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Las gachas: orígenes y variantes en Castilla-La Mancha
Las gachas son un plato tradicional de la cultura de Castilla-La Mancha. Destacan por lo contundente de su sabor y el toque exótico de alguno de sus ingredientes. Desde varias décadas en el tiempo, han repuesto energías y calentado cuerpos a buena parte de la población en la comunidad autónoma. ¿Quieres conocerlas más en detalle?
¿Qué son las gachas?
Las gachas son una especie de papilla, elaborada a base de harina de almortas (también llamadas «titos» o «pitos»), panceta de cerdo, pimentón, aceite de oliva virgen, ajos y sal. Esta es la receta estándar, pero cada uno en su casa, dependiendo también de la comarca donde se encuentre, las hará de distinta manera, añadiendo o quitando ingredientes de los que hemos citado.
Las gachas constituyen una debilidad para muchos manchegos, pero también para la gente de otros lugares. Podríamos terminar aquí, pero apetece contar el origen de este plato típico y las variantes que posee en las distintas regiones de Castilla-La Mancha.
El origen de las gachas manchegas
Esta comida era típica de los pastores de la zona más rural de Castilla-La Mancha, sobre todo, en los fríos días de invierno debido a su gran contenido calórico. Suele ser consumido de manera popular alrededor de una especie de sartén llamada «perol», la cual ha sido empleada previamente para su elaboración.
Las gachas manchegas se acompañan de un trozo de pan más bien duro, para que sea más resistente al pincharse con el tenedor y mojarse en la salsa. Lo ideal es que el pan sea del día anterior. Nosotros utilizamos el estilo tradicional para comerlas, es decir, el trozo de pan en la mano y directamente a mojar en la sartén. Conviene tener cuidado para no abrasarse uno los dedos. El ansia es peligrosa.
Variedades de gachas
Aunque la base de las gachas suele ser más o menos la misma, existen diferentes variantes entre las regiones, dado que en cada una de ellas se le añade un toque particular. Mucha gente confunde las gachas con un plato exclusivo de la provincia de Cuenca, como los zarajos o el morteruelo, pero no es así, ya que se comen en muchas otras regiones de la comunidad autónoma.
Las gachas en La Mancha
En la zona de la Mancha, se suele acompañar con patatas fritas o asadas e, incluso, con setas. En este caso, en lugar de hablar de gachas manchegas como tal, hablaríamos más bien de zarangullo.
Las gachas en la Serranía de Cuenca
En la zona de la Serranía de Cuenca, en la misma provincia, existe una variante que depende de si nos encontramos o no en la época de matanza. De ser así, suele acompañarse de hígado y bofes de cerdo cocido o frito con el tocino. Con todos estos ingredientes se puede preparar igualmente un guiso que maridará a la perfección con las típicas gachas manchegas que hemos descrito anteriormente.
En algunos casos, se pueden añadir también guindillas picantes o pepinillos en vinagre. Pero es importante resaltar que se trata de un plato con distintas variantes. Cada maestrillo tiene su librillo. Lo mejor es saborearlas y disfrutarlas, ya que es uno de los platos más populares de España, sobre todo por su sencillez en la elaboración.
En definitiva, esperamos que hayas podido recabar las claves sobre las gachas, este contundente plato que hará las delicias de todos tus sentidos. No puedes pasar por Castilla-La Mancha sin haberlas degustado. ¿Las has probado alguna vez? Si incluso las cocinas, ¿qué ingredientes utilizas?
¿Cuándo se inventaron los fartons? Historia de un dulce muy valenciano
Historia de los fartons y la familia Polo
Según las crónicas, el origen de los fartons está, como no podía ser de otra forma, vinculado a la horchata. De hecho, los horchateros de Alboraya estuvieron muchos años buscando un dulce que encajara a la perfección con esta bebida, más allá del pan duro o de las rosquilletas.
Lo consiguieron en los 60 del siglo pasado, y muchos años después de que el rey Jaume I bautizará como «oro puro» a la bebida extraída de la chufa, otorgándo fama en toda la región.
Al parecer, una familia de Titaguas, localidad de la comarca interior de Los Serranos, se trasladó en la década de 1950 hasta Algemesí, algo más próspera, donde abrió un negocio de ultramarinos. Durante el verano, en su comercio vendían productos frescos, entre ellos granizado de limón y horchata.
