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Por qué están aumentando las alergias alimentarias
Una alergia alimentaria puede ser aterradora. Si ingerimos un alimento al que somos alérgicos, las reacciones menores pueden ir desde picazón, a hinchazón o dolor estomacal. Pero una de cuatro personas con alergias alimentarias tendrá en algún momento de su vida una reacción severa, conocida como anafilaxia. La anafilaxia se caracteriza por síntomas como respiración sibilante, mareos y vómitos. La presión sanguínea puede descender, el pulso bajar y las vías respiratorias sufrir opresión y estrechamiento.
Aumento en todo el mundo
El porcentaje de población con alergias alimentarias en el mundo es más alto que nunca. Un estudio sobre causas de hospitalización en Estados Unidos, Australia y Europa constató que los casos de anafilaxia están aumentando.
En Estados Unidos, las visitas al hospital por alergias alimentarias se triplicaron entre 1993 y 2006. Entre 2013 y 2019, se registró un aumento de 72% en el número de niños hospitalizados por anafilaxia (la cifra pasó de 1.015 niños a 1.746). «Es incuestionable que el número de personas con alergias alimentarias se incrementó, a veces en forma descabellada», afirmó Graham Rook, profesor emérito de microbiología médica en University College en Londres.
Una de las teorías para explicar el aumento es que simplemente tenemos más conciencia sobre las alergias. Pero esa teoría no es correcta, según Kari Nadeau, especialista en alergias de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, y autora del libro «El fin de las alergias alimentarias». «La razón del aumento no es que hayamos mejorado los diagnósticos, porque esto no es así», afirmó Nadeau.
«Estamos más conscientes sobre las alergias, pero eso no está incrementando los diagnósticos». Es difícil, sin embargo, saber exactamente cuánto han aumentado los casos de alergias alimentarias. Tres o cuatro veces más personas dicen tener alguna alergia de ese tipo que las que realmente la padecen. Esto se debe a que es fácil confundir la alergia a los alimentos con la intolerancia a los mismos.
Por otra parte, muchos países no tienen datos precisos sobre la prevalencia de las alergias. Y el test estándar para identificar una alergia alimentaria, en el que el paciente consume cantidades ínfimas de un alimento en una clínica para observar cómo responde, es costoso, lento y riesgoso.
Sin embargo, basándose en datos de múltiples estudios revisados por pares, Nadeau concluyó que la prevalencia de alergias alimentarias en la población aumentó de cerca de un 3% en 1960 a aproximadamente un 7% en 2018.
Lista de alimentos más amplia
No solo el número de personas afectadas ha aumentado. También se amplió la lista de alimentos que provocan reacciones alérgicas. Peter Ben Embarek trabaja para la Red Internacional de Autoridades de Seguridad Alimentaria, una agencia de la Organización Mundial de la Salud que responde a emergencias en ese tema. «Inicialmente, hace décadas, se trataba sólo de los casos clásicos: mariscos, leche y nueces», afirmó Embarek. «La lista ahora se amplió en forma dramática e incluye una gran variedad de productos».
«Hipótesis de la higiene»
Una posible explicación es la llamada «hipótesis de la higiene», aunque este término es rechazado ahora por expertos. «‘Hipótesis de la higiene’ es un nombre deplorable, porque da una idea errónea de lo que está sucediendo», señaló Rook.
El término implica que cuanto más limpios estemos más probable será que desarrollemos alergias. Pero esto no es correcto. La hipótesis fue postulada por el epidemiólogo David Strachan, quien observó en 1989 que los niños con hermanos mayores tenían menos probabilidades de tener fiebre del heno o eczema.
«A lo largo del siglo pasado se redujo el tamaño de las familias», escribió Strachan. «Y los estándares de limpieza personal y en la casa han disminuido la oportunidad de infecciones cruzadas en familias con niños pequeños», agregó.
«Viejos amigos»
Una interpretación más moderna de la hipótesis es que no tiene que ver con cuán limpia está tu casa, sino con otro factor: la variedad de microorganismos a la que esté expuesto tu intestino. «La razón por la que era beneficioso tener hermanos mayores es que aumentaba la probabilidad de contacto con la microbiota de la familia, en particular la de la madre», señaló Rook. Cuando se produce ese contacto, el niño puebla su intestino con microorganismos que «educan» su sistema inmunológico.
Esa es una de las razones por las que podría haber un vínculo entre las alergias alimentarias y los bebés que nacen por cesárea. No pasar por el canal del parto significa que el bebé no ingiere bacterias beneficiosas que se encuentran allí. Un estudio de Dinamarca probó incluso que cuanto más gatos y perros haya en un hogar menor será la probabilidad de desarrollar alergias.
Rook utiliza el término «viejos amigos» para describir esta teoría. La microbiota de los humanos – los microorganismos de un hábitat en particular- están cambiando lentamente, aseguró el científico. Nuestros hogares modernos, con maderas tratadas con biocidas, tienen microorganismos que no guardan relación con el mundo natural en el que evolucionamos.
