Ana María LaJusticia, conocida por su labor en el mundo de la alimentación saludable accesible para todos y, especialmente, por ser la pionera en introducir el magnesio como complemento clave en la dieta.
A pesar de que ha llegado a los 100 años, no siempre ha llevado una vida sencilla, en cuanto a salud se refiere. A los 31 años le diagnosticaron una artrosis severa y la única solución que le dieron fue que tenía que llevar un corsé de varillas durante el resto de su vida, sin embargo, tan solo lo llevo hasta los 52 años. Además, a los 43 la diabetes tipo II llamó a su puerta.
Esta situación hizo que la química prestara una mayor atención a su dieta, dándose cuenta que abusaba de los hidratos de carbono y tenía déficit de proteínas, vitamina C y magnesio. Este cambio de hábitos alimenticios le llevó a crear su propia marca de suplementos con su nombre.
El desayuno de Ana María LaJusticia
- Fruta rica en vitamina C: kiwi, naranja, piña…
«Sabemos que solo está de 4 a 6 horas en la sangre, pasado ese tiempo los riñones la expulsan por lo que hay que tomarla en desayuno, comida y cena» - Huevo frito, aunque a partir de los 85 años -al comenzar a llevar una vida sedentaria- los sustituyó por seis comprimidos de colágeno (en caso de pastilla) o una cucharada sopera en polvo de colágeno con magnesio.
- Jamón (40-50 gramos) para el aporte de proteínas, «las vamos a necesitar para trabajar, estudiar, incluso para tener buen humor»
- Pan integral (50 gramos) -con menos harina y más fibra- con aceite y tomate
- Medio vaso de leche, para aportar calcio, pero sin abusar
- Levadura de cerveza, «para tener complejo B (compuesto de ocho vitaminas) que intervienen en todo, sobre todo en el sistema nervioso»
Una comida rica en proteínas y legumbres
El primer plato estaba compuesto de legumbres o verduras; dependiendo de la época del año las consumía en forma de guiso, en ensalada o en forma de gazpacho.
El segundo plato proteína, carne blanca o en caso de ser roja le quitaba toda la grasa antes de cocinarla. Por último, en el postre consumía frutas ricas en vitamina C, y sino lo suplía con un pedazo de pastilla de dicha vitamina.
La merienda tampoco se la saltaba, y en verano solía tomar un yogur descremado natural mezclado con cacao en polvo desgrasado, una cucharada de mermelada de fresa y una galleta integral, junto a un vaso de té o agua.
La cena: siempre verduras y pescado
En cuanto a la cena, eran verduras y pescado, independientemente del tipo. Entre las verduras destacaba los beneficios de la coliflor, el brócoli o la col por su contenido en azufre y fibra; y por último el producto rico en vitamina C.
A modo de apunte final, al no comer grasas animales, en su lugar consumía aceite de hígado de bacalao para el aporte de vitamina D y A.
Si bien la alimentación es muy importante para la salud, yo creo que hay muchos más ámbitos detrás de la longetividad, además de suerte. Esto tampoco es excusa para no llevar una buena dieta, pero tampoco creo que sea necesario quitar alimentos de tu dieta siempre que no se consuman en exceso.