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Los hábitos alimenticios y la televisión
Hace unos días, viendo una conocida serie de televisión sobre dos físicos con pocas aptitudes sociales, caí en la cuenta de que estos apenas cocinaban y que escena tras escena se limitaban a devorar comida rápida de toda índole.
No es que sea algo nuevo sobre el firmamento, en multitud de series de televisión —especialmente las americanas— los protagonistas rara vez pisan una cocina salvo para prepararse un café. De hecho cocinar a veces se presenta como algo exótico y, si se hace pareja, hasta super romántico.
Como podéis imaginar, me puse a divagar, y el resultado es esta reflexión personal sobre la relación entre los hábitos alimenticios y la televisión.
La primera cosa que viene a la mente es el conocido dilema del huevo y la gallina. En el caso de la televisión y la alimentación es posible que haya un poco de cada. Por un lado, las series y las películas son en gran medida un reflejo de la sociedad. Los que hayáis viajado a los Estados Unidos habréis podido comprobar como la mayoría de las cosas son, aunque a menudo nos sorprenda, “como en las películas”, y los hábitos alimenticios no iban a ser menos.
Al otro lado del charco, tal como se ve en las series, la comida “casera” está en plena decadencia, especialmente en las grandes ciudades, donde casi es más barato pedir comida rápida que comprar los ingredientes para cocinarla.
Sin embargo, no solo funciona en ese sentido, la televisión también influye mucho en la sociedad, inculcando valores y transmitiendo a los televidentes qué es lo normal y habitual. Así, salvo excepciones, muchos jóvenes crecerán viendo como los protagonistas de sus series solo comen sentados en la mesa las fiestas de guardar o para protagonizar alguna escena de confrontación familiar, siendo su dieta principalmente a base de comida china, hamburguesas, pizzas congeladas y, a lo sumo, unos macarrones con queso.
En las series de producción nacional la comida rápida aún no ha hecho acto de presencia y hay gran cantidad de escenas con la gente comiendo en casa sentados a la mesa con plato y cuchara. Por poner ejemplos medianamente recientes tenemos Médico de Familia, Los Serrano, El Internado… donde muchas escenas se desarrollan con comida casera mediante.
No obstante, es una tendencia a la baja, siendo lo más habitual que los protagonistas se limiten a picar entre horas sin que quede nada claro cuándo, qué y cómo comen.
Aunque aún hay un gran trecho que separa la cultura anglosajona de la nuestra, al menos en cuanto a hábitos alimenticios, da un poco de miedo pensar que nuestros (futuros) hijos puedan acabar comiendo a base de tallarines tres delicias, burritos con queso y hamburguesas de todo tipo.
Los hábitos alimenticios y la televisión (directoalpaladar.com)
Alimentación y cine
La influencia del cine en la alimentación es innegable. Baste recordar las miles de personas que esperaban en 1990 la apertura del primer McDonald´s en Rusia. Eran colas kilométricas, en el centro de Moscú, e importaba poco que la hamburguesa costara unos 3 rublos, lo mismo que un abono mensual de transporte público.
Que el cine no siempre proyecta la mejor dieta posible es sabido. De hecho, esto se ha extendido a la propia liturgia de ir a ver una película. La influencia americana asoma en cada comercio colindante. Hamburguesas, pizzas, helados, chucherías a granel… Parece que el fast-food hiperglucémico es necesario para disfrutar los entresijos del séptimo arte. Dentro del cine tampoco mejoran las opciones, los menús inflaccionados compuestos de refrescos azucarados y palomitas con exceso de sal y aceite no parecen de recibo.
Algo que le debemos al cine es la naturalización de alimentos foráneos. De forma que el sushi japonés, la picanha brasileña o el ceviche peruano parecen más normales de lo que cabría esperar.
Ya sabemos que lo clásico era poner por las nubes a la cocina francesa o italiana. Pero que un bo bia vietnamita, una weisswurst bávara o un dolma turco sean fáciles de degustar dentro de las opciones gastronómicas de cualquier ciudad dice mucho de la permeabilidad social a los 24 fotogramas por segundo.
Hace ya años
Cuando Chaplin construyó una obra de arte, almorzando un zapato, en la Quimera de Oro de 1925, marcó un camino que muchos siguieron. El resultado ha sido que algunas de las escenas más importantes vistas en el celuloide se ambientaron en torno a una mesa o con algún alimento como protagonista. No me digan que no es genial la escena de ‘El Padrino’ cuando Clemenza dice «deja el arma y toma los cannoli».