Y por ello tenemos contacto con menos de los «viejos amigos», los microbios que ayudaban al sistema inmunológico humano a responder a sustancias extrañas. La teoría podría explicar también por qué cuantos más antibióticos hayamos ingerido de niños, mayor es la probabilidad de que tengamos alergias alimentarias. (Los antibióticos matan las bacterias beneficiosas que viven en nuestro intestino)
Mientras continúan las investigaciones sobre alergias alimentarias, el interrogante permanece: ¿cómo podemos protegernos de estas alergias en medio de un aumento de casos?
Evitar completamente un alimento no necesariamente nos ayudará y hasta podría ser perjudicial. Si ya tienes alguna alergia, la inmunoterapia -el consumo de cantidades minúsculas y crecientes de un alimento alergénico- está teniendo resultados muy prometedores. Para algunas personas, estos avances podrían significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Fuente: Por qué están aumentando las alergias alimentarias – BBC News Mundo
¿Hemos cambiado los españoles nuestros hábitos alimenticios?
¿Cómo hemos cambiado los españoles en cuanto a nuestros hábitos alimenticios en los últimos diez años? ¿Qué novedades se han introducido en los desayunos, comidas y cenas? ¿Somos más sostenibles ahora?
“La verdad es que hemos cambiado nuestros hábitos alimentarios y mucho más de los que pensamos”, señala la nutricionista Laura González. Los resultados del Observatorio Nestlé demuestran que el tipo de desayuno o la ingesta de cierto tipo de alimentos que hace diez años eran muy escasos en la dieta, ahora se han vuelto una normalidad.
“Un 40 % de los españoles dice comer menos pan, también un 34 % toma leche en menor cantidad y el agua pasa a considerarse la bebida principal”, sostiene la experta.
Cambios en el desayuno
Se han incorporado nuevas alternativas y la fruta se ha convertido en la segunda opción, tras la tostada y la leche o café, como alimentos favoritos de los españoles para el desayuno.
Mientras que hace diez años solo un 7 % tomaba fruta en la primera comida del día, hoy asciende al 20 por ciento.
Entre otros desayunos que han aumentado su consumo destacan los formados por aguacate o el bol de yogurt con cereales y frutas de temporada.
A la hora de comer también es diferente
“Hoy, a diferencia de hace diez años, uno de cada cuatro españoles opta por un plano único durante la comida en lugar de varios platos como venía siendo habitual”, afirma la experta.
El estudio ha revelado que un 25 % solía incluir carne a menudo en sus comidas y a día de hoy, ese 25 % es el que intenta evitarla.
Además, casi la mitad de los españoles afirma consumir más verduras y hortalizas que hace una década y el 35 % asegura incluir más legumbres en sus dietas.
Cambios en las cenas y las comidas entre horas
“En las cenas más del 20 % de los españoles optan por platos rápidos y cenas escasas, sin embargo, tenemos que rechazar la idea de que las cenas basadas únicamente en yogurt y frutas son lo más recomendado”, aconseja la nutricionista.
Como postre, el preferido es la fruta o el yogurt natural. Además, el 20 % de españoles que prefería dulce como postre tras la comida o la cena, hoy se ha reducido a un 8 %.
Por otro lado, el picoteo entre horas es algo que se mantiene en nuestras rutinas.
Se trata de una costumbre muy arraigada y a pesar de que se hable de el como un mal hábito, es verdad que puede llegar a ser muy nutritivo si sabemos que opciones saludables existen como los frutos secos o los palitos de zanahorias.
Colesterol alto: 3 cambios sencillos en la alimentación para reducirlo rápidamente
Para muchas personas, un diagnóstico de colesterol alto significa la posibilidad de un tratamiento médico prolongado, a menudo con medicamentos que ayudan a controlar los niveles de colesterol en sangre. Sin embargo, no todos conocen que hay cambios en el estilo de vida, y en especial en la alimentación, que pueden ayudar a reducir los niveles de colesterol de forma significativa.
1. Incrementar el consumo de alimentos ricos en fibra soluble
Una de las estrategias más recomendadas para reducir el colesterol es aumentar la fibra soluble en la dieta, ya que esta se une al colesterol en el sistema digestivo y lo elimina del cuerpo antes de que entre en el torrente sanguíneo. Algunos alimentos que contienen altas cantidades de fibra soluble incluyen la avena, las legumbres (como lentejas y garbanzos), y frutas como las manzanas y los cítricos.
2. Sustituir las grasas saturadas por grasas insaturadas
Las grasas saturadas, presentes en alimentos como la carne roja, los productos lácteos enteros, y algunos aceites como el de coco, son conocidos por elevar los niveles de colesterol LDL en el organismo. La Fundación Británica del Corazón recomienda sustituir estas grasas por fuentes de grasas insaturadas, como el aceite de oliva, el aguacate, y frutos secos como las almendras y las nueces.
