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El fruto seco con más calcio que la leche y más hierro que las lentejas
En el corazón de la cultura gastronómica de España se encuentran los frutos secos, esos pequeños tesoros nutricionales que han conquistado los paladares y ocupan un lugar destacado en esta dieta. Estos alimentos, que van desde las almendras hasta las nueces, las cuales incluso ayudan a reducir el colesterol ‘malo’, aportan muchos beneficios para la salud, así como un exquisito sabor y textura a numerosos platos. De hecho, en Aragón, los frutos secos son un componente esencial en muchas recetas tradicionales como el cardo con almendras.
Pero, lo importante es que han sido reconocidos por su valor nutricional y sus efectos positivos en la salud. Y, hay uno que destaca por su extraordinario perfil nutricional: el pistacho. Estas delicias verdes tienen más calcio que la leche y el yogur y más hierro que las lentejas. La porción recomendada de pistachos es moderada, idealmente no más de 50 unidades a la semana. Esta cantidad es suficiente para aprovechar sus beneficios sin exceder el consumo calórico. Por tanto, un puñado de pistachos puede ser una alternativa ideal para incluir en tu dieta equilibrada y como ‘snack’ saludable.
Los pistachos son una excelente fuente de calcio, superando incluso a algunos productos lácteos como la leche y el yogur. Esta característica los hace particularmente valiosos para aquellos que son intolerantes a la lactosa o prefieren dietas basadas en plantas. Según la Fundación Española de Nutrición, 100 gramos de estos frutos secos proporcionan 180 miligramos de calcio, mientras que un lácteo aporta 142 miligramos.
Respecto a las vitaminas, los pistachos son fuente de tiamina, vitamina E y folatos. La tiamina y los folatos contribuyen a la función psicológica normal mientras que la vitamina E contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo, ha explicado la Fundación Española de Nutrición.
Además, su contenido de hierro es notable, superando incluso a alimentos tradicionalmente reconocidos por su riqueza en este mineral, como las lentejas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 15% de la población mundial sufre anemia ferropénica. Las embarazadas, los ancianos y los más pequeños son la población que más la suele padecer. Así que, si buscas alimentos con este mineral, los pistachos son una gran alternativa.
Por último, buen perfil graso de los pistachos, junto con su alta proporción de potasio –más del doble que el plátano–, los convierte en un alimento efectivo para controlar la hipertensión.
FUENTE: El fruto seco con más calcio que la leche y más hierro que las lentejas (heraldo.es)
Este es el ‘snack’ nocturno ideal para tomar de postre, ayuda a reducir el colesterol y adelgazar
En España, donde la dieta mediterránea prevalece y se valoran los alimentos naturales y saludables, hay un fruto que ha vuelto a ganar popularidad como una opción de postre saludable por la noche. Estos frutos dulces no solo son deliciosos, sino que también ofrecen numerosos beneficios para la salud, especialmente cuando se trata de bajar el colesterol y mantener un peso saludable.
Hablamos de los dátiles y según explica la Fundación Española de la Nutrición (FEN): «El dátil no es una fruta desecada a pesar de tener una consistencia y un aspecto parecido. Este fruto no se deja desecar después de su recolección, sino que se seca al sol en el mismo árbol y después se recolecta». Por otro lado, entre los más comercializados se encuentra el dátil tunecino Deglet Noor, ‘dátil de la luz’, de piel lisa y brillante, considerado el mejor de todos; el dátil Medjool, de piel arrugada y textura parecida a la de un caramelo toffee. «Sin olvidar los dátiles que se cultivan en Elche (Alicante), que también gozan de una calidad excelente», concluyen desde la FEN.
Y es que, hay alternativas de postre que se elaboran con alimentos con los que poder saciarte y eliminar esa necesidad de dulce que pide el cuerpo. Y, la más recomendable es el dátil, porque es una fuente de fibra con un sabor muy dulce que no aporta ningún tipo de azúcar añadido.
Según apunta la FEN, una de las bondades más características de este fruto es su contenido en betacarotenos y luteína, ambos son pigmentos naturales que cuidan la salud de la vista y previenen enfermedades degenerativas de los ojos como las cataratas. De su valor mineral, destaca el potasio, que en sinergia con la niacina (vitamina B3), favorece el buen funcionamiento nervioso y muscular, promoviendo una buena coordinación psicomotora.
Los dátiles son una fuente rica de nutrientes esenciales. Contienen vitaminas del grupo B, vitamina A y vitamina K. Además, son una excelente fuente de minerales como potasio, magnesio, cobre y manganeso. Estos nutrientes son cruciales para diversas funciones corporales, incluyendo la salud del corazón y el metabolismo.
