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Archivos anuales: 2024
Cómo la tecnología digital puede acelerar la sostenibilidad alimentaria
Las recientes crisis de nuestro sistema alimentario mundial interconectado nos recuerdan lo pequeña que es nuestra red de seguridad. Entre ellos se encuentran el cambio climático, el COVID-19 y el conflicto de Ucrania, entre otros.
La innovación más rápida y la colaboración entre cadenas de valor son la clave del cambio. Bain & Company y el Foro Económico Mundial (FEM), basándose en una investigación anterior sobre el impacto de lo digital en la sostenibilidad de los alimentos en nueve sectores diferentes, investigaron áreas de innovación capaces de aumentar el ritmo del cambio y poner en marcha la colaboración.
Surgieron cuatro «temas invertibles». Cada uno de ellos aborda importantes externalidades medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) a las que se enfrenta la industria alimentaria, a la vez que tiene el potencial de obtener un atractivo rendimiento del tiempo, la energía y el dinero invertidos. Todos ellos requieren una acción colectiva y un enfoque de colaboración para poder ampliarse (aquí se puede encontrar más información sobre los cuatro temas, las innovaciones que despliegan y su impacto ASG).
Por qué debemos apoyar a los agricultores digitalmente
La agricultura debe ser más eficiente y de menor impacto. Actualmente, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) estima que entre el 21% y el 37% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero proceden de nuestro sistema alimentario, incluido el modo en que cultivamos nuestros alimentos.
Hoy en día se dispone de tecnología para mejorar el rendimiento y reducir el impacto medioambiental, pero todavía no se utiliza de forma generalizada, especialmente en los mercados en desarrollo. Esto se debe a menudo a la falta de financiación o a una infraestructura digital deficiente. Invertir en infraestructuras -especialmente en redes de conectividad móvil- ayudaría a los agricultores a utilizar las tecnologías digitales disponibles.
Los agricultores que carecen de capital para invertir en tecnologías necesitan acceder a una financiación justa y fiable para garantizar la sostenibilidad de los alimentos. Las instituciones financieras pueden, a su vez, analizar los datos de los sensores y las imágenes aéreas para asegurarse de que sus inversiones son viables y reducir su riesgo al predecir con mayor precisión las posibles pérdidas. Incluso pueden alertar a los agricultores de esa posibilidad con antelación.
Crear transparencia en los datos de la granja a la mesa
La trazabilidad en las cadenas de suministro del sistema alimentario ayuda a las empresas de bienes de consumo a satisfacer la demanda de los clientes de una garantía de calidad sobre los productos que compran y el deseo de los minoristas de conocer los insumos de los productos que tienen en sus estantes.
Alrededor del 68% de los ejecutivos encuestados por Bain afirmaron que la trazabilidad digital es esencial. Pero hacer transparente la cadena de valor alimentaria, con sus múltiples partes interesadas, es complicado. El sector aún no se ha puesto de acuerdo sobre el enfoque fundamental de los datos necesarios para crear esa transparencia.
Aunque están empezando a surgir plataformas para productos individuales como el salmón y el café, no existen plataformas unificadas que abarquen muchos productos diferentes. Estas plataformas podrían proporcionar la autentificación de los alimentos a través de una nueva tecnología segura, reducir el peligro de los alimentos inseguros, hacer que las retiradas de alimentos sean más rápidas y eficientes, y fomentar la confianza entre los consumidores y los minoristas, lo que daría lugar a sistemas con una mejor sostenibilidad alimentaria.
Una visibilidad más clara de los insumos anteriores también ayudaría a los minoristas y a las marcas a tomar decisiones mejor informadas sobre qué comprar y de quién, y permitiría informar más eficazmente a los grupos de interés, incluidos los clientes, los proveedores, los inversores, los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales.
La tecnología para lograrlo está emergiendo, con tecnologías existentes como la identificación por radiofrecuencia, que se está abaratando, y tecnologías de la Web 3 como el blockchain y los tokens no fungibles, que permiten la autentificación de los bienes y el intercambio eficiente de datos entre las partes interesadas en la cadena de valor.
Reducir el desperdicio de alimentos y hacer posible la circularidad
Aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo se desperdicia, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La pérdida de alimentos y el desperdicio posterior ascienden a unos 700.000 millones de dólares en los países industrializados y a 300.000 millones en los países en desarrollo.
Una cadena de valor transparente ofrece oportunidades de sostenibilidad alimentaria, como la reducción de los residuos de alimentos y plásticos, compartiendo datos casi en tiempo real en toda la cadena de suministro y utilizando análisis de previsión para ajustar mejor la oferta y la demanda.
Lo digital también puede permitir un modelo circular de reutilización de envases. Esto podría eliminar la necesidad de la enorme cantidad de envases de plástico desechables que utilizamos hoy en día.
Las soluciones necesarias difieren según las regiones. En los mercados desarrollados han surgido soluciones avanzadas que aprovechan la inteligencia artificial, la visión por ordenador y el internet de las cosas. Pero los mercados emergentes podrían beneficiarse de soluciones tecnológicas más sencillas que funcionen con su infraestructura actual, al tiempo que construyen la conectividad necesaria para aprovechar soluciones más avanzadas.
Impulsar el comportamiento de los consumidores en materia de alimentación
Ayudar a los consumidores a cambiar sus hábitos alimentarios es importante para pasar a una mayor sostenibilidad alimentaria. Las proteínas alternativas son una forma de abordar parte del 14,5% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero que, según la ONU, genera el sector ganadero. Aunque hay una serie de productos disponibles, pueden ser caros, y los consumidores no siempre los encuentran atractivos.
Para llegar a una escala que pueda ayudar a reducir esos costes, los enfoques digitales, como las campañas en las redes sociales, la personalización y la gamificación, pueden incitar a los consumidores a probar y adoptar los productos y, con el tiempo, aumentar la demanda de los consumidores.
Una mayor demanda, a su vez, incentivaría a las empresas de productos de consumo y a las marcas a invertir más en producción e innovación. Lo mismo puede decirse de otros cambios de comportamiento, como el de empujar a los consumidores hacia productos con un abastecimiento sostenible más sólido o con credenciales de menor emisión de carbono.