Siendo rigurosos, la primera escena la protagonizó uno de los hijos de los hermanos Lumiére cuando fue grabado, en 1895, comiendo ante las cámaras. Pero la mayoría de edad no parece que se alcanzó hasta la oscarizada ‘El festín de Babette’, que pasa por ser la favorita del Papa Francisco.
A esta fiesta se apuntó Disney desde pronto. Recuerden la manzana de ‘Blancanieves y los Siete Enanitos’ o la inolvidable escena, compartiendo un plato de pasta, de ‘la Dama y el Vagabundo’. Pero, sin duda, el mejor de todos fue Remy, la entrañable rata parisina que revoluciona el panorama gastronómico de la ciudad de la luz en ‘Ratatouille’.
En cuestiones de comida, Italia lo sabe hacer como pocas… y a la hora de reflejarlo en sus películas no iba a ser menos. ‘La grande bouffe’ (La gran comilona), de Marco Ferreri, y ‘La cena’, de Ettore Scola, son dos relatos imprescindibles donde la comida vertebra la estridencia y la cotidianidad.
La comida también puede ser la excusa para un nuevo comienzo, como nos enseñó Julia Roberts en ‘Come, reza, ama’. O para un autodescubrimiento tardío como en la muy recomendable ‘Entre Copas’, un divertido largometraje donde dos amigos nos descubren el buen comer y beber (más esto último) del Napa Valley californiano.
Las excentricidades tampoco son ajenas a esta mezcla y el canibalismo no podía faltar. La francesa ‘Delicatessen’ nos hizo dudar de los carniceros, pero mi preferido es Hannibal Lecter y su predilección por el hígado acompañado de habas y un buen Chianti en ‘El silencio de los Corderos’.
En España también se come
La comida no podía faltar en el cine patrio. Esta aparece hasta en títulos clásicos, ya saben, ‘Marcelino, Pan y Vino’ o ‘Jamón, Jamón’. Y en escenas que son historia del séptimo arte a nivel mundial, como la cena irreverente y surrealista que protagonizan un grupo de pobres en ‘Viridiana’, de Luis Buñuel.
También sirve como expresión de problemas internos. Algo que podemos observar en el personaje de Willy Toledo en ‘El otro lado de la Cama’ o en la fenomenal ‘Gordos’. Esta última nos muestra algo no ajeno a la interpretación como son las transformaciones físicas radicales. La del propio Antonio de la Torre en dicha película o la todavía más famosa de Santiago Segura en las diferentes entregas de ‘Torrente’.
Esto es más habitual de lo que parece, y toda una garantía de éxito, cuando uno quiere entrar en la lucha por la entrega de premios. Sólo tenemos que ver el último Oscar a mejor actor para Brendan Fraser por ‘La Ballena’ o el Oscar a mejor actriz de Charlize Theron por ‘Monster’. Sin olvidar la increíble transformación de Robert De Niro en ‘Toro Salvaje’, que también mereció la estatuilla.
Desde el punto de vista nutricional, no es nada recomendable internarse en estos experimentos donde puede estar en juego mucho más que la apariencia física y las más que seguras estrías. Cambios metabólicos permanentes o índices clínicos estresados que pueden, incluso, poner en riesgo la vida del protagonista. Recordemos el famoso documental ‘Super Size Me’. Pero para estrés, el del nutricionista de Christian Bale, que ha ganado y perdido unos 275 kilos en los diferentes papeles que ha interpretado.
La alimentación ha sido protagonista, desde el inicio, en el cine. A veces con papeles protagonistas o secundarios y otras simplemente de atrezo. Lógicamente, una de las expresiones más vitales del ser humano no podía prescindir de una de las funciones que nos define como seres vivos. Ya sea en su faceta más ejemplificante o todo lo contrario.
https://www.diariosur.es/sociedad/salud/alimentacion-en-el-mundo-cine-20230316175041-nt.html
¿Es posible comer mejor gracias a un videojuego?
La nutrición, en los tiempos que corren, donde los malos hábitos alimenticios se están reforzando, dejando atrás conceptos como la dieta mediterránea y el auge de los alimentos procesados, es un asunto muy serio. Tanto que Julián Sanz Franzi, enfermero de profesión y ahora estudiante de Medicina, decidió convertir su proyecto fin de máster de la escuela de negocios IEBS en un alegato a favor de la vida sana a través del smartphone y de los serious games.