Una porción típica de dátiles (unos 100 gramos) proporciona aproximadamente 277 calorías, pero estas calorías están cargadas de energía nutritiva que el cuerpo puede utilizar de manera eficiente. Además, los dátiles tienen un bajo contenido en grasas y una cantidad significativa de fibra dietética, lo que contribuye a la sensación de saciedad y ayuda a la digestión.
Uno de los beneficios más destacados de los dátiles es su capacidad para ayudar a reducir el colesterol. Esto se debe a su alto contenido de fibra soluble, que se une al colesterol en el intestino y ayuda a eliminarlo del cuerpo. Además, los dátiles contienen antioxidantes como los flavonoides, que pueden reducir la inflamación y prevenir la acumulación de placa en las arterias.
Un grupo de investigadores halló restos de comida de 8.000 años de antigüedad y reveló que comían los humanos del Neolítico.
Investigadores identificaron ácidos grasos de peces en cerámicas de la región de Puertas de Hierro, revelando que la pesca seguía siendo fundamental en su dieta.
En las profundidades de la historia humana, un grupo de investigadores ha revelado un hallazgo que cambia nuestra comprensión sobre la dieta de los primeros agricultores de Europa. A lo largo del curso del río Danubio, en la región conocida como Puertas de Hierro, entre la actual Rumanía y Serbia, se encontraron restos de comida de hace 8.000 años incrustados en fragmentos de cerámica neolítica. Estos vestigios proporcionan una visión única sobre lo que comían los humanos durante la transición del Mesolítico al Neolítico, un período crucial en la evolución de la humanidad.
Durante décadas, los arqueólogos creían que los pueblos neolíticos habían abandonado en gran medida la pesca, enfocándose en la agricultura y el pastoreo de animales domésticos. Sin embargo, un análisis reciente, publicado por un equipo de investigadores de la Universidad de Bristol, ha demostrado que los habitantes de esta región seguían consumiendo grandes cantidades de pescado, desafiando la creencia predominante de que su dieta se basaba exclusivamente en carne y productos lácteos. El descubrimiento abre un nuevo capítulo en la investigación de la dieta prehistórica y nos acerca más a la vida diaria de estos antiguos habitantes.
Los resultados obtenidos no solo son fascinantes por lo que revelan sobre las prácticas alimentarias neolíticas, sino también por las implicaciones que tienen para nuestra comprensión de las interacciones culturales entre los cazadores-recolectores y los primeros agricultores. Los datos sugieren que, a pesar de los avances en la agricultura, los recursos acuáticos seguían siendo una parte integral de la dieta en esta región del sudeste de Europa, lo que refleja una interesante mezcla de tradiciones alimenticias antiguas y nuevas.
Una dieta basada en el pescado
El hallazgo, que se dio a conocer tras el análisis de más de 200 fragmentos de cerámica descubiertos en sitios arqueológicos de las Puertas de Hierro, reveló una gran cantidad de residuos de ácidos grasos procedentes de peces y otros recursos acuáticos. Los investigadores utilizaron una técnica avanzada llamada cromatografía de espectrometría de masas para identificar los restos de comida. Esta técnica permitió determinar que la mayoría de los recipientes encontrados en la zona se utilizaban para cocinar pescado, algo que contrasta drásticamente con los hallazgos en otros lugares de Europa, donde las cerámicas neolíticas se usaban principalmente para procesar carne y productos lácteos.
Según la Dra. Lucy Cramp, líder del equipo de investigación, “los hallazgos revelaron que la mayoría de las cerámicas neolíticas analizadas aquí se usaban para procesar pescado u otros recursos acuáticos”. Esto contrasta con los estudios previos de otras partes de Europa, donde los restos en la cerámica neolítica indicaban el procesamiento de carne de rumiantes como vacas, ovejas y cabras, además de productos lácteos. Este descubrimiento marca un cambio en la comprensión de cómo las primeras comunidades agrícolas manejaban su alimentación en diferentes regiones.
El consumo de pescado en esta área específica del Danubio pudo estar influenciado por la gran abundancia de especies como el esturión, que habita en el río. Este pez, de gran tamaño y muy nutritivo, proporcionaba una fuente constante de alimento, lo que podría haber motivado a las comunidades neolíticas a mantener la pesca como una práctica fundamental, incluso mientras la agricultura y la ganadería ganaban terreno en otras regiones.
Interacción cultural y mezcla de tradiciones
La persistencia del consumo de recursos acuáticos en las Puertas de Hierro podría ser el resultado de la interacción cultural entre los cazadores-recolectores del Mesolítico y los agricultores neolíticos. Esta región se considera un punto de encuentro entre estas dos formas de vida. La investigación sugiere que las comunidades neolíticas que se establecieron en las orillas del Danubio no solo trajeron consigo nuevas técnicas de cultivo y domesticación de animales, sino que también adoptaron parte de las tradiciones alimentarias de los cazadores locales, quienes dependían fuertemente de los recursos acuáticos.