Poco después, esta familia se trasladó a Alboraya, la «cuna» de la horchata. Y fue allí donde empezaron a buscar el complemento perfecto para acompañar a esta bebida.
La idea inicial era encontrar un dulce esponjoso, que absorbiera bien el líquido. La torta y el «panquemao» eran perfectos para ello.
Pero, además, tenía que caber cómodamente en el vaso y ser agarrado fácilmente por el comensal. Es decir, debía tener la forma de las rosquilletas, pero con una textura más tierna.
Al final, la familia Polo dio en el clavo: utilizaron la masa del típico panquemao valenciano, elaboraron un bollo algo más ligero y le dieron forma alargada.
Para terminar, le añadieron una capa de glaseado. Y, ¡ya está! Así es como nacieron los fartons.
Más tarde, la misma familia Polo amplió su gama productos, y comenzó a elaborar fartons con chocolate, rellenos e incluso hojaldrados. Pero eso ya es otra historia…
Historia de los alimentos: ¿por qué comemos lo que comemos?
Alguna vez has pensado ¿por qué comemos lo que comemos? o ¿de dónde vienen los alimentos que llegan a la mesa? Usualmente vemos la alimentación como una necesidad o un placer, pero la forma de alimentarnos ha tenido grandes impactos en nuestro camino como especie y ha modificado considerablemente nuestro planeta. Definitivamente, “somos lo que comemos”.
En el mundo, las formas de producción de alimentos han llevado a que cada vez tengamos dietas más homogéneas, es decir, tendemos a comer muy parecido. Si millones de personas comemos lo mismo todos los días, se necesitarán miles de hectáreas, de unos pocos cultivos, para satisfacer esa demanda, lo cual desgasta los suelos y afecta los ecosistemas.
En este panorama, se estima que se ha perdido hasta un 75% de la diversidad genética de los cultivos alimenticios. Y aunque en la historia de la humanidad miles de especies han sido utilizadas para consumo humano, hoy solo 120 especies de plantas se cultivan en grandes proporciones en el planeta y las tres cuartas partes del suministro mundial de alimentos proviene apenas de 12 plantas y cinco animales.
De cara a esta realidad quisimos crear, junto a la reconocida historiadora colombiana Diana Uribe, una serie podcast sobre la historia de los alimentos. ¡Es momento de cambiar el chip! Si somos más conscientes de los impactos de nuestra alimentación podemos fomentar la agrobiodiversidad, enriquecer nuestra dieta y reducir las presiones sobre la naturaleza.
¿Cómo puedes ser parte de la solución?
A través de acciones sencillas, es posible llevar una alimentación saludable para el planeta:
– Consume más vegetales y frutas. Los expertos recomiendan llenar más de la mitad del plato con productos de origen vegetal.
– Compra local y nacional; también, productos de temporada. Transportar los alimentos genera gases de efecto invernadero, por eso, entre menos distancias recorran hasta nuestros platos su huella de carbono será menor.
– Aprovecha la variedad y no comas siempre lo mismo. Si comemos variado, fomentamos la agrobiodiversidad.
– Respeta las temporadas de veda y apoya la pesca sostenible. Si compras en temporadas del año en las que se prohíbe la pesca de ciertas especies de peces o mariscos, incentivas su captura ilegal.
– Compra solo lo que vayas a consumir y evita los empaques. Antes de hacer compras, haz una lista de lo que necesitas, así no desperdicias. Lleva, también, tu bolsa reutilizable.
Fuente. WWF
La alimentación en la Antigua Roma
Entre los primeros documentos historicos que describen en detail la cocina romana es la obra De re coquinaria del autor Marcus Gavius Apicius, que vivía en el primer siglo a.C.
Con los avances en el poder, en el comercio y, sobre todo, con las avances en la agricultura, la cocina de Roma volvió más y más compleja, especialmente en la clase alta.
Igualmente, fruto de esa progresiva especialización, fue el perfeccionamiento de las técnicas de conservación para prolongar la duración de los alimentos. Como por ejemplo: salar, conservar en vinagre, conservar en aceite de oliva, conservar por fermentación alcohólica ó láctea, salmuera, cocer en vino, secado al aire, sumergir en agua hirviendo, conservar en miel, elaborar embutidos, envasar etc.
