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Este alimento es el único que nunca caduca: lo puedes comprar hoy y consumirlo en 10 años
Todos los alimentos por ley deben incluir algunos datos importantes en la etiqueta. Por ejemplo, el lote y la fecha de producción. El lugar donde fueron producidos y envasados, y sobre todo la fecha de caducidad.
Ahora hemos aprendido que existen dos tipos de plazos: ‘antes de’ y ‘consumo preferente’. La primera es más categórica y se aplica generalmente a los alimentos más frescos y fácilmente perecederos. La segunda deja un margen incluso de unas pocas semanas.
Muchas personas, sin embargo, no van más allá y prefieren tirar la comida aunque esté cerca de esa fecha, pero muchas veces esto es solo un desperdicio porque aún podría ser comestible.
Pero hay un alimento que evita el desperdicio porque prácticamente nunca caduca. Puedes consumirlo incluso después de años, y siempre es comestible y tan bueno como el primer día.
Alimentos que nunca caducan
Los alimentos de los que hablamos se venden en envases a los que generalmente les falta la fecha de caducidad, que hemos dicho es obligatoria por ley en otros productos. Más bien se indica una vida útil mínima, es decir, una fecha más allá de la cual sus propiedades siguen garantizadas, obviamente si se conservan adecuadamente. Más allá de este término es posible que simplemente se pierdan algunas características como la fragancia, pero se puede consumir de forma segura.
Por tanto, no existe una fecha a partir de la cual se desaconseje en absoluto su consumo. Más bien, en este caso se aplica el sentido común. Observar el producto, olerlo y probarlo puede dar mucha información sobre él. ¿Pero qué comida es?
Hablemos de la miel, el dulce producto de las abejas muy querido por grandes y pequeños. ¿Por qué dicen que nunca caduca? Por su composición. Contiene poca agua y, por tanto, muy baja humedad, a pesar de ser semilíquido. Esto previene la proliferación de bacterias. Además, en su interior se crea un ambiente ácido, hostil a su crecimiento.
¿Por qué la mayoría de la población mundial tiene carencias en su alimentación?
Comer bien no solo está estrechamente relacionado con los recursos económicos disponibles, que son el primer gran obstáculo para llevar una alimentación sana y variada. Existen otros factores como la información o desinformación respecto a la dieta adecuada; o la disponibilidad o carencia de alimentos frescos, lo que ya se conoce con el término desierto alimentario. Un ejemplo de este desierto sería un barrio donde no haya tomates, donde los niños no hayan visto nunca zanahorias y piensen que crecen en los árboles, y no bajo tierra.
Recientemente, la revista The Lancet Global Health ha publicado un trabajo en el que se estudian las deficiencias nutricionales en todo el mundo. La conclusión global es que la mayoría de la población no consume suficiente yodo (68%) vitamina E (67%), calcio (66%), hierro (65%), vitamina B2 (55%), folato (54%) y vitamina C (53%). La investigación hace también una distinción por sexos, resultando que las mujeres son más propensas a tener déficits de yodo, vitamina B12, hierro y selenio; mientras los hombres tienen bajos niveles de magnesio, vitamina B6, zinc, vitamina C, vitamina A, tiamina y niacina.MÁS
“Hay que puntualizar que el estudio no habla de deficiencias clínicas, sino de ingestas deficientes”, puntualiza María Ballesteros Pomar, endocrinóloga del Complejo Asistencial Universitario de León, además de coordinadora del Consejo Asesor del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (NutriSEEN). El déficit de hierro en las mujeres, junto con la menstruación, puede derivar en deficiencias clínicas. Y la falta de yodo supone un mayor riesgo de desarrollar problemas tiroideos o, en caso de embarazo, problemas en el feto. Las deficiencias en los hombres son más típicas de las personas que tienen una menor ingesta de alimentos de origen vegetal; y, por tanto, de magnesio o vitamina C. “Es lo contrario que les ocurre a ellas, cuyas carencias (hierro o vitamina B12) son las típicas de un menor consumo de alimentos de origen animal”, apunta Ballesteros.
Las ingestas deficientes son más frecuentes en países más pobres, pero el mundo desarrollado hace tiempo que exhibe una total compenetración entre fenómenos aparentemente contrarios, como la obesidad y la falta de nutrientes. “La inseguridad alimentaria; es decir, la falta de acceso a alimentos saludables por problemas económicos, crece cada vez más en el mundo occidental, como causa de potenciales deficiencias. También algunas modas alimentarias pueden causar problemas como la de despreciar los lácteos, que puede conllevar ingestas deficientes de calcio y de yodo“, puntualiza esta endocrina.