Los científicos creen que esta mezcla de culturas podría explicar por qué los habitantes de la región continuaron pescando y cocinando peces, a pesar de que en otras partes de Europa, la pesca se volvió menos común durante el Neolítico. El Dr. Radu Spataro, uno de los coautores del estudio, afirmó que “esta región es única en términos de su diversidad cultural y económica. El Danubio no solo ofrecía recursos acuáticos abundantes, sino que también servía como un eje de interacción entre las comunidades mesolíticas y neolíticas”.
Un misterio que persiste
A pesar de los avances tecnológicos y los nuevos métodos de investigación, aún quedan muchas preguntas por responder sobre los hábitos alimenticios de los pueblos neolíticos. Aunque los fragmentos de cerámica han proporcionado una visión clara del procesamiento de pescado, los científicos no están seguros de por qué estas prácticas continuaron en esta región mientras disminuían en otros lugares. ¿Fue la abundancia de esturiones y otros peces la razón principal, o existían tabúes culturales en torno a ciertos tipos de alimentos terrestres? Estas preguntas siguen sin respuesta.
Además, la presencia de restos de pescado en los fragmentos de cerámica sugiere que los métodos de preparación de los alimentos también estaban cambiando. Los investigadores creen que las personas comenzaron a utilizar las cerámicas para hacer guisos o sopas, lo que les permitió aprovechar al máximo los recursos disponibles. Sin embargo, los detalles exactos de cómo se preparaban los alimentos y qué recetas específicas utilizaban siguen siendo un misterio.
Este hallazgo en las Puertas de Hierro no solo desafía las ideas previas sobre la dieta neolítica, sino que también resalta la importancia de la diversidad cultural y económica en la evolución humana. Los pueblos neolíticos del Danubio eran agricultores, pero también mantenían fuertes lazos con su pasado mesolítico, adaptando sus prácticas alimentarias a los recursos disponibles en su entorno.
A medida que los investigadores continúan estudiando los restos encontrados en esta y otras regiones, es probable que surjan nuevas revelaciones que cambien nuestra comprensión de los primeros humanos agricultores. Por ahora, lo que queda claro es que, en las orillas del Danubio hace 8.000 años, el pescado seguía siendo una parte vital de la vida diaria de los primeros agricultores de Europa.
«Comida en el mundo romano»
La antigua dieta mediterránea giraba en torno a cuatro alimentos básicos que, aún hoy, siguen dominando las cartas de los restaurantes y las mesas de las cocinas: cereales, verduras, aceite de oliva y vino. Otros alimentos como los mariscos, el queso, los huevos, la carne y muchos tipos de fruta solo estaban al alcance de quienes podían permitírselo. Los romanos en particular eran expertos en procesar y conservar sus alimentos mediante técnicas que iban desde el encurtido hasta el almacenamiento en miel.
La aromatización de los alimentos con salsas, hierbas y especias exóticas era otro elemento importante de la preparación de la comida romana. Sabemos lo que comían los romanos y cómo lo hacían gracias a textos, pinturas murales y mosaicos, e incluso a los restos de alimentos encontrados en yacimientos como Pompeya.
En los primeros tiempos de la República, la comida principal del día se realizaba a la hora del almuerzo y se denominaba cena, con una comida más ligera por la noche llamada vesperna. Con el tiempo, la cena se fue retrasando cada vez más hasta convertirse en la comida de la noche y la comida del mediodía pasó a denominarse prandium. El almuerzo típico era ligero y consistía en pescado o huevos con verduras. Para empezar el día, el desayuno o ientaculum, también era ligero, a veces simplemente pan y sal, pero ocasionalmente con fruta y queso.
Para los romanos, o al menos los que podían permitírselo, la cena era una gran comida, que solía constar de tres partes. Primero venía la gustatio con huevos, marisco, lirones y aceitunas, todo ello regado con una copa de vino que se diluía con agua y se endulzaba con miel (mulsum). Tras estas entradas, la cena avanzaba a toda velocidad con una serie de platos (fecula), a veces hasta siete, que incluían el plato estrella, el caput cenae. La carne o el pescado eran el plato principal; a veces incluso se preparaba un cerdo entero asado. Naturalmente, los hogares más ricos intentaban sorprender a sus invitados con platos exóticos como avestruces y pavos reales. La etapa final era el postre (mensae secundae), que podía incluir frutos secos, fruta o incluso caracoles y más marisco.