Las grasas insaturadas, especialmente las monoinsaturadas y poliinsaturadas, ayudan a reducir los niveles de LDL al tiempo que elevan el colesterol “bueno” o HDL, que protege las arterias y favorece la eliminación de grasas nocivas. Según Health Line, una dieta alta en grasas monoinsaturadas, similar a la dieta mediterránea, es una estrategia comprobada para mejorar la salud cardiovascular.
3. Incluir alimentos ricos en ácidos grasos omega-3
Los ácidos grasos omega-3 son grasas saludables que no solo reducen el colesterol LDL, sino que también ayudan a reducir los niveles de triglicéridos y protegen el corazón al disminuir el riesgo de ritmos cardíacos anormales. Según la Mayo Clinic, estos ácidos grasos no afectan directamente el colesterol LDL, pero tienen efectos beneficiosos en la salud general del corazón.
El omega-3 se encuentra principalmente en los pescados grasos como el salmón, el atún, y la caballa. Las personas que consumen pescado regularmente suelen tener un menor riesgo de enfermedades cardíacas, lo cual hace de estos alimentos una excelente opción para quienes desean mejorar su perfil de colesterol. Las semillas de chía, lino y el aceite de linaza son fuentes vegetales de omega-3, ideales para quienes siguen una dieta vegetariana o vegana.
Cambios en el estilo de vida
Además de estos cambios en la alimentación, otras prácticas de estilo de vida pueden mejorar los niveles de colesterol y la salud cardiovascular general. La NHS del Reino Unido sugiere realizar al menos 150 minutos de ejercicio moderado por semana, dejar de fumar y limitar el consumo de alcohol para maximizar los beneficios en el perfil de colesterol.
¿Es bueno comer comida picante? Beneficios e inconvenientes
La comida picante está cada día más presente en nuestros platos. Los alimentos picantes procedentes de otras latitudes ganan adeptos en Europa y España. Sin embargo, en nuestra gastronomía son muy comunes productos que tienen ese efecto picante, como el ajo, la cebolla o el pimiento, que los españoles utilizamos casi a diario. Asimismo, algunas recomendaciones de los especialistas incluyen al picante cuando sus pacientes sufren hipertensión u obesidad.
Sin embargo, existe también literatura sobre los daños que puede provocar, fundamentalmente acidez e irritación. Algunos estudios realizados en la población asiática, con un consumo mucho más elevado que en occidente, han apuntado un posible aumento del riesgo de cáncer de estómago.
Los últimos estudios ofrecen resultados muy positivos de las consecuencias en el peso corporal de la capsaicina, uno de los principales componentes del picante, como destaca Guadalupe Blay: “Nos dicen que aumenta el gasto energético, acelera el metabolismo y ayuda a perder peso. También aumenta la sensación de saciedad”. Según Patricia Yárnoz, se ha demostrado que ese gasto energético es a expensas del tejido graso, “en lugar del músculo o del agua”.
Otra de las ventajas es su poder antiinflamatorio: “Se ha visto que activa la circulación y disminuye la inflamación de las arterias”, apunta Blay. En este sentido, Yárnoz añade que tiene un papel beneficioso en la disminución de los radicales libres, “lo que ayuda en el envejecimiento”.
Aun así, la nutricionista de la CUN matiza que nadie vive solo de un alimento: “No es lo mismo si uno fuma o no, si vive en el campo o en la ciudad o si sigue una alimentación sana y equilibrada”. Los estudios tienen líneas a veces contradictorias, pero está demostrado que los alimentos picantes influyen en la producción de ácidos y pueden perjudicar a las personas con reflujo gastroensofágico. Tampoco se recomienda en personas con úlceras y hemorroides por sus consecuencias irritativas.
“En pacientes con determinados problemas, como úlceras, aumenta el riesgo de cáncer de estómago, pero no está claro si está asociado solo al consumo de picante, o como sucede en las poblaciones asiáticas, se debe a que la comida está a temperaturas muy altas cuando se ingiere o a la forma de cocinar”, comenta Patricia Yárnoz, quien advierte también de que estas sustancias retrasan la digestión, “así que no lo aconsejaría a quienes tienen tendencia a digestiones pesadas”.
En cuanto a la frecuencia, ambas expertas consideran que las personas sanas pueden tomar sustancias picantes prácticamente a diario si se hace en el contexto de una alimentación equilibrada y como sustito de la sal, que en nuestro país se ingiere en exceso.
De todas formas, no es lo mismo las comidas que se cocinan en casa que las que vienen ya preparadas: “El problema es que muchas veces tomamos alimentos que se compran procesados, que no se hacen en casa, y que además del picante, llevan sal”, avisa Patricia Yárnoz.