En España falta hierro y vitamina D
Para evaluar la alimentación de los españoles está el Estudio Anibes, que elabora la Fundación Española de la Nutrición. El último trabajo referido a este tema se publicó en 2017 y entre las principales aportaciones, este trabajo indica que la ingesta energética media estaba por debajo de las recomendaciones para los diferentes grupos de edad y sexo. Además, el consumo de proteínas y de lípidos (ácidos grasos saturados y poliinsaturados) es más elevado de lo ideal. Por el contrario, el aporte medio a la energía por parte de la fibra está muy por debajo de lo recomendado y los ácidos grasos monoinsaturados e hidratos de carbono no alcanzan los valores óptimos para ningún grupo de edad o sexo.
Este estudio concluye que nos alejamos del patrón de dieta mediterránea, siendo esto más pronunciado en los grupos de población más jóvenes. Para Sari Arponen, doctora en Ciencias Biomédicas, internista y divulgadora, “hay algo que matizar en el tema de los hidratos de carbono insuficientes, según el Estudio Anibes. El problema es que se recomiendan hidratos de carbono entre 45-60% de la ingesta de energía, y la media es del 41%. Si la mayoría fuera verdura, legumbre, fruta, sería genial. Se podría incluso aumentar. Pero vemos que el grupo de cereales y derivados representa la mayor fuente de hidratos de carbono (49%). Esto supone que el tipo de hidratos que más se consumen son los de menor densidad nutricional. Para el grado de actividad física de la mayoría de las personas, eso es mucho”.
“Otro de los problemas en España es que se comen muchos ultraprocesados, casi un tercio de la dieta, en los que hay que incluir bebidas y refrescos. Y otro error español es que se cena muy tarde”, comenta esta especialista finlandesa, residente en la sierra de Madrid. Arponen es cofundadora del Slow Medicine Institute y su afán por divulgar el mundo de la microbiota intestinal la ha hecho popular con libros como ¡Es la microbiota, idiota! (Alienta Editorial, 2021) o El sistema inmunitario por fin sale del armario (Alienta Editorial, 2022).
El cuerpo es capaz de compensar las deficiencias alimentarias durante un tiempo, pero luego llegan los problemas. Según Javier Aranceta, médico especialista en medicina preventiva y salud pública y presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), el organismo tiene sus depósitos de minerales, proteínas y vitaminas, y cuando hay niveles subóptimos, aunque todavía no se produce la enfermedad, el cuerpo deja de funcionar al cien por cien y esto puede provocar fallos metabólicos. Este experto añade que “en España se ha detectado falta de hierro, lo que provoca anemia ferropénica y niveles bajos de vitamina D, en parte por la moda del vegetarianismo. Hace años se hizo un estudio sobre la deficiencia de esta vitamina en Europa y resultó que las mayores carencias las tenía el grupo de gente mayor en Galicia. Esto es producto de no tomar el sol —hay que exponer la piel al sol por periodos cortos y sin protector solar)— y de la fobia a la grasa, que ha desterrado de la dieta productos como la mantequilla”.
A malos suelos, peores alimentos
En el utópico mundo de la dieta perfecta no todo depende de una buena elección. Otro aspecto a tener en cuenta en el valor nutricional de los alimentos es su procedencia, dónde han sido cultivados, en el caso de los vegetales; y también cómo han sido criados, para los animales de consumo humano. Oriol Cabanas, nutricionista y director de Cabanas Nutrición (Barcelona), apunta que “si el suelo está sobreexplotado, tras el cultivo intensivo y los fertilizantes químicos, esto hará que los alimentos que han crecido en él tengan menos nutrientes. Sobre todo magnesio. Lo mismo que ocurre con los pescados de piscifactoría, que presentan menores niveles de omega-3 que los que están en el mar”.
En su afán por hacer negocio y conservar los alimentos, la industria alimentaria también puede alterar las materias primas. “Los ultraprocesados están muy refinados para que no se oxiden y se conserven mejor. Y con el refinado se pierden los minerales y las vitaminas: de esta manera nos queda la parte energética de los alimentos pero perdemos los micronutrientes”, añade Aranceta.
