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Alimentos genéticamente modificados: ventajas y desventajas

Jul 19, 2021 | Biotecnología¿Qué son los alimentos genéticamente modificados?

Los alimentos genéticamente modificados son aquellos que han sido producidos a partir de un organismo modificado. Estos alimentos tienen una serie de ventajas y desventajas que analizaremos en este blog. Sin embargo, los argumentos a favor y en contra se agrupan y confunden sin tener en cuenta evidencias científicas claras. Si deseas ampliar tus conocimientos, no dudes en formarte con alguno de nuestros Másteres en Biotecnología.

Índice de contenidos

¿Qué son los alimentos genéticamente modificados?

Los alimentos genéticamente modificados tienen un ADN modificado porque se les incorpora genes de otro organismo para producir las características deseadas. Es decir, el gen deseado de una planta o animal se inserta dentro de una célula de otra planta o animal.

Los alimentos transgénicos se consiguen mediante técnicas de biotecnología, con la finalidad de dotar a estos organismos de cualidades especiales de las que carecerían. Por ejemplo, las plantas transgénicas pueden sobrevivir a plagas, aguantar la sequías e incluso resistir el efecto de algunos herbicidas.

Ventajas

Existen varios argumentos a favor de los alimentos transgénicos. A continuación se muestran algunos de ellos:

  • Los cultivos quedan protegidos de virus, insectos y malas hierbas.
  • Los alimentos resultantes son más nutritivos. Por ejemplo, en el arroz se introdujeron genes que producen el elemento precursor de la vitamina A. Esto podría ayudar a combatir la carencia de vitamina A, ya que, más del 50 por ciento de la población mundial se alimenta de arroz.
  • También son más resistentes y duraderos porque hay una mayor conservación de los productos. Es decir, la modificación genética de la fruta y hortalizas puede atenuar su deterioro durante el almacenamiento o transporte hacia el mercado.
  • Se consiguen frutos de mayor tamaño y, por lo tanto, más rentables.
  • Se pueden añadir proteínas que ayudan a combatir enfermedades y evitar la malnutrición.
  • Algunos están preparados para desarrollarse en zonas estériles o de sequía, donde plantar es prácticamente imposible.
  • Tanto las plantas como los animales crecen más rápidamente. Pues la modificación genética es más rápida que las técnicas convencionales.
  • No se utilizan tantas sustancias químicas, como pesticidas ni herbicidas, para proteger los cultivos porque estos producen su propio insecticida. Esto es positivo para el medioambiente y la economía.
  • Se reduce el riesgo de malas cosechas porque son más resistentes a las plagas, heladas, el calor extremo o la sequía.

Desventajas

También podemos encontrar argumentos en contra sobre los organismos transgénicos. Como, por ejemplo:

  • El cruce de genes puede provocar que las bacterias se hagan resistentes a los antibióticos.
  • Los hongos y virus acostumbran a mutarse como medida de protección. Esto puede dar lugar a especies desconocidas hasta ahora.
  • Las nuevas especies pueden ser más invasivas que el resto e influir negativamente en el ecosistema.
  • Algunos estudios afirman que podría afectar a la fertilidad.
  • Impide que pequeños agricultores se beneficien de las semillas modificadas por su elevado precio porque están controladas por algunas multinacionales.

Ejemplos de alimentos transgénicos

Algunos de los organismos modificados genéticamente más habituales de nuestra alimentación son los siguientes:

Maíz

El cultivo de maíz es transgénico porque disminuye los costes de producción y los hace más resistentes al glifosato, un herbicida usado para eliminar malas hierbas, pero que puede deteriorar la producción.

Leche y derivados

En algunas granjas productoras de leche se utilizan las hormonas del crecimiento tras el uso de técnicas de inyección en ganado bovino. En países de la Unión Europea, Japón, Canadá, Nueva Zelanda o Australia, esto está prohibido.

Soja

Es uno de los principales alimentos producidos mediante ingeniería genética en todo el mundo. Se caracteriza por tener altos niveles de ácido oleico el cual ayuda a reducir el colesterol malo.

https://ieqfb.com/alimentos-geneticamente-modificados-ventajas-y-desventajas/

Una tesis de la UOC saca a la luz la historia alimentaria de los Juegos Olímpicos

La investigación incluye multitud de anécdotas que reflejan los cambios en la sociedad y en la nutrición deportiva de los siglos XX y XXI

Han pasado casi 130 años desde que, en 1896, se celebraron en Atenas los primeros Juegos Olímpicos de la edad contemporánea. En este tiempo, las prácticas deportivas han experimentado una gran evolución. También ha cambiado mucho qué y cómo comen los atletas, y en concreto los participantes en los Juegos. Precisamente, la nutrición de los deportistas olímpicos, desde aquel 1896 y hasta nuestros días, es el foco de la primera tesis del doctorado de Salud y Psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Es una investigación llevada a cabo en el marco de los grupos FoodLab y Epi4Health de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC dirigida por los investigadores F. Xavier Medina y Laura Esquius, repleta de anécdotas que dibujan la historia: «En las primeras ediciones no había villas olímpicas, los atletas eran amateurs, bebían vino y todavía pensaban, como en la antigua Grecia, que si comían pata de cabra tendrían la fuerza de una cabra. Hoy, hay que preparar 50.000 comidas cada día, informar bien, incluir opciones vegetarianas y velar por la sostenibilidad«. Así lo explica el autor de la tesis, Xavi Santabàrbara Díaz, graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, y que ha cursado dos másteres en la UOC.