Fuente: ¿Es bueno comer comida picante? Beneficios e inconvenientes
La alimentación detrás de los 100 años de Ana María LaJusticia: «A partir de los 85 quité los huevos del desayuno»
Ana María LaJusticia, conocida por su labor en el mundo de la alimentación saludable accesible para todos y, especialmente, por ser la pionera en introducir el magnesio como complemento clave en la dieta.
A pesar de que ha llegado a los 100 años, no siempre ha llevado una vida sencilla, en cuanto a salud se refiere. A los 31 años le diagnosticaron una artrosis severa y la única solución que le dieron fue que tenía que llevar un corsé de varillas durante el resto de su vida, sin embargo, tan solo lo llevo hasta los 52 años. Además, a los 43 la diabetes tipo II llamó a su puerta.
Esta situación hizo que la química prestara una mayor atención a su dieta, dándose cuenta que abusaba de los hidratos de carbono y tenía déficit de proteínas, vitamina C y magnesio. Este cambio de hábitos alimenticios le llevó a crear su propia marca de suplementos con su nombre.
El desayuno de Ana María LaJusticia
- Fruta rica en vitamina C: kiwi, naranja, piña…
«Sabemos que solo está de 4 a 6 horas en la sangre, pasado ese tiempo los riñones la expulsan por lo que hay que tomarla en desayuno, comida y cena» - Huevo frito, aunque a partir de los 85 años -al comenzar a llevar una vida sedentaria- los sustituyó por seis comprimidos de colágeno (en caso de pastilla) o una cucharada sopera en polvo de colágeno con magnesio.
- Jamón (40-50 gramos) para el aporte de proteínas, «las vamos a necesitar para trabajar, estudiar, incluso para tener buen humor»
- Pan integral (50 gramos) -con menos harina y más fibra- con aceite y tomate
- Medio vaso de leche, para aportar calcio, pero sin abusar
- Levadura de cerveza, «para tener complejo B (compuesto de ocho vitaminas) que intervienen en todo, sobre todo en el sistema nervioso»
Una comida rica en proteínas y legumbres
El primer plato estaba compuesto de legumbres o verduras; dependiendo de la época del año las consumía en forma de guiso, en ensalada o en forma de gazpacho.
El segundo plato proteína, carne blanca o en caso de ser roja le quitaba toda la grasa antes de cocinarla. Por último, en el postre consumía frutas ricas en vitamina C, y sino lo suplía con un pedazo de pastilla de dicha vitamina.
La merienda tampoco se la saltaba, y en verano solía tomar un yogur descremado natural mezclado con cacao en polvo desgrasado, una cucharada de mermelada de fresa y una galleta integral, junto a un vaso de té o agua.
La cena: siempre verduras y pescado
En cuanto a la cena, eran verduras y pescado, independientemente del tipo. Entre las verduras destacaba los beneficios de la coliflor, el brócoli o la col por su contenido en azufre y fibra; y por último el producto rico en vitamina C.
A modo de apunte final, al no comer grasas animales, en su lugar consumía aceite de hígado de bacalao para el aporte de vitamina D y A.
Tendencias Alimenticias para el 2024
A medida que el panorama alimentario continúa evolucionando (lo que refleja avances tecnológicos y cambios culturales y económicos), el Concejo Internacional de Información Alimentaria (IFIC) presenta su pronóstico anual de tendencias alimentarias. Según su equipo de expertos en alimentación, nutrición y salud y sus conocimientos de investigación de consumidores, en 2024 veremos más bebidas funcionales, un auge de los productos botánicos, una creciente demanda de alimentos que apoyen el bienestar emocional, un enfoque en las etiquetas de los alimentos y una creciente aceptación de inteligencia artificial (IA).
Estado de ánimo en el menú
“La creencia de que los alimentos que comemos influyen directamente no solo en nuestro bienestar físico, sino también emocional y mental continúa ganando terreno, lo que provoca un cambio de paradigma en la forma en que comemos y en lo que colocamos en nuestros carritos de compras”, explica Wendy Reinhardt Kapsak, RD, MSN, directora ejecutiva de IFIC.
Según la Encuesta sobre Alimentación y Salud IFIC 2023, tres de cada cuatro estadounidenses (74%) creen que los alimentos y bebidas que consumen tienen un impacto significativo o moderado en su bienestar mental y emocional general. Por el contrario, más de seis de cada diez (61%) también creen que su bienestar mental y emocional general tiene un impacto significativo o moderado en sus elecciones de alimentos y bebidas.
Para el próximo año, IFIC pronostica un mayor énfasis en cómo la nutrición puede apoyar la salud mental y emocional, incluidos suplementos enfocados en la salud de la mujer, así como alimentos y bebidas para ayudar con el sueño, reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo (busque ingredientes como ashwagandha y cúrcuma).