Hay también que tener en cuenta que no todos aprovechamos los alimentos de igual manera. “El envejecimiento dificulta el proceso de la digestión y la asimilación. Pero, además, la edad avanzada se asocia a ingestas poco adecuadas por dificultad para hacer la compra o cocinar y a un menor apetito. Muchos fármacos pueden también interferir con los alimentos o quitar las ganas de comer”, subraya Ballesteros-Pomar. Por otra parte, y según señala Arponen, “la dieta inadecuada; los microplásticos, que ya están en la cadena alimentaria, y los disruptores endocrinos —sustancias químicas capaces de imitar la acción de nuestras hormonas—, presentes en gran cantidad de productos de uso cotidiano, pueden producir un desequilibrio en la microbiota, que hace que asimilemos peor los nutrientes”.
Oriol Cabanas señala que si estos inconvenientes escapan al control de los individuos, no todo está perdido: “El ejercicio físico hace que el cuerpo sea más biodisponible y asimile mejor los alimentos, especialmente los hidratos y las proteínas, que irán al músculo de los deportistas; mientras que las personas sedentarias los acumularán en forma de grasa”.
La desinformación sobre la dieta ideal
Rosa María Ortega Anta, catedrática en el departamento de Nutrición y Ciencia de los alimentos de la Universidad Complutense de Madrid, explica que aunque vivimos en la sociedad de la abundancia y que la disponibilidad de alimentos es la mejor de la historia de la humanidad, se elige mal: “En parte, porque hay mucha desinformación respecto a este tema y porque los conocimientos en nutrición evolucionan a gran velocidad. Por ejemplo, hasta hace poco se decía que no había que tomar muchos huevos —2 o 3 por semana— y ahora se sabe que el huevo es un excelente alimento, que se puede tomar diariamente; aunque muchos siguen con la consigna anterior, porque la mala fama es difícil de borrar en nutrición. Es lo que le ocurre ahora a los lácteos, que están mal vistos”.
Según Arponen, “se siguen manejando conceptos erróneos respecto a la dieta ideal. No hay más que ver esa nefasta pirámide nutricional, que vemos todavía en los libros de texto, con una enorme base llena de féculas y cereales, cuando lo ideal es que la verdura fuera la base de la alimentación”.
Para los expertos, quizás habría que matizar un poco más esa recomendación generalista —“Coma usted de todo”— que muchos médicos de cabecera hacen a sus pacientes. Ortega sugiere que “habría que introducir la figura del nutricionista en la sanidad pública y además ser más precisos con las proporciones. Comer bien es lo mejor que puedes hacer por tu salud, ya está demostrado que comer mal aumenta el riesgo de padecer diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares u osteoporosis”. Aranceta añade que la forma de comer es también importante: “Quienes comen solos comen peor, porque cocinan menos y ponen menos cuidado a la hora de comprar o seleccionar los menús”.
¿La manzana que tomaban nuestros padres o abuelos, alimentaba más que la de hoy en día? “No podemos afirmarlo. La seguridad alimentaria es hoy mejor que la del pasado. Lo que antes no había era esa carga de obesidad que tenemos ahora, porque la comida era de verdad”, comenta Arponen en referencia a los alimentos ultraprocesados y los ingredientes refinados. Hoy en día tenemos la posibilidad de comer muy bien y variado, pero esta experta indica que también a la comida cada vez se le pide más: “Al principio solo se le pedía que nos mantuviera vivos, luego que nos librara de determinadas enfermedades y ahora queremos que nos haga vivir más años, de ahí la moda de los superalimentos”.
Intolerancias alimentarias y alergias: cuáles son sus diferencias y síntomas principales
Las intolerancias son la incapacidad de consumir un alimento sin sufrir efectos adversos sobre la salud. El diagnóstico es clave, para no confundirlas con los problemas digestivos.
Cada vez es más frecuente encontrar a personas que dejan de comer ciertos alimentos porque les sientan mal. Si el episodio se repite con cierta frecuencia, podríamos estar ante una alergia o ante una intolerancia alimentaria. En ocasiones una cosa y la otra se confunden, pero no son lo mismo; son patologías distintas.
Hay una diferencia muy clara entre ambas, que sirve para aclarar todas las dudas. Como explica explica la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), la intolerancia alimentaria no causa anafilaxia y la alergia alimentaria sí.
