. Los hábitos de consumo son un claro ejemplo de ello. Desmarcándose de la publicidad tradicional, en donde se aprecia comúnmente la explicitud de la venta del producto a un posible cliente, han integrado los productos en su contenido de manera natural. No quieren vender, quieren compartir su experiencia. En el mundo gastronómico esta cuestión destaca sobremanera.
Los ‘foodies’ no son simples influencers. Localizados en un nicho de mercado concreto, se relacionan con un público joven pero con cierto poder adquisitivo: nada de lo que aparece en sus redes se adquiere gratuitamente. Además, se distinguen dos formatos de contenido audiovisual diferenciado. Youtube, en donde abundan los vídeos más densos, casi de acompañamiento mientras realizas una tarea de tu día a día; y Tik Tok e Instagram, donde la brevedad y el dinamismo son dos elementos claves para conectar con un sector del público más joven. ¿Cómo sé que no me estás mintiendo?
La confianza resulta esencial a la hora de entablar relaciones sociales de cualquier tipo. El elemento subjetivo que incorpora, basado fundamentalmente en relaciones personales y mensajes que recibimos de terceros, hace que la confianza sea una cuestión sólida pero frágil. El factor confianza gana aún más importancia cuando nuestro dinero está en juego: nadie quiere sentir que ha malgastado parte de su sueldo en una mala recomendación.
La Generación Z representa una gran parte del público de estos influencers gastronómicos. Nacida en un contexto en donde las fuentes de información son abundantes y, en ocasiones, poco fiables, la confianza ha significado para esta generación un elemento que anda siempre sobre la cuerda floja. Por ello, la necesidad de veracidad y honestidad suponen un componente fundamental.
El «foodie»
Takoyakiblog es influencer gastronómico y ‘miembro’ de la Generación Z. Con el fin de poder inmortalizar los restaurantes a los que iba y tener una lista de aquellos que más le habían gustado, decidió comenzar este proyecto personal en 2020, mientras lo compaginaba con sus estudios académicos en la Universidad de Zaragoza. Con más de 170.000 seguidores entre todas sus redes sociales, Miguel (nombre real de Takoyaki), es el ‘foodie’ referente de la capital maña. Pese a que no ser su principal fuente de ingresos, ‘Takoyaki’ ha realizado varias colaboraciones de pago a lo largo de estos tres años de actividad como creador de contenido.
Para él hay un elemento en común entre el contenido ‘de pago’ y el que sale del dinero de su bolsillo: la verdad. Y es que, afirma, “al final la gente te sigue por lo que recomiendas y por tu sinceridad, y una mala publicidad va a desvirtuar tu contenido”. De manera contundente asegura que “si alguien me contrata para una publicidad y veo que el sitio es malo, prefiero pagar lo correspondiente y no hacer ese contenido”. Consciente de una reputación que se juzga con cada vídeo, cada pieza representa una muestra de franqueza ante sus seguidores. El poder de influencia a la hora de marcar tendencias, la decisión premeditada a la hora de ir a grabar contenido es evidente en cualquier influencer que se precie mínimamente.
No es distinto en el caso de este foodie aragonés. Siempre en compañía de alguien que le grabe, organiza su siguiente destino en función del material creado anteriormente y sus apetencias personales del momento: es importante ni saturar ni saturarse. Tras esto, llega el trabajo de edición y planificación en el calendario para dar a luz un nuevo vídeo. ¿Cómo valorar el éxito de un nuevo vídeo? La viralización en redes sociales es imprescindible, pero la influencia real se ha de materializar en la calle. Para ‘Takoyaki’, este hecho se ha ido volviendo poco a poco más habitual. Es consciente de la influencia que tiene y tanto establecimientos como seguidores se la hacen saber. “Hay restaurantes que me han llamado a la semana o dos semanas de publicar un vídeo agradeciéndome el contenido y diciendo que era una locura la repercusión”, asegura.
El poder de los ‘foodies’ es relativo, pero es indudable que se han establecido como actores relevantes para los bares y restaurantes de nuestro país, así como para millones de jóvenes que ven en ellos unos auténticos guías gastronómicos. No es de extrañar, en este sentido, que muchos hayan profesionalizado su contenido con el paso del tiempo.
https://www.rtve.es/playz/20230720/influencers-gastronomicos-sociedad-del-deseo/2452502.shtml
El artículo es particularmente valioso para aquellos que estudiamos el doble grado de ingeniería agroalimentaria y ciencia y tecnología de los alimentos, ya que explora cómo la dinámica del consumo y la influencia de los «foodies» han impactado la industria de los restaurantes. La conexión entre las recomendaciones alimentarias basadas en el deseo, la estética y la autenticidad enfatiza la necesidad de que los consumidores perciban y confíen en la calidad de las recomendaciones alimentarias, lo que debe tenerse en cuenta al desarrollar y comercializar productos alimenticios. La industria alimentaria puede beneficiarse de la influencia digital como medio para alterar los patrones de consumo, como se analiza en esta perspectiva.