Abordar los problemas de sostenibilidad alimentaria en la industria
La inversión debe comenzar con la selección del tema más relevante para su organización y luego decidir cuál es la mejor manera de participar, ya sea respaldando una innovación existente o creando un nuevo negocio que podría convertirse en un segundo motor de crecimiento para su organización.
Para la mayoría de los temas, querrá colaborar con el ecosistema adecuado de socios. No es fácil formar coaliciones para abordar los problemas de sostenibilidad alimentaria, pero centrarse en áreas con beneficios ASG y valor financiero aumenta las probabilidades de alinear a todas las partes interesadas y ampliar su impacto.
Nunca habíamos comido tanto y tan bien
Por Paula Reyes Ramírez, Periodista de la Fundación para la Innovación Agraria FIA
Autor de 20 libros y unos 200 artículos, el antropólogo social Jesús Contreras se ha especializado en describir y desmenuzar la profunda relación del ser humano con la comida. El director del Observatorio de la Alimentación (ODELA) de la Universidad de Barcelona es un gran conversador, amante de los refranes y los ejemplos. Afirma que a pesar de la obesidad o las enfermedades cardiovasculares, el hombre nunca ha comido tanto y tan bien como hoy en día.
Desde una mirada antropológica, ¿Cómo se explica la preocupación actual del hombre por su alimentación?
La preocupación por la alimentación es una preocupación presente desde los orígenes de la humanidad, aunque haya cambiado o diversificado. Siempre las sociedades han estado centradas en satisfacer sus hambres específicas, pues puede haber hambre de comer o también de algún tipo de sabor o nutriente específico. A lo largo de la historia algunos alimentos han sido especialmente buscados y necesitados. Un ejemplo de ello, y aunque parezca mentira desde la perspectiva actual, es el caso de la sal. Conseguir sal fue una gran preocupación para muchas culturas. Lo mismo pasa con el azúcar, que hoy también es súper abundante. Desde el punto de vista de la salud, desde hace varios años se insta a la población a reducir la ingesta de ambos. Por lo tanto, lo que sucede es que las preocupaciones cambian según las necesidades que tal o cual cultura tiene de acuerdo a los tiempos en que viven.
¿Y específicamente, las tendencias en alimentación saludable o súper alimentos?
Eso sí es muy reciente. También podríamos decir que a lo largo de la historia y en las diferentes sociedades ha habido alimentos a los cuales se les han atribuido atributos específicos en distintos ámbitos: para potenciar la fuerza, para potenciar la memoria, etc. Al mismo tiempo, también se reconocen alimentos más aptos para una edad que otra, o en función de la actividad que se vaya a desarrollar. Todas las culturas han tenido conocimientos más o menos acertados respecto a lo que comen, pero la relación entre alimentación y salud ha existido siempre.
Pero hoy parece haber una preocupación aún más intensa
Sí, podemos señalar cierto contraste. A lo largo de la historia hemos hablado fundamentalmente de alimentos, como la berenjena o el pollo y de categorías de alimento como carnes o legumbres. Hoy, sobre todo desde el punto de vista de la salud, se habla de nutrientes. Hoy tenemos la posibilidad de conocer prácticamente el 100% de la composición de un alimento, muchos de los cuales son procesados y otros ultra procesados. Por otra parte, en función de este tipo de conocimientos, se define que ciertos componentes son buenos para prevenir enfermedades y que otros pueden provocarlas. Entonces, desde hace un par de años está bastante extendido el uso del concepto alimentos funcionales. Esto va de la mano con un fenómeno comunicacional, que tiene que ver con la divulgación de estas propiedades. Reiteradamente aparecen en medios artículos como «los 10 alimentos que no deberías probar» o «los 10 alimentos que deberías incorporar a tu dieta». Digo, es curioso, porque si tú comparas ambas listas siempre hay coincidencias. Finalmente, la tendencia es que está de moda esta preocupación por la salud, hay una cierta reflexividad en relación a lo que comemos y eso lo vemos plasmado en las formas de consumo.
¿Cuáles son las características de la reflexividad de esta época?
Hay una afirmación del antropólogo Claude Lévy-Strauss que dice: «los alimentos son buenos para pensar» y que a mí me parece muy cierta: no hay ninguna sociedad que no piense la comida antes de ingerirla. Una primera manera de pensar la comida es la clasificación comestible-no comestible. Y esta es una categoría cultural, del pensamiento. Lo que se considera comestible en una sociedad puede no ser comestible en otra y viceversa
Lo que ocurre es que antes el conocimiento respecto a la comida se transmitía de generación en generación dentro del ámbito de la familia. No había expertos en alimentación, porque hasta cierto punto todos lo eran. Hoy, como en muchos otros aspectos, podríamos decir que la distancia entre los conocimientos del experto en medicina y las personas «normales», es mucho más amplia. La nutrición es una especialización que desde finales del siglo XIX no ha hecho más que crecer.
Eso es un fenómeno que se da en todos los campos del conocimiento: da la impresión de que mientras más sabemos más amplio es lo que ignoramos
Así es. Aunque, desde mi punto de vista, muchos de los descubrimientos respecto a las enfermedades tienen que ver con un asunto probabilístico: la última gran recomendación o alarma de la OMS, la que indicaba que el exceso de carnes procesadas podría producir cáncer, es una medida probabilística. Personas que no comen carne también pueden tener cáncer de colon. En función de que esa información es recurrente, en los medios de comunicación se replica y se difunde y que, como parece ser que queremos seguir viviendo mucho tiempo, hay gente que hace caso de esas recomendaciones o al menos es receptiva al respecto.
Riesgos alimenticios e inocuidad
Para la OMS, una de las grandes preocupaciones ligadas a la nutrición a nivel mundial es la seguridad alimentaria e inocuidad. En territorios donde escasean los alimentos, la inocuidad es uno de los factores de riesgo que más afectan a las poblaciones, lo que se corresponde con la visión antropológica de Contreras: históricamente los riesgos relativos a la alimentación han sido más por falta de alimentos que por acceso a los mismos. «Nunca habíamos tenido tanto y tan variado acceso a los alimentos», asegura. Pero, ¿nos estamos alimentando saludablemente?
¿Cuál es su idea de la alimentación saludable?
