El universo del que hacer alimentario, es en sí mismo, un referente vital de un grupo social o comunidad, ya que representa uno de los principales rasgos de identidad de cualquier grupo; es el rasgo, capaz de aportar referentes que enriquecen investigaciones concernientes a la cultura, la economía, el derecho, la nutrición y la salud de una comunidad.
A lo largo del tiempo, la aparición de la comida en la literatura siempre estuvo presente, asumiendo distintos significados y aportando nuevas informaciones tanto sobre la temporalidad, como sobre la espacialidad, dando mayor realismo a los textos.
La descripción concienzuda, sobre mezcla de sabores, olores, colores, texturas, sonidos y pensamientos que se encuentran en los diversos universos de la comida, permitieron que, la relación gastronómico-literaria sea un componente enriquecedor de los textos literarios. Transmitiendo conocimiento y cultura, al reflejar costumbres de diferentes sociedades.
La literatura tiene ejemplos tan fidedignos de momentos culinarios que logra transmitir aromas y sabores a través de su hilo narrativo. Asimismo, el hambre también es gastronómico, pues a través de un personaje hambriento se muestra la injusticia y la desigualdad humana. Frecuentemente, la comida o la falta de ésta, en la literatura, puede ser una forma de cómo medir el tiempo. Tonino Guerra habla de su relación con la comida incluso cuando no había comida en el campo de concentración, donde estuvo internado durante la Segunda Guerra Mundial.
Creo que todos los escritores, en algún momento, hacemos una descripción culinaria, pues, es difícil vivir sin tropezar con la cocina y eso se da porque la alimentación está entrelazada con muchas formas de comunicación artística, al momento, son incontables los ejemplos de obras literarias que incluyen detalladas recetas y referencias culinarias:
La serie del comisario Montalbano de Andrea Camilleri; Chocolat de Joanne Harris; Como “agua para chocolate” de Laura Esquivel; Patricia Highsmith, por ejemplo: en “Extraños en un tren”, describe el momento central del encuentro de sus dos protagonistas, dos extraños que cenan juntos en un tren: “El camarero con una bandeja cubierta con una tapadera de peltre en un instante les instaló la mesa. El aroma de la carne asada sobre carbón vegetal le dio ánimos. Bruno insistió tanto en pagar la cuenta, que Guy accedió a ello sin oponer más resistencia. Para Bruno había un enorme bistec cubierto de setas; para él, una hamburguesa”.
También, el poeta, Giovanni Pascoli, pone en verso recetas reales, como en el caso de los poemas: «La piada», «Il desinare», dedicado a la polenta o «Risotto de Romaña».
La verdad, es que existen referencias culinarias desde “El banquete” de Platón, “Notas de cocina de Leonardo da Vinci” de Leonardo da Vinci, “No solo de caviar vive el hombre” de J. M. Simmel, hasta “El Quijote” de Miguel de Cervantes, haciendo una sabrosa relación entre gastronomía y literatura.
Sabrosa relación entre gastronomía y literatura – www.inmediaciones.org
La conexión entre literatura y gastronomía enriquece las historias, permitiendo que los sabores y aromas transmitan emociones y cultura, creando una experiencia multisensorial para el lector.