Bajo el título Evolución y cambios en la nutrición deportiva, la provisión de alimentos y la gastronomía en los Juegos Olímpicos de la era moderna (1896-2020), la investigación de Santabàrbara analiza, desde el punto de vista de la nutrición deportiva, los informes del Comité Olímpico Internacional (COI) de todas las ediciones de los Juegos Olímpicos de verano desde el 1896 hasta el 2020, teniendo en cuenta que las guerras hicieron suspender algunas y que la pandemia retrasó la última.

Gastrodiplomacia: el kimchi coreano y el arroz con pescado japonés

Entre estos factores se encuentran las particularidades gastronómicas de cada país y su efecto sobre los alimentos que encontrará el deportista en la villa olímpica. «En 1988, en Seúl, el comité organizador utilizó la gastronomía para potenciar el país. Es un claro ejemplo de gastrodiplomacia. Desde entonces, el kimchi es conocido en todo el mundo», ilustra el autor de la tesis. En cambio, continúa, en el caso de Barcelona se dio más prioridad a transformar la ciudad que a potenciar la gastronomía catalana o española.

U otro ejemplo: Japón siempre había sido reticente a considerar su dieta como interesante para los deportistas, hasta que en los Juegos Olímpicos de Tokio, en 1964, la selección nacional de voleibol femenina ganó la medalla de oro. «Entonces, su entrenador explicó la dieta que hacían las deportistas, centrada en bolas de arroz y pescado. Esto cambió la forma de ver la alimentación japonesa», detalla.

Imagen de un plato de Kimichi1

De los Juegos Olímpicos a la historia del siglo XX

El exhaustivo análisis que ha hecho Santabàrbara, que también incluye aspectos como el suministro de alimentos, las empresas de restauración o la suplementación deportiva, refleja los cambios que se han producido en la sociedad y en la alimentación de los atletas a lo largo del siglo xx. «La nutrición deportiva ha pasado de ser anécdota y mito a una especialidad consolidada basada en la evidencia científica. Y los Juegos Olímpicos lo ponen de relieve. Por ejemplo, a principios de siglo se consideraba que las proteínas eran lo más importante. A mediados de los años cuarenta, las investigaciones ya determinaron que lo que da energía es el hidrato de carbono. Y, después de la Segunda Guerra Mundial, en los Juegos Olímpicos de Helsinki, ya se tenía en cuenta la importancia de los hidratos», subraya.

¿Qué se espera de París 2024?

Ahora, Santabàrbara está a la expectativa de comprobar si, en los Juegos Olímpicos de París de 2024, que se celebrarán el próximo verano, se cumplen los tres ejes que se ha marcado el COI en el ámbito de la nutrición deportiva: incidir en la producción local y abaratar los costes del transporte de materias primas; establecer políticas claras de aprovechamiento de alimentos y reducción del derroche, y fomentar las opciones de proteína de origen vegetal. «Dentro de un par de años, cuando tengamos el informe, veremos cómo se ha hecho. También veremos cómo París posiciona la gastronomía de la ciudad y del país. Y, sobre todo, la sostenibilidad será un reto», avanza el investigador, que tiene previsto continuar haciendo investigación en esta línea.

De hecho, remarca el autor de la tesis, los grandes acontecimientos deportivos, como los Juegos Olímpicos, «pueden ayudar a impulsar el desarrollo social, el crecimiento económico, la salud, la educación y la protección ambiental, especialmente si forman parte de políticas a largo plazo coherentes y sostenibles en el ámbito municipal, regional y nacional».

FUENTE: https://www.uoc.edu/es/news/2024/la-historia-alimentaria-de-los-juegos-olimpicos

  1. El Kimichi es un plato super típico de Corea. Se trata de un alimento fermentado que esta siempre presente en la mesa de los coreanos, un alimento de sabor salado y picante. Es conocido como la fermentación de la col china acompañada de otras verduras y muchos más ingredientes ↩︎

Más del 75% de los alimentos que se anuncian en la tele no son saludables

El perfil nutricional de los productos publicitados no ha cambiado tras la implantación del plan de reformulación de alimentos en España

Algunos alimentos no saludables

El 76,3% de los alimentos anunciados por televisión son »no saludables’ o, lo que es lo mismo, tres de cada cuatro anuncios no cumplen con los criterios de perfil nutricional de la Región Europea de la OMS para ser considerados saludables.

La conclusión de la investigación realizada es clara y concisa: «el perfil nutricional de los alimentos y bebidas anunciados por televisión, mayoritariamente no saludables, no ha cambiado tras la implantación del plan de reformulación de alimentos en España«.

Los resultados se han extraído tras analizar 256 horas de emisión televisiva durante dos periodos de tiempo (2017 y 2020), donde se se identificaron 173 productos alimenticios (78 en 2017 y 95 en 2020) y en el que los chocolates y productos de confitería fueron los publicitados con mayor frecuencia en ambos años de estudio, con un 26,9% del total en 2017 y un 22,1% en 2020.