Antes de responder esta pregunta, quisiera aclarar que mi idea de alimentación saludable no necesariamente es representativa en términos científicos. Un nutricionista español decía que la mejor dieta o la dieta más saludable era comer un poco de todo y mucho de nada. Es decir, a mí por ejemplo no me convencen en absoluto las posturas tipo «los 10 alimentos que deberías eliminar de su dieta». Todos los alimentos tienen elementos que son positivos para el cuerpo. Una dieta poco variada puede ser arriesgada e incluso puede quitarnos el apetito. Un exceso de comida, también. Nosotros hemos de buscar los nutrientes que necesitamos en una gran diversidad de alimentos. Entonces yo diría que una dieta, cuando más variada sea, mejor.
Además, gran parte de su trabajo se trata de estudiar la alimentación en sus dimensiones sociales
Si hablamos de alimentación en términos estrictos de salud, olvidamos un aspecto importantísimo, que es comer a gusto. La alimentación no sólo satisface necesidades nutricionales: comer y comer en compañía satisface necesidades que están relacionadas a la sociabilidad e incluso al espíritu.
¿Cuáles son las principales preocupaciones hoy?
Hoy que estamos tan preocupados por la grasa, la sal y el azúcar, que provoca cierta desconfianza a la industria alimentaria, y esto es lo que pasa: los mensajes y el gran interés por la alimentación es más bien por las alarmas que se disparan que por la realidad.
Hace poco estuve en la presentación del barómetro de la seguridad alimentaria de Cataluña. Fundamentalmente era un estudio basado en preguntas de respuestas cerradas.. Se habló mucho del papel de los medios de comunicación, entonces yo dije: «una cosa es lo que la gente percibe, miedos que la gente tiene, pero si hablamos de un barómetro de la seguridad alimentaria, estamos muy bien: nuestra seguridad alimentaria pensada en términos de salud ha aumentado. Evidentemente la gente puede pensar lo que quiera, pero estos datos no son cuestionables. Entonces creo que hay una paradoja: nunca habíamos tenido tanta salud como ahora. Al menos en España, la esperanza de vida es más del doble que hace 100. Nunca habíamos comido tanto y tan bien -respecto a esta afirmación, mucha gente me diría que no es cierta- y nunca hemos tenido autoridades científicas y políticas tan preocupadas por nuestra seguridad alimentaria y sin embargo, el miedo alimentario cada vez es mayor. Hay algo que no cuadra en esta ecuación.
¿Será por cómo la salud se ha visto mermada por factores en la alimentación moderna, especialmente si pensamos en la obesidad?
A ver, la obesidad es otro tema. ¿Cuáles son los indicadores de salud? La esperanza de vida es uno bastante objetivo. Algunas personas podrían decir: vivimos más años, pero no necesariamente mejor, pero lo cierto es que sigue aumentando. Algún papel habrá jugado la alimentación.
Ahora nos preocupa la obesidad, pero como fenómeno histórico, es reciente. La gordura ha sido bien vista en la mayoría de las sociedades hasta hace relativamente poco tiempo. Ahora se ve como un problema y sí, efectivamente es un factor de riesgo y sí, no deja de aumentar. Sin embargo, hasta el momento no ha afectado los indicadores de esperanza de vida. Desde un punto de vista antropológico, la obesidad es parte de un fenómeno de transición nutricional: hemos pasado de que una de las causas de muerte más importantes eran las enfermedades transmisibles, ahora son las no transmisibles.
La obesidad como epidemia mundial responde a una característica inherente a la especie humana, que es la de poder seguir comiendo después de la saciedad. «Se come mucho después de harto», reza un dicho muy conocido en España. Hoy nos podemos dar el gusto de comer y seguir comiendo, lo que como hábito se transforma en algo malo para la salud.
Ese espacio para seguir comiendo ha sido adaptativo durante siglos y siglos y ahora empieza a no ser adaptativo. La especie humana ha evolucionado para poder ingerir un máximo de alimentos para guardarlos. Tener grasa es una reserva para las situaciones estacionales, que eran muy recurrentes. Hoy sigue siendo recurrente sólo en algunas regiones del mundo. ¿Qué es lo que ocurre hoy? Las calorías son muy baratas y de muy fácil acceso.
¿Cuál cree que será el siguiente paradigma alimenticio? ¿Hacia dónde van las tendencias?
¡Pues no lo sé! Aunque, especulando, podría decir que para mí el futuro es que esta diversidad de tendencias va a seguir aumentando. Aunque podamos afirmar que la globalización ha contribuido a la homogeneidad de la alimentación -si tu comparas un supermercado de Santiago con uno de Calcuta verías que son muy similares-, la diversificación por razones ético-ideológicas o por razones estrictamente de nutrición va en aumento. Entonces la tradición hoy es un elemento de innovación, lo que también es una paradoja. Cada vez nos sentimos más víctimas de la homogenización fruto de la globalización y cada vez buscamos más identidades particulares. Esto lo podemos decir en general y en materia alimentaria en particular. ¿Te das cuenta cómo hablar de alimentación nos lleva a pensar todos los ámbitos de la vida del hombre?
Cultura alimentaria y globalización: desafíos para el desarrollo sostenible
Comer es un rasgo biocultural compartido por toda la humanidad; sin embargo, al momento de elegir qué comer se anudan una serie de elementos que lo hacen diferente en cada lugar del planeta, posicionándose como un objeto de estudio importante para comprender el mundo en el que vivimos. En el acto cotidiano de comer, podemos leer normas sociales, valoraciones, tradición, género, territorio, contextos políticos y cultura, entendida como el conjunto de elementos materiales e inmateriales que caracterizan a un pueblo y que es expresado cotidianamente. El análisis de la alimentación desde la cultura, la transforma en un fenómeno complejo que trasciende a la ingesta de nutrientes y que pone en el centro a las personas que realizan elecciones mediadas por su posición en determinados contextos. Así, la relación de la persona con la comida, sus elecciones alimentarias y los efectos que ésta puede tener en su salud, pueden ser explicados también desde sus relaciones y entorno sociocultural.
Un ejemplo de esto es cuando definimos lo que es un alimento saludable y a menudo nos encontramos con nociones biomédicas que se contraponen a la definición cultural del mismo concepto. En ese sentido, “lo saludable” puede significar al mismo tiempo algo nutritivo, algo que engorda, algo que no engorda, lo que sabemos cocinar, lo que nos cocinaba algún ser querido, lo que nos reconforta luego de una jornada extenuante o que nos da energía para empezar el día, alimentos a los que no podemos acceder, lo natural, y un largo etcétera que se pone en tensión cuando las recomendaciones nutricionales desde la medicina se deben poner en práctica en la cotidianeidad.
