El mundo está lleno de mujeres apasionadas de la cocina, con el impulso, la determinación, el talento y la ética de trabajo necesarias para llegar a lo más alto. Pero para hombres y mujeres, el precio a pagar para conseguirlo no es el mismo
Los días previos a la gala de las estrellas, Michelin España organizó un evento titulado el Debate de la Gala: “Mujer & Excelencia Gastronómica”. De todo lo que se expuso en esa tertulia, Michelin eligió resaltar en sus redes sociales: “Si quieres, puedes”. Esos 30 segundos, y no otros, de un acto que duró dos horas. En el mismo corte de vídeo aparece la respuesta de Ferran Adrià, dada en una entrevista hecha hace 20 años, a la pregunta “¿por qué no hay más mujeres en la alta gastronomía?”: “habrá tantas como ellas decidan”, “nadie veta a las mujeres”. Michelin considera que si no hay más mujeres en la cumbre es porque ellas no quieren estar ahí. Así pues, amiga mía, si tú quieres, puedes. Y si no puedes, entonces es que no lo quieres lo bastante.
Antes de seguir, un par de cifras para ponernos en contexto. En España, según datos de la Encuesta de Población Activa del INE, en 2022, de los 1,4 millones de trabajadores del sector hotelero, 739.200 (51,6%) eran mujeres. En el sector del alojamiento las mujeres eran mayoría, con un 56,2%. En la restauración había paridad (50,3% mujeres y 49,7% hombres). De todas ellas, el 28,7% eran trabajadoras asalariadas y el 42,4% empresarias autónomas.
Los retos que las mujeres chefs deben superar en su carrera para llegar a lo más alto han sido ampliamente discutidos y probados e incluyen una mayor dificultad para conseguir financiación y la reticencia de los mandos masculinos a ascenderlas y la de los medios a enfocarlas, pero por encima de todo se alza la dificultad para conciliar vida profesional y vida familiar.
Para conseguir resultados sobresalientes son necesarios esfuerzos extraordinarios. Nadie destaca haciendo lo mismo que el resto. Para jugar en la Champions League hay que poder tener reuniones a las ocho de la tarde, ir a galas, entregas de premios y ruedas de prensa, entrar en cocina a las seis de la mañana y marcharse a la una de la madrugada, trabajar domingos, festivos y vacaciones, viajar a congresos y eventos internacionales, centrarse y enfocarse al máximo, entregarse en cuerpo y alma.