La demanda de productos relacionados con el bienestar también se apoyará en el uso de ingredientes botánicos (un grupo de ingredientes que incluyen hierbas, flores y raíces) y se incorporarán a tés, bebidas carbonatadas y ciertos alimentos.
Hidratación enfocada en la función
La burbuja no ha estallado por el agua con burbujas. “En el 2023 vimos un auge en el agua con gas saborizada (¡#WaterTok obtuvo más de 960 millones de menciones en TikTok!) y la categoría de hidratación premium se lanzó al espíritu de la época”, explica Jenny Phillips, Gerente Senior de Comunicaciones del IFIC.
En el 2024, las bebidas funcionales seguirán ocupando un lugar central, redefiniendo la forma en que nos hidratamos. Eso incluye bebidas que contienen “cafeína limpia”, bebidas para favorecer un mejor sueño y prebióticos y probióticos añadidos para la salud intestinal.
Según la encuesta Consumer Insights on Gut Health and Probiotics del IFIC, de quienes intentan consumir probióticos, uno de cada cuatro estadounidenses dice que comúnmente los busca en bebidas para el bienestar. Asimismo, entre quienes intentan consumir prebióticos, el 23% los busca en bebidas de bienestar.
Pero no se trata sólo de las bebidas que bebemos. “La gestión sostenible del agua será más importante en el 2024. Los consumidores buscan alimentos y bebidas que requieran menos agua para crecer o producirse”, señala Tamika Sims, PhD, directora sénior de Comunicaciones de Tecnología Alimentaria del IFIC.
Innovaciones de origen vegetal y snacks proteicos
Las proteínas de origen vegetal no son nuevas, pero la combinación de productos enriquecidos con proteínas y refrigerios enfocados en proteínas es una tendencia más reciente. Y aunque los consumidores se sienten cada vez más cómodos con alternativas alimentarias innovadoras de origen vegetal, los productos del mar de origen vegetal llevarán los productos de origen vegetal a nuevas alturas.
Hay que estar atento a los productos enriquecidos con proteínas, como arroz, pasta, mezclas para hornear, proteína de nueces en polvo y bocadillos. Esto no es sorprendente, ya que el patrón de alimentación “rico en proteínas” fue el patrón de alimentación número uno en la Encuesta de Alimentación y Salud IFIC 2023 (con un 18%, seguido de la alimentación consciente [17%], el conteo de calorías [12%], la alimentación saludable) [12%] y ayuno intermitente [12%]).
Alyssa Pike, RD, Gerente Senior de Comunicaciones de Nutrición de IFIC dice: “Hemos visto un aumento en el interés en torno a las dietas ricas en proteínas, y los consumidores están interesados en potenciar este nutrimento de cualquier manera que puedan, incluso las no convencionales”.
Auge de la cocina de la tercera cultura
Una vez etiquetada como “fusión”, en el 2024 se verá el surgimiento de la cocina de la tercera cultura, que celebra la pluralidad de cocinas e identidades estadounidenses. Desde restaurantes hasta libros de cocina, esta tendencia se presta al renacimiento de un ingrediente comúnmente difamado: el glutamato monosódico (comúnmente conocido como glutamato monosódico).
Plagado durante mucho tiempo por conceptos erróneos, el bagaje histórico del glutamato monosódico está siendo desempaquetado y reexaminado (los estudios científicos han desacreditado el mito del “síndrome del restaurante chino”) y tanto chefs famosos como cocineros caseros están adoptando este ingrediente rico en umami.
“El glutamato monosódico ha sido satanizado injustamente durante demasiado tiempo. Predecimos que los consumidores seguirán reevaluando su lugar en la cocina, especialmente aquellos que buscan reducir el sodio manteniendo el sabor”, afirma Tony Flood, Director Senior de Comunicaciones de Ingredientes Alimentarios del IFIC.
Más que una simple etiqueta
En el 2024, se espera un mayor énfasis en el etiquetado transparente de los alimentos, lo que permitirá a los compradores tomar decisiones informadas sobre los alimentos y bebidas que consumen. Etiquetas como “limpio”, “prensado en frío” y “fermentado”, que los consumidores asocian con salud, seguirán estando a la vanguardia.
Las acciones de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) están acercando a los estadounidenses a una definición actualizada de alimento “saludable”. En lo que respecta a los consumidores, los atributos más comunes que consideran que definen un alimento saludable son “fresco” (37%), “bajo en azúcar” (32%) y “buena fuente de proteínas” (29%), según la Encuesta sobre Alimentación y Salud del IFIC 2023.
“El etiquetado nutrimental en el frente del paquete será un foco importante en el 2024 a medida que los reguladores de alimentos de EE. UU. lancen una nueva propuesta de etiquetado para ayudar a los compradores a tomar decisiones alimentarias más fáciles, rápidas y saludables. La propuesta estimulará una conversación nacional sobre la importancia de leer las etiquetas de los alimentos (en el frente y la parte posterior del paquete) y la multitud de factores más allá del etiquetado que influyen en nuestras elecciones personales de alimentos”, explica Kris Sollid, RD, Director Senior de IFIC. Comunicaciones nutricionales.