Entonces, para estudiar la alimentación desde la cultura ¿debemos dejar de lado la evidencia científica que respalda que ciertos tipos de alimentos contribuyen a la aparición de enfermedades? ¿Cómo podemos establecer puntos de encuentro?
Si consideramos que la alimentación debe ser leída dentro de su contexto, todas las aristas son importantes de tomar en cuenta. Uno de los elementos contextuales relevantes para entender cómo nos alimentamos actualmente, es la transición nutricional en América Latina que se asentó en la década de los 90 a partir de la incorporación de alimentos hipercalóricos diseñados con un exceso de grasas y azúcares lo que, sumado a los cambios económicos, los hizo preferentes por ser más baratos y rápidos de preparar y consumir, acorde con los estilos de vida más acelerados y que, de la mano con otros cambios demográficos y sociales, se terminó favoreciendo su consumo por sobre otros alimentos tradicionales y naturales.
De esta forma, Chile pasó de tener un 37% de desnutrición infantil en los años 60 a un 2,9% el año 2000, trayendo consigo también un gran aumento en el consumo de calorías en el mismo periodo. La transición nutricional sería sólo el puntapié inicial de lo que desencadenaría el estado nutricional actual de Chile, con una importante tasa de obesidad y sobrepeso que aumenta cada año de manera acelerada.
Si sólo tomáramos en cuenta estos datos, diríamos que el entorno alimentario del Chile actual se caracteriza por el cambio en la dieta y el aumento en el consumo de calorías. Pero, ¿es posible caracterizar el aumento del sobrepeso y obesidad en nuestro país observando únicamente “lo que comemos”? Desde el enfoque cultural, la respuesta es no: debemos preguntarnos también por todo lo que rodea el acto de comer, volviéndose imperativo identificar aquellos elementos de nuestro entorno que facilitan el aumento de peso. En este sentido Swinburn, en 1999, definió el concepto de ambiente obesogénico, como “la suma de influencias que los alrededores, las oportunidades y las condiciones de vida que promueven la obesidad en individuos o poblaciones”. El ambiente obesogénico tendría cuatro aristas importantes que refieren a “qué está disponible para comer”, “cuál es el costo de lo que hay para comer”, “cuáles son las reglas o leyes en torno a los alimentos” y “cuáles son las creencias o actitudes en torno a lo que se come”. Esta última arista es justamente la cultura, reafirmando que para que un ambiente se vuelva obesogénico depende de la transmisión de conductas y creencias entre los miembros de una comunidad, lo que llevaría a la perpetuación de conductas alimentarias y por ende, elegir qué comer no es una relación lineal entre el alimento y la persona.
Con estos antecedentes, es sencillo hacer el ejercicio de identificar elementos obesogénicos en Chile: una marcada desigualdad en los ingresos, que se traduce en diferencias en la dieta de los distintos estratos socioeconómicos del país; un aumento en la oferta y consumo de alimentos azucarados, especialmente bebidas gaseosas; un aumento del sedentarismo, especialmente en los grupos socioeconómicos de menores ingresos y en mujeres; las deficiencias estructurales de la ciudad que dificultan la realización de actividad física; la sobrecarga de labores domésticas al interior del hogar. Todos estos elementos, materiales e inmateriales, nos sirven para definir a nuestro país como un ambiente obesogénico, donde se promueve la malnutrición por exceso más allá de la cantidad de calorías que consumimos.
Entonces ¿cómo podemos incorporar la perspectiva cultural cuando estudiamos la alimentación en medio de la pandemia de la obesidad? La respuesta no es simple, pero hay alternativas que nos impulsan en esta dirección. Primero, tomar en cuenta esta complejidad al momento de abordar cualquier problema alimentario, incluso si pudiéramos cubrir solo alguna de esas aristas, puesto que permite considerar elementos que de otra forma pasarían desapercibidos. Segundo, la inclusión de los factores contextuales que influyen en la elección de ciertos alimentos por sobre otros nos dará luces sobre los otros temas relevantes a abordar, por ejemplo, al momento de identificar a personas beneficiarias de cierta intervención. Preguntarnos por su trasfondo cultural, ocupaciones laborales, roles al interior del hogar que influyen en la distribución de las tareas de cuidados incluyendo la alimentación, nivel educacional y acceso a alimentos, entre otros aspectos, podría favorecer la adhesión a las intervenciones propuestas al ser más factibles de implementar.
El llamado es a poner sobre la mesa que la alimentación no constituye sólo el acto de comer o de nutrirnos, sino que involucra tanto prácticas como actitudes, recursos y estructuras. Y dado que la alimentación es, en sí misma, un fenómeno complejo, solo podremos hacer frente de manera efectiva a la obesidad si es que reconocemos cómo los aspectos de nuestro diario vivir, nuestras decisiones y nuestro entorno afectan nuestra salud.
¿Cómo elegir vino? 9 consejos para principiantes
Elegir un buen vino cuando no se tiene mucho conocimiento en la materia puede ser todo un desafío. Sin embargo, con algunos consejos y trucos básicos para principiantes que te daremos a continuación podrás tomar la mejor decisión a la hora de elegir la opción adecuada y disfrutarás de una copa excelente sin gastarte un dineral. Sigue nuestros consejos para seleccionar vinos que se adapten a tus gustos y necesidades y conviértete en todo un experto a la hora de seleccionar el vino perfecto para cada ocasión.
Los 9 mejores trucos y consejos para elegir vino
Con estos trucos y consejos verás que elegir el vino adecuado será una tarea mucho más sencilla de lo que piensas.
Pregunta a los expertos
Si puedes comprar el vino en una tienda especializada, no dudes en preguntar por las diferentes opciones que tienen. Un experto en la materia te ofrecerá recomendaciones basadas en tus gustos y adaptadas a tu presupuesto.
Selecciona una D.O.
Optar por una Denominación de Origen o una región conocida a la hora de elegir un vino puede ser una buena estrategia. Denominaciones como Ribera del Duero o Rioja en España así como Bordeaux en Francia tienen muy buenos estándares de calidad y suelen ofrecer vinos con características distintivas.