Saber exactamente quién comía qué y cuándo en la época romana sigue siendo un campo fértil para los estudiosos, pero el registro arqueológico proporciona abundantes pruebas de la variedad de alimentos disponibles al menos para una parte de la población romana. También podemos ver que los romanos eran expertos en garantizar un suministro continuo de esos alimentos mediante diversas prácticas agrícolas, técnicas de cultivo artificial y métodos de conservación de los alimentos. De hecho, su relativo éxito queda patente en el hecho de que tal escala de producción de alimentos no volvería a verse en Europa hasta el siglo XVIII d.C.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-684/comida-en-el-mundo-romano
Alimentación y cine
La influencia del cine en la alimentación es innegable. Baste recordar las miles de personas que esperaban en 1990 la apertura del primer McDonald´s en Rusia. Eran colas kilométricas, en el centro de Moscú, e importaba poco que la hamburguesa costara unos 3 rublos, lo mismo que un abono mensual de transporte público.
Que el cine no siempre proyecta la mejor dieta posible es sabido. De hecho, esto se ha extendido a la propia liturgia de ir a ver una película. La influencia americana asoma en cada comercio colindante. Hamburguesas, pizzas, helados, chucherías a granel… Parece que el fast-food hiperglucémico es necesario para disfrutar los entresijos del séptimo arte. Dentro del cine tampoco mejoran las opciones, los menús inflaccionados compuestos de refrescos azucarados y palomitas con exceso de sal y aceite no parecen de recibo.
Algo que le debemos al cine es la naturalización de alimentos foráneos. De forma que el sushi japonés, la picanha brasileña o el ceviche peruano parecen más normales de lo que cabría esperar.
Ya sabemos que lo clásico era poner por las nubes a la cocina francesa o italiana. Pero que un bo bia vietnamita, una weisswurst bávara o un dolma turco sean fáciles de degustar dentro de las opciones gastronómicas de cualquier ciudad dice mucho de la permeabilidad social a los 24 fotogramas por segundo.
Hace ya años
Cuando Chaplin construyó una obra de arte, almorzando un zapato, en la Quimera de Oro de 1925, marcó un camino que muchos siguieron. El resultado ha sido que algunas de las escenas más importantes vistas en el celuloide se ambientaron en torno a una mesa o con algún alimento como protagonista. No me digan que no es genial la escena de ‘El Padrino’ cuando Clemenza dice «deja el arma y toma los cannoli».
Siendo rigurosos, la primera escena la protagonizó uno de los hijos de los hermanos Lumiére cuando fue grabado, en 1895, comiendo ante las cámaras. Pero la mayoría de edad no parece que se alcanzó hasta la oscarizada ‘El festín de Babette’, que pasa por ser la favorita del Papa Francisco.
A esta fiesta se apuntó Disney desde pronto. Recuerden la manzana de ‘Blancanieves y los Siete Enanitos’ o la inolvidable escena, compartiendo un plato de pasta, de ‘la Dama y el Vagabundo’. Pero, sin duda, el mejor de todos fue Remy, la entrañable rata parisina que revoluciona el panorama gastronómico de la ciudad de la luz en ‘Ratatouille’.
En cuestiones de comida, Italia lo sabe hacer como pocas… y a la hora de reflejarlo en sus películas no iba a ser menos. ‘La grande bouffe’ (La gran comilona), de Marco Ferreri, y ‘La cena’, de Ettore Scola, son dos relatos imprescindibles donde la comida vertebra la estridencia y la cotidianidad.
La comida también puede ser la excusa para un nuevo comienzo, como nos enseñó Julia Roberts en ‘Come, reza, ama’. O para un autodescubrimiento tardío como en la muy recomendable ‘Entre Copas’, un divertido largometraje donde dos amigos nos descubren el buen comer y beber (más esto último) del Napa Valley californiano.
Las excentricidades tampoco son ajenas a esta mezcla y el canibalismo no podía faltar. La francesa ‘Delicatessen’ nos hizo dudar de los carniceros, pero mi preferido es Hannibal Lecter y su predilección por el hígado acompañado de habas y un buen Chianti en ‘El silencio de los Corderos’.
En España también se come
La comida no podía faltar en el cine patrio. Esta aparece hasta en títulos clásicos, ya saben, ‘Marcelino, Pan y Vino’ o ‘Jamón, Jamón’. Y en escenas que son historia del séptimo arte a nivel mundial, como la cena irreverente y surrealista que protagonizan un grupo de pobres en ‘Viridiana’, de Luis Buñuel.