Inteligencia artificial en un platillo
En un mundo cada vez más online, los consumidores buscan en el universo digital información sobre salud, nutrición y seguridad alimentaria. Los consumidores utilizarán cada vez más ChatGPT u otras funciones de IA para mejorar los hábitos alimentarios, responder preguntas sobre seguridad alimentaria y nutrición, ayudar a elaborar planes de alimentación y más.
“De la granja a la mesa, la IA transformará la forma en que el mundo produce y consume alimentos e información”, afirma Reinhardt Kapsak. IFIC predice que gran parte de la influencia de la IA también residirá entre bastidores con el potencial de cadenas de suministro más resilientes, reducción del desperdicio de alimentos, técnicas de agricultura de precisión y formulación de productos innovadores.
Desliza, dale me gusta, come
“Para que no olvidemos la tendencia de las ‘cenas de chicas‘ del verano, o la combinación de papas fritas y caviar que lanzó al éter los bocadillos altos/bajos”, dice Phillips. “Predecimos que más tendencias de cocina y snacks inducidas por las redes sociales continuarán hasta bien entrado el 2024”.
Según los datos del IFIC, como resultado del contenido de las redes sociales, la mitad de los estadounidenses (51%) dice haber probado una nueva receta, el 42% dice haber probado una nueva marca o producto, el 29% dice haber probado un nuevo restaurante, y el 28% dice haber reevaluado su relación con la comida. Seis de cada diez dicen que han tomado decisiones más saludables como resultado de la información que ven en las redes sociales. Phillips señala: “Si hemos aprendido algo, es a no subestimar el poder de las redes sociales para influir en lo que la gente come, cocina y compra”.
Clara Llorens (Nutralab), sobre la dieta Okinawa que te ayuda a ser centenario: «Su alimentación se centra en alimentos frescos y locales»
La dieta mediterránea, la cual se centra básicamente en el consumo de aceite de oliva virgen extra como grasa principal y en una presencia relevante de cereales, verduras y hortalizas, pescado, huevos y lácteos, ha recibido una gran atención a nivel mundial con el paso de los años.
Ahora bien, hay otra dieta supersaludable que a menudo pasa desapercibida y no debería ser así. Se trata de la dieta Okinawa (isla situada frente a las costa de Japón), repleta de alimentos de origen vegetal, antiinflamatoria y rica en antioxidantes y fitoquímicos, compuestos vegetales beneficiosos para la salud.
De hecho, la dieta tradicional de este territorio se encuentra estrechamente vinculada a una mayor longevidad con respecto a los hábitos alimentarios de otras partes del mundo. Según los datos revelados por Science Direct, 68 de cada 100.000 habitantes de Okinawa tienen más de 100 años.
Alimentación y salud mental: Un vínculo inseparable. Por Fernanda Carvalho, directora médica de Merck Group Chile
En la actualidad es crucial reflexionar sobre la estrecha relación que existe entre ambos aspectos en nuestras vidas. A menudo, la alimentación se percibe únicamente como el medio para nutrir el cuerpo, pero su impacto trasciende lo físico, influyendo directamente en nuestra salud mental y emocional.
A nivel global, los datos son alarmantes: desde 1990, la prevalencia de la obesidad se ha duplicado con creces entre los adultos y se ha cuadruplicado entre niños y adolescentes (de 5 a 19 años). En Chile, la situación no es menos preocupante: más del 30% de la población adulta sufre de obesidad, ubicándonos entre los países con las tasas más altas de la región.
Además, el 75% de la población presenta algún grado de sobrepeso u obesidad, lo que no solo impone una carga física, sino también emocional, ya que esta condición está fuertemente asociada con un mayor riesgo de padecer trastornos de salud mental, como ansiedad y depresión.
El hambre emocional, desencadenada por la búsqueda de consuelo o alivio mediante la comida, es un fenómeno cada vez más común en nuestra sociedad. Diferenciar entre el hambre física y la emocional resulta clave para mantener un equilibrio adecuado entre cuerpo y mente, y evitar caer en un círculo vicioso que perpetúe la mala alimentación y agrave el malestar mental.
Frente a este escenario, no podemos subestimar el rol que juega la alimentación en la salud integral. Enfrentar los desafíos que suponen tanto la obesidad como los trastornos de salud mental requiere, de un enfoque multidisciplinario.
En el mundo actual, ya no es suficiente sólo seguir una dieta o hacer actividad física, sino que es fundamental integrar el bienestar mental como parte del tratamiento, en el que médicos, nutricionistas y especialistas colaboren de manera conjunta para lograr una vida más equilibrada.