Un tercio de la población infantil española en edad escolar padece exceso de peso y en torno al 10% presentan obesidad, que aumentan el riesgo de aparición de diabetes tipo 2, hipercolesterolemia e hipertensión arterial en la infancia y la vida adulta.

En definitiva, según los autores es necesario «políticas que regulen la calidad nutricional y la publicidad alimentaria en horario infantil, para proteger eficazmente a la infancia de la exposición a alimentos y bebidas no saludables«. Y uno de las primeras acciones es la de regular la publicidad alimentaria para proteger a los niños.

https://www.elperiodico.com/es/sanidad/20221105/anuncios-tv-alimentos-saludables-dv-77605950

El papel de las proteínas alternativas en la creación de un sistema alimentario sostenible

En las últimas décadas, la sostenibilidad se ha convertido en un factor crucial dentro del sistema alimentario global. Las preocupaciones sobre el cambio climático, la degradación ambiental y la seguridad alimentaria impulsan la búsqueda de alternativas que puedan mitigar estos problemas. Una de las soluciones más prometedoras es la adopción de proteínas alternativas.

La producción de proteínas alternativas no sólo tiene beneficios en cuanto a nutrición y sustentabilidad, sino también desde el enfoque económico. Es por eso, que muchas compañías que producen alimentos y bebidas de origen tradicional están diversificando sus operaciones e incursionando en la producción de proteínas alternativas.

Las proteínas de origen vegetal, como legumbres, granos, nueces y semillas, son claves para una alimentación sustentable. También las proteínas derivadas de las algas. Y ya las que están siendo desarrolladas a través de la biotecnología, como las proteínas cultivadas en laboratorio, tienen el potencial de ser sostenibles debido a su menor impacto ambiental.

El impacto de las proteínas alternativas en la sostenibilidad del sistema alimentario es significativo. En primer lugar, al reducir la dependencia de la ganadería intensiva, estas proteínas pueden contribuir a una disminución sustancial de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Un estudio realizado por la Universidad de Oxford sugiere que si el mundo adoptara una dieta basada en proteínas alternativas, se podrían reducir las emisiones de carbono en un 25% para 2050. Además, pueden ayudar a preservar la biodiversidad al reducir la necesidad de convertir hábitats naturales en tierras agrícolas. Esto es especialmente importante en regiones como la Amazonía, donde la expansión de la ganadería es una de las principales causas de deforestación.

El impacto ambiental de la producción agrícola es bastante, en estos momentos realmente el sistema alimenticio necesita muchísimos recursos como agua, espacio, animales… Las proteínas de origen vegetal y las de microorganismos, requieren significativamente menos agua y tierra para producirse en comparación con la carne tradicional. Esto es crucial en un contexto de cambio climático, donde el acceso a recursos como el agua dulce se está volviendo cada vez más limitado.

A pesar de sus numerosos beneficios, la adopción generalizada de proteínas alternativas enfrenta varios desafíos. Uno de los principales es la aceptación del consumidor. Aunque las actitudes están cambiando, muchos consumidores aún prefieren la carne tradicional, y algunos son escépticos sobre el sabor, la textura y la seguridad de las proteínas alternativas.

Además, la regulación y la infraestructura para apoyar la producción y distribución de proteínas alternativas están en desarrollo. 

Sin embargo, las oportunidades son inmensas. La inversión en investigación y desarrollo está creciendo, y grandes empresas alimentarias están comenzando a integrar proteínas alternativas en sus líneas de productos. Esto, combinado con un creciente interés por parte de los consumidores en opciones alimentarias sostenibles, indica que estas proteínas están bien posicionadas para desempeñar un papel crucial en el futuro de la alimentación global.

Proteínas alternativas, clave para un sistema alimentario sostenible (thefoodtech.com)

¿Qué hay en los microbios de los alimentos? Un gran mapa genético lo descifra

Microbios hay en el cuerpo humano, el suelo, los fondos marinos o lugares inhóspitos de la Tierra, pero también en la comida, de los que se sabe poco. Científicos crearon una gran base de datos con la información genética de los microorganismos de 2 mil 533 fuentes alimentarias.

Este atlas del microbioma alimentario se hizo a partir del análisis de los metagenomas -todo el material genético del conjunto de microoganismos en un ambiente- de fuentes de 50 países, también España. El archivo público permitirá identificar microbios indeseables, seguir la vida microbiana a través de la cadena alimentaria y mejorar los alimentos.

El estudio, el mayor sobre microbiomas en la comida, se publica en la revista Cell y demuestra que los microbios vinculados a los alimentos suponen de media alrededor del 3 % del microbioma intestinal de los adultos y el 56 % del de los lactantes.

Por parte española participan investigadores de varios centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y su trabajo se centró en el análisis de quesos artesanales de Asturias (norte de España).

Los microbiólogos de los alimentos llevan más de cien años estudiándolos y realizando pruebas de seguridad alimentaria, pero se infrautilizaron las modernas tecnologías de secuenciación del ADN, afirma Cotter: «Este es el punto de partida de una nueva oleada de estudios en este campo en los que aprovechamos al máximo la tecnología molecular disponible». Y es que tradicionalmente los microbios de los alimentos se han estudiado cultivándolos uno a uno en el laboratorio, pero el proceso es lento y no todos pueden cultivarse fácilmente.