Tras haber formado parte del equipo de Playbenefit y tras su paso por varias farmacias -incluyendo estancias en varios países-, Julián decidió dar vida junto a Koron Studios a su app Villi Adventures. A través de una simpática interfaz, disponible para smartphones, el juego invita al usuario a través de un sistema Match 3 (juntar tres piezas del mismo color) que se ‘ambienta’ en el sistema digestivo. Cuando los bloques desaparecen se desbloquean cartas que aportan información sobre alimentos y consejos nutricionales de forma intuitiva y vistosa.
“Todo tipo de públicos puede jugarlo, ya que es muy visual, por ejemplo, para niños pequeños”Julián Sanz Franzi, creador de Villi Adventures
Una oportunidad para todos los públicos
Inicialmente, Villi Adventures estaba orientado a una población diana de mujeres de mediana edad, aunque Julián reconoce que “todo tipo de públicos puede jugarlo, ya que es muy visual, por ejemplo, para niños pequeños”. En esta unión de tecnología y medicina, a la que Julián ha consagrado parte de su carrera, es donde el propio autor encuentra un camino en el que ambas ramas coexisten y se retroalimentan: “el sentido de que haya personal sanitario detrás de un juego hace que el material sea de calidad y acorde al conocimiento científico vigente”. Para conseguir ese nivel, Julián se puso en contacto con Koron Studios para llevar a cabo el desarrollo de este simpático videojuego.
“Las personas aprendemos mejor cuando jugamos, sobre todo en las dinámicas de acción-recompensa”Julián Sanz Franzi
Una suma de diversión y conocimiento que se potencia desde la propia dinámica del juego, donde “las partidas son cortas y donde la recompensa puede aportarte información útil que puedes compartir en tus redes”. A través de esa gamificación, Julián reivindica que “las personas aprendemos mejor cuando jugamos, sobre todo en las dinámicas de acción-recompensa”.
Acercarse a toda la población con las nuevas tecnologías
En esa batalla por conseguir que comamos mejor, o seamos más conscientes nutricionalmente, se embarca tanto Villi Adventures como el sistema sanitario, aunque las formas tradicionales en las que éste se manifiesta hace que algunos pacientes lo consideren aburrido o de carácter obligado. “Antes se utilizaban anuncios en la tele para llegar al público y, por ejemplo, a concienciar de no beber si se va a conducir”, ejemplifica Julián. “Ahora, el videojuego, las redes sociales o Youtube son medios para difundir y promocionar la salud, ya que puedes hacer campañas con un target específico, que permite estudiar las estadísticas que se obtienen”, asegura.
Una realidad en la que, aunque hayan cambiado los formatos, siguen presentes los preceptos médicos y donde haya una garantía sanitaria, alejando así al fantasma de las pseudociencias o de las terapias alternativas sin demostración científica. En esta combinación de tecnología y medicina, dos ramas siempre muy relacionadas, faltaba un punto de humanización o, cuanto menos, de acercamiento al paciente. Que aquí actúa como una especie de punto final pero al que no siempre se le hacen fáciles de entender algunas terapias o instrumentales médicos.
La promoción de la salud y las nuevas tecnologías
Iniciativas como Villi Adventures hace más comprensible ese lenguaje pero sin renunciar al contenido informativo, haciendo que la diversión y la información compartan escenario. “Una parte de la medicina avanza en gran medida con la tecnología, como pudieran ser las mejores máquinas para diagnósticos, o una mejor comunicación intrahospitalaria entre el personal”, considera Julián. Una realidad que, a veces, de puertas para fuera no se lleva a cabo de la misma tarea: “la parte de cara al gran público e intentar utilizar tecnologías en gente sana para prevenir enfermedades no se utiliza tanto”.
Así se abre el camino del emprendimiento, que tiene relación con las nuevas generaciones de personal sanitario que empieza a forjar su carrera, que ya pertenecen a esa hornada de ‘nativos digitales’ y de haber crecido un universo en el que las TIC forman parte de su día a día. Internet, videojuegos, smartphones… se convierten así en herramientas que pueden ser aplicadas dentro de hospitales y centros de salud y donde la promoción de la salud preventiva puede ser más relevante que nunca: “esta promoción podría evitar muchas enfermedades como obesidad, diabetes, cánceres por tabaquismo, ETS…”, apunta, pero siempre con el foco puesto en la precisión médica y en fomentar el buen uso de los serious games.
