El médico y escritor Chris van Tulleken defiende que, en pos de la salud pública, los alimentos ultraprocesados reciban el mismo tratamiento que los cigarrillos.
Infectólogo del Hospital de Enfermedades Tropicales de Londres, profesor del University College y presentador de algunos programas en la BBC, también es autor del libro “Gente Ultraprocesada: Por qué comemos cosas que no son comida, y por qué no podemos dejar de comerlas”(Editorial Elefante).
La obra se convirtió en unéxito de ventas y ganó varios premios.
El médico británico confiesa que al principio dudó del concepto de ultraprocesados y pensaba que los peligros señalados en los estudios sobre estos alimentos estaban relacionados únicamente con los excesos de grasa, azúcar y sal presentes en muchos de estos productos.
Para poner la idea a prueba, decidió realizar una investigación en la que radicalizó su propia dieta y comenzó a comer básicamente alimentos ultraprocesados.
Entre muchos otros detalles e informaciones contenidas en su libro, detalla todo lo que vivió durante la experiencia.
En una entrevista con BBC News Brasil, Van Tulleken llama a que los países y gobiernos tomen medidas más contundentes para reducir el consumo de alimentos ultraprocesados entre la población.
En su opinión, las grandes empresas alimentarias destruirán las cocinas tradicionales en los próximos 50 años, y no hay mucho que las personas individualmente puedan hacer para cambiar este escenario (o su propia dieta).
A continuación, los principales extractos de la entrevista.
Usted tiene formación en infectología y virología molecular. ¿De dónde surgió el interés académico y científico por la alimentación?
Como médico en mi juventud trabajé en países de ingresos bajos y medios, específicamente en África Central y en el Sudeste Asiático. Y, como infectólogo, fui testigo de niños muriendo a causa de enfermedades infecciosas.
Muchos de esos niños murieron porque sus padres fueron convencidos de comprar fórmulas infantiles, muchas veces sin tener condiciones financieras, y no tenían acceso a agua potable para prepararlas. Muchas veces, tampoco sabían cómo preparar esas fórmulas.
Ese fue mi primer contacto con la industria alimentaria, sobre la cual haría investigaciones en el futuro.
Algunos años después, participé en algunos programas de la BBC en los que comencé a enfocarme en cómo los intereses comerciales afectan nuestra salud o cómo algunas corporaciones, principalmente las empresas que fabrican alimentos, nos afectan a todos.
¿Recuerda la primera vez que escuchó el término «alimento ultraprocesado»?
Sí, eso ocurrió en 2009, cuando una productora de la BBC me envió un artículo científico mientras estábamos produciendo un documental sobre obesidad infantil.
Este artículo estaba escrito mitad en portugués, mitad en inglés, y había sido publicado en una revista de salud brasileña. Para mí, en esa época, no me pareció muy importante y lo ignoré por mucho tiempo.
Cuando finalmente leí el artículo, sentí que ahí estaba la explicación de todo. Ese fue mi instinto.
A continuación, hice muchas otras lecturas y transformé este tema en mi objeto de investigación como científico. Pasados algunos años, puedo decir que ese instinto inicial era correcto y el concepto de ultraprocesado realmente explica cómo estos alimentos nos perjudican.
En el libro, usted dice que dudaba del concepto de ultraprocesados, pues pensaba que los daños relacionados con muchos alimentos podrían ser causados por el exceso de sal, grasa y azúcar. ¿Cuáles fueron los motivos que levantaron esa sospecha?
Como mencioné, mi primer instinto fue que ese concepto lo explicaba todo. Pero, en un segundo momento, pensé: ¿será que realmente es cierto? ¿O será que lo perjudicial de estos alimentos es la sal, el azúcar y la grasa?
Es difícil explicar la emoción que sentí en ese momento, pero fue una mezcla de curiosidad y escepticismo.
Después de todos estos años de investigación, ¿cuál es, en su opinión, la forma más simple de explicar qué es un ultraprocesado?
Si tomas un alimento y necesitas leer la lista de ingredientes, probablemente estés ante un ultraprocesado.
Y, si en esa lista aparecen ingredientes que no encuentras en cualquier cocina o despensa, definitivamente es un alimento ultraprocesado.
Este concepto describe la mayoría de los productos fabricados por corporaciones alimentarias transnacionales.
Hay algunas excepciones. Nestlé, por ejemplo, fabrica un cereal de trigo que técnicamente no es un ultraprocesado.
Pero la mayoría de los productos que generan dinero para Nestlé, Danone, Pepsico, Kraft Heinz, Coca-Cola, Mondelez y otras empresas son ultraprocesados.
Estoy hablando contigo desde una habitación de hotel y aquí, frente a mí, hay una cesta con una barra de nueces, una barra de chocolate, chicles y un paquete de nueces sazonadas. Todo esto es ultraprocesado.
En el libro, usted hace comparaciones entre la industria alimentaria y la del tabaco, y también entre los ultraprocesados y los cigarrillos. En su opinión, ¿cuáles son las semejanzas y diferencias entre estos dos sectores y productos?
Bueno, estas industrias no solo son similares, son la misma cosa.
A mediados de los años 80, una de las mayores compañías de cigarrillos del mundo, RJ Reynolds, compró Nabisco, una enorme empresa alimentaria.
En esa misma época, Philip Morris (de la industria tabacalera) compró General Foods (empresa alimentaria).
Estamos hablando de los mismos conglomerados, aunque estas empresas se hayan desmembrado y cambiado de manos en las décadas siguientes. Utilizan las mismas moléculas probadas en laboratorio para los cigarrillos, como los saborizantes, en los alimentos. Usan las mismas técnicas de marketing y redes de distribución para vender alimentos adictivos y dañinos, tal como hicieron con los cigarrillos.
Por lo tanto, esta comparación es completamente legítima.
Hoy en día, estas empresas están controladas por los mismos inversores institucionales y siguen comportándose de manera parecida.
Para mí, es importante que la gente entienda que la industria tabacalera no es excepcional o un caso único.
Comida, cigarrillos, alcohol, apuestas, combustibles fósiles y medicamentos, todos ellos están gobernados por el mismo grupo. Y todos necesitan algún tipo de regulación, con algunos matices para casos específicos.
Como sociedad creo que aún nos falta bastante camino por cambiar y controlar el mercado y los productos que entran en él y están al alcance de todos. Y no sólo eso así como se prohibió la publicidad del tabaco debería regularse o eliminarse la publicidad de ciertos alimentos en la tele, sitios que ven los niños y les generan curiosidad y ganas de probarlo. Al fin y al cabo como bien dice Chris van Tulleke, el tabaco y los ultraprocesados son lo mismo.
Además da un poco de miedo que las grandes empresas se vayan a cargar las cocinas tradicionales y por ende nuestra dieta, y más aún que nosotros no podamos hacer nada por evitarlo. Y el hecho de que por dinero las empresas acaben provocando enfermedades con sus productos, desde el punto de vista ético, deja mucho que desear.