Alergias o intolerancias
Las alergias se dan por alteraciones en el sistema inmunológico y los síntomas pueden ser problemas digestivos, manifestaciones cutáneas o, incluso, anafilaxia, con dificultad para respirar o mareos, algo que puede ocasionar la muerte. En cambio, las intolerancias son causadas por alteraciones metabólicas que hacen que el intestino no absorba algunos nutrientes. Sus síntomas más frecuentes son la diarrea o cólicos.
Las intolerancias alimentarias afectan a cada persona de forma diferente. Esto es, un alimento que favorece a una persona puede ser perjudicial para otra. Es entonces cuando nos preguntamos si deberíamos hacernos alguna prueba o test para saber qué no debemos comer.
Las intolerancias a los alimentos son la incapacidad de consumir ciertos alimentos o nutrientes sin sufrir efectos adversos sobre la salud. Se pueden deber a dos factores: una causa metabólica, donde hay un déficit de enzimas encargadas del metabolismo en intestino delgado o una causa fisiológica, debido a la hiperpermeabilidad intestinal.
El ejemplo más común es la intolerancia a la lactosa, que es no sólo la insuficiencia de la enzima lactasa que impide la correcta absorción de la lactosa de la leche, sino también a las proteínas de la vaca.
Síntomas de una intolerancia alimenticia
- Dolor de tripa del tipo cólico
- Flatulencias
- Pérdida de peso
- Diarreas o heces ácidas
- Vómitos y náuseas
- Problemas en la piel
- Aparición de acné
El alimento que nadie debe comer hasta cumplir dos años de vida, según la ciencia
Reducir su consumo durante los primeros 1.000 días de vida disminuye el riesgo de padecer enfermedades crónicas en la edad adulta
Las fiestas navideñas están a la vuelta de la esquina y es fácil que a los niños se les antojen los dulces. Sin embargo, los pediatras recomiendan mantenernos firmes. ¿El motivo? Un nuevo estudio científico ha demostrado que comer poco azúcar en los primeros años de vida es muy importante para mantener una buena salud en la edad adulta.
La investigación publicada en la revista Science resalta beneficios significativos para la salud a largo plazo tras reducir la ingesta de azúcar en los primeros 1.000 días de vida. Este periodo, desde la gestación hasta los 2 años, es fundamental para la salud futura. Una dieta inadecuada en esta época se ha relacionado con efectos negativos para la salud durante la edad adulta, así como con enfermedades crónicas como obesidad y diabetes.
El azúcar está en todas partes y tu bebé no lo puede comer
«El azúcar añadido está en todas partes, incluso en alimentos para bebés y niños pequeños», advierte Tadeja Gracner, autora principal del estudio y economista del Centro de Investigación Económica y Social de la Universidad del Sur de California. «A los niños se les bombardea con anuncios de dulces en televisión», continúa. Su estudio demuestra que el papel de los padres y las madres es fundamental para mejorar, pero «no debemos responsabilizar no solo a los padres, sino a las empresas para que reformulen los alimentos infantiles».
Hasta entonces, debemos tener en cuenta los impactantes resultados de este trabajo. Los investigadores afirman en el nuevo estudio que las mujeres embarazadas y lactantes consumen de media más del triple de la cantidad recomendada de azúcar añadido, superando los 80 gramos diarios.
Pero la conclusión más novedosa de la investigación es que reducir el consumo de azúcar en este periodo disminuye el riesgo posterior de diabetes tipo 2 en un 35% y el de hipertensión arterial en un 20%. También se observó un retraso en la aparición de la enfermedad de cuatro y dos años, respectivamente.
Puedes hacer que tu hijo sea un adulto goloso de por vida
El estudio también descubrió que limitar el consumo de azúcar en el útero y en los primeros años de vida puede reducir la «preferencia de por vida» por los dulces, ya que sólo el racionamiento en el útero supone aproximadamente un tercio de la reducción del riesgo.
Durante siglos, el ser humano recurrió a la fruta para saciar sus antojos de dulce y, de paso, obtener vitaminas y minerales. Ahora, el azúcar se ha refinado y concentrado hasta niveles tan altos que la mayoría de la gente prefiere un trozo de tarta de chocolate a un melocotón. Estos elevados índices de consumo afectan rápidamente a nuestro organismo y cambian la forma en la que funciona nuestro metabolismo. Esto puede llevar a desarrollar un grupo de condiciones que lo ponen en riesgo de desarrollar una enfermedad cardiaca y diabetes tipo 2, recortando nuestra esperanza de vida y nuestra longevidad.