Para caracterizar el microbioma de los alimentos de forma más completa y eficiente, los investigadores recurrieron a la metagenómica, una herramienta molecular que les permitió secuenciar simultáneamente todo el material genético de cada muestra alimentaria.

En total, el equipo analizó 2.533 metagenomas asociados a alimentos procedentes de 50 países, incluidos 1.950 metagenomas secuenciados por primera vez.

Aunque los científicos no identificaron muchas bacterias patógenas en las muestras, sí observaron algunos microbios que podrían ser menos deseables debido a su impacto en el sabor o la conservación de los alimentos. Saber qué microbios pertenecen a los distintos tipos de alimentos podría ayudar a los productores -tanto industriales como pequeños- a elaborar productos más consistentes y deseables.

Se podría asociar la especificidad y calidad de los alimentos locales a su microbioma, e incluso posibilita utilizar el metagenoma como un marcador de autenticidad del alimento, representando «una poderosa herramienta» para garantizar su trazabilidad y origen.

Además, facilitará la identificación y localización de un posible foco de contaminación e, incluso, podría ayudar a seleccionar los desinfectantes más adecuados o evitar que se propaguen genes de resistencia a antibióticos.

Alimentos y microbios: crean base de datos de microorganismos (thefoodtech.com)

Un apetito de película ¿Por qué comemos tanto en las salas de cine? (Hay una explicación científica)

Casi como si se tratase de un ritual, antes de sentarse en sus butacas a disfrutar de una película en el cine, la mayoría de los espectadores tiene una regla de oro: comprar palomitas (y si son del tamaño grande, mejor). Una vez comienza la proyección, se activa la cuenta atrás para llegar al final del bote y –seamos claros– también para evitar que tu acompañante te robe más de la cuenta. Pero, ¿por qué se despierta el apetito de manera intensa mientras vemos una película?

El fenómeno de sentir hambre mientras disfrutamos de una película en la pantalla grande tiene mucho que ver con el entorno en el que comemos. Y es que el espacio produce un importante impacto en nuestras elecciones y comportamientos a la hora de comprar comida.

La disminución de la iluminación nos relaja y, en ese estado, tendemos a consumir más porque la preocupación por la cantidad de comida que ingerimos se desvanece.

La iluminación baja no solo influye en la cantidad que comemos, sino también en nuestras preferencias a la hora de elegir. Hay estudios que demuestran que, en ambientes con poca luz, las personas tienden a optar por comidas más ‘indulgentes’ en lugar de saludables. Esta tendencia se amplifica en el cine, donde la distracción con la trama en pantalla juega un papel adicional. Es aquí donde las palomitas de maíz, un snack poco atractivo en otros lugares, se convierten en un capricho reconfortante. Del que siempre queremos más.

Al no ver la comida, los alimentos con un único matiz de sabor, como dulce o salado, nos saben mejor que cuando están iluminados.

En el apetito que se nos despierta en el cine también intervienen otros factores ambientales como el aire acondicionado de las salas. Una temperatura baja consigue que queramos comer más, puesto que el frío consume nuestras reservas de energía y hace que el cerebro envíe señales en busca de más calorías. Y los cines, obviamente, aprovechan esta técnica de termostato.

Seguro que te ha pasado alguna vez que has visto a un personaje comiendo una hamburguesa o cualquier otra apetitosa comida en una escena y has cogido un gran puñado de palomitas. Se trata de un efecto de imitación –o experiencia vicaria– donde los espectadores comen cuando los personajes lo hacen, a modo de imitación. Aunque no ocurre siempre, solo cuando las personas se identifican con los personajes de la película, aclara Zhuo. Además, añade: «Comer es un comportamiento relacionado con objetivos, y cuando nos preocupamos por un personaje, inconscientemente adoptamos sus objetivos como propios».

Fuente: https://www.abc.es/xlsemanal/ciencia/por-que-comemos-mucho-en-el-cine-peliculas-palomitas.html

Inteligencia Artificial y la nutrición personalizada

La personalización de dietas y nutrición ha ganado impulso en los últimos años, y la IA ha desempeñado un papel fundamental en esta revolución alimentaria. Desde aplicaciones móviles hasta dispositivos wearables, la IA se ha integrado en nuestras vidas para analizar datos de salud y preferencias individuales, proporcionando recomendaciones personalizadas para mejorar nuestra alimentación y bienestar general.

El punto de partida para la nutrición personalizada es la recopilación de datos precisos sobre la salud y las preferencias de cada individuo. Aquí es donde la IA juega un papel crucial. Desde aplicaciones de seguimiento de salud hasta dispositivos wearables que monitorean constantemente nuestros signos vitales, la tecnología ha facilitado la recopilación de información valiosa.

Estos varían desde anillos hasta relojes y básculas inteligentes, con el objetivo común de aprovechar datos, desde la ingesta de alimentos y actividad física hasta el peso, índice de masa corporal y composición, para brindar una visión completa de la salud y el progreso con el tiempo, ofreciendo recomendaciones personalizadas y alertas.

