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El poder (¿y el peligro?) del color como ingrediente: «Es un atractivo visual»
«Trucos publicitarios, colorantes derivados del petróleo, alertas de efectos negativos sobre la salud… El universo de los colores alimenticios (añadidos) es tan curioso como polémico. ¿Qué hay de verdad en las tonalidades de lo que comemos?»
Dicen que, en ocasiones, el sentido de la vista estimula nuestro apetito. Quizás esto responda a la cuestión sobre por qué se añade color a la comida. Existen alimentos como las frutas y las verduras que ya poseen una buena carga de color y eso no las convierte necesariamente en el plato más deseado del menú. Pero lo cierto es que, en otros productos, el detalle colorístico puede marcar la diferencia entre consumirlos o evitarlos.
Pensemos, por ejemplo, en un yogur de sabor fresa que es de color blanco. Ése sería su color natural si no añadiésemos colorantes pero, por más que seamos conscientes de ese hecho, nosotros como consumidores esperamos que ese yogur tenga un tono rosado. Y esa falta de concordancia entre lo percibido y lo esperado puede provocar rechazo.
El ejemplo extremo de ese caso lo recogió Oliver Sacks en su libro Un antropólogo en Marte. El protagonista de una de sus historias, el señor I., es un artista que sufre de acromatopsia cerebral como consecuencia de un accidente de tráfico. Eso significa que ha dejado no sólo de percibir los colores sino también de reconocerlos. En su cerebro todo se ha vuelto blanco y negro, y por más que intenta tirar de memoria no consigue evocar de nuevo toda la paleta de colores de la naturaleza.
Eso afecta a su trabajo, pero también a su vida cotidiana: la comida de repente ya no resulta tan apetecible. Los tomates se han vuelto negros, las verduras han adoptado tonalidades grisáceas… Al cabo del tiempo opta por adaptar su dieta a su nueva escala de (no) color, porque le resulta prioritario que la imagen concuerde con el alimento. Así, destierra los yogures de frutas y se pasa a los naturales, olvida las aceitunas verdes y comienza a consumir las negras.
Existen muchos estudios que analizan esta discordancia entre lo percibido y lo esperado, experimentos en los que se han modificado los colores de bebidas de frutas para hacer que, por ejemplo, una bebida de cereza de color anaranjada fuese descrita como «de sabor de naranja», o que apenas un 20% pudiese identificar una bebida de naranja (esta vez sí) bajo una luz tenue pero sin embargo no tuviesen problemas para reconocer una bebida de uva (de color oscuro) bajo esa misma luz.
El color puede por tanto marcar una importante diferencia, y por eso a veces es un proceso en el que se interviene de forma directa. «Legalmente está aceptado utilizar colorantes para devolver el color original a un alimento cuando su color natural se ha visto afectado por el proceso de elaboración», explica Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos y docente de la Universidad Isabel I. «También se reconoce como una de las funciones aumentar el atractivo visual de los alimentos y para dar color a los que de otra forma serían incoloros, como las bebidas de cola (que serían blancas) y otros refrescos que tendrían un color muy muy matizado».
No es algo nuevo, antes de que existiesen los foodies, Instagram o incluso la fotografía en color, la comida ya nos entraba por los ojos. No en vano algunos de los colorantes que aún se emplean hoy en día se remontan nada más y nada menos que a la antigua Roma, en la que el azafrán ya era un condimento habitual.
Con el tiempo hemos aprendido nuevas técnicas para aumentar la paleta de colores (el azul es un color complicado de replicar, tanto en el arte como en la comida), pero también hemos aprendido a ser rigurosos en el proceso. «Los aditivos no se pueden usar de forma libre», incide Beatriz Robles, «tienen que estar incluidos en una lista positiva, lo que hace que tengan que estar autorizados para utilizarse».
En Europa estas autorizaciones sólo se dan por parte de la Comisión Europea (CE) una vez que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha evaluado toda la evidencia científica que hay alrededor de la seguridad de ese aditivo. «Y esa autorización no es permanente», afirma Robles, «sino que se reevalúa en base a nuevas evidencias científicas que vayan apareciendo para tener esa garantía de seguridad». Como muestra, en 2022 la EFSA decidió retirar el permiso al dióxido de titanio (E171) para su uso en alimentos.
Como ejemplo, esta semana la EFSA y la CE avisaban de la retirada de ocho aromas de humo una vez evualuada su genotoxicidad (la capacidad de estas sustancias químicas de dañar el material genético de las células). Estos aditivos se usan como alternativa al proceso de ahumado tradicional en carnes, pescados, quesos, sopas, salsas, bebidas, helados y dulces
El listado de colorantes permitidos hoy en día es mucho más breve que el que circulaba hace años, y eso es porque la seguridad se evalúa (y reevalúa) con rigor. Pero también entran en juego otros criterios no tan científicos, y es que al final es un mercado sensible y de igual forma que el color se emplea con fines estéticos es la misma apariencia la que puede llevar a tomar algunas decisiones más controvertidas.
https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2024/08/04/66ae6282fdddffd71b8b45ab.html
Asturias trabaja en los cultivos del futuro, un campo verde y digital
El Principado ha desarrollado una red de ‘granjas demo’, donde investigadores, productores y empresas pueden ensayar la aplicación de las nuevas tecnologías al campo.