También sirve como expresión de problemas internos. Algo que podemos observar en el personaje de Willy Toledo en ‘El otro lado de la Cama’ o en la fenomenal ‘Gordos’. Esta última nos muestra algo no ajeno a la interpretación como son las transformaciones físicas radicales. La del propio Antonio de la Torre en dicha película o la todavía más famosa de Santiago Segura en las diferentes entregas de ‘Torrente’.
Esto es más habitual de lo que parece, y toda una garantía de éxito, cuando uno quiere entrar en la lucha por la entrega de premios. Sólo tenemos que ver el último Oscar a mejor actor para Brendan Fraser por ‘La Ballena’ o el Oscar a mejor actriz de Charlize Theron por ‘Monster’. Sin olvidar la increíble transformación de Robert De Niro en ‘Toro Salvaje’, que también mereció la estatuilla.
Desde el punto de vista nutricional, no es nada recomendable internarse en estos experimentos donde puede estar en juego mucho más que la apariencia física y las más que seguras estrías. Cambios metabólicos permanentes o índices clínicos estresados que pueden, incluso, poner en riesgo la vida del protagonista. Recordemos el famoso documental ‘Super Size Me’. Pero para estrés, el del nutricionista de Christian Bale, que ha ganado y perdido unos 275 kilos en los diferentes papeles que ha interpretado.
La alimentación ha sido protagonista, desde el inicio, en el cine. A veces con papeles protagonistas o secundarios y otras simplemente de atrezo. Lógicamente, una de las expresiones más vitales del ser humano no podía prescindir de una de las funciones que nos define como seres vivos. Ya sea en su faceta más ejemplificante o todo lo contrario.
https://www.diariosur.es/sociedad/salud/alimentacion-en-el-mundo-cine-20230316175041-nt.html
HISTORIA DE LA COCINA ESPAÑOLA: ORIGENES
En consecuencia a la sucesión de culturas que han habitado la Península Ibérica, contamos con una inmensa variedad en lo que respecta a: la música, arte, idioma y como no podía ser menos, la gastronomía.
La situación geográfica de España, ha hecho que determinados productos sean principales en nuestras comidas, por la gran variedad que se nos ofrece. Uno de estos casos es el pescado, al ser una península y por lo tanto estar rodeado casi completamente por agua, este alimento, se ha podido consumir mediante la pesca desde tiempos muy lejanos. Gracias a la gran extensión de valles y caudalosos ríos que filtran el agua con el objetivo de sustentar el regadío, podemos contar con multiplicidad de verduras y fruta fresca en cada temporada. O los reconocidos jamones españoles, que se curan en las montañas de la Península.
Desde el asentamiento de colonizaciones fenicias, griegas o cartagineses hasta nuestros tiempos, la gastronomía española ha evolucionado constantemente con el paso de los siglos.
Los fenicios y griegos, difundieron el cultivo de la vid, trigo y cebada y por lo tanto se comenzó a producir vinos, pan y cerveza ( que por esos entonces era una especie de zumo de cebada) ya que vieron la necesidad de dar salida a los excedentes de grano que de no ser consumidos, se estropearían.
Los romanos, siguieron sus pasos .Hasta el s.II a.C, la cocina romana se basaba en alimentos básicos: guisantes, queso de leche de oveja, carne de cordero, col, frutas. Pero, a principios del siglo II a.C , los romanos entraron en Asia Menor y descubrieron el refinamiento de las cortes griegas de Oriente. A partir de ese momento, la preparación de las comidas se empezó a hacer larga y costosa. Los servicios de los cocineros, trabajo desempeñado por esclavos, se comenzó a pagar mucho más.
Según pasaban los años, el hombre fue descubriendo nuevos alimentos, formas de conservación y maneras de consumirlo. La alimentación pasó de ser una necesidad diaria a una emoción de paladares, puesto que los romanos realizaban festines y banquetes en honor a la comida. Buscaban nuevos animales, mezclas poco usuales y bebidas para despertar sus intereses de primeros gourmets.
Aunque sin duda, fueron los árabes, los que empezaron a dejar un impacto gastronómico más importante en España .Introdujeron condimentos ligeros aplicados a diferentes platos, al igual que empezaron a combinar frutas o frutos secos en los platos de pescados o carnes, creando otros sabores a las comidas.El azafrán; cítricos como las naranjas, limones o pomelos, hortalizas como las berenjenas, alcachofas o el arroz; sandías; melones; pistachos y dátiles son algunas de las muchas aportaciones gastronómicas que nos dejaron hasta nuestros días.
Años después, con la formación de reinos cristianos, se empezó a elaborar platos con cerdo, ya que tanto para judíos como musulmanes este alimento estaba prohibido.