La dieta de los actores de La sociedad de la nieve para perder 30 kilos… comiendo empanadas y milanesas
Juan Antonio Bayona quiso que La sociedad de la nieve respirara realidad, de ahí que recurriese al asesoramiento científico para lograr que una treintena de actores adelgazaran hasta 30 kilos en un par de meses, en consonancia con las víctimas del accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en Los Andes, en 1972. El equipo de producción también adaptó los tiempos de rodaje en el lugar del siniestro a las recomendaciones de clima y meteorología para que el Valle de las Lágrimas, situado sobre un glaciar que ha mermado un 60% desde el 72, se pareciera lo más posible a cómo era hace 50 años, sin apenas impacto del cambio climático.
Los médicos e investigadores cordobeses Antonio Escribano padre (endocrino) e hijo (medicina interna) son los responsables de que 30 actores de entre 18 y veintipocos años fueran adaptando, cronológicamente, su composición corporal y peso al que experimentaron de las víctimas, y pasasen de parecer jugadores de rugby al comienzo de la película a estar escuálidos y con casi 30 kilos menos dos meses después. «El reto era hacer ese trabajo no con uno o dos actores como se ha hecho otras veces en el cine, sino con treinta a la vez y logrando que un proceso de pérdida de peso tan rápido en condiciones de grabación extremas (a -15 grados) no afectara ni a su salud ni a sus capacidades para interpretar a los personajes», explica Antonio Escribano padre en una entrevista con EFE.
De octubre de 2021 a comienzos de 2022 (cuando se inicia el rodaje), los médicos ponen el foco en planes nutricionales individualizados para que los actores ganaran músculo y peso (entre 3 y 8 kilos) para que a comienzos del rodaje, que llevó una cadencia similar a la del accidente, parecieran deportistas que van a una competición. Mientras que de febrero a mayo del 22 la clave fue lograr pérdidas de peso extremas (entre 20 y 30 kilos), adaptadas a las exigencias de rodaje, donde de repente un actor tenía que bajar 4 kilos en apenas 3 días o quedar estabilizado 15, sin comprometer la salud.
Alimentación y cine: una larga relación
El comedor, en muchas ocasiones integrado en la cocina, ha sido durante largo tiempo el lugar más importante de la casa, en tanto en cuanto lugar de reunión y, por lo tanto, de comunicación y sociabilidad dentro de un hogar. La función principal de este espacio, comer, se convierte también en un acto social, en torno al cual puede surgir la comunicación y fluir los sentimientos. Por esta razón, el cine se ha servido de la alimentación como vía para reflejar el intercambio de afectos, pasiones, ideas o creencias.
En la obra The Cultural Flow of Food in Cinema, por ejemplo, su autor, Iommazzo, explora el papel de la comida en el cine global contemporáneo como “elemento mágico de placer y conocimiento, y como poderoso catalizador de la unión de las personas y del despertar de las pasiones”.
A lo largo de la historia del cine se han sucedido, por lo tanto, no sólo muchos títulos cuyo tema central es la alimentación, la gastronomía o la cocina, sino que, en muchas películas la escena más importante se desarrolla en torno a una mesa o la gastronomía es utilizada como referencia para mostrar diferencias e identidades culturales.
Desde que el 28 de diciembre de 1895 (fecha oficial del nacimiento del cine), los hermanos Lumiére proyectaron las primeras escenas de su hijo comiendo ante las cámaras e invitando al espectador a compartir su plato, el cine y la gastronomía se fundieron sin condiciones para ofrecer al espectador aromas y sabores de todos los lugares del mundo y de todos los momentos de la historia.
Puede decirse que la primera secuencia gastronómica de la historia del cine aparece en 1925, en La Quimera del Oro. En ella, Charles Chaplin logra que un zapato viejo sea un plato digno del más exigente gourmet. Sin embargo, no fue hasta bastantes años después cuando empezaron a surgir títulos en los que la alimentación era tema esencial o, por lo menos, la excusa principal y visible para mostrar otras cuestiones como sentimientos o valores.
En esta línea, una película que impulsó el género fue El festín de Babette, estrenada en 1987 y ganadora de un Óscar a mejor película extranjera. El sentimiento fundido con la comida tan bien representado en El festín de Babette, también queda de manifiesto en dos títulos italianos: La cena, de Ettore Scola, y La grande bouffe (La gran comilona) de Marco Ferreri. Si en el primero un vulgar restaurante y su comida es el escenario ideal por el que pasan multitud de personajes curiosos (interpretados por un reparto estelar), el segundo es una obra maestra de la estridencia italiana y un clásico dentro del género gastronómico.