En 2019, la OMS pidió eliminar los azúcares de los alimentos para bebés. La razón se encuentra en dos estudios realizados en Europa, que mostraron que «una alta proporción de alimentos infantiles se comercializan incorrectamente como adecuados», a pesar de que muchos de ellos «contienen niveles inapropiadamente altos de azúcar». Esta situación «podría afectar el desarrollo de las preferencias gustativas de los niños al aumentar su gusto por los alimentos más dulces», lo que contribuye a que desarrollen sobrepeso y obesidad.
Entonces, ¿qué deben hacer los padres para asegurarse de que sus bebés e hijos reciben una cantidad segura de azúcar? Según las Directrices dietéticas federales para los estadounidenses 2020-25, cualquier persona de 2 años o más debe limitar su ingesta diaria de azúcar añadido a menos del 10% de sus calorías totales. Por su parte, el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) recomienda que la ingesta de azúcar libre se reduzca y limite a menos del 5% de la ingesta energética para niños y adolescentes (2-18 años).
¿Cuáles son los alimentos más peligrosos para la salud según la ciencia?
En la búsqueda de un estilo de vida saludable, la atención de los expertos se centra en identificar y eliminar los alimentos más perjudiciales para la salud. La Revista Médica Herediana destaca que tanto los ultraprocesados como los alimentos naturales con componentes desencadenantes pueden contribuir a enfermedades crónicas no transmisibles. En este contexto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recalca que el consumo inadecuado de alimentos es un factor de riesgo para condiciones como hipertensión, diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares.
Un estudio publicado en la revista JAMA revela que el elevado consumo de alimentos ultraprocesados está asociado a un mayor riesgo de mortalidad. La frase «que el alimento sea tu medicina» adquiere más relevancia que nunca, enfatizando la importancia de adoptar hábitos alimenticios saludablespara prevenir enfermedades.
Dentro de los alimentos señalados por la ciencia como perjudiciales, se encuentran las gaseosas y bebidas azucaradas. La Revista Chilena de Nutrición destaca su relación con el aumento del sobrepeso y la obesidad, así como el riesgo de diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. La Asociación Americana del Corazón aconseja limitar su consumo a450 calorías por semana. Asimismo, las grasas trans, presentes en productos ultraprocesados, son señaladas como factores de riesgo para eventos cardiovasculares y deterioro cognitivo.
La alta ingesta de azúcar refinada o adicionada también preocupa a los expertos, relacionándose con diversas condiciones como sobrepeso, obesidad, diabetes y enfermedades mentales. La National Academies Press sugiere regular el contenido de azúcar en alimentos procesados, en línea con las nuevas recomendaciones de la OMS que establecen un límite del 5% del valor calórico total. Asimismo, las grasas saturadas, vinculadas al aumento del colesterol y riesgo cardiovascular, son motivo de preocupación según diversos estudios científicos.
El glutamato monosódico (GMS), un potenciador de sabor presente en alimentos procesados, ha sido asociado con obesidad, toxicidad del hígado, diabetes y neurotoxicidad. Investigaciones indican su vinculación con problemas de salud mental, como depresión y esquizofrenia, lo que destaca la necesidad de una mayor regulación en su uso. Por último, ciertos pescados con altos niveles de mercurio, como el tiburón, el atún y el pez espada, plantean riesgos para la salud, especialmente en mujeres embarazadas y niños, según la Asociación Española de Pediatría.
En definitiva, mantener una alimentación saludable implica evitar o reducir el consumo de estos alimentos señalados como los más peligrosos para la salud. La clave está en adoptar hábitos alimenticios conscientes y preferir productos naturales o mínimamente procesados, una elección que se traduce en beneficios a largo plazo para la salud.
La desigualdad agrava la obesidad infantil
El exceso de peso en los menores de familias pobres refleja la creciente brecha económica
Obesidad infantil y desigualdad social están íntimamente unidas, como constatan cada vez más investigaciones. España, el segundo país de la UE con mayor número de menores en riesgo de pobreza o exclusión, es uno de los Veintisiete en los que ambas tasas muestran una correlación más alta. Los datos del estudio Aladino 2023, que elabora el Ministerio de Consumo, señalan que el exceso de peso es más de 17 puntos superior en los niños de familias de rentas bajas (con ingresos brutos anuales inferiores a 18.000 euros) que en los de rentas altas (más de 30.000 euros).