Con la conquista de nuevos territorios también hubo un incremento en nuevos especies, nuevas recetas y nuevas técnicas de cocinar y conservar. Los alimentos mas importantes en la Antigua Roma eran el Triticum (trigo) y la cerveza, cual era la bebida más común para la sociedad excepto por la clase alta (que tomaba normalmente el vino tinto). Muy importante era la Frumenta, que era el abastecimiento de productos de trigo (sobre todo el pan). Si la Frumenta no era suficiente, la ciudad de Roma era en riesgo de revoltes e inestabilidad.
La alimentación romana consistió generalmente en tres comidas al día:
Ientaculum: era el desayuno (7-8 h) que consistía básicamente en pan untado en ajo, sal o algún otro condimento. En algunas casas se consumían también huevos, queso, leche, miel, frutos secos, uvas u otra clase de frutas, vino aromatizado…
Prandium: se trataba de una comida suave, en la que se ingería verduras, frutas y quizás carne (las clases bajas no la hacían) o las sobras de la cena anterior, frías/recalentadas.
Cenae (14-15 h) era la comida más fuerte e importante .En los primeros tiempos de la República, la cena era bastante simple: se tomaba el pulmentum (papilla de harina de trigo), complementado con otros alimentos procedentes del campo. Solamente en los días festivos se comía carne de los animales sacrificados a los dioses.
A partir del siglo II a.C., la cena consistió en cuatro partes:
Gustati (entrantes): era un plato con productos destinados a abrir el apetito de los invitados. Destacaban: huevos, aceitunas, champiñones, ostras, lechuga, pescados en salmuera…
Prima mensa: era la parte fuerte de la cena y estaba compuesto de varias partes (según Marcial podía elevarse hasta tres). Destacaron sobre todo el cabrito cebado, los espárragos silvestres, el cerdo, las crestas de gallo…
Secunda mensa (postre): en este plato se tomaba todo tipo de repostería suave o queso, frutas, frutos secos…
Comissatio (fiesta): era el momento que se aprovechaba para conversar, ver teatro, mimos o bailarinas.
Fuentes: La alimentación en la Antigua Roma – Revista de Historia
Almagro Gorbea, M.J., La alimentación en la antigua Baria en la época romana y prerromana, Gerión, nº3,1991, pp 119-118
Cabrero,J y Cordente, F., Roma: el imperio que generó por igual genios y locos, Edimat Libros, Madrid, 2008.
Esto comían los vikingos: conoce los alimentos preferidos de esta misteriosa civilización
La civilización vikinga es una de las más desconocidas de la historia y siempre ha estado envuelta en un halo de misterio bajo el que se esconden leyendas y mitos heroicos como el de Thor. Los vikingos siempre se han caracterizado por ser fuertes, rudos y valientes, condiciones que les llevaron a conquistar los territorios del norte de Europa. Para conseguir tal complexión física, seguían una dieta muy peculiar basada en alimentos de la zona en la que habitaban: carnes, pescados y bayas, eran sus alimentos principales para resistir al frío nórdicos.
La dieta de los vikingos, que vivieron principalmente durante los siglos VIII al XI, estaba influenciada por las condiciones climáticas y geográficas de Escandinavia. Su alimentación variaba según la zona en la que vivían y la clase social a la que pertenecían: jarls (nobleza), karls (campesinos libres) y thralls (esclavos). Como en cualquier civilización, cuanto más alto estabas, más variada era la comida. Es muy importante entender que su régimen alimentario se adaptaba a las circunstancias locales y a la disponibilidad de recursos en la región en la que vivían. Además, otro factor clave es el clima, ya que los fríos inviernos dificultaban la obtención de comida, por lo que debían buscar otras maneras de conseguirla y tenían que cambiar su dieta.
Principalmente, los alimentos más consumidos por los vikingos eran:
- Carne: Los vikingos consumían una cantidad significativa de carne, especialmente de animales domésticos como cerdos, vacas, ovejas y cabras. La caza también era una fuente importante de carne, con ciervos, alces y otros animales salvajes presentes en sus regiones.
- Pescado: Dada su proximidad a los mares, el pescado era una parte esencial de su dieta. Se pescaban diversas especies, como bacalao, salmón, trucha y arenque.
- Productos lácteos: La cría de ganado también proporcionaba productos lácteos como leche, queso y mantequilla.
- Cereales: Aunque las condiciones climáticas eran desafiantes para el cultivo de cereales, los vikingos cultivaban cebada y centeno. Estos cereales se utilizaban para hacer pan y cerveza.