Sin embargo, una de las mejores escenas del cine provocador y surrealista, relacionada también con la comida, se rodaría bastantes años antes y el artífice sería un español, Luis Buñuel, que inmortalizó en Viridiana (1961) una cena mítica del cine, en la que varios pobres se dan un homenaje en torno a una mesa bien dispuesta, mientras uno de ellos les hace una de las fotografías más irreverentes de la historia del cine.
Buñuel utilizó también el recurso de la comida en El discreto encanto de la burguesía (1972), donde relata, en clave de humor e ironía, la continua imposibilidad de un grupo de burgueses por congregarse en torno a la mesa.
Igualmente, otro español también ha manifestado una profunda relación con la comida: Bigas luna. No sólo Jamón, jamón tiene marcadas referencias, sino que su filmografía está repleta de citas bastantes sabrosas.
Alimentación y cine: una larga relación – PanoramaCultural.com.co
Las películas más relevantes sobre la alimentación y el planeta
El COVID 19 y los nuevos hábitos en la alimentación han traído consigo un debate acerca de cómo nos alimentamos y qué debería cambiar a la hora de intentar salvar al Planeta y a la humanidad.
En el ambiente de cine, hay algunas películas que han marcado la historia como lo son algunas de las que se dieron a conocer a través del Green Film Fest.
Entre las más llamativas e importantes películas vinculadas a lo agroalimentario –que menciona la Bioguía- se destaca Food Inc, dirigida por Robert Kenner y que cuenta con la participación fundamental de Michael Pollan, autor del libro Cocinar, estudioso de la materia.
En este filme que es de 2008 se descubre los secretos mejor guardados de la industria alimenticia de Estados Unidos, al mostrar la mecanización y el apoyo de corporaciones que priorizan ganar dinero a cuidar la salud del consumidor.
Otra de las películas sobre alimentación más interesantes es The Slow Food Story, dirigida por Stefano Sardo en 2013. En ella narra la historia de este movimiento revolucionario que se orienta a la gastronomía saludable y rechaza las comidas rápidas.
En esta película se destaca la labor del creador del movimiento Slow Food, Carlo Petrini que trabaja activamente hoy con 70 años, en motivar a la gente a la comida sana.
La otra opción de filmes vinculados a la buena alimentación es Just eat it, donde se habla sobre lo que la humanidad desperdicia de lo que come. Algo paradójico si se quiere si tenemos en cuenta que un alto porcentaje de la población mundial, padece hambre.
Las películas más relevantes sobre la alimentación y el planeta – Minuto Neuquen
En la cocina del Cine: La comida que se utiliza en las películas
¿Cuántas veces hemos visto en las películas, escenas donde se despliegan increíbles banquetes de comida con los que se nos hace agua la boca? ¡Seguro se te ha venido alguna a la mente! ¿Cómo se arma la comida para que forme parte de una escena, sea armónica y mantenga la verosimilitud del relato? Desde ya que hacer comida con este fin y hacer que la comida se vea fotogénica y al mismo tiempo tentadora y sabrosa, es un trabajo muy importante.
Atravesar la pantalla con elementos culinarios es un gran desafío. Hoy en día ya casi no se utilizan más comidas artificiales o de plástico, sino que se utiliza comida real en el set de filmación. De esta forma, cuando los actores interactúan con estos elementos, pueden tomarlos y comerlos haciendo que la historia nos parezca aún más real.
Un punto importante a tener en cuenta para quien se encargue de pedir la comida para la filmación, es que debe considerar que una escena puede ser filmada muchas veces. Por lo tanto, si se tiene una escena de alguna festividad -como acción de gracias o un cumpleaños- y los personajes cortan el pavo o la torta, hay que tener una cantidad considerable del stock de esos alimentos. Una dificultad extra es cuando la escena contiene comidas muy calientes o muy frías -como el caso del helado-.
Este trabajo se ha vuelto muy importante a lo largo de los años y ya existen en algunos países carreras o cursos de Food Stlying. Incluso algunos profesionales se especializan en comidas para algún formato en especial: televisión, comerciales, películas, editoriales, entre otros. Cada uno de ellos tiene especificidades y la comida no es trabajada de la misma manera.
Ahora como espectador sabremos que todo está milimétricamente pensado, hasta ese postre increíble que nos dan ganas de comer algo dulce mientras vemos nuestra película favorita.