Elige sellos de calidad
Si optas por comprar el vino en el supermercado, muchos de ellos cuentan con sellos de calidad o premios en competiciones y guías reconocidas. Esto suele ser una apuesta segura ya que además de estar reconocidos por expertos en la materia estos vinos han superado unos estándares de calidad específicos.
Identifica para qué es el vino
Antes de elegir cualquier opción, considera el uso que le darás al vino. Un vino para una cena elegante no puede ser el mismo que para un almuerzo casual. Nuestra recomendación es seleccionar el vino adecuado en función de la ocasión, esto te ayudará a encontrar la mejor opción para ti y tus invitados.
en en cuenta la comida
El maridaje adecuado realzará tanto el vino como la comida. Por eso, antes de elegir el vino, considera cómo podría complementar el plato que vas a servir. Un vino tinto acompañará bien a carnes rojas y guisos, mientras que un vino blanco fresco combinará a la perfección con pescados y mariscos. Nuestro consejo es que el vino que elijas complemente el sabor de la comida, no lo sobrepase.
Prueba el vino antes si puedes
Si tienes oportunidad, prueba el vino antes de comprarlo, y si no, siempre puedes comprar un par de botellas y probar una en casa antes de servirlo con invitados presentes. Esto te permitirá conocer el aroma y el sabor asegurando que se ajuste a tus gustos personales.
No elijas el vino más caro
Un precio más alto no siempre garantiza mayor calidad. Mejor fíjate en vinos que tengan buenas críticas y recomendaciones y que se ajusten a tu presupuesto. Hay excelentes opciones en el mercado a precios muy razonables que pueden ofrecer una buena experiencia de cata.
La bodega
Algo que siempre ayuda es informarse sobre la bodega y el historial del vino para asegurarte de que haces una buena compra en relación calidad-precio. La mayoría de las veces vinos menos costosos de bodegas respetadas ofrecen una excelente calidad.
No te lo tomes muy en serio y disfrútalo
Elegir el vino adecuado es importante, pero no debes verlo como algo demasiado serio o trascendental. No te obsesiones con la elección y preocúpate más en disfrutar tanto del proceso de selección como del momento de beberlo en la comida o la cena. A menudo, asociamos los mejores vinos con aquellas comidas que nos han regalado buenos momentos más que por nuestro tino al elegirlos.
Fuente: https://www.bonviveur.es/actualidad/como-elegir-vino
Comida vegana: descubre por qué no toda es sana
Los beneficios para la salud que sugiere el veganismo han provocado un gran interés por este tipo de dieta en los últimos años. Tanto que hace tan solo unas semanas veíamos en Alimentaria –la feria de alimentación, bebidas y gastronomía líder en España– como muchas de las grandes empresas se están apuntando al ‘boom’ de lo vegano, lanzando un sinfín de nuevos productos que comienzan a llenar secciones propias en los lineales de los supermercados.
Salchichas de soja, embutidos vegetales, platos precocinados con sello vegan, snacks con todo tipo de proteínas vegetales, quesos manchegos en versión vegana, batidos de chocolate veganos…En definitiva, cualquier cosa o producto que se te pase por la cabeza. Pero, ¿por ser veganos son saludables?
“En general, los productos vegetales están mejor formulados que sus homólogos omnívoros. En lugar de aromas puede que lleven especias, o en lugar de grasas saturadas aceite de oliva, pero no siempre”, explica la Directora Técnica de Alimmenta, Juana María González, quien añade que “un vegano también tiene que leer las etiquetas, porque los productos procesados –veganos o no– son procesados”.
Además, “podemos encontrar hamburguesas vegetales que lleven poca proteína y muchos carbohidratos”, dice González, lo que podría desequilibrar la dieta de una persona vegana si al comprar el producto no se fija en los ingredientes que contiene.
Una opción saludable como es el veganismo puede que se vuelva menos saludable con el paso de los años
La doctora Montse Folch, nutricionista del Centro Médico Teknon, también asegura que se siga el tipo de dieta que se siga “lo más importante es fijarse en la calidad de los alimentosque ingerimos”. “Unos aros de cebolla fritos con según que aceite puede que aunque sean veganos no sean tan saludables”, añade.
Algo que también recalca González, quien explica que “si te comes, por ejemplo, una hamburguesa vegetal con salsas y patatas fritas, vas a ingerir muchas calorías, aunque seas vegano”. “Si tu composición del menú es así, vegano o no, sigues ingiriendo sales, grasas y azúcares; y tu dieta puede volverse muy desequilibrada”, dice la nutricionista.
Entonces, ¿es lo vegano sinónimo de saludable? Puede que no, aunque muchas personas compaginan este tipo de alimentación con una filosofía de vida, las modas también juegan un papel importante. “Por eso las empresas han visto un gran nicho de mercado aquí”, concluye González.
¿Puede ChatGPT sustituir a una dietista-nutricionista?
Cualquiera que haya probado ChatGPT, conoce de primera mano que es una herramienta muy poderosa capaz de responder a cualquier pregunta. Tal vez por ello, la inteligencia artificial está hoy día presente hasta en la sopa, pues cada vez más personas recurren a ella para resolver dudas nutricionales, diseñar dietas y compartirlas en TikTok. La pregunta es: ¿puede ChatGPT sustituir a una dietista-nutricionista?
A modo de aperitivo, vale la pena recordar que ChatGPT responde a partir de la información que recoge en Internet. Como si se tratara de una baraja, mezcla las cartas (es decir, cuánto se ha publicado sobre un tema en internet) y ofrece unos determinados naipes a modo de respuesta. A veces se equivoca, aunque lo reconozca luego: “sí, tienes razón…”
Con todo, ChatGPT atina bastante en el terreno nutricional, incluso cuando se le tienden emboscadas. Tanto es así que un estudio científico titulado Comparación de respuestas entre ChatGPT y dietistas humanos a preguntas comunes sobre nutrición, publicado en la revista Journal of Nutrition and Metabolism, concluye lo siguiente: “Hemos demostrado que el chatbot de uso general en ChatGPT es, al menos, tan bueno como los dietistas humanos a la hora de responder preguntas comunes sobre nutrición”.
En vista de ello, Comer ha trasladado dos preguntas a tres destacados dietistas-nutricionistas: ¿Puede ChatGPT dar consejos tan atinados como un experto en nutrición? y ¿En qué cosas puede ayudar ChatGPT a las personas normales y corrientes?