Volvamos a replantearnos la relación entre lo que comemos y cómo nos sentimos. Nutrirnos de forma saludable también es enriquecer nuestra mente. Apostemos por una educación alimentaria que no solo nos permita prevenir enfermedades, sino también fortalecernos de forma integral.
Comer mal genera 8 billones de dólares en costos ocultos para los sistemas agroalimentarios
Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicado este viernes confirma que los costos ocultos en los sistemas agroalimentarios mundiales ascienden a cerca de 12 billones de dólares al año.
Alrededor del 70% de esa cantidad, 8,1 billones, se deriva de hábitos alimenticios poco saludables y se asocia con enfermedades no transmisibles, como las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y la diabetes.
El informe El estado mundial de la agricultura y la alimentación de 2024 expone el conjunto total de costos y beneficios asociados a la producción, la distribución y el consumo de alimentos, incluidos los que no se reflejan en los precios de mercado, es decir, los denominados “costos y beneficios ocultos”.
El estudio detalla cómo esos costos vienen determinados por los costos sanitarios ocultos, y en menor medida por los costos ambientales ocultos, en los sistemas agroalimentarios más industrializados, propios de los países de ingresos altos y medianos altos.
Costos según la dieta
Desde la perspectiva histórica, los sistemas agroalimentarios han pasado de ser tradicionales a industriales, y en cada caso ha habido resultados y costos ocultos distintos. Por este motivo, en el informe se explora cómo se manifiestan los costos ocultos en los diferentes tipos de sistema agroalimentario que hay en el mundo.
Para facilitar el análisis, se introduce una nueva tipología de los sistemas agroalimentarios compuesta por seis categorías: en crisis prolongada, tradicionales, en expansión, en proceso de diversificación, en proceso de formalización e industriales.
Por ejemplo, las dietas pobres en cereales integrales son el principal factor de riesgo alimentario en la mayoría de los sistemas agroalimentarios; en cambio, en los sistemas inmersos en crisis prolongadas y en los de tipo tradicional (caracterizados por una productividad más baja, por la limitada adopción de tecnologías y por cadenas de valor más cortas), la mayor preocupación es una escasa ingesta de frutas y hortalizas.
Otro problema significativo es el consumo elevado de sodio, que tiende a aumentar a medida que los sistemas tradicionales evolucionan hacia sistemas en formalización, alcanza un pico en estos y vuelve a disminuir cuando se convierten en industriales.
Por el contrario, el consumo de carnes rojas y elaboradas aumenta constantemente durante toda la transición desde los sistemas agroalimentarios tradicionales hasta los sistemas industriales, en los que constituye uno de los tres riesgos alimentarios más importantes.
Costos medioambientales
Aparte de los riesgos vinculados a la alimentación, las repercusiones ambientales de las prácticas agrícolas insostenibles acrecientan sustancialmente los costos ocultos. Los costos asociados con las emisiones de gases de efecto invernadero, la escorrentía de nitrógeno, los cambios en el uso de la tierra y la contaminación del agua son particularmente altos en los países cuyos sistemas agroalimentarios están en proceso de diversificación, donde se calcula que dichos costos rondan los 720.000 millones de dólares.
Los sistemas en proceso de formalización y los sistemas industriales también se enfrentan a costos ambientales significativos; ahora bien, los países que afrontan mayores costos ambientales son aquellos afectados por crisis prolongadas, ya que en ellos dichos costos equivalen al 20% de su producto interno bruto (PIB).
Costos sociales
Los costos sociales, entre los que figuran la pobreza y la subalimentación, son más prevalentes en los sistemas agroalimentarios tradicionales y en los afectados por crisis prolongadas.
En los países con tales sistemas, los costos sociales representan el 8% y el 18% del PIB, respectivamente, lo que pone de relieve la urgente necesidad de mejorar los medios de vida e integrar las labores humanitarias, de desarrollo y de consolidación de la paz.
Un llamamiento a la acción colectiva
En líneas generales, en el informe se aboga por una transformación de los sistemas agroalimentarios orientada hacia el valor, para que sean más sostenibles, resilientes, inclusivos y eficientes.
Dicha transformación exige trascender las medidas económicas tradicionales, como el PIB, y valerse de la contabilidad de costos reales para desvelar los costos ocultos. Este enfoque permite tomar decisiones mejor fundamentadas que refuercen el valor social de los sistemas agroalimentarios, reconociendo su papel esencial en la seguridad alimentaria, la nutrición, la conservación de la biodiversidad y la identidad cultural.
Para lograr dicha transformación, también es preciso armonizar las políticas de los sectores sanitario, agrícola y medioambiental.