Los cristianos, hicieron completa utilización del animal, no se desprendían de ningún resto, las partes del cerdo que a los ricos no gustaban, a los pobres alimentaban. A esto, hay que sumarle, algunas de las costumbres gastronómicas que conservamos hasta nuestros días, por ejemplo, preparaban platos especiales para la Cuaresma (sin ninguna otra carne animal que no fuese la de pescado) o la invención de las torrijas.
Año 1492, fue un año que cambió la península en muchos sentidos, no solo fue el triunfo de la Reconquista, sino respecto a la gastronomía del país, que dio un giro enorme tras descubrir el nuevo continente: América y por lo tanto, sumarse a nuestras comidas, una gran variedad de productos, especias y nuevas formas de elaborar platos. Poco a poco, se fueron integrando a nuestra dieta española productos como la patata, tomates, vainilla, pimentón, avena, legumbres o el chocolate. Muchos de ellos, productos indispensables en nuestros platos como pueden ser la tortilla de patata, lentejas con chorizo, gazpacho, fabada asturiana o el típico chocolate con churros.
https://www.culinaryspain.es/historia-de-la-cocina-espanola-origenes
Vicky Foods: La historia de la empresa familiar valenciana que alimenta al mundo
En 2023 Vicky Foods facturó más de 629 millones de euros y produjo más de 214.000 toneladas de productos situándose como una de las principales empresas de alimentación del país. Rafael Juan, CEO de la compañía, impulsa una estrategia centrada en la diversificación, la internacionalización, la innovación y la sostenibilidad como puntos clave de su éxito.
Villalonga, un pequeño municipio al sur de la provincia de Valencia, es testigo de cómo con esfuerzo y trabajo, un modesto negocio familiar puede trascender fronteras y posicionarse como una empresa con alcance mundial.
Corría el año 1952 cuando Antonio Juan, padre del actual CEO de Vicky Foods, decide comenzar a escribir la historia de esta firma. Y, si bien los inicios de esta empresa familiar están ligados a la elaboración de pan, todo cambió cuando se atrevió a innovar y diversificar su producción en la década de 1960 con la llegada de Victoria Fernández, la mujer de Antonio. Sin embargo, la revolución llegó en los 70 con las famosas “Glorias”, las primeras magdalenas cuadradas, que impulsaron a la compañía hasta convertirla en una de las líderes de productos de bollería en los 80.
Cómo Vicky Foods está alimentando un mundo mejor
Vicky Foods avanza hacia un modelo de desarrollo cada vez más sostenible consciente de que es importante cuidar del planeta y el entorno que les acoge. De esa manera, aplican medidas y llevan a cabo proyectos enfocados a minimizar su impacto ambiental, destacando la ampliación de su red de generación de energía con base renovable y la gestión de los residuos.
En ese sentido, adquiere relevancia su apuesta por el desarrollo de envases más sostenibles: se han implementado iniciativas para aumentar el reciclado del plástico, como la reducción del espesor de las láminas y la disminución de la superficie de los envases. En cuanto al cartón, el 100% de los envases utilizados cuenta con la certificación FSC (Forest Stewardship Council), garantizando que provienen de bosques sostenibles, y se realizan acciones de recuperación de residuos de cartón para fabricar nuevos envases, disminuyendo así el volumen de residuos urbanos generados.
Por último, la economía circular está adquiriendo cada vez más relevancia, dada la necesidad de implantar sus principios para poder garantizar la sostenibilidad de la economía sin agotar los recursos del planeta y minimizar la contaminación por residuos.
Cómo una buena alimentación cuida tu salud mental
Para nadie es desconocido que comer sano trae múltiples beneficios para el estado físico. Pero la relación entre una nutrición adecuada y la salud mental no resulta tan obvia, en circunstancias de que una buena alimentación sí es muy importante y está estrechamente ligada a muchos procesos cerebrales.
Sucede que el cerebro humano tiene una exigencia energética muy alta y requerimientos nutricionales bien definidos. “Un buen estado nutricional es muy importante para la salud mental y para el mantenimiento de las conexiones cerebrales a fin de que las neuronas se mantengan sanas, protegidas y en equilibrio”, señala Jaime Silva, sicólogo del Programa Vivir Liviano de Clínica Alemana.
La explicación radica en que la alimentación genera una serie de procesos fisiológicos que están relacionados con los centros del cerebro. “Si hay carencia de esos neurotransmisores se podría tener, por ejemplo, problemas de regulación afectiva. La elección de lo que uno come no es trivial ni da lo mismo”, agrega el sicólogo.
El factor dieta en el tratamiento de la depresión
Una dieta balanceada está directamente relacionada con menos índices depresivos, y si bien no cura por sí solo este trastorno de salud mental “se ha comprobado que es un factor que incide en el tratamiento”, aclara el especialista. Y agrega: “comúnmente, los pacientes con depresión presentan falta de triptófano, un aminoácido que no produce el organismo, y que se encuentra en alimentos como el chocolate, carnes magras, huevos y almendras”.