Una parte esencial de la nutrición personalizada es comprender los hábitos alimenticios de un individuo. La IA puede analizar datos históricos de comidas, preferencias culinarias y restricciones dietéticas para identificar patrones en la ingesta de alimentos. A través del aprendizaje automático, los algoritmos pueden reconocer las necesidades nutricionales individuales y recomendar ajustes que mejoren la dieta.

Este enfoque va más allá de la mera recopilación de datos. La IA puede identificar conexiones y tendencias que a menudo escapan a la percepción humana, brindando una visión más completa y precisa de cómo ciertos alimentos afectan la salud individual. 

https://www.ambito.com/opiniones/inteligencia-artificial-y-la-nutricion-personalizada-n5804668

Gastronomía hecha televisión: las 7 mejores series para amantes de la cocina

Alta cocina y street food, cócteles y paladares gourmets, pero también el estrés y la tensión en las cocinas saltan a estas series, las mejores sobre gastronomía que tenemos en Netflix, HBO, Amazon o Disney+

El éxito de una serie y una película, The Bear y El menú, respectivamente, ha puesto la gastronomía en lo más alto de la ficción, aunque lo cierto es que es un filón que viene de lejos, gracias a producciones como Chef’ Table que desde 2015 ha recorrido el mundo para mostrarnos, desde sus propias cocinas, a los chefs más innovadores del planeta, pero también a series aparentemente ajenas al mundo de los fogones como Sexo en Nueva York, que sin embargo nos hizo pedir Cosmopolitans en los bares y desear pasear por Manhattan para hincarle el diente a los cupcakes de Magnolia Bakery.

Tradicional o que rompe moldes, estrellas de la alta gastronomía y puestos callejeros, postres y cócteles pero también el estrés y la tensión que se vive en las cocinas se asoman a estos programas y series de Netflix, HBO, Amazon o Disney+ que te harán comer a través de la pantalla.

  • The Bear, Disney+

De ocho episodios y dirigida por Christopher Storer, The Bear cuenta la historia de Carmy Berzatto (Jeremy Allen White), un joven chef de alta cocina que vuelve a Chicago para hacerse cargo de la tienda de bocadillos de su familia, el Original Beef of Chicagoland, después de un drama familiar.

  • Chef’s Table, Netflix

Hablábamos de Chef’s Table, una de las indiscutibles en esta lista. En sus seis temporadas, la serie documental nos ha hecho viajar por el mundo y, rascando más allá de la superficie del mundo de la alta cocina, nos ha presentado a cocineros y proyectos admirables, muchos con historias ocultas que merece la pena descubrir.

  • Ugly Delicious, Netflix

También en formato documental, Ugly Delicious (dos temporadas de 12 episodios en Netflix) acompaña al chef David Chang en sus viajes por el mundo, donde con el hilo conductor de la comida reflexiona, junto a otros cocineros, activistas o artistas, sobre diferentes experiencias, tradiciones y culturas.

  • Foodie Love, HBO

Pasamos ahora a la ficción con Foodie Love. Dirigida por Isabel Coixet y estrenada a finales de 2019, esta serie de ocho episodios de menos de 30 minutos de duración con Laia Costa, reciente ganadora del Goya a la mejor actriz por Cinco Lobitos, y Guillermo Pfening como protagonistas es perfecta para darse un atracón.

Con una reseñable banda sonora, la serie que arranca con el típico “chico conoce a chica” nos sumerge en la historia de dos personajes, ambos apasionados por la gastronomía, que quedan tras contactar a través de una app y comienzan a conocerse mientras visitan restaurantes.

  • Street Food Asia, Netflix

Aunque hay series propias dedicadas a EE UU y Latinoamérica, nos quedamos con Street Food Asia, que recorre nueve países del continente para meternos en las cocinas más vibrantes de Singapur, la India, Taiwán, Tailandia o Japón, con historias tan adictivas como la de Supinya Junsuta, con una estrella Michelin para su restaurante callejero Jay Fai en Bangkok o el chef Toyo, que dirige una izakaya en Osaka pasando por el crisol de puestos callejeros del mercado de Gwangjang en Corea del Sur.

  • José Andrés y familia en España, HBO

A finales de diciembre de 2022 aterrizaba en HBO José Andrés y familia en España. De nuevo en formato viajero, el chef español, tan conocido por sus platos como por su labor humanitaria al frente de World Central Kitchen se embarca junto a sus tres hijas estadounidenses –Carlota, Inés y Lucía- pertenecientes a generación Z en un viaje por España con la misión de explorar su cocina y su cultura.

  • De la vida al plato, Amazon

No es cocinero sino actor el siguiente conductor de un programa gastronómico, De la vida al plato, en Amazon.

Juan Echanove conduce los ocho capítulos que integran la serie, estrenada en la plataforma en 2020, que cuenta la historia personal, la filosofía, la trayectoria y los platos estrella (y algún que otro secreto) tras ocho reputados restaurantes en España.

Fuente: Gastronomía hecha televisión: las 7 mejores series para amantes de la cocina (economiadigital.es)

Cuáles son las fuentes alternativas para obtener proteínas si quieres reducir el consumo de carnes y lácteos

Trigo
Pie de foto, Los granos de cereales como el trigo son una rica fuente de proteínas.