Asturias trabaja en un nuevo modelo de agricultura y ganadería que contribuya a combatir el cambio climático y a mejorar el desarrollo rural. La clave de la modernización del sector pasa por el desarrollo de proyectos singulares que buscan un sector agroalimentario innovador, eficiente y sostenible. Un campo verde y digital que se apoyan en las nuevas tecnologías de conectividad y en la inteligencia artificial.
Para este giro hacia la digitalización del campo asturiano, el Principado ha desarrollado una red de “granjas demo”, donde investigadores, productores y empresas pueden ensayar la aplicación de las nuevas tecnologías al campo. En estos equipamientos del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) se realizan ensayos en vivo en el ámbito de producciones sostenibles, economía circular, adaptación al cambio climático, reducción de emisiones y mantenimiento de la biodiversidad, promoviendo la integración de la bioeconomía en la cadena de valor agroalimentaria.
Son seis granjas experimentales en el medio rural, repartidas en distintos puntos de la geografía asturiana, donde el Serida tiene sedes, representan distintas condiciones climáticas y diferentes ecosistemas y ocupan una superficie total de 400 hectáreas a disposición de la I+D+i agroalimentaria.
Cuentan con fincas y rebaños, y se complementan con invernaderos, cámaras de cultivo y laboratorios dotados de equipamientos científico-técnicos avanzados. En estas granjas demo se estudian y ensayan proyectos relacionados con genética vegetal, calidad de la carne, cultivos microbianos, robots y sensores para optimizar el control de los cultivos y el manejo del ganado, y para estudiar el impacto del sector en el efecto invernadero y cómo contribuir a combatir el cambio climático.
Entre otras acciones, por ejemplo, se desarrolla investigación relacionada con suplementos alimenticios para el ganado lechero, con el fin de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar el bienestar animal, y se llevan a cabo varios estudios enfocados en la conservación de los recursos genéticos de especies domésticas autóctonas.
Entre las propuestas que se plantean, figuran estrategias para mejorar la salud del suelo y el estudio de la adaptación al cambio climático de los cultivos característicos de la comunidad, como el manzano o la faba, mediante el desarrollo de nuevas variedades, portainjertos y técnicas de cultivo adecuadas, ámbitos en los que el Serida tiene amplia experiencia.
Estas bacterias intestinales controlan la alimentación de sus huéspedes
¿Somos lo que comemos? Científicos descubren que las bacterias intestinales pueden modificar los hábitos alimentarios de los nematodos a través de su influencia en la actividad neural
Editor y periodista especializado en ciencia y naturaleza
Actualizado a 22 de junio de 2020, 12:47
Son diminutas, pero sin embargo, las bacterias intestinales pueden desempeñar un papel descomunal no solo en la salud digestiva del su huésped, sino también en su bienestar general. Esta es solo una de las conclusiones que se desprenden de un nuevo estudio titulado Modulation of olfactory behavior by a gut bacteria-produced neurotransmitter publicado en la revista Nature esta semana y en el cual se ahonda en el papel de las bacterias intestinales a la hora de modificar el comportamiento, influyendo en sus decisiones culinarias, de un nematodo conocido como Caenorhabditis Elegans.
«Estas bacterias intestinales literalmente hacen que su especie sea más sabrosa para el animal»
«Seguimos encontrando papeles sorprendentes para las bacterias intestinales que van más allá del estómago», afirma Robert Riddle, director del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares -NINDS- del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos- NIH- que financió el estudio. «En este caso, las bacterias intestinales están influyendo en la forma en que el animal percibe su entorno y hacen que se mueva hacia una fuente externa de la misma bacteria. Estas bacterias intestinales literalmente hacen que su especie sea más sabrosa para el animal».
Michael O’Donnell, neurobiólogo de la Universidad de Brandeis y su equipo, querían saber ver si era posible que las bacterias intestinales controlaran el comportamiento de un animal huésped, por lo que se aventuraron a estudiar los efectos de las bacterias Providencia alcalifaciens -JUb39– i¡sobre gusanos de C. elegans, un nematodo ampliamente usado en investigación.
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Las bacterias son el alimento principal para estos nematodos, por lo que para averiguarlo, los investigadores midieron cómo los gusanos alimentados con diferentes cepas de bacterias reaccionaban al octanol, una molécula de alcohol secretada por algunas bacterias y que los gusanos normalmente evitan cuando está presente en altas concentraciones.
O’Donnell y sus colegas descubrieron que los gusanos cultivados junto a JUb39 presentaban menos probabilidades de evitar el octanol en comparación con los animales cultivados en otras bacterias. Curiosamente, descubrieron que las bacterias vivas JUb39 estaban presentes en el intestino de los gusanos que se movían hacia el octanol, lo que sugiere que el comportamiento puede estar determinado en parte por una sustancia producida por estas bacterias.
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A raiz de ello, los investigadores se propusieron saber cómo las bacterias ejercen control sobre los nematodos. «Pudimos conectar los puntos y determinar la vía completa que podría estar involucrada en este proceso», explica O’Donnell, quién está especializado en la relaciones entre microbios y sus hospedadores.
La tiranía de la tiramida
Según los investigadores, la tiramina es un compuesto orgánico del cerebro que puede desempeñar un papel importante en esta respuesta. En los gusanos, la tiramina se transforma en la octopamina, la cual se dirige a un receptor en las neuronas sensoriales que controla el comportamiento de evitación. Así, resultados del estudio sugirieren que la tiramina producida por bacterias aumentó los niveles de octopamina, lo que hizo que los gusanos fueran más tolerantes al octanol al suprimir su evasión.