El menú cotidiano y las comidas de celebración en la Grecia Antigua
La Grecia Antigua era una sociedad con un alto nivél de jerarquía y organizacion, que se nota también en su manera de comer: los hombres comían juntos, ya fuese en el ágora o en las casas particulares y las mujeres y los niños solían comer aparte. Es más: las mujeres respetables no salían a cenar fuera de casa ni comían nunca en presencia de otros hombres, excepto su marido. Incluso en las celebraciones familiares, ellas y ellos comían por separado. «Eso no quiere decir que las mujeres no tuvieran sus propias fiestas, como la Tauropolia, que era la fiesta dedicada a Artemisa en Atenas y que se alargaba durante toda la noche». En casa, la mujer o una esclava se encargaban de servir al marido. Es frecuente ver en los relieves funerarios escenas en las que el hombre está reclinado en el diván y la mujer, sentada en una silla, le ofrece la comida. Una comida que, tanto en los hogares como en las fiestas familiares, era para todos, incluidos los esclavos. Aunque estos y las mujeres, casi invisibles, comían las sobras al final.
El sorprendente carácter griego, «con su tendencia al debate constante, la conversación, la filosofía y la poesía, dará lugar a una gastronomía privada acorde con su concepto de ciudadanía», afirma la Bullipedia. Sus banquetes privados, los sympósion, poco tienen que ver con los que celebraban los reyes y faraones orientales. En Grecia aparecen por primera vez los banquetes de iguales, donde anfitrión e invitados no destacan por sus diferencias, aunque todos ellos son hombres pudientes, los llamado aristoi, propietarios de las mejores tierras y suficientemente ricos como para poseer, armas, armadura y un caballo para participar en las campañas militares. Entre los aristoi no hay jerarquías ni protocolos que exijan realizar genuflexiones a ninguna autoridad. Sus reuniones, solo masculinas, se convierten en fiestas de amigos que acometen prolongadas sobremesas muy bien regadas con vino, esa bebida que el dios Dionisio regaló a los griegos, trayendo él mismo las vides desde Egipto, donde crecían hace milenios. Cuenta la leyenda que, en ese periplo, los piratas abordaron el barco en que Dionisio transportaba las vides y encadenaron al dios, ignorantes de su identidad. Para cuando se dieron cuenta, era demasiado tarde: Dionisio se deshizo de sus cadenas, convirtió a los piratas en delfines y, triunfante, consiguió llegar a Grecia con su embriagador obsequio. «Donde no hay vino no hay amor», diría en la época el poeta ateniense Eurípides.
Pero, ¿qué comían en esos ágapes tan viriles? La mayor parte de elaboraciones que conocemos provienen de citas recogidas en el texto de Ateneo de Náucratis, nacido en el siglo II d.C., autor de la colección de quince libros titulada Deipnosofistas, que significa el Banquete de los eruditos, donde se recogen numerosas recetas de cocina en griego clásico. Por cierto que fue también Ateneo quien señalaba que un hombre cauto debe limitar su fiesta a tres copas de vino. La cuarta copa, decía, llama a la violencia, la quinta al alboroto, la sexta a la borrachera feliz, la séptima a la risa, la octava a los policías, la novena al vómito y, la décima, a la locura.
Un rasgo destacable de la cocina griega de esos tiempos es que son mucho más amantes del pescado que de la carne, aunque también consumen esta, en especial de caza y cerdo. Pero lo que predomina en especial son todo tipo de pescados y moluscos asados (a la parrilla o en espeto, engrasados con aceite y queso, y también en papillote, envueltos con hojas de parra o higuera), y también hervidos, guisados o aderezados de forma simple, siempre buscando destacar el sabor primario del animal.
También son muy importantes en estos banquetes los postres, endulzados primordialmente con miel, que dominaban la parte final de las cenas. Muchos de ellos, los llamados tragemata (literalmente ‘cosas para masticar’) eran bocados que acompañaban al vino. También hacían elaboraciones dulces para celebraciones concretas, como por ejemplo las bodas. La mayoría de los postres tienen como base una masa de harina y miel junto a aderezos como el sésamo o el higo. Entre ellos las basyniai, bolas de masa hervidas con miel a las que se añaden semillas de granada, higo seco y nueces. También hay dulces de masa frita, como los enkris, unos buñuelos bañados en miel, o los teganítes, tortas dulces fritas bañadas con miel a las que añaden queso, miel y sésamo.
Un festival de sensaciones para el paladar que solía acabar con todo tipo de espectáculos: bailarines, músicos, flautistas, acróbatas, prostitutas… También, solían jugar al cótabo, elemento inseparable de la euforia y de la embriaguez, un juego que consistía en lanzar el fondo de vino de las copas hacia un objeto que estaba en equilibrio con la intención de tirarlo al suelo. ¿Sabían que el cótabo es la inspiración de los drinking games que tanta gente practica aún hoy en el siglo XXI? Se practican en muchos países, también en el nuestro, desde luego. ¡A comer, beber, bailar y gozar, que el mundo se va a acabar!
Fuentes:
El menú cotidiano y las comidas de celebración en la Grecia Antigua
Bullipedia, Volumen II. Adrià, Ferran, 2019.