- Frutas y bayas: Las frutas y bayas silvestres eran parte de la dieta vikinga. Manzanas, peras, ciruelas, arándanos y moras se recolectaban en la naturaleza.
- Vegetales: Los vikingos cultivaban algunos vegetales como repollo, nabos, cebollas y zanahorias. Sin embargo, la disponibilidad de vegetales variaba según la estación y la ubicación geográfica.
- Miel: La miel era utilizada como edulcorante y para hacer bebidas alcohólicas, como la hidromiel.
- Pan y cerveza: El pan se elaboraba principalmente a partir de harina de cebada y centeno. La cerveza, conocida como «bjórr», era una bebida común y a menudo se consumía en reuniones y celebraciones.
Los ciudadanos de esta civilización eran principalmente agricultores, pescadores y comerciantes, y gracias a esto consiguieron establecer relaciones con otros pueblos de la Edad Media Europea. Los vikingos comenzaron en el siglo VIII a realizar incursiones y expediciones marítimas en busca de tierras, riquezas y nuevas oportunidades comerciales. Alrededor del siglo IX establecieron asentamientos en Irlanda, Inglaterra, Escocia y Francia, lejos de su tierra de origen. Algunos vikingos se integraron en las sociedades locales, mientras que otros continuaron saqueando y comerciando en otras expediciones. Se cuenta que incluso llegaron a la Península Ibérica creando relaciones comerciales con poblados situados en áreas cercanas al Mar Cantábrico y el Golfo de Vizcaya.
https://www.eldia.es/buzzeando/2024/01/22/sorprendera-comian-vikingos-dv-lm-96765494.html
¿Qué comían los mayas? Descubre la sorprendente dieta de los antiguos mayas
Los Mayas son muy conocidos, pero no todos sabemos lo que comían en su época, sólo conocemos que tenían una gastronomía llena de la mezcla de sabores en los que incluían el maíz, el chile y el caco como los alimentos básicos que podían encontrar en su dieta diaria. Además de ellos, consumían otros alimentos como el aguacate, la papaya, la piña, el cacao, el pavo y el venado. Todos estos alimentos se cultivaban en la región y eran parte de la alimentación de los mayas, incluyendoles las frutas y verduras de la selva.
Para los Mayas su base de alimentación era sin duda el maíz, ingredientes que los apovechaban también para hacer bebidas, como por ejemplo el atole (cocción dulce de maíz en agua). También usaban mucho su pasta (nixtamal, palabra azteca para una masa de maíz hecha con cal) cocinaban sobre todo alimentos como los tamales y las tortillas. Los tamales estaban compuestos por una pasta de maíz que contiene una mezcla de carne, vegetales o los dos, y todo esto se envuelve dentro de las hojas de maíz o otras plantas.
Utilizaban muchas técnicas a nivel gastronómico para poder cocinar los alimentos y entre ellos, destacó el pibil, que se trata de un horneado bajo tierra. Tenemos otros alimentos que fueron importantes como los que habían derivado del caco, de su semilla podemos obtener desde pasta para crear una bebida como el chocolate, preparada con agua, ya que en esa época no había ganado que pudiera dar leche. No estaban acostumbrados a beber el agua sóla, sino que se mezclaba con derivados del maíz, frutas o incluso otros ingredientes.
La alimentación desempeña como en muchos otros un papel bastante fundamental, sobre todo en la cultura y la sociedad de los Mayas.La dieta Maya se basaba en una gran variedad de alimentos que anteriormente ya hemos podido nombrar, pero también sobre todo de aguacate, papaya, piña, pavo, iguana y otros animales silvestres. Esta alimentación también podía estar ligada a la religión y a las ceremonias de la cultura Maya. Podemos poner de ejemplo que en las ceremonias religiosas les ofrecían alimentos a los dioses y creían que los alimentos estaban compuestos por propiedades mágicas y curativas.
Historia de la alimentación humana
La alimentación de los seres humanos ha ido cambiando a lo largo del tiempo.
En un inicio, nuestros antecesores eran cazadores-recolectores, comiendo frutas y frutos junto a carne de caza. Hace 800.000 años se domesticó el fuego. Hay que tener en cuenta que la cocción facilitó la masticación y la extracción de nutrientes de alimentos vegetales y animales, además de eliminar toxinas, alargar la vida útil de un alimento y mejorar su sabor.
Entre los años 8.000 a 1.000 a.C. se inició el desarrollo de la agricultura y la ganadería, con el predominio en la dieta de cereales integrales complementados escasamente con legumbres, verduras, lácteos, carne, pescado y frutas estacionales.