Para poner a prueba la sólida reputación que parece haber alcanzado ChatGPT entre muchos aficionados a la comida, algunos de los cuales ya lo consideran su nueva nutricionista, tanto Griselda Herrero, como Julio Basulto y Júlia Farré le han formulado un buen número de cuestiones: ¿Una embarazada puede comer jamón serrano? ¿Es saludable beber una copita de vino tinto al día? ¿Es útil y seguro el ayuno intermitente para perder peso? ¿Cómo podría perder dos kilos a la semana antes de casarme? ¿Existen batidos y zumos detox? o ¿Me podrías recomendar algunas cuentas en redes sociales que ofrezcan consejos saludables relacionados con la nutrición?
¿El resultado? Mientras ChatGPT ha salido airoso de las preguntas más genéricas, las cuestiones más difíciles se le han atragantado. Ahora bien, pese haber suspendido, los tres nutricionistas consultados han coincidido en que ChatGPT puede resultar una buena inspiración gastronómica. Por ejemplo, proponiendo diez desayunos donde intervenga el aguacate, y es solamente un ejemplo. Eso sí, la dietista-nutricionista Júlia Farré ha querido poner encima de la mesa que la mayoría de las propuestas culinarias del chatbot tienen un marcado acento anglosajón: “mucho sirope, mucho pancake con cosas y muchos batidos con espinacas crudas”, resalta la responsable del Centro de Nutrición Júlia Farré de Barcelona, donde trabajan casi una veintena de profesionales.
¿Puede sustituir ChatGPT a una dietista-nutricionista? “No”, interviene la dietista-nutricionista Griselda Herrero. Por dos razones: porque no tiene la experiencia de un profesional ni tampoco empatía alguna, en tanto no entra a valorar detalladamente la situación de quien le traslada las dudas: si arrastra estrés, las horas que duerme, si fuma, etc. En resumidas cuentas: no es lo mismo una recomendación genérica dirigida al mundo mundial que un consejo personalizado que tenga en cuenta el estilo de vida de una persona dada y sus condicionantes personales e intransferibles. “Una dietista-nutricionista no da recomendaciones generales, sino que analiza decenas de factores antes de proponer una pauta”, esgrime esta doctora en Bioquímica que es revisora de la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética y dirige el centro sevillano Norte Salud.
Finalmente (aunque hay más ejemplos que sugieren que hilar fino no es la especialidad de la casa, al menos por ahora…), cuando Griselda Herrero solicitó a Chat GPT que le recomendara algunas cuentas en las redes sociales que ofrecieran consejos saludables sobre nutrición, Chat GPT eligió a influencers sin ningún tipo de cualificación, a hípsters que viven en los arrabales del conocimiento científico existente o a deportistas aficionados a la nutrición que tienen su propia idea de lo que va bien o mal.
Otra crítica fue que el Chat GPT se centra mucho en las calorías y los nutrientes, cuando una dieta no es solo una simple suma de minerales y vitaminas, sino un estilo de vida que debe ser sostenible y adaptarse a las necesidades y preferencias individuales.
El veredicto de los tres dietistas-nutricionistas consultados es que aunque ChatGPT progresa adecuadamente, nada parece indicar que pueda quitarles el trabajo a los dietistas-nutricionistas, al menos a corto plazo…
¿Debemos hacer 3 comidas al día?
Es probable que comas tres veces al día. La vida moderna está diseñada en torno a esta forma de alimentarse. Nos dicen que el desayuno es la comida más importante del día, nos dan descansos para almorzar en el trabajo y luego nuestra vida social y familiar gira en torno a la cena. Pero ¿es esta la forma más saludable de comer?
Antes de considerar con qué frecuencia deberíamos comer, los científicos nos piden que consideremos cuándo no deberíamos hacerlo.
El ayuno intermitente, cuando restringes tu consumo de alimentos durante un lapso de ocho horas u otra duración, se está convirtiendo en una gran área de investigación.
Darle a nuestro cuerpo al menos 12 horas al día sin consumir alimentos permite que nuestro sistema digestivo descanse, según indica Emily Manoogian, investigadora clínica del Instituto Salk sobre Estudios Biológicos (California, Estados Unidos) y autora de un artículo científico publicado en 2019 titulado «Cuándo comer».
Rozalyn Anderson, profesora asociada de la Facultad de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Wisconsin, ha estudiado los beneficios de la restricción calórica, que se asocia con niveles más bajos de inflamación en el cuerpo.
«Tener un período de ayuno todos los días podría ofrecer algunos de estos beneficios. Esto encuadra con la idea de que el ayuno pone al cuerpo en un estado diferente, en el que está más listo para reparar y vigilar el daño; así como para eliminar las proteínas mal plegadas», señala.
Las proteínas mal plegadas son versiones defectuosas de las proteínas ordinarias, que son moléculas que realizan una gran variedad de funciones importantes en el cuerpo.
Las proteínas mal plegadas han sido asociadas con una serie de enfermedades.
Pizza: los ingredientes que un italiano nunca pondría en la receta
Dicen que el secreto está en la masa, pero sin duda también lo está en los ingredientes. Y es que con la pizza, la elaboración más viajada de la cocina italiana, cada día se cometen mil atrocidades a lo largo y ancho del globo. Combinaciones imposibles que dan lugar a extravagantes creaciones, productos arruinados por el horneado, por no hablar de si se le puede poner piña o no.
Hoy, 9 de febrero, se celebra el Día Mundial de la Pizza; por eso hemos preguntado a dos restaurantes barceloneses referentes en esta elaboración: Can Pizza y La Balmesina, quienes este año se alzaron con el podio en el I Concurso Nacional de Pizzas celebrado en Madrid Fusión. Si la primera se llevó el galardón en la categoría estilo libre, la segunda consiguió el primer premio nacional a la mejor pizza napolitana. ¿Existe algún ingrediente que un auténtico italiano no pondría jamás en la pizza?
“No”, responde rotundamente Lorenzo Vuoturni, pizzaiolo de Can Pizza. Aunque, ojo, hay excepciones. “Cualquier ingrediente se puede usar en una pizza, pero sí hay cosas que no se pueden combinar”. Como ejemplo pone mezclar cebolla o tomate con trufa, algo que a nivel gustativo considera una barbaridad. Tampoco aprueba el añadir demasiadas carnes (“si pones panceta, no pongas butifarra”, dice) o moluscos de concha, aunque según asegura el pizzaiolo, esto último está de moda en el sur de Italia.