Realizado sobre una muestra de casi 13.000 escolares de seis a nueve años de 296 colegios, el informe ofrece otros datos preocupantes sobre la relación entre la alimentación insana y esa brecha socioeconómica, que ha crecido desde la anterior estadística, previa a la pandemia: el porcentaje de hijos de familias pobres que desayunan cada día algo más que una bebida es 17 puntos más bajo que el de los hijos familias acomodadas. Por contraste, el consumo de refrescos con azúcar más de tres días a la semana por parte de los primeros multiplica casi por nueve el de los segundos. Esas grandes diferencias se reproducen en el caso de las actividades extraescolares y el tiempo de uso de pantallas, indicativos del sedentarismo, de unos y otros.
El exceso de peso ya es una pandemia que afecta a más de mil millones de personas en todo el mundo, es decir, un problema cada vez más grave de salud pública. En el caso de los menores, se puede perpetuar en la edad adulta y abrir paso a dolencias como diabetes, afecciones cardiovasculares, hipertensión o depresión, que tienen un enorme impacto personal y social. Poner el acento de las campañas de prevención en los comportamientos individuales (seguir una dieta saludable y hacer ejercicio) no sirve si el 6,9% de los menores de 18 años (el dato más alto en dos décadas; más de 550.000 niños y adolescentes) no pueden permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días. Cuando resulta más caro comprar alimentos frescos saludables que comida basura, es normal que crezca el consumo de bollería industrial, bebidas azucaradas o alimentos ultraprocesados.
https://elpais.com/opinion/2024-09-28/la-desigualdad-agrava-la-obesidad-infantil.html
¿Por qué el hombre es el único mamífero que sigue tomando leche?
Podríamos empezar considerando la certeza de que, excepto el ser humano, ninguna especie de mamífero sigue tomando leche en la edad adulta ,pero si no nos quedamos sólo con esta visión, sino que miramos más allá, el ser humano no es solamente diferente al resto de mamíferos en este punto, somos diferentes en muchos más aspectos, como el habla, la cultura o el desarrollo cefálico gracias al cual se alcanzó la inteligencia y las habilidades suficientes para cultivar plantas y criar animales en cautividad, dejando de ser poblaciones nómadas y alimentándonos de una forma mucho más variada, lo que facilitó la evolución y aumentó la esperanza de vida.
La tolerancia del consumo de leche es una evolución adaptativa de la especie humana
La digestión de la leche esta regulada, principalmente, por dos factores: la presencia de microorganismos que consumen lactosa –un tipo de azúcar exclusivo de la leche– y la acción de la lactasa. Esta enzima es la responsable de descomponer lactosa en azúcares más sencillos y lograr su absorción hacia la sangre.
No siempre fue así. Estudios arqueológicos y genéticos han determinado que los primeros humanos que consumieron leche no podían digerir la lactosa. Solo pequeñas proporciones de la población tenían esa capacidad hace 8 000 años.
Sin embargo, la asociación cultural de los humanos y los animales productores de leche, aumentó rápidamente la distribución de esta nueva capacidad entre las personas. Así surgió la adaptación intestinal para producir lactasa y digerir de manera permanente la leche, mientras no se interrumpa su consumo. A esta nueva característica se le llama persistencia de la lactasa y está determinada en nuestros genes. Tales mutaciones afectaron a los grupos de humanos que domesticaron animales productores de leche, una ventaja competitiva que se fue heredando por selección natural. Es el caso de las poblaciones del norte y centro de Europa, así como de algunas sociedades del norte de África y Medio Oriente.
En cambio, para las culturas con poca o ninguna relación con animales lecheros resultaba poco útil esta adaptación. Eso explica que en la mayoría de la población asiática, así como en gran parte del continente africano y las culturas nativas americanas, prevalezca la intolerancia a la lactosa.