A medida que más personas toman mayor consciencia sobre el impacto ambiental de producir y consumir alimentos y bebidas, hay un renovado interés en muchos países occidentales en las dietas vegetarianas, veganas y flexitarianas (parcialmente vegetarianas) que implican una huella de carbono menor.

Pero la carne y los lácteos siguen siendo la principal fuente de proteína para los adultos de estos países. La proteína es necesaria para el crecimiento y reparación del cuerpo.

Así que si empiezas a comer menos productos animales, necesitas asegurarte de que estás recibiendo suficiente proteína.

Muchas personas pueden creer que consumir menos carne significa simplemente comer más alimentos de carne alternativa en base a plantas, como las hamburguesas vegetarianas.

Pero mientras este tipo de productos de proteína alternativa son mejores para el medio ambiente porque utilizan menos tierra y producen menos emisiones de gases tipo invernadero, tienen sus desventajas.

Algunas carnes alternativas hechas de plantas pueden clasificarse como “ultra procesadas” y frecuentemente tienen un perfil de nutrición menos favorable, contienen más sal y menos hierro y vitamina B12 (aunque también pueden ser mas bajas en caloría y grasa). Su sabor y textura también suelen ser objeto de crítica por los consumidores.

Pero estas carnes alternativas basadas en plantas no son el único tipo de proteína no animal disponible. Hay otras cinco amplias categorías de proteínas que no provienen de animales: legumbres, algas, insectos, carne artificial, y granos como avena, trigo, cebada y otros cereales que suelen ser ignorados como proteínas de plantas ambientalmente sustentables.

Esto es lo que debes saber sobre el consumo de más de estas fuentes de proteína no animal.

– Legumbres

Legumbres, como los frijoles y garbanzos, son las semillas comestibles de las plantas leguminosas. Comparadas a otros cultivos, las legumbres no necesitan muchos fertilizantes, así que resultan en menos emisiones de gases invernadero.

Las legumbres mejoran la salud del suelo y la diversidad microbiana en la tierra de cultivo, y hay variedades que se pueden seleccionar para ser más resistentes al clima.

Su contenido proteínico va del 17% al 30%, y legumbres son ricas en fibra, vitaminas y minerales. Consumir legumbres también ayuda a prevenir contra las enfermedades crónicas como la enfermedad coronaria y la diabetes.

– Algas

Las algas marinas y la espirulina son otra opción. Al igual que las legumbres, las algas son altas en vitaminas y minerales, con 50% a 60% de contenido proteínico.

Las algas pueden almacenar o capturar carbono de la atmósfera. Tienen además propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.

Para aquellos que no están muy entusiasmados en masticar algas marinas, añadir algas a manera de ingredientes a las comidas como el pan podría ser más atractivo, para subir el contenido de proteína, aunque el color de tu comida se torne verde o deje un regusto a pescado.

– Granos de cereales

Los granos de cereales como la avena y el trigo, suelen ser considerados carbohidratos. Pero también son una notable fuente de proteína con 7%-18% de contenido proteínico, y algunos pueden reducir el colesterol mejorar la salud intestinal.

En la actualidad, muchos granos de cereales son usados ineficientemente. En Irlanda, una muy alta proporción (89%) de los cereales se usan como alimento de animales, y esos animales son luego usados como fuentes de proteína.

El consumir directamente los granos de cereales en lugar de usarlos como alimento de animales reduciría las emisiones de gases invernadero.

– Insectos y carne artificial

Para los comensales más intrépidos, hay opciones como los insectos y la carne artificial. Aunque no son comunes en el mundo occidental, las meriendas e ingredientes de cocinas a base de insectos están disponibles.

Reino Unido se convirtió recientemente en el primer país europeo en aprobar el uso de carne artificial, aunque solo en comida para mascotas.

Los beneficios particulares incluyen el alto contenido proteínico de los insectos –la harina de grillos tiene 45%-70% de proteína– y el sabor y textura carnosa de la carne artificial.

Pero estos alimentos no son tan socialmente aceptables como las otras proteínas alternativas, por razones como el asco y la costumbre. Otras consideraciones incluyen las alergias potenciales y problemas éticos.

Fuente: BBC News Mundo

Las fuentes alternativas de proteínas si quieres reducir el consumo de carnes y lácteos – BBC News Mundo

Las dietas del futuro: a medida y de precisión gracias a la ciencia

Un ambicioso e integrador estudio sanitario en todo Estados Unidos pretende predecir qué dietas proporcionarán la mejor nutrición en función de los genes, los microbios y el estilo de vida.


Los que tenemos al típico amigo o conocido que puede permitirse comer todos los días productos azucarados sin engordar ni un gramo, o un pariente que ha desarrollado una cardiopatía a pesar de evitar las grasas saturadas, sabemos que las recomendaciones dietéticas únicas no reflejan las distintas reacciones que tenemos ante los alimentos. Ahora, uno de los nuevos estudios más integradores y ambiciosos sobre dietas jamás realizados podría cambiar esta situación y aportar información que permita a los expertos adaptar por fin sus recomendaciones a cada persona.