Patatas fritas, espárragos o incluso maíz
Parece un poco infame combinar la masa de la pizza con patatas fritas, pero al parecer en Italia es la pizza preferida de los más peques. No suena bien tampoco añadir maíz, pero dice Vuoturni que en Argentina (los segundos mejores pizzeros después de los italianos) es súper típico. ¿Espárragos, mayonesa…? “Por qué no. En Can Pizza elaboramos pizzas con ambos ingredientes. Nos gusta hacer cosas un poco diferentes”.
Coincide con la opinión de Vuoturni otro italiano, Massimo Morbi, copropietario junto a Alessandro Zangrossi y Mattia Ciserola de La Balmesina. “Cualquier ingrediente le puede ir bien a una pizza, lo que nunca hay que ponerle es un producto de mala calidad. El tomate, la mozzarela… Todo tiene que ser de primera”, asegura.
Con lo que sí se ha de tener cuidado, aparte de con la combinación de sabores, es con el horneado, ya que no todos los ingredientes se pueden meter en este electrodoméstico de golpe y porrazo. “El pesto, la rúcula, la burrata, el buen jamón… Este tipo de productos deben añadirse en el último momento, porque si no los estaremos estropeando con el calor. ¿Qué sentido tiene sacrificar un buen jamón?”, explica Morbi, añadiendo que las especias también entrarían en este pack.
Piña en la pizza, ¿sí o no?
Hemos de admitir que antes de conversar con las dos pizzerías que ponen voz a este artículo, creíamos que la respuesta a esta pregunta sería un rotundo no. Pero los tiempos, al parecer, han cambiado. “La piña es tan válida como cualquier otro ingrediente”, responde Vuoturni.
Incluso el italiano Franco Pepe, uno de los mejores pizzaiolos del mundo, quien desafía a la tradición pizzera de su región de Campania (su restaurante Pepe in Grani está ubicado en Caserta) tiene una pizza con piña en su menú. “Lo hace porque está cansado de que le digan que no”, afirma Morbi, añadiendo que aunque en Italia todavía cueste entenderlo “la pizza es un plato que ha viajado por todo el mundo”. Para este último, “la piña es un ingrediente excelente, ácido, dulce y muy complejo. Es tan válido como cualquier otro”.
Turrones con estrella Michelin para estas Navidades: de azafrán y arroz, de plancton o de limón marroquí
Si hay un dulce navideño que consigue reinventarse cada año, ese es el turrón. Tras el éxito (y la polémica) que han supuesto locuras como los turrones de Donuts, de Chupa Chups o de jamón, el mundo de los dulces navideños ve cada vez más complicado sorprender a sus clientes. En esta vorágine de sabores y novedades han entrado algunos grandes nombres del mundo de la alta cocina, chefs de renombre en España como Jordi Roca, Quique Dacosta o Dabiz Muñoz, un viejo conocido ya en la industria turronera.
Ejemplo de ello es la marca de turrones Torrons Vicens, que da la bienvenida a la Navidad con Sinergia, una línea de turrones innovadores elaborados en colaboración con algunos de los mejores cocineros de España. Participan en la iniciativa el pastelero Jordi Roca, Albert Adrià, Ángel León y Quique Dacosta, chefs, todos ellos con categoría de estrella Michelin, que se han lanzado a crear turrones bajo sus propios criterios, con sus ingredientes característicos y su particular forma de entender la cocina.
Turrones de plancton, de arroz y azafrán o de algarroba
Albert Adrià es ya un colaborador habitual de la marca de turrones, aliada en la apertura de su heladería en Barcelona. Con ellos lleva trabajando doce años, tiempo durante el cual ha creado turrones de todo tipo. Entre ellos, el turrón de mandarina y yuzu y el de nata con nueces pecanas cantonesas. A esto se suman sus propuestas a cuatro manos, en colaboración con José Andrés, productos que ya llevan unos años en el surtido de Vicens.
Ángel León presenta este año un turrón que hace honor a su apodo, el de ‘chef del mar’. El cocinero de Aponiente ha elaborado un turrón de plancton, un ingrediente popularizado en la alta cocina del chef y que él mismo cría en las costas gaditanas. El cocinero ha incorporado estos microorganismos marinos dentro de la trufa, y junto con el caramelo y el chocolate, ha creado el envoltorio del turrón. Además, el chef de Cádiz ha querido ensalzar la cultura andaluza con otras dos propuestas: un turrón de torta de anís, un dulce tradicional y popular, y el turrón de limón marroquí, inspirado en la herencia culinaria de la gastronomía andalusí.
Por su parte, Jordi Roca ha creado una serie de turrones inspirados en sus postres emblemáticos, como Anarkia, Làctic o la manzana de Fires. Inspirado en este último, ha inventado el turrón de Manzana de Feria, elaborado con un praliné de almendra crujiente, caramelo de manzana ácida, ganache de manzana y crujiente de vainilla con sablé bretón. Además, añade a la colección su turrón Láctic, que combina un praliné de nata crujiente con dulce de leche de oveja, galleta y caramelo de guayaba; y el turrón de galleta de jengibre, inspirado en las típicas galletas navideñas.
A la iniciativa se ha sumado también Quique Dacosta, el único chef valenciano con tres estrellas Michelin en su restaurante homónimo. Dacosta no podía olvidar la tierra alicantina ni su producto más autóctono, y ha creado dos turrones: uno de arroz y azafrán y otro de algarroba. También ha devuelto a esta colección el turrón de pino que arrasó la pasada temporada, con un praliné de almendra con piñones caramelizados, barquillos y caramelo de pino.
Turrones XO de Dabiz Muñoz
Un año más, el chef Dabiz Muñoz ha lanzado una nueva colección de turrones XO para la Navidad de 2024, una selección de cuatro productos muy dulces que incluye tres novedades y un viejo conocido. Entre las nuevas propuestas, se encuentra el turrón XO Puma Rosa, uno de sus turrones más atrevidos que combina praliné de chocolate rosa, bizcocho empapado y caramelo de guayaba picante, coronado con mini nubes. Turrones de Dabiz Muñoz para El Corte Inglés
La colección también incluye sabores como Salted Caramel y Cookies & Cream, que buscan ofrecer una experiencia única al fusionar lo dulce con lo salado. El turrón de Salted Caramel, por ejemplo, integra el sabor del helado de caramelo salado de Häagen-Dazs con la textura tradicional del turrón, mientras que el de Cookies & Cream combina una base cremosa con trozos de galleta crujiente, proporcionando un contraste de texturas.