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En un experimento inverso, los investigadores descubrieron que gusanos genéticamente modificados para no producir tiramina tampoco evitaron el octanol cuando fueron cultivados junto a JUb39. Esto sugiere que la tiramina producida por la bacteria puede ser capaz de compensar la tiramina endógena creada por los gusanos.
Otros experimentos adicionales demostraron de la misma manera que los gusanos cultivados en JUb39 preferían comer ese tipo de bacterias en lugar de otras fuentes de alimentos bacterianos, y la tiramina producida por la bacteria también fue necesaria para esta decisión. «De esta manera, las bacterias pueden tomar el control del proceso de toma de decisiones sensoriales del animal huésped, lo que afecta a sus respuestas a los olores y puede influir en la elección de los alimentos«, explica Piali Senguptaprofesora de biología en la Universidad de Brandeis y coautora del artículo.
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Estudios futuros identificarán sustancias químicas cerebrales adicionales producidas por bacterias que pueden estar involucradas en el cambio de otros comportamientos en gusanos, explican los autores. Se desconoce si combinaciones específicas de cepas bacterianas presentes en el intestino podrían dar como resultado diferentes respuestas a las señales ambientales. Y aunque los gusanos y los mamíferos comparten muchos genes y procesos bioquímicos, los autores también desconocen si existen mecanismos que puedan actuar de igual manera en los organismos superiores. Seguramente, este sea el gran horizonte que el equipo de O`Donnel espera alcanzar algún día.
La ciencia de hacer mayonesa
La mayonesa casera, reina de las salsas y el unte sin fin, vive amedrentada. Sufre en silencio la tiranía de las salsas de bote, ésas que prometen menos calorías, más ligereza y en un cruel ejercicio de ironía, “estilo casero”. La alargada sombra de la salmonelosis planea sobre la mayonesa –o mahonesa, para reivindicar su origen menorquín– desde hace décadas y, empujados por el miedo, hemos descartado su elaboración casera para embobarnos con sus versiones industriales.
El fantasma de la mahonesa cortada ha colaborado también en esta especie de leyenda negra salsera. Que si no me sale bien, que si malgasto aceite y huevos, que si sabe muy fuerte o muy suave y cuarenta mil excusas más. Para conseguir una mayonesa perfecta tan sólo hay que seguir los pasos que daba tu abuela, que sin saber ni pizca de ciencia lograba el milagro de juntar en una sola crema untuosa huevos, aceite y vinagre. Si no tienes abuela o quieres entender por fin cómo funciona esta fusión molecular y por qué porras a ti se te corta siempre, aquí viene la explicación.
Igual que en el caso de la salsa holandesa o de la vinagreta, la mahonesa es también una emulsión de grasa (aceite) y agua (ácido de vinagre o limón). Para que estos dos enemigos acérrimos se den la mano hace falta un elemento emulsionante que los atraiga entre sí e impida que se repelan. En una emulsión los dos componentes principales no se disuelven entre sí, sino que conservan la incompatibilidad de sus moléculas a pesar de forma parte de un todo aparentemente unido. En una emulsión de aceite en agua como es la mahonesa, diminutas gotitas de grasa se dispersan dentro de un líquido o fase continua.
En nuestro caso, el aceite es el contenido y el agua (léase vinagre o limón) el recipiente. Las gotas de grasa, por mucho que las batas y las rompas, tienden a juntarse de nuevo entre sí, creando dos capas separadas de aceite por un lado y agua por otro. Para que se amiguen necesitamos un emulsionante, un enlace que tiene que tener algo de ambos mundos para tender una mano al aceite y otra al agua: sus moléculas son parcialmente solubles en los dos líquidos. El agente emulsionante recubre la superficie de la fase dispersa (aceite), aislándole de su enemigo mortal (agua) y todos tan contentos.
La yema de huevo es una emulsión natural, y como tal está llena de partículas emulsionantes, así que es idónea para unir la mahonesa en un matrimonio perfecto. En concreto los componentes del huevo que hacen posible esta unión son el LDL y el HDL, o lo que solemos llamar colesterol “malo” y “bueno”. Expuesta a la acción de la sal, la yema se descompone en estas partículas y en una proteína también emulsionante llamada fosvitina. Ahí tenemos el primero de los factores que puede desembocar en desastre a la hora de hacer mahonesa, no poner sal.
Para que juegue correctamente su papel, la yema de huevo tiene que estar cruda y templada. Si está cocida, sirve para espesar pero no tanto para emulsionar, porque sus proteínas están coaguladas. Si está fría, tampoco hará un buen papel porque sus moléculas se mueven lentamente y no recubren uniformemente las gotas de aceite. He aquí otro error de los gordos, causa de la mayoría de debacles mayoneseras: si guardas los huevos en la nevera es muy probable que al juntarlos con el aceite a temperatura ambiente se te corte la mezcla. Mal. Usa siempre un huevo a temperatura ambiente.
¿Pongo el huevo entero o sólo la yema?
Aunque la clara tiene escasa fuerza emulsionante, aporta un alto porcentaje de agua y proteínas viscosas que sirven de estabilizadores, así que viene bien echarla. En caso contrario, y porque a mucha gente le parece más purista la versión solo con yemas, es recomendable usar dos de éstas para sustituir a un huevo entero. En cuestión de proporciones no es tan importante la cantidad de huevo sino de vinagre o zumo de limón.
¿Aceite de oliva o de girasol?