Y no solo se trata de lo que se consume, aquí también es importante ordenar los horarios de las comidas y tener buenos hábitos en otros sentidos, como hacer ejercicio y mantener horas ordenadas y reparadoras de sueño. Todos estos factores son importantes para el cuidado de la salud mental y deben comenzar desde la más temprana infancia.
En concreto, tener una dieta saludable –como la Mediterránea-, consumir alimentos integrales, con ácidos grasos Omega-3 y antioxidantes, reducen el riesgo de depresión.
Por el contrario, el consumo de ácidos grasos trans, de comida rápida -que desplaza la ingesta de otros alimentos más nutritivos-, las dietas restrictivas o los productos de bollería industrial -como dulces y galletas-, se asocian a un mayor riesgo de enfermedades mentales o bajos estados de ánimo.
Dieta Mediterránea
- Consumir carnes blancas en mayor proporción que carnes rojas, principalmente, pescados por su elevado contenido en Omega 3.
- Comer a diario frutas y verduras de distintos tipos, que se caracterizan por su contenido en vitaminas, antioxidantes y fibra.
- Preferir cereales integrales por su aporte en cuanto a fibra.
- Consumir lácteos descremados, ya que contienen menos grasa saturada y colesterol.
- Ingerir grasa saludable como el aceite de oliva o canola. La palta también es un alimento con características muy similares a estos aceites.
- Limitar consumo de azúcares refinados (bebidas, pastelería) y alimentos ricos en grasas saturadas y colesterol (frituras, mantequilla, snacks).
- Si se bebe vino, que sea con moderación (1-2 copas/día).
La higiene de sueño como factor saludable
Complementariamente, un sueño reparador también tiene incidencia en la salud mental. Para ello el Centro del Sueño de Clínica Alemana recomienda realizar lo siguiente:
- Mantener horarios regulares y ordenados para como comer y dormir.
- Reservar el dormitorio solo para el reposo y la intimidad.
- Evitar la cafeína en la tarde, especialmente si se sufre de insomnio.
- Restringir el consumo de alcohol.
- No fumar.
- Hacer ejercicio de forma regular (evitar practicarlo muy tarde porque acelera el metabolismo, lo que perjudica la calidad del sueño).
- Desconectarse de las preocupaciones diarias.
- Usar ropa adecuada para dormir.
- Limitar el uso de aparatos electrónicos en la noche (televisión, celular, tablet, otros).
Cultura y Gastronomía: ¿Cómo se relacionan?
Cultura y Gastronomía: Una Relación Histórica
El binomio entre cultura y gastronomía ha existido siempre, y es esencial para quienes estudian nutrición. La gastronomía refleja no solo la historia, geografía o política de una nación, sino también su cultura. Diferentes culturas tienen maneras particulares de cocinar y comer, lo que representa una forma de entender cómo son las personas y cómo interactúan entre ellas.
¿Qué es la Cultura Gastronómica?
La cultura gastronómica, o platos tradicionales, son las prácticas y creencias culinarias de una región, etnia o comunidad. Estos platos se transmiten de generación en generación, simbolizando la identidad cultural de un grupo y cómo los alimentos han influido en su desarrollo.
Impacto de la Migración y el Cambio Cultural
La emigración permite que las prácticas alimentarias viajen y se adapten en nuevas geografías. Aunque hay una tendencia hacia la fusión, las recetas tradicionales pueden transformarse o mantenerse dependiendo del entorno.
¿Qué factores culturales influyen en la alimentación?
La alimentación está influenciada por factores:
- Geográficos:
- Los factores geográficos influyen a la hora de construir la cultura gastronómica de un país.
- En primer lugar, hay que hacer referencia a la disponibilidad de un alimento. Siempre se habla, por ejemplo, de una China del arroz, en el sur, y una China del trigo, en el norte.
- Por otra parte, la climatología influye en lo referente a qué se come. No en vano, un clima más frío requiere de un mayor aporte calórico.
- Los factores geográficos influyen a la hora de construir la cultura gastronómica de un país.
- Sociales:
- Los factores sociales son, también, determinantes. Por ejemplo, algunos elementos son propios de personas con un estatus social determinado, pero, también, entran en juego las creencias religiosas o éticas.
- Una persona de un país musulmán, por ejemplo, no consumirá alimentos de cerdo. Y una persona vegana no ingiere ningún alimento de origen animal.
- Económicos:
- Los factores económicos también se deben tener en cuenta. La renta disponible, o si una sociedad es más o menos pudiente, influirán en la elección o elaboración de determinados platos.