A partir de esta primavera, 13 centros de Estados Unidos comenzarán a inscribir a 10 000 personas de edades y pesos muy diversos para determinar mejor los factores importantes que intervienen en lo que se denomina nutrición de precisión. Se realizarán esfuerzos específicos para incluir a quienes a menudo se pasan por alto en la ciencia de la nutrición: mayores de 65 años, afroamericanos, residentes en zonas rurales, personas con discapacidad y minorías sexuales.

Durante la primera fase de la investigación, que durará dos semanas, se indicará a todos que coman como lo hacen habitualmente. En la segunda fase, se asignará a 1500 personas una de varias dietas con comidas enviadas directamente a sus casas. Y en la fase final, 500 personas elegidas del grupo más numeroso comerán mientras residen en un centro de investigación durante dos semanas. Este último es un número elevado para un estudio nutricional controlado, en el que suelen participar unas pocas docenas de personas, afirma Holly Nicastro, que coordinará este programa de investigación de los Institutos Nacionales de la Salud, dotado con 170 millones de dólares y denominado Nutrición para una Salud de Precisión. Los participantes se seleccionarán a partir del programa de investigación sanitaria All of Us [Todos Nosotros] del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, al que puede unirse cualquier ciudadano del país.

Este esfuerzo amplio y diverso «nos acercará un poco más a la posibilidad de ofrecer recomendaciones nutricionales más detalladas a grupos de personas», afirma Sai Krupa Das, científico especializado en metabolismo de la Universidad de Tufts, uno de los seis centros de investigación que coordinan los lugares de inscripción.

Cómo funcionará el estudio

Durante el estudio, los investigadores realizarán periódicamente análisis de orina y sangre y completarán un censo del microbioma intestinal de cada persona, es decir, los billones de organismos que residen permanentemente en el tubo digestivo. Los participantes llevarán monitores de glucosa para registrar las subidas y bajadas de azúcar en sangre, un marcador de la forma en que el organismo procesa los hidratos de carbono y un importante indicador de la salud. También se hará un seguimiento de comportamientos diarios como el sueño, el estrés y las horas a las que se come, entre otros factores.

El yogur de cultivos vivos y los suplementos probióticos contienen bacterias beneficiosas destinadas a poblar el intestino.

El nuevo estudio cambiará nuestra comprensión de las dietas humanas porque es radicalmente distinto de cómo se realizan la mayoría de los estudios sobre nutrición, afirma Diana Thomas, profesora de matemáticas de la Academia Militar de West Point, que participa en la investigación. Los científicos especializados en nutrición suelen examinar un único alimento en una población homogénea, por ejemplo, para averiguar si los arándanos reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares en los estadounidenses (la respuesta a esta pregunta aún no está clara). En este estudio no partimos de una hipótesis, dice, sino que «nos preguntamos cuáles son los factores implicados».

El objetivo es desentrañar las muchas variables que influyen en las respuestas nutricionales y desarrollar algoritmos que las predigan, lo que permitiría a los nutricionistas ofrecer consejos dietéticos a otras personas con características similares.

Ofrecer recomendaciones más específicas es crucial para mejorar la salud pública, afirma Das. El enfoque actual ha llevado a muchas personas a desentenderse de los consejos dietéticos de los expertos, ya sea porque éstos parecen cambiar con frecuencia (el clásico: los huevos son malos; los huevos son buenos) o porque probaron una forma de comer recomendada y descubrieron que no era la ideal para ellos. «La nutrición de precisión nos permitirá ir más allá del consejo de la dieta mediterránea. En lugar de eso, diremos: ‘Si tienes determinadas etnias, características, respuestas físicas a los alimentos, esta dieta puede ser más adecuada’. Ese es el paso al que nos estamos acercando», afirma.

Das advierte que los nuevos consejos derivados de la investigación no llegarán al nivel del individuo, razón por la cual los expertos prefieren el término nutrición de precisión a otro muy utilizado, nutrición personalizada.

El estudio se centrará en comer para gozar de una salud óptima más que para perder peso, pero ambas cosas van de la mano, afirma Das. «No estamos proporcionando dietas restringidas en calorías, pero creo que la respuesta en términos de tratar de optimizar el metabolismo ayudaría también para el control del peso».

Los genes frente al microbioma

Varias décadas de investigación ya han dado pistas sobre qué elementos moldean la salud en general.

Uno de ellos es la genética. Este campo se llamaba antes nutrigenómica, pero cayó en desgracia cuando se hizo evidente que los genes desempeñan un papel menos destacado de lo que se pensaba en un principio en la forma en que el cuerpo responde a los alimentos, dice José Ordovás, director de nutrición y genómica de la Universidad de Tufts.

En un pequeño número de casos, los científicos han vinculado un gen concreto a un efecto directo sobre la salud. El gen CYP1A2, por ejemplo, es casi el único responsable de determinar la rapidez con que las enzimas metabolizan la cafeína en el hígado. Las variaciones genéticas determinan si una taza de café por la tarde mantiene a una persona despierta toda la noche o le permite dormir plácidamente. También influyen en si el café ayudará a una persona a hacer ejercicio de mayor intensidad, como montar en bicicleta más deprisa.