En cuanto a las propiedades físicas de la mahonesa, da igual uno que otro, así que dejaros aconsejar por vuestro paladar. Es necesaria una cantidad importante de aceite, así que si usáis únicamente oliva puede tener un sabor fuerte.
¿Vinagre o zumo de limón?
Sus características son similares, así que del mismo modo que con el aceite, elegid el que más os guste.
¿Que hago si a pesar de todo se me corta?
Es posible que a causa de algún desastre natural o por la acción del frío de la nevera, se corte la salsa y se separe cierta cantidad de aceite. Si ocurre esto con una mahonesa ya hecha, se puede recuperar simplemente batiendo, integrando a la fuerza la fase dispersa otra vez en la continua con ayuda de la batidora. Si el cataclismo ocurre mientras la estábamos haciendo, lo mejor (y que funciona siempre) es batir un poco de la mahonesa cortada con una yema de huevo a temperatura ambiente e ir incorporando poco a poco el resto de la salsa malograda.
https://elpais.com/gastronomia/recetas/2016/06/30/receta/1467272904_066484.html
Los dos alimentos clave para vivir 100 años, según un famoso investigador
El investigador y escritor Dan Buettner, conocido popularmente como ‘el sabio de la longevidad’, lleva años investigando las conocidas como ‘zonas azules’. Es decir, los lugares del mundo donde se encuentran las personas más longevas que superan los 100 años de edad. En estas regiones, que fueron identificadas por los científicos y demógrafos, se han encontrado características específicas que dan lugar a una alta incidencia de casos de longevidad. La más cercana a España es la isla de Cerdeña, donde se utilizó por primera vez esta denominación de la mano de unos demógrafos que investigaron a los centenarios de Cerdeña.
En estas ‘zonas azules’ se han descubierto patrones alimenticios y estilos de vida que parecen ser la clave para una longevidad extraordinaria. Por lo que de ellas se pueden rescatar valiosas lecciones para quienes desean prolongar sus años. Y, en este sentido, se han seleccionado alimentos que pueden esconder la clave de la longevidad, según Buettner, como las alubias negras o frijoles y las nueces.
De hecho, Dan Buettner, que es conocido también por su documental en Netflix ‘Vivir 100 años: Los secretos de las zonas azules’, ha identificado, después de sus años de investigación, estos dos alimentos como determinantes para alargar la esperanza de vida.
El consumo regular de alubias negras o frijoles, según el investigador Buettner, está relacionado con la longevidad. Además, un estudio centrado en Japón, Suecia, Grecia y Australia ha demostrado que aquellas personas que más consumen esta legumbre tenían un 7% menos de riesgo de morir por cada 20 gramos que ingerían.
Y es que, las alubias negras tienen una alta concentración de fibra y proteínas, por lo que se ayuda a reducir la inflamación del tracto digestivo. Por otro lado, la sensación de saciedad que otorgan puede prevenir el sobrepeso, un factor de riesgo en enfermedades crónicas como las cardíacas.
Por otro lado, el consumo regular de alubias negras puede contribuir a la reducción de los niveles de colesterol LDL (colesterol ‘malo’) y triglicéridos en la sangre, gracias a su contenido en fibra soluble y antioxidantes. Estos efectos ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares y a mantener la salud del corazón.
Por otro lado, el alto contenido en minerales de como el calcio, magnesio y fósforo, hace que los frijoles sean beneficiosas para mantener huesos fuertes y prevenir enfermedades óseas como la osteoporosis.
Por otro lado, las nueces, especialmente las de nogal son ricas en ácidos grasos Omega-3 y ácido linoleico, nutrientes que han demostrado tener efectos cardioprotectores y benefician a la longevidad de una persona.
Hay que destacar la multitud de beneficios que tienen las nueces. En un estudio realizado a más de 3.000 personas por el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de los Institutos Nacionales de la Salud en Estado Unidos se observó que en comparación con los no consumidores, el consumo de nueces se asocia con menor riesgo de enfermedades cardiovasculares (ECV).
La nuez también es fuente de hierro, zinc, potasio, selenio, fósforo o magnesio, y vitaminas B1, B3 (niacina), folatos y vitamina B6. Así que su consumo diario o el incluirla en la dieta tiene muchos beneficios para la salud. Según los especialistas de la Clínica Mayo, contribuye a mantener una dieta cardiosaludable.
FUENTE:
Los dos alimentos clave para vivir 100 años, según un famoso investigador (msn.com)
¿Por qué la leche calma la sensación del picante?
Las habladurías populares, y la propia experiencia de cada uno, confirman que, en casos en los que has comido algo muy picante y sientes que tu boca está ardiendo, el mejor remedio no es tomar agua: la sensación que deja en la boca es mucho peor que antes de haberla ingerido. Lo ideal, de hecho, es la leche, y la explicación está, ni más ni menos, que en una combinación de los receptores que hay en tu boca, una sustancia llamada capsaicina y la grasa.
Los alimentos que ingieres están llenos de diferentes elementos y sustancias químicas responsables de su sabor. Estas, al llegar a la boca, se disuelven en la saliva transportándose por toda la boca y alcanzando determinados receptores localizados en las papilas gustativas de la lengua y del paladar. Al contacto con ellas, los receptores se encargan de enviar una señal al cerebro, proporcionando una sensación identificativa del alimento a ingerir.
Pero los receptores pueden ser de muchos tipos y sólo la combinación de todos ellos es la que da la sensación del sabor al completo. Curiosamente, los receptores de dolor son los protagonistas cuando hablamos de la sensación de ardor debido al picante. Este tipo se encarga de, por ejemplo, detectar los alimentos que están muy calientes y enviar una fuerte sensación de dolor antes de que se produzca la quemadura, tratando de evitar los daños en la boca.