- Ahora bien, lo que suele suceder es que, en una misma sociedad, hay platos de consumo diario y otros para días especiales.
- Culturales:
- Los factores culturales de los alimentos son los siguientes:
- Tabúes alimentarios: Son prácticas que prohíben a las personas ingerir determinados alimentos por motivos religiosos o de otro tipo. Por ejemplo, algunos judíos no comen cerdo porque está prohibido en la Torá.
- Preferencias alimentarias: Son aspectos de la cultura de una persona que influyen en su preferencia por ciertos alimentos sobre otros. Por ejemplo, muchas personas de la India prefieren las comidas picantes porque las encuentran más sabrosas y apetecibles que las que viven en los países occidentales.
- Normas de inocuidad de los alimentos: son reglamentos que dictan lo que se puede hacer con un alimento antes de que los consumidores lo vendan o lo coman.
- Los factores culturales de los alimentos son los siguientes:
Lo que aprendemos de una cultura a través de su gastronomía.
La comida es clave en la identidad cultural y la globalización ha complicado la asimilación cultural debido a la mezcla de influencias. Aunque el mundo se globaliza, las tradiciones y la gastronomía siguen siendo pilares de la identidad de cada país.
Fuente: https://www.universitatcarlemany.com/actualidad/blog/comida-cultura/
Productos de América que reinan en la cocina europea: cacao, patatas, tomate o pavo
Fusionar la pasión por comer y por la historia del arte no es sencillo, pero existe un libro donde se plasma cómo se representa en el arte, a partir del siglo XVI, la incorporación de los nuevos alimentos que entonces venían de América y eran exóticos como, por ejemplo, el pimiento, el pavo o el cacao.
Vanessa Quintanar, investigadora, docente universitaria y experta en Historia del Arte y de la Alimentación, es la autora del libro ‘Cibus Indicus. Alimentos americanos en las Artes y Ciencias de la Edad Moderna Europea (siglos XVI-XVIII)’, una obra que se fue haciendo «a fuego lento» durante muchos años, explica en ‘Más de uno’.
A nivel de investigación, hace años le surgió -gracias a la investigadora Carmen Simón- la oportunidad de realizar la biblioteca histórica-digital de la Real Academia de Gastronomía. Así, durante años estuvo realizando alrededor de 1.300 fichas bibliográficas de los libros más importantes que se han escrito en España desde el siglo XVI hasta la actualidad.
La llegada a América fue un «momento mágico» para la alimentación y el arte
En ese momento su cabeza se convirtió «en una palomitera» pensando en ideas hasta que decidió que quería hacer algo que aunase sus dos pasiones: la comida y el arte. Por tanto, buscó «un momento mágico en la historia en el que tanto la alimentación como el arte hubieran tenido una especie de revolución», cuenta Vanessa.
Tras darle varias vueltas llegó a la conclusión de que a partir de 1492, con la llegada a América, se incluyen una serie de alimentos que cambian para siempre la alimentación europea y que, además, surgen varios géneros artísticos que le dan una importancia central el mundo de la cocina, como no se le había dado desde el mundo romano con los bodegones y escenas de cocina y mercados.
El cacao, un producto de lujo que se extendió desde España por toda Europa
El chocolate era un producto de lujo, el oro negro que venía a América. En cuanto los españoles tienen conocimiento del cacao se dan cuenta de que están ante un producto especial. «Empiezan a ver que es consumido en rituales y que incluso los granos se usan como moneda», por lo que los primeros granos de cacao llegaban a la corte española en secreto y se guardaban en guardajoyas.
Durante muchos años el cacao fue saliendo de la corte española a otras monarquías europeas a través de los casamientos reales. La hija de Felipe IV, María Teresa de Austria, se casó con Luis XIV de Francia, y se llevó a su cocinera para que le preparase chocolate cada día para alegrarse. Así fue cómo el chocolate llegó a Francia.
La evolución del chocolate en Europa
El chocolate despertaba pasiones pero, a la vez, algo de miedo, pues se creía que era afrodisíaco y que otorgaba poderes. Los europeos lo transformaron y adaptaron añadiendo azúcar, especias como canela y de forma caliente.
En un principio es más como el café y a partir del siglo XVIII aparece el chocolate espeso típico español. «Es un producto muy interesante porque lo hacemos nuestro de alguna manera», dice Vanessa sobre su evolución.
Receta del pavo relleno al estilo Acción de Gracias
Por su parte, Gabriela Tassile -buena amiga del programa y chef embajadora de Marca País Argentina- nos enseña a preparar un plato cuyo elemento principal es un producto que viene de América. En concreto, nos da la receta del pavo relleno al estilo Acción de Gracias.