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¿Qué dice la ciencia sobre los superalimentos?

A pesar de su escasa sostenibilidad, los llamados superalimentos han inundado en los últimos años nuestro concepto de dieta sana. Esto es lo que dice la ciencia al respecto.

Aguacate, semillas de chía, espirulina, kale, bimi, bayas de goyi o cúrcuma, los llamados superalimentos han inundado en los últimos años nuestro concepto de dieta sana. A poco que tratemos de llevar alimentos saludables a nuestros estómagos, es fácil que se cruce en nuestra carta una palabra: los superalimentos. Al tratar de innovar nuestro repertorio culinario comienzan a aparecer todo tipo de ingredientes exóticos traídos, en muchos casos, desde el otro extremo del globo.

Sin embargo, «se ha demostrado que, o bien no existe evidencia científica sobre estas propiedades especiales, o se ha demostrado que son equivalentes a las que tienen alimentos más comunes, lo importante es la base de la dieta en general y que esa base sea de origen vegetal»

Superalimentos vs dieta mediterránea

La lista de alimentos comunes con propiedades igualmente beneficiosas, atribuidas a superalimentos, puede ser tan larga como queramos. Es suficiente con rastrear los nutrientes de los alimentos para encontrar homólogos igualmente sanos, locales y sostenibles. Cuando se habla de las bayas de goyi, por ejemplo, muy conocidas por contener antioxidantes como los polifenoles, no se conoce que otras frutas, como la ciruela, tienen el mismo compuesto, o el cambón, una planta similar que se cultiva en Almería. Su contenido en betacaroteno también puede suplirse con 50 gramos de zanahoria a un precio mucho menor y de manera mucho más sostenible.

Pero los nutrientes de las bayas de goyi no son los únicos que se pueden obtener fácilmente de nuestros alimentos. «La quinoa es un alimento que podemos incluir en nuestra dieta y sus principales propiedades son aportarnos proteína y fibra, algo que podemos conseguir a partir de garbanzos». «También respecto a la sal del Himalaya, que lo que nos aporta fundamentalmente es cloruro sódico, es decir, lo que encontramos en la sal común. En cualquier caso se trata de un alimento a restringir su consumo, ya sea como sal común, o sea como sal del Himalaya».

El problema es que la gente puede interpretar de forma errónea que los superalimentos que están tomando compensan una mala dieta.

Su peso en la sostenibilidad

Además del alto coste de estos alimentos, inaccesibles para un gran porcentaje de consumidores, comer lo que sale de la tierra al otro lado del planeta tiene un alto coste medioambiental. Quizá desde un punto de vista culinario, de manera puntual, estos ingredientes puedan ser interesantes, pero desde el alimentario no tiene sentido desplazar nuestra alimentación mediterránea.

La prevención de enfermedades y la salud en general se basa en el conjunto de la dieta. «Aunque no digamos que una ensalada es un super alimento, va a tener mucha más repercusión un plato de verdura todos los días, una fruta de postre, los frutos secos de merienda, que tomarnos un superalimento de manera esporádica».


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