Así, existen ciertas sustancias que son capaces de interactuar con esas fibras de dolor y activarlas, pero conseguir la emisión de otro tipo de respuesta: una que no es dolorosa ni desagradable. Una de esas sustancias es la capsaicina, y esa característica y singular sensación es la del picante. Se trata de un elemento presente en todo tipo de pimientos picantes, como por ejemplo las guindillas, los chiles o los pimientos de Padrón.
La capsaicina es capaz de activar un tipo de receptores del dolor llamados TRPV1 (Transient Receptor Potencial Channel 1), que envían una sensación de ardor y calor agradable a las neuronas del dolor, activándolas.
Pero desde luego, la característica más importante de la capsaicina es que se trata de una sustancia de naturaleza lipofílica, es decir, que no se puede disolver en agua y sí en líquidos oleosos. De hecho, si tras la ingesta de picante, cuando la capsaicina está acumulada en determinadas zonas de esos receptores, se ingiere un líquido que no la diluye, cabe la posibilidad de que simplemente la transporte por el resto de la boca, llegando a lugares nuevos y aumentando la desagradable sensación.
Por lo tanto, para la eliminación de la capsaicina de la boca es necesaria la ingesta de un líquido que la diluya por completo. Y aquí es donde entra en juego la leche: la capsaicina es capaz de diluirse en la parte más grasa de la leche, desprendiéndose de esta forma de los receptores.
El consumo moderado de café podría protegerte contra muchas enfermedades cardiometabólicas
El consumo moderado de café ha sido asociado con diversos beneficios para la salud. Cada vez más estudios sugieren que el café puede reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson debido a su contenido en antioxidantes y compuestos antiinflamatorios. Además, la cafeína mejora la función cognitiva a corto plazo, aumentando la concentración y el estado de alerta.
Ahora, una investigación reciente ha revelado que el consumo regular de café o cafeína, también podría ejercer un efecto protector frente al desarrollo de varias enfermedades cardiometabólicas. Estas enfermedades, que incluyen condiciones graves como la diabetes tipo 2, las enfermedades cardíacas coronarias y los derrames cerebrales, son una creciente preocupación en la salud pública mundial.
El concepto de multimorbilidad cardiometabólica (CM, por sus siglas en inglés) se refiere a la coexistencia de al menos dos de estas enfermedades en un individuo. Los investigadores hallaron que aquellos que consumían cantidades moderadas de café o cafeína, es decir, tres tazas de café al día o entre 200 y 300 mg de cafeína, presentaban un riesgo significativamente menor de desarrollar estas condiciones. El estudio, dirigido por Chaofu Ke, de la Universidad de Soochow, en China, reveló que el consumo de café podría jugar un papel clave en la prevención y evolución de la CM en todas sus fases.
El análisis se basó en los datos del UK Biobank, un extenso estudio que incluye a más de 500.000 participantes. De este grupo, se seleccionaron más de 172.000 personas sin enfermedades cardiometabólicas al inicio de la investigación. Durante el seguimiento, aquellos que consumían cantidades moderadas de cafeína mostraron una reducción del riesgo de desarrollar CM entre un 40.7% y un 48.1%, en comparación con quienes ingerían menos de 100 mg diarios de cafeína o no consumían café. Este efecto protector fue evidente tanto en la prevención inicial como en la progresión de la enfermedad.
Los participantes fueron monitorizados a través de datos de atención médica primaria, informes hospitalarios y registros de defunciones vinculados al UK Biobank.
El estudio no solo subraya el beneficio del consumo de café en términos de salud cardiovascular, sino que también plantea la posibilidad de incorporarlo como una recomendación dietética preventiva para la población sana.
Cómo una buena alimentación cuida tu salud mental
Para nadie es desconocido que comer sano trae múltiples beneficios para el estado físico. Pero la relación entre una nutrición adecuada y la salud mental no resulta tan obvia, en circunstancias de que una buena alimentación sí es muy importante y está estrechamente ligada a muchos procesos cerebrales.
Sucede que el cerebro humano tiene una exigencia energética muy alta y requerimientos nutricionales bien definidos. “Un buen estado nutricional es muy importante para la salud mental y para el mantenimiento de las conexiones cerebrales a fin de que las neuronas se mantengan sanas, protegidas y en equilibrio”, señala Jaime Silva, sicólogo del Programa Vivir Liviano de Clínica Alemana.
La explicación radica en que la alimentación genera una serie de procesos fisiológicos que están relacionados con los centros del cerebro. “Si hay carencia de esos neurotransmisores se podría tener, por ejemplo, problemas de regulación afectiva. La elección de lo que uno come no es trivial ni da lo mismo”, agrega el sicólogo.
El factor dieta en el tratamiento de la depresión
Una dieta balanceada está directamente relacionada con menos índices depresivos, y si bien no cura por sí solo este trastorno de salud mental “se ha comprobado que es un factor que incide en el tratamiento”, aclara el especialista. Y agrega: “comúnmente, los pacientes con depresión presentan falta de triptófano, un aminoácido que no produce el organismo, y que se encuentra en alimentos como el chocolate, carnes magras, huevos y almendras”.