Los cereales destacan por su alto contenido calórico y se convirtieron en el principal producto de consumo en las distintas civilizaciones (maíz en América, trigo en Europa y arroz en Asia).
También empezó la transformación de alimentos, siendo los productos lácteos o la cerveza algunos de los ejemplos más tempranos.
Aunque la dieta neolítica estaba basada en alimentos de origen vegetal, las proporciones no siempre serían las adecuadas ni existiría la diversidad necesaria. Ello propició la aparición, en algunos casos, de deficiencias nutricionales como escorbuto (déficit de vitamina C), anemia (deficiencia de hierro), bocio (deficiencia de yodo), etc. Por ser poblaciones agrícolas, a veces, padecieron carestías y hambrunas por fenómenos climáticos adversos o conflictos bélicos.
Con el desarrollo de las civilizaciones, el ser humano formulará diferentes tipos de dieta, casi siempre con los cereales integrales como base, aunque seguirá siendo difícil tener una alimentación diversificada por las limitaciones del sistema productivo y el reparto desigual de recursos alimentarios en los estratos sociales.
A partir de la Revolución industrial, en el siglo XIX, se va a producir una oferta más abundante de alimentos y los productos de origen animal serán más consumidos. Poco a poco disminuirán la inseguridad alimentaria y los problemas endémicos de malnutrición. Progresivamente irán apareciendo productos procesados con la finalidad fundamentalmente de garantizar la seguridad de los mismos (pasteurización, esterilización,..).
Ya a lo largo del siglo XX se fue configurando la nutrición como una ciencia y se iniciaron los estudios epidemiológicos que relacionan tanto la virtud de ciertas dietas para promover la salud, como es el ejemplo de la dieta de los países mediterráneos o los efectos perjudiciales de una alimentación insana.
En poco más de un siglo se ha producido un cambio en los trastornos vinculados a la alimentación: desde los derivados de la escasez y las dietas monótonas a los causados por el exceso y por la amplia oferta de alimentos insanos.
Uno de los cambios más significativos en la alimentación humana es la introducción en el mercado del consumo de productos procesados y ultraprocesados. El consumo de los productos ultraprocesados ha aumentado en España en el siglo XX y XXI siendo el 11% en 1990, el 24,6% en 2000 y el 31,7% en 2010 del total de la cesta de la compra.
Una de las preocupaciones más destacadas en la actualidad en relación con la alimentación es el sobrepeso y la obesidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que desde 1975, la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo. La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas.
Las recetas de posguerra o cómo España sobrevivió al hambre: gatos, ratas y tortilla sin huevos
La memoria del hambre es un recuerdo que te acompaña toda la vida. Para el poeta alicantino Miguel Hernández es, de hecho, «el primero de los conocimientos», «la cosa primera que se aprende». Quienes la han sufrido no pueden desprenderse de ella simplemente saciándola. Los rugidos de un estómago vacío son una herida siempre abierta en la historia individual y colectiva.
Entre 1939 y 1952 dicha herida fue especialmente sangrante en España. El 18 de mayo de 1939 el Gobierno decretó un régimen de racionamiento de comida en todo el territorio nacional. Se dio comienzo así a los que posteriormente serían conocidos como los ‘años del hambre’, un periodo que los antropólogos David Conde y Lorenzo Mariano han rescatado en su libro Las recetas del hambre. La comida en los años de posguerra (2023), editado por Planeta.
En esta obra, gracias a las más de 120 entrevistas realizadas a personas mayores de 85 años, los autores recopilan los platos que nacieron como consecuencia de la escasez, la desesperación y la resiliencia de aquellos tiempos, como la ‘Tortilla de patatas sin patatas ni huevos’, los famosos ‘Pajaritos fritos’ o el ‘Café de algarrobas y cacahuetes’.
Seguir siendo persona es precisamente una de las pulsiones inconscientes que se esconde tras la mayoría de esos platos. En su intento por aparentar normalidad y resistir a la pobreza, la gente de posguerra mantenía la estética y el nombre de las recetas de siempre con ingredientes totalmente distintos. Podrían comer los mismos productos que los animales, sí, pero los elaboraban ‘a la manera humana’ para dignificarlos y diferenciarse así.