Es esta capacidad de digestión de la lactosa adquirida por la evolución humana la que hoy en día nos hace poder aprovechar los beneficios de este grupo de alimentos, existiendo hoy en día más de 2.000 millones de personas que son tolerantes a la lactosa. Y, gracias al desarrollo industrial, también el ser humano dispone de leche y derivados sin lactosa como solución para aquellas personas que han perdido la capacidad de digerirla total o parcialmente
Los 3 beneficios de comer queso sobre la salud
El queso es uno de los productos lácteos más consumidos en la dieta mediterránea, lo que ha llevado a que sea objeto de numerosas investigaciones, muchas de las cuales se han centrado específicamente en analizar cómo afecta a la salud comer ciertas variedades de queso.
En esta línea, un informe japonés, que ha estudiado el consumo de queso en 1.200 personas adultas (mayores de 65 años), ha concluido que el consumo de quesos feta y cheddar pueden contribuir a mejorar la memoria y la función cognitiva del cerebro.
Los mejores quesos
La clave para disfrutar todos los beneficios del queso radica principalmente en su calidad, y es importante evitar los que son altamente procesados.
El neurólogo y neurocirujano estadounidense Mill Etienne, por ejemplo, recomienda no elegir opciones envasadas individualmente o quesos para untar, ya que suelen ser productos procesados que pueden incluir aditivos como el diacetilo.
Esta sustancia, usada para intensificar el sabor, podría estar relacionada con el deterioro de la memoria y un mayor riesgo de problemas cerebrovasculares.
Los efectos positivos del queso
Por su parte, el triptófano y la tirosina son los dos aminoácidos responsables del impacto positivo del queso. En el caso del primero, se trata de un impulsor de la serotonina, el neurotransmisor encargado del control de las emociones y el estado de ánimo. Y, el segundo fomenta la producción de dopamina y la sensación de placer.
Sobre los nutrientes, los quesos son ricos en vitamina B12, calcio y fósforo, minerales claves para el funcionamiento correcto del cerebro.
Escuchar al propio cuerpo
Con relación a esto, el doctor Etienne asegura que es muy importante escuchar a nuestro cuerpo: si cuando comemos queso, especialmente aquellos que contienen altos niveles de lactosa, notamos algo extraño en los intestinos, puede ser que estés delante de un tipo de queso que tenga un impacto negativo en tu cerebro.
Referencia: https://www.elperiodico.com/es/ciencia/20241024/ciencia-efectos-comer-queso-cerebro-dv-109561231
Aceite de palma: ¿aliado tecnológico o enemigo de la salud?
Es probable que haya escuchado hablar sobre el aceite de palma en más de una ocasión, casi siempre acompañado de una connotación negativa. Sin embargo, ¿es tan perjudicial como se dice, o parte de su mala reputación proviene de mitos y/o desinformación?
¿Por qué se dice que el aceite de palma es malo?
En los últimos años el uso y consumo de aceites y grasas derivados de la planta de la palma de aceite ha causado gran controversia, dado que su alto contenido en ácidos grasos saturados (especialmente ácido palmítico) lo hace difícilmente recomendable desde un punto de vista nutricional.
La capacidad del ácido palmítico para aumentar los niveles circulantes de colesterol LDL (lipoproteína de baja densidad, popularmente conocido como “colesterol malo”) es bien sabida. Dada la relación existente entre niveles aumentados de colesterol LDL y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, las recomendaciones dietéticas sugieren reducir o limitar la ingesta de ácidos grasos de la dieta, incluido el ácido palmítico.
También es necesario recalcar la detección de glicidol, 3-monocloropropano-1,2-diol (3-MCPD) y sus ésteres en el aceite de palma refinado, compuestos que resultan tóxicos y para los cuales las autoridades ya han implantado medidas con el fin de reducir su contenido. Cabe recordar que estos compuestos se pueden generar durante el proceso de refinado de cualquier aceite vegetal a temperaturas excesivas (no sólo en el procesado del aceite de palma).
En conclusión, parece que a día de hoy las ventajas que puede aportar el aceite de palma por sus propiedades tecnológicas no son suficientes para contrarrestar los efectos que puede tener sobre la salud. Por ello, es necesario recalcar la importancia y suerte que tienen países mediterráneos como España de contar con el aceite de oliva virgen extra, que representa una opción mucho más interesante a nivel nutricional por ser rico en ácido oleico y en compuestos fenólicos únicos. Estos son potentes agentes bioactivos antioxidantes que no están presentes en otros aceites y grasas, cuyo consumo se ha relacionado con numerosos beneficios para la salud.
Referencia: https://theconversation.com/aceite-de-palma-aliado-tecnologico-o-enemigo-de-la-salud-241729