Y no solo se trata de lo que se consume, aquí también es importante ordenar los horarios de las comidas y tener buenos hábitos en otros sentidos, como hacer ejercicio y mantener horas ordenadas y reparadoras de sueño. Todos estos factores son importantes para el cuidado de la salud mental y deben comenzar desde la más temprana infancia.
En concreto, tener una dieta saludable –como la Mediterránea-, consumir alimentos integrales, con ácidos grasos Omega-3 y antioxidantes, reducen el riesgo de depresión.
Por el contrario, el consumo de ácidos grasos trans, de comida rápida -que desplaza la ingesta de otros alimentos más nutritivos-, las dietas restrictivas o los productos de bollería industrial -como dulces y galletas-, se asocian a un mayor riesgo de enfermedades mentales o bajos estados de ánimo.
Dieta Mediterránea
- Consumir carnes blancas en mayor proporción que carnes rojas, principalmente, pescados por su elevado contenido en Omega 3.
- Comer a diario frutas y verduras de distintos tipos, que se caracterizan por su contenido en vitaminas, antioxidantes y fibra.
- Preferir cereales integrales por su aporte en cuanto a fibra.
- Consumir lácteos descremados, ya que contienen menos grasa saturada y colesterol.
- Ingerir grasa saludable como el aceite de oliva o canola. La palta también es un alimento con características muy similares a estos aceites.
- Limitar consumo de azúcares refinados (bebidas, pastelería) y alimentos ricos en grasas saturadas y colesterol (frituras, mantequilla, snacks).
- Si se bebe vino, que sea con moderación (1-2 copas/día).
La higiene de sueño como factor saludable
Complementariamente, un sueño reparador también tiene incidencia en la salud mental. Para ello el Centro del Sueño de Clínica Alemana recomienda realizar lo siguiente:
- Mantener horarios regulares y ordenados para como comer y dormir.
- Reservar el dormitorio solo para el reposo y la intimidad.
- Evitar la cafeína en la tarde, especialmente si se sufre de insomnio.
- Restringir el consumo de alcohol.
- No fumar.
- Hacer ejercicio de forma regular (evitar practicarlo muy tarde porque acelera el metabolismo, lo que perjudica la calidad del sueño).
- Desconectarse de las preocupaciones diarias.
- Usar ropa adecuada para dormir.
- Limitar el uso de aparatos electrónicos en la noche (televisión, celular, tablet, otros).
Los humanos podríamos distinguir hasta 10 sabores
Científicos están buscando nuevas funciones de las papilas gustativas. De momento, la investigación ha sido muy fructífera, ya que han encontrado papilas especializadas en detectar el contenido graso de los alimentos. Es por esto que graso podría considerarse como el sexto sabor y hay sospechas de 3 sabores más: alcalino, metálico y aguado.
De acabar incluyéndose, el repertorio de sabores que pueden detectar los seres humanos ascendería a 9, lo que proporciona muchos más matices que los 5 tradicionales.
El «décimo sabor» sería el picante, que en realidad no puede considerarse un sabor como tal porque no lo detectan las papilas gustativas, sino los detectores de calor y de tacto. Ante la presencia del picante, los detectores mandan una señal de alarma, como si se estuviese produciendo una quemadura. Lejos de disuadirnos, muchas culturas han adoptado esta sensación dolorosa en su gastronomía.
¿Cuáles son los mejores alimentos para el TDAH?
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- Plan de alimentación para niños
- Plan de alimentación para adultos
- Resumen
Si bien no existe una dieta definitiva para el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, muchas fuentes afirman que ciertas dietas, alimentos y planes de alimentación pueden ayudar a reducir los síntomas.
Varios alimentos pueden afectar los niveles de energía y concentración. Por lo tanto, ciertas opciones pueden ser mejores para las personas con trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Algunas investigaciones sugieren que seguir dietas específicas, como las dietas de eliminación, la dieta de pocos Alimentos y la dieta mediterránea, podría desempeñar un papel en el manejo del trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
En este artículo, primero daremos un vistazo a los alimentos específicos que podrían mejorar o empeorar los síntomas del trastorno de déficit de atención e hiperactividad. Luego, exploraremos lo que dice la investigación sobre dietas específicas para el trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Los mejores alimentos para el trastorno de déficit de atención e hiperactividad
Ciertos alimentos son mejores para mantener estables los niveles de energía y azúcar en sangre, y mejorar la concentración. Estos alimentos pueden beneficiar especialmente a las personas con trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Lo siguiente puede ser particularmente útil:
Alimentos ricos en proteínas
La proteína es esencial para la salud del cerebro, y juega un papel clave en la producción de químicos cerebrales llamados neurotransmisores.
Incluir proteínas en una comida también previene los picos en los niveles de glucosa en sangre. Algunas personas sugieren que estos picos aumentan la hiperactividad.
Algunos alimentos ricos en proteínas incluyen:
- carnes y productos avícolas
- pescados y mariscos
- frijoles y lentejas
- huevos
- nueces
Carbohidratos complejos
Al igual que las proteínas, los carbohidratos complejos pueden ayudar a prevenir los picos de azúcar en la sangre.
Comer este tipo de carbohidratos también hace que la persona se sienta más llena por más tiempo, lo que puede evitar que coma alimentos ricos en azúcar.
Además, cuando las personas comen estos alimentos antes de acostarse, pueden fomentar un mejor sueño.
Los siguientes alimentos contienen carbohidratos complejos:
- frutas
- vegetales
- pan y pasta integral
- arroz integral
- frijoles y lentejas
Vitaminas y minerales
Algunos estudios relacionan el trastorno de déficit de atención e hiperactividad con niveles bajos de ciertos micronutrientes, incluyendo hierro, magnesio, zinc, vitamina B6 y vitamina D.