El único sabor que se mantiene de años anteriores es el turrón XO tarta de queso de la Pedroche, inspirado en la famosa tarta de queso creada en honor a Cristina Pedroche, pareja de Muñoz. Este turrón captura la esencia cremosa y ligeramente ácida del postre original, adaptándolo al formato navideño. Cada tableta de 300 gramos de estos turrones se comercializa a un precio de 16,90 euros y están disponibles en El Corte Inglés.
Por qué tiene tanta importancia la cocina en la serie ‘La Promesa’, ganadora de un Emmy Internacional
Cuando se estrenó la bautizaron como el “Downton Abbeyespañol”, pero tras casi dos años en antena, su reciente aterrizaje en Netflix y el Emmy Internacional con el que se ha hecho este lunes, la serie diaria de RTVE ha demostrado que va sobrada de personalidad propia. La Promesa, creada por Josep Cister Rubio, transcurre en el primer cuarto del siglo XX en un lujoso palacio del mismo nombre situado en el Valle de los Pedroches (Córdoba) y, más allá de sus laberínticas tramas, destaca por el mimo con el que tratan los aspectos culinarios de la ficción. No es de extrañar, cuando el propio Cister se define a sí mismo como “un loco de la gastronomía”. Para él, era impensable que la comida no jugara un papel fundamental.
“En ningún lugar se come tan bien como en La Promesa”, es un piropo que se repite a menudo en la serie. El secreto está en el equipo de cocina del palacio, que despierta la admiración de todo el que pasa por allí, ya sea para una simple merienda o para quedarse una temporada. Ese equipo, formado por tres de los personajes más queridos, tiene además un peso importante en las tramas. “Yo siempre digo que la cocina es uno de los pulmones que hace respirar a La Promesa. Sin la cocina, no sería lo que es”, dice Cister.
Simona es la cocinera más experimentada. Candela, su ayudante y amiga del alma. Y a ellas se une Lope, un lacayo que descubre que su vocación no está llevando bandejas, sino en los fogones y que, tras muchas peripecias, consigue trabajar en lo que le gusta, a pesar de que en La Promesa nunca antes habían tenido a un hombre en cocina. Simona y Candela ponen el sabor local y tradicional, mientras que el personaje de Lope es el que aporta una visión de lo que pasa fuera de España a nivel gastronómico, sobre todo en Francia. Él es quien introduce en palacio recetas como los éclairs, el parmentier o los volovanes.
Este peculiar trío protagoniza algunos de los momentos más divertidos, emotivos y didácticos de la serie. Porque con La Promesa se aprende, y mucho, de gastronomía española. Por ejemplo, lo que simboliza el huevo duro en un potaje de vigilia o que hay tantas variantes de la pipirrana como personas, pero también cosas más prácticas, como cuál es la mejor manera de recuperar la mayonesa cuando se corta, la ciencia que hay detrás de un buen cocido o el truco para que el arroz con leche quede bien cremoso. La ficción está plagada, además, de anécdotas históricas, como la explicación al color rojo de las puertas de las tabernas madrileñas (una forma de indicar a la gente que no sabía leer que allí se servía vino) o el guiño a que la palabra “cocreta” se recogerá algún día en el diccionario.
Pero el protagonismo de lo gastronómico en La Promesa va más allá. Uno de los negocios familiares es una línea de mermeladas con recetas vanguardistas que logra un gran éxito y que, por supuesto, es fuente de múltiples conflictos. Nuestra ilustre gastrónoma Emilia Pardo Bazán ha salido a relucir en algunos episodios cuando a una duquesa de la zona le da por seguir sus pasos y elaborar un recetario. Y la comida ha cobrado importancia en momentos de gran peso dramático, como cuando Simona relata que unas manitas de cerdo lograron que el marqués empezara a superar la muerte de su primera esposa o cuando Lope prepara un cabritillo con trufa para homenajear a un compañero que acaba de morir, recordando que “la comida es uno de los placeres de la vida”, dice Cister.
Tampoco pierden la oportunidad de hacerle algún guiño a la actualidad. En esos meses en los que ir al súper era sinónimo de gastarse un dineral, hicieron una mención a la subida del precio de los alimentos que también tenía lugar en la España de la época en la que transcurre la serie. “Estando en la tele pública, creo que nuestra obligación es entretener y algo más. Ese algo más es siempre tener el retrovisor puesto, y estas series te permiten ver cómo hemos cambiado, para bien o para mal”, cuenta Cister.
Estos detalles son la demostración de que cuentan con un gran equipo de documentación. Diego Sandoval, del restaurante Coque, les asesoró en los inicios sobre algunos aspectos clave y, para las cosas más concretas, los guionistas se documentan con libros de todo tipo. El equipo de arte se encarga de que cada cosa esté en su sitio para sumergir al espectador en la cocina de aquella época. Para quien tenga la duda: sí, en La Promesa se come de verdad. Una persona se encarga de cocinar todos los platos que aparecen en pantalla y tienen hasta una vajilla propia con el emblema del palacio, un sueño personal de Cister, que logró cumplir hace un año. “Podrías decir ‘si esto no se ve, nunca haces un plano corto de un plato’. Pero para mí es importante cuidar los detalles, que la gente que está actuando aprecie que eso es real”, explica Cister.
Por supuesto, la comida es uno de los aspectos que más conversación generan en torno a la serie en redes sociales. “Ay, esto mi abuela lo hacía exactamente así’ o ‘Simona ha dicho que le pondría un toquecito de vinagre, así que se lo voy a poner yo también”, son solo dos ejemplos de los muchos comentarios que reciben. Hay quien les saca los colores señalando algún ingrediente o receta que está fuera de lugar, pero lo cierto es que se toman estas licencias de forma consciente, para poder reflejar un abanico culinario lo más amplio posible. “Cuando hacen pescado, por ejemplo, es algo que no sería normal en el Valle de los Pedroches, pero entendemos que La Promesa no solamente es el reflejo de ese lugar. Con el tiempo, se ha convertido en un reflejo de España”, dice Cister.