Las personas que tienen horarios de comida irregulares tienen más riesgo de padecer ansiedad o depresión, según un estudio de la Universidad Jio Tong de Shanghai en China. El peligro aumenta especialmente si se retrasa el desayuno o la cena, pues se produce una mayor alteración del estado de ánimo, como muestran en los resultados ya publicados en la revista JAMA Network Open
Para realizar el experimento, se analizaron datos de 22.600 miembros de tripulación de aerolíneas que participaron en una encuesta de salud. Se les realizó un seguimiento de cuándo desayunaban y cenaban y cuánto tiempo pasaba entre las comidas. Más tarde, compararon los datos extraídos con unas puntuaciones en torno a ansiedad y depresión.
Los resultados mostraron que aquellos trabajadores que retrasaban sus cenas más allá de las ocho de la tarde tenían el doble de riesgo de depresión y un 78% más de riesgo de ansiedad, en comparación con cuando comían más pronto. De igual forma, retrasar el desayuno hasta después de las nueve de la mañana aumentaba el riesgo de depresión en un 73% y de ansiedad en un 79%.
“Descubrimos que los ritmos alimentarios de los individuos que ejercen esta profesión variaban según el horario de las operaciones de vuelo (temprano por la mañana o tarde por la noche)”, explican los investigadores. “Estos ritmos alimentarios irregulares se asociaron con mayores probabilidades de ansiedad y depresión”.
Después de haber tenido la experiencia de haberme ido de campamento y haber tenido que desayunar, comer, merendar y cenar según los horarios que nos imponían los monitores, confirmo que seguir un horario ordenado para comer, hace que te sientas mentalmente más estable. Es decir, seguir el horario no te pone feliz, pero tampoco te hace sentir mal.
Por otro lado, comer de forma desordenada altera nuestro subconsciente y nos entristece, pudiendo derivar en ansiedad o depresión cuando llevamos un horario irregular a largo plazo (tal y como dice la noticia).
Me parece muy interesante tu entrada, ya que muchos nuevos universitarios sufrimos una alteración de la dieta al comenzar nuestra nueva vida, ya que compaginar una buena alimentación con estudiar suele ser muy complicado, además ya no tenemos a nuestros padres para que nos cocinen y somos nosotros quienes nos comemos el «marrón». Personalmente si he sufrido estragos alimenticio y mi estado de ánimo lo ha notado pero no de una manera tan exagerada como se expone en el artículo.
Muy buena noticia después de acampar y seguir un horario de comidas, me di cuenta de que mantener una rutina alimentaria ayuda a la estabilidad mental. No provoca felicidad, pero tampoco incomodidad.
El hecho de que en este estudio solo hayan participado tripulantes de aerolínea implica que no se tiene en cuenta otros factores y generaliza a toda la sociedad sobre el estudio que se ha probado en un pequeño sector. No estoy de acuerdo con este estudio, por que si bien es cierto que es bueno seguir un horario, opino que las personas deberíamos comer a la hora que tengamos hambre y no comer «forzados» a ciertas horas aun que no tengamos hambre.
Es muy curioso como los horarios a los que realizamos ciertas comidas pueden influenciar tanto sobre nuestro estado de ánimo. Desde luego, la alimentación, los hábitos y la psicología van de la mano y no podemos dejar de lado ninguno de los tres porque el cuerpo se resiente.