Sin embargo, no está claro si estos niveles más bajos conducen al desarrollo de trastorno de déficit de atención e hiperactividad y si consumir más de estos nutrientes puede mejorar los síntomas.
No obstante, todos son nutrientes esenciales en la dieta, por lo que es poco probable que comer más alimentos que los contengan cause daño.
Puedes encontrar estos nutrientes en los siguientes alimentos:
- hierro: carne de res, hígado, frijoles y tofu
- zinc: carne, mariscos, frijoles y nueces
- magnesio: semillas de calabaza, almendras, espinacas y maní
- vitamina B6: huevos, pescado, maní y papas
- vitamina D: pescado graso, hígado de res, yemas de huevo y alimentos fortificados
Ácidos grasos Omega-3
Los ácidos grasos omega-3 son grasas esenciales que deben obtenerse de la dieta. Juegan un papel en la salud del corazón y del cerebro.
Los niños con trastorno de déficit de atención e hiperactividad pueden tener niveles reducidos de grasas omega-3. Algunas investigaciones sugieren que consumir más omega-3 puede ayudar a mejorar modestamente los síntomas.
Según una entrevista realizada por un grupo de organizaciones sin fines de lucro llamado Understood.org, los omega-3 pueden mejorar la atención, el enfoque, la motivación y la memoria de trabajo en niños con trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Sin embargo, advierten que es necesaria más investigación y que los ácidos grasos omega-3 no son un sustituto de los medicamentos para el trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Algunas fuentes de ácidos grasos omega-3 incluyen:
- pescados grasos, como salmón y atún
- nueces
- semillas de chía
- semillas de lino
Alimentos que debes limitar o evitar
Los adultos y los niños con trastorno de déficit de atención e hiperactividad pueden sentirse mejor si limitan o evitan lo siguiente:
Azúcar
Comer alimentos azucarados puede provocar picos y caídas de glucosa en sangre, lo que puede afectar los niveles de energía. Algunos cuidadores reportan un vínculo entre el consumo de azúcar y la hiperactividad en niños con trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Si bien algunos estudios indican un vínculo entre el alto consumo de azúcar y bebidas endulzadas con una mayor prevalencia de diagnóstico de trastorno de déficit de atención e hiperactividad, otras investigaciones no encuentran la conexión.
Incluso si no mejora los síntomas del trastorno de déficit de atención e hiperactividad, limitar el consumo de azúcar es una opción saludable para todos, ya que puede reducir el riesgo de diabetes, obesidad y caries.
Otros carbohidratos simples
El azúcar es un carbohidrato simple o refinado.
Otros carbohidratos simples también pueden contribuir a cambios rápidos en los niveles de azúcar en la sangre y solo deben consumirse con moderación.
Los siguientes alimentos contienen carbohidratos simples:
- caramelos
- pan blanco
- arroz blanco
- pasta blanca
- papas sin piel
- chips
- sodas
- bebidas deportivas
- papas fritas
Cafeína
Pequeñas cantidades de cafeína pueden beneficiar a algunas personas con trastorno de déficit de atención e hiperactividad, algunas investigaciones sugieren que puede aumentar los niveles de concentración.
Sin embargo, la cafeína puede intensificar los efectos de ciertos medicamentos para el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, incluyendo cualquier reacción adversa que una persona pueda experimentar.
Los adultos con trastorno de déficit de atención e hiperactividad deben limitar su ingesta de cafeína, especialmente si están tomando medicamentos para el trastorno de déficit de atención e hiperactividad. Los niños y adolescentes deben evitar por completo el té, el café y los refrescos de cola.
Aditivos artificiales
Algunos niños con trastorno de déficit de atención e hiperactividad pueden beneficiarse al eliminar aditivos artificiales de sus dietas.
La Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños eviten estos aditivos, particularmente los colorantes de los alimentos porque pueden empeorar los síntomas del trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Los aditivos artificiales también pueden interferir con las hormonas, el crecimiento y el desarrollo.
Muchos productos procesados y envasados contienen colorantes, sabores y conservantes artificiales, incluidos algunos:
- cereales para el desayuno
- caramelos
- galletas
- bebidas endulzadas
- ponches de frutas
- vitaminas para niños
Alérgenos
Algunos investigadores afirman que eliminar alérgenos potenciales, como el gluten, el trigo y la soja, puede mejorar la concentración y reducir la hiperactividad.
Sin embargo, eliminar estos alérgenos probablemente solo beneficie a aquellos que realmente tienen alergia o intolerancia. Considera discutir las alergias alimentarias con un médico o nutricionista antes de eliminar estos alimentos de la dieta.
Dietas para el trastorno de déficit de atención e hiperactividad
Aunque no hay cura para el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, muchas personas discuten sobre ciertas dietas o alimentos que creen que pueden ayudar a controlar los síntomas del trastorno de déficit de atención e hiperactividad, como la hiperactividad y la dificultad para concentrarse.
Las siguientes secciones analizan la investigación detrás de varias dietas que se cree que pueden reducir los síntomas del trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Una dieta de eliminación: Eliminar aditivos artificiales
La Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños eviten los aditivos artificiales, advirtiendo que podrían empeorar los síntomas del trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Seguir una dieta que elimine aditivos implicaría no comer:
- colores artificiales
- sabores artificiales
- conservantes
- edulcorantes artificiales
Muchos cereales para el desayuno, caramelos y refrescos de soda contienen estos productos químicos.