Alimentos tabú como lagartos, culebras, erizos, cigüeñas, ratas, gatos y hasta perros también llenaron las cocinas de los españoles condenados a las cartillas de racionamiento. Incluso existen historias de personas que se alimentaban de animales muertos, como una familia extremeña que desenterró a un cerdo para tener algo que llevarse a la boca; una práctica repetida que acabó desencadenando una epidemia de triquinosis.
No obstante, Las recetas del hambre no es un libro de cocina al uso es una memoria necesaria de las cerca de 200.000 personas que murieron directa o indirectamente por la falta de alimentos (más que en la propia Guerra Civil), aunque se cree que el número puede ser mayor.
Las recetas de posguerra o cómo España sobrevivió al hambre: gatos, ratas y tortilla sin huevos
La historia de la gastronomía española: de la dieta mediterránea a la cocina de vanguardia
la historia de la gastronomía española es un viaje fascinante a través de sabores, tradiciones y culturas que han dejado su huella en la forma en que comemos y disfrutamos de la comida.
La gastronomía española es una de las más variadas y exquisitas de todo el mundo. Los platos, preparaciones y sabores característicos de nuestra cocina son el resultado de la combinación de varias culturas con gastronomías distintas que, a lo largo de los siglos, habitaron nuestro territorio y dejaron su huella en el sabor de nuestros platos.
La historia de la gastronomía española se remonta, por tanto, a la prehistoria, la época de la Reconquista y la Edad Media, hasta evolucionar al siglo de oro y la cocina de vanguardia de hoy día.
Los orígenes de la gastronomía española: prehistoria y Reconquista
El origen de la gastronomía española se remonta a las antiguas civilizaciones que se asentaron en las costas del mediterráneo, como los fenicios y griegos. Ambos pueblos ya producían vino, pan y cerveza, a partir de los cultivos de vid, trigo y cebada. Tras la llegada de los romanos, estas costumbres culinarias continuaron, la cual también incorporaba el queso de oveja, la carne de cordero, la col, las frutas, los guisantes y otros alimentos.
Los romanos introdujeron el aceite de oliva y el vino, los árabes aportaron especias y técnicas de conservación, y los judíos influenciaron la forma de preparar los guisos y estofados. Todo esto se fusionó con los ingredientes autóctonos, como el jamón, el queso, el pescado y marisco fresco, para dar lugar a platos tan emblemáticos como la paella, el gazpacho, el cocido madrileño o la tortilla de patatas.
El punto de partida de la cocina tradicional española
El primer registro culinario de España data del año 1324, con el nombre de Llibre de Sent Sovi. Este recetario de cocina medieval está escrito en catalán y cuenta con más 220 recetas de carnes, pescados, verduras, sopas, salsas y otras elaboraciones. El mismo reúne todos los conocimientos y costumbres culinarias del mundo antiguo (Grecia y Roma), junto al aporte de las cocinas árabe y judía.
El Siglo de Oro y las influencias cristianas y francesas
Durante el Siglo de Oro (1492 – 1659) la cocina española atraviesa por un periodo de refinamiento, |sobre todo en la Corte y los monasterios. Se cuenta que los reyes de la Casa de Austria disfrutaban exquisitos banquetes basados en las carnes. Esto se debió en parte a la influencia de los cristianos, quienes incorporaron platos con cerdo, que no utilizaban ni árabes ni judíos.
El plato más popular de la época era las sopas de los cocidos, preparada con verduras y carnes de todo tipo.
El reconocimiento internacional y la cocina de vanguardia
A partir del siglo XX, la cocina española comienza a adquirir reconocimiento internacional. Muchos de los platos tradicionales como la paella, el gazpacho, la tortilla de patata o la tarta de Santiago son reconocidos en otros países. Más tarde, gracias al boom turístico de la época, España se posiciona en un puesto destacado en la gastronomía mundial.
Durante la década de los 80 y 90 nace en España un nuevo movimiento culinario, la cocina de vanguardia. La misma estuvo centralizada principalmente en el País Vasco, de la mano de los chefs Ferrán Adrià o José Mari Arzak. Esta tendencia culinaria se caracteriza por la innovación y el uso de técnicas modernas en la preparación de los platos.
La misma se basa en la creatividad y la experimentación y los ingredientes utilizados son alimentos frescos, orgánicos y locales, pero también se integran alimentos exóticos y poco conocidos. La finalidad de esta cocina es preparar platos saludables, pero divertidos, incorporando elementos innovadores de manera creativa.