«La genética interviene, pero no nos dará las ecuaciones predictivas para individualizar las recomendaciones, porque intervienen muchos otros factores», afirma Ordovás. Dado que muchos de esos factores, sobre todo el comportamiento, son más fáciles de modificar que nuestros genes, comprenderlos debería conducir a un planteamiento más eficaz para mejorar la salud, afirma.

Cientos de estudios han demostrado que el microbioma (las bacterias, hongos, parásitos y virus que residen en el intestino) es un factor crítico en la forma en que el organismo procesa los alimentos. El consumo de edulcorantes artificiales, por ejemplo, altera la composición y función del microbioma de forma que aumenta la intolerancia a la glucosa en personas sanas. Y ciertos microbios intestinales persisten en ratones obesos después de hacer dieta, lo que los predispone (y presumiblemente a nosotros) a recuperar el peso.

Todavía queda mucho por aprender sobre el microbioma, como su composición óptima, la forma en que los microbios trabajan sinérgicamente, y cómo influye el estilo de vida en esta comunidad, afirma Eran Elinav, jefe de inmunología de sistemas del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel y prolífico investigador del microbioma.

Cómo influye el estilo de vida en el procesamiento de los alimentos

Uno de los aspectos más complicados a la hora de determinar la dieta perfecta para cada persona es la compleja interacción entre el genoma, el microbioma y el estilo de vida, que los científicos denominan «exposoma».

Según Elinav, uno de esos factores es la hora a la que cenamos. Su laboratorio determinó que el microbioma intestinal sigue un ritmo circadiano, y que la composición de la microbiota cambia previsiblemente su número y función durante un periodo de 24 horas. Lo hacen respondiendo a las señales de los comportamientos de sueño y alimentación.

«Cuando alteramos nuestros patrones de sueño-vigilia con el trabajo por turnos o el jet lag«, dice Elinav, «una de las primeras cosas que ocurre es que esto altera la actividad diurna de los microbios». Los mayores índices de obesidad, diabetes de tipo 2 y cánceres asociados a las personas cuyos horarios de sueño y alimentación se alteran crónicamente tienen su origen en esta alteración del microbioma, según sugieren estudios realizados en ratones.

El sueño deficiente, junto con el estrés intenso, altera además el metabolismo y tiene otros efectos negativos para la salud incluso en personas que siguen una dieta sana, afirma Das, de Tufts.

La investigación de los NIH sobre nutrición de precisión será el esfuerzo más completo por utilizar genes, microbiota y el exposoma para comprender y predecir las respuestas nutricionales a los alimentos, pero no será el primero. Varios estudios anteriores han allanado el camino.

Uno de ellos, dirigido por el laboratorio de Elinav y publicado en la revista Cell en 2015, consistió en dar comidas idénticas a 800 personas y monitorizar continuamente sus niveles de glucosa en sangre. El estudio, de una semana de duración, reveló que las respuestas de glucosa entre los participantes variaban significativamente después de cada comida. Los investigadores observaron que la composición de su microbioma desempeñaba un papel clave en la determinación de esa respuesta, pero inevitablemente intervenían otros factores.

Unos años más tarde, un gran estudio realizado en el Reino Unido trató de ampliar los conocimientos sobre las variables en juego. La investigación, denominada Personalized Responses to Dietary Composition Trial [Ensayo de respuestas personalizadas a la composición de la dieta] o PREDICT, contó con la participación de 1000 adultos (incluidos algunos gemelos genéticamente idénticos) cuya microbiota intestinal, grasas en sangre, niveles de glucosa tras las comidas, inflamación y otros factores se controlaron durante dos semanas. El seguimiento de la glucosa en sangre a lo largo del día volvió a ser un elemento importante, afirma Ordovás, de Tufts, uno de los coautores. Esta monitorización continua permitió a los investigadores medir los efectos de alimentos específicos.

También en este caso aparecieron grandes variaciones que indicaban que los organismos de los participantes procesaban los mismos nutrientes de forma diferente. Los factores genéticos tuvieron un impacto moderado, pero los resultados mostraron lo complicado que es el sistema digestivo. Ciertos microbios intestinales, como Prevotella copri y Blastocystis, eran más importantes que los genes a la hora de procesar algunos alimentos, pero ambos sólo representaban una pequeña parte de las diferencias globales.

En busca del ajuste óptimo de la dieta y el estilo de vida

El objetivo de la próxima investigación de los NIH es mejorar la comprensión de los factores que explican esas diferencias. La esperanza es que esto permita a las personas ajustar su estilo de vida y su dieta, y tal vez su microbiota intestinal, para mejorar la respuesta de su organismo a diversos nutrientes. Aún no está claro si la manipulación de la microbiota, por ejemplo mediante cambios en la dieta, tiene efectos duraderos.

Por ahora, Das dice que el mejor consejo nutricional que ella y otros ofrecen se ciñe a lo básico: llenar el plato de verduras y frutas ricas en fibra y evitar los alimentos muy procesados en favor de los integrales.

«En los próximos cinco a 10 años se producirán grandes cambios en nuestra forma de ver las dietas», predice Thomas, de West Point. «Cuando empiecen a aparecer los resultados del estudio de los NIH, sabremos mucho más».

FUENTE: National Geographic, Sección Ciencia

Las dietas del futuro: a medida y de precisión gracias a la ciencia | National Geographic