A lo largo de los años, varios investigadores han estudiado los efectos de los aditivos en el trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Según una revisión de 2017, eliminar aditivos puede tener un pequeño efecto sobre los síntomas del trastorno de déficit de atención e hiperactividad. Los autores sugieren que los beneficios específicos también pueden extenderse a los niños sin la afección.
La dieta de pocos alimentos (Few Foods diet)
La dieta de pocos alimentos es una intervención a corto plazo que ayuda a las personas a determinar si ciertos alimentos empeoran sus síntomas de trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Es altamente restrictiva e implica comer solo una pequeña cantidad de alimentos que es poco probable que provoquen una reacción adversa.
Si una persona nota una reducción en sus síntomas después de eliminar ciertos alimentos, esto sugiere que una alergia o intolerancia alimentaria podría estar empeorando sus síntomas de trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Después de comenzar con la dieta de pocos alimentos, las personas vuelven a introducir gradualmente otros alimentos y están atentas a una reacción.
Una revisión diferente de 2017 confirma que la dieta de pocos alimentos podría ayudar a los niños a identificar y eliminar los alimentos problemáticos.
La dieta de pocos alimentos es extremadamente restrictiva al principio. Por ejemplo, un plan de dieta implica comer solo cordero, pollo, papas, arroz, bananas, manzanas y vegetales crucíferos.
La dieta mediterránea
La dieta mediterránea es bien conocida por beneficiar la salud del corazón y el cerebro. Implica comer principalmente:
- frutas
- vegetales
- granos integrales
- legumbres
- nueces
- grasas saludables, como aceite de oliva
Algunas investigaciones sugieren que no seguir una dieta mediterránea está asociado con el diagnóstico de trastorno de déficit de atención e hiperactividad. Sin embargo, los resultados no sugieren que una dieta mediterránea podría prevenir o tratar los síntomas del trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
No obstante, debido a los beneficios para otras áreas de la salud, es una dieta segura para las personas con trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
Otros consejos sobre la dieta
Los siguientes consejos sobre la dieta también pueden beneficiar a las personas con trastorno de déficit de atención e hiperactividad:
- Comer porciones equilibradas. Trata de incluir una mezcla de vegetales, cereales integrales, proteínas y ácidos grasos omega-3 en la mayoría de tus comidas.
- Programa horarios regulares para las comidas y los refrigerios, ya que la rutina es importante para los niños con trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
- No te saltes las comidas, ya que esto podría provocar caídas de azúcar en la sangre y un consumo excesivo de comida chatarra.
- Mantén a la mano muchos alimentos saludables para un refrigerio rápido, como frutas, nueces y verduras picadas.
- Habla con un médico sobre la posibilidad de tomar un suplemento multivitamínico y multimineral, que puede ser especialmente útil para personas quisquillosas con la comida y personas con deficiencias de nutrientes.
- Revisa todas las etiquetas de ingredientes en el empaque de los alimentos y evita aquellos que contienen aditivos artificiales y altas cantidades de azúcar.
- Compra alrededor del perímetro de la tienda de comestibles, que es el lugar donde suelen estar los alimentos integrales mínimamente procesados.
Ejemplo de plan de alimentación para niños
Prueba el siguiente plan de alimentación saludable para niños con trastorno de déficit de atención e hiperactividad:
Desayuno: huevos revueltos con tomates cherry sobre tostadas integrales y un pequeño batido hecho con leche; espinacas, banana, semillas de chía y fresas congeladas
Refrigerio: palitos de pepino y pimientos morrones con hummus
Almuerzo: una quesadilla de queso y frijoles con guacamole y salsa, y una rodaja de melón
Refrigerio: mezcla de frutos secos con nueces, almendras y bayas secas
Cena: croquetas de salmón hechas en casa, papa al horno y vegetales verdes
Postre (opcional): pudín de chocolate helado preparado con leche baja en grasa
Ejemplo de plan de alimentación para adultos
Este plan de alimentación saludable puede ser una buena opción para adultos con trastorno de déficit de atención e hiperactividad:
Desayuno: aguacate y huevos sobre tostadas integrales, té de hierbas o café
Refrigerio: yogur con frutos rojos y semillas de chía
Almuerzo: ensalada con salmón al horno y quinoa sobre una base de lechuga, pepino y pimientos morrones, cubierta con semillas de girasol
Refrigerio: manzana en rodajas con mantequilla de maní
Cena: curry de pollo y verduras con arroz integral
Postre (opcional): 1 onza de chocolate negro de buena calidad y té de hierbas
Resumen
Algunas investigaciones sugieren que ciertas opciones de dieta pueden ayudar con algunos de los síntomas del trastorno de déficit de atención e hiperactividad. Sin embargo, la evidencia es limitada.
En general, la mejor dieta para las personas con trastorno de déficit de atención e hiperactividad es la que los médicos recomiendan para la mayoría de las personas, una que sea rica en frutas, vegetales, cereales integrales, grasas saludables y proteínas magras. Debería incluir cantidades limitadas de grasas saturadas y comida chatarra.
Las personas con alergias o intolerancias a ciertos alimentos deben evitar los alimentos desencadenantes. Además, algunas personas requieren suplementos de vitaminas y minerales, aunque es importante hablar con un médico antes de tomarlos.
https://www.medicalnewstoday.com/articles/es/dieta-para-tdah#resumen