«Viaje al corazón de la cocina: el papel de la comida en el cine y la televisión»
Saborea las historias que la comida cuenta en el cine y la televisión, revelando identidades y emociones a través de los sabores.
La comida y la gastronomía han jugado un papel importante en el cine y la televisión a lo largo de su historia, reflejando y moldeando nuestra relación con los alimentos y las tradiciones culinarias. Sin embargo, más allá del simple entretenimiento, las representaciones de la cocina y la cultura culinaria en el mundo del entretenimiento transmiten mensajes contundentes sobre identidad ligadas a la memoria, la familia y la nostalgia.
Pero este tipo de narrativas también funciona en distintos niveles, pues con el giro mediático de la gastronomía durante las últimas décadas —apuntalado por reality shows y las cadenas de televisión enfocadas a las recetas—, las historias que se pueden contar con ella han ganado profundidad y matices. Desde el más pragmático de los enfoques, los alimentos crean ambientes, establecen la época y el lugar, y ayudan a desarrollar la trama y los personajes, las elecciones culinarias de sus personajes tienden a revelar aspectos de sus personalidades y relaciones. Pero también han llegado a comunicar ideas sobre la clase social, la etnicidad, género y estructuras de poder.
Cuando el queso y el cine (de Almodóvar) se encontraron
Moncedillo es una fábrica de quesos y yogures artesanos al noroeste de Segovia creada por el director de fotografía Joaquín Manchado y la productora Esther García, colaboradores ambos del director manchego y cada uno con más de 90 películas en su haber.
Entre el cine y los lácteos transcurre la vida de Joaquín Manchado y Esther García. Él es director de fotografía y operador de cámara, y entre su vasta experiencia destacan títulos como Todo sobre mi madre o Hellboy de Guillermo del Toro. Ella ha producido buena parte de la filmografía de Pedro Almodóvar y en 2018 recibió el Premio Nacional de Cinematografía. Juntos son los orgullosos padres de Moncedillo, una pequeña fábrica de quesos y yogures artesanos nacida en 2011 en el noroeste de Segovia.
Dada la temporalidad de su trabajo y las raíces de García en Cedillo de la Torre, localidad de apenas 100 habitantes donde nació, Manchado cuenta que siempre pensaron en buscar un proyecto del que pudieran vivir en el pueblo. “La familia de Esther tiene una ganadería de churras maravillosa con una evolución genética de 38 años en los que han conseguido grandes mejoras”, señala desde la vecina localidad de Campo de San Pedro, donde se sitúa su fábrica.
“Al llegar el cambio tecnológico del analógico al digital, la fotografía se sociabiliza. De forma que se multiplica la oferta de trabajadores porque existen muchas academias de cine en España. Al haber más gente los precios bajan y las personas con más experiencia de la profesión dejamos de tener interés porque tenemos otros cachés, así que soy menos atractivo”, ríe mientras relata cómo esta conjunción de hechos les empujó a iniciar su aventura artesana.
“Empezamos a hacer cursos, instruirnos y contratamos a un maestro quesero que estuvo con nosotros al principio. Pero al final esto es un sentimiento: tú abres la cámara, hueles, ves, pruebas y decides si ese es tu queso”, relata frente a sus niños: cuatro quesos de diferentes maduraciones a los que no se añaden conservantes, estabilizantes, aditivos artificiales, ni fungicidas en corteza. A los que habría que sumar una crema de queso y un yogur. “Nosotros solo pasteurizamos el yogur. El resto de productos son de leche cruda de oveja. Moldeamos, volteamos y cepillamos manualmente cada queso, pero el trabajo con cada uno es diferente”, añade Manchado sobre sus productos, que se pueden adquirir en su tienda online y en tiendas de toda España.
Por alejados que puedan parecer el cine y los quesos, estos dos oficios, y en su opinión todos, tienen la misma base: “conocimiento, desarrollo, atención y pico y pala día a día”. Manchado elabora esta afirmación diciendo: “Todo se compone de unos parámetros. En la fotografía tienes tres: la sensibilidad del soporte, la velocidad de obturación y el diafragma. Con el queso pasa lo mismo”. Y pasa a departir sobre la temperatura de la leche antes de iniciar el proceso, el cuajo, la sal o las condiciones de las cámaras de oreo y maduración.
FUENTE: https://theobjective.com/further/lifestyle/2020-01-24/moncedillo-queso-y-cine/