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Redes sociales, adolescencia y trastornos de la conducta alimentaria: la necesidad de una mirada comprehensiva
La preocupación por la salud mental de la población, y en especial de los más jóvenes, crece a nivel global, particularmente tras la pandemia de COVID-19. De acuerdo con el IV Barómetro Juvenil, en España un 59,3% de jóvenes entre 15 y 29 años manifestaba en 2021 haber tenido algún problema de salud mental, dato que supone un aumento significativo desde el 28,4% que arrojaba el mismo indicador en 20171. En este mismo estudio, el 6,1% de los jóvenes declara, además, tener un diagnóstico de trastorno de conducta alimentaria (TCA).
En este contexto de incertidumbre por la salud mental de este grupo de edad, el papel que puede jugar la tecnología, y en particular las redes sociales, está sometido a un juicio creciente por parte de la opinión pública, las autoridades y también por la investigación. Concretamente, preocupa el hecho de que los adolescentes estén expuestos a una constante corriente de imágenes y mensajes que promueven estándares de belleza irreales por el posible impacto que puede tener en sus hábitos alimenticios y de ejercicio físico y, en último término, sobre posibles patologías.
A nadie escapa la importancia del culto al cuerpo en las sociedades occidentales avanzadas que, pese a los esfuerzos constantes a favor de la diversidad corporal, como el body positive, no dejan de señalar determinados cánones de belleza como normativos y, por tanto, deseables. Aunque la batalla alrededor del cuerpo femenino ideal parece tener más impacto en las niñas y adolescentes, también el cuerpo masculino se ha convertido en objeto de discusión y de anhelo para muchos adolescentes y jóvenes2. Las redes sociales son el escenario preferente de esta narrativa, donde se desarrolla con más fluidez e intensidad y donde con más facilidad alcanza a los públicos menores de edad.
La vinculación de esta exposición constante a imágenes idealizadas, junto con la enorme disponibilidad de servicios, productos y consejos para lograr un cuerpo perfecto, bien a través de la alimentación o del ejercicio3, hace plantearse cómo de protegidos están los más jóvenes ante estos discursos que pueden tener un impacto negativo sobre su salud mental y física.
LA INFLUENCIA DE LAS REDES SOCIALES
Es evidente que los contenidos a los que este grupo de edad accede a través de internet pueden influir en la configuración de los estándares de lo que es socialmente aceptable, deseable o bueno, especialmente porque su estado de desarrollo madurativo los convierte en público vulnerable. Las redes sociales, a diferencia de los medios tradicionales, se adaptan a los intereses de sus usuarios y animan a su interacción constante, logrando un entorno más inmersivo y potencialmente más influyente4. Son, además, espacios sociales y de ocio, donde el pensamiento crítico ante los contenidos se reduce al tiempo que se incrementa el tiempo invertido. Es también innegable la accesibilidad a esos servicios y contenidos gracias a la generalización del teléfono móvil con acceso a internet en prácticamente todas las franjas de edad a partir de los 11 años.
Alguna de estas redes sociales, como Instagram o TikTok, son espejos en los que las personas usuarias buscan referentes, tendencias o modelos en los que inspirarse o a quienes imitar en sus estilos de vida. Esta búsqueda de información hace posible, a través de los algoritmos, que estos mismos usuarios reciban una publicidad muy personalizada que se adapta a aquello que están buscando. Y a estos contenidos publicitarios explícitos se añade que muchos de los modelos a quienes siguen de manera voluntaria persiguen a su vez intereses comerciales, ya que están patrocinados por marcas o bien buscan monetizar su presencia en redes sociales logrando audiencias masivas y contenidos virales.
Destaca aquí el papel de los creadores de contenidos, conocidos como influencers, que llevan a cabo de manera muy eficiente estrategias para captar la atención y la lealtad de sus seguidores5. Lo que podría ser un caso de abuso de confianza particularmente doloso cuando incumbe a menores de edad con una capacidad crítica en desarrollo, adquiere un tinte diferente al tratar sobre cuestiones que pueden impactar directamente sobre su salud mental y física3,6. La propia naturaleza visual y estilística de plataformas como Instagram puede constituir un riesgo, particularmente acentuado entre las chicas7 y aquellos que muestran un uso problemático de redes sociales8.
REDES SOCIALES, ADOLESCENTES Y TRASTORNOS DE CONDUCTA ALIMENTARIA
Ya antes de la popularización de las redes sociales, internet se había convertido en un espacio donde quienes sufrían un TCA podían encontrar consejos, ideas o apoyo. Gina Lladó y col9 analizaron cómo estos contenidos encontraron su acomodo en blogs, grupos de Facebook u otras vías digitales. No obstante, el problema se magnifica con la llegada de las redes sociales: no se trata tan solo de que quienes sufren, o son particularmente propensos a sufrir un TCA tengan acceso a redes de apoyo y a consejos que les ayuden a disimularlo, sino que la propia cultura visual y centrada en la exaltación de la apariencia física contribuye a consolidar determinados modelos de cuerpo ideal, que llegan de manera más personalizada a públicos más amplios. Cómo esta exposición puede afectar y acelerar la aparición de relaciones poco saludables con la alimentación o terminar en un TCA ha sido objeto de atención de los académicos en los últimos años.
Un estudio de Beatriz Feijoo y col publicado en 2023 ponía de manifiesto la influencia que las redes sociales ejercían sobre la percepción del aspecto físico de los adolescentes españoles, y también cómo los influencers eran, en muchos casos, fuente de pautas y sugerencias sobre alimentos, pautas de alimentación y de ejercicio físico para lograr cuerpos ideales2. Estos contenidos, consumidos a través de las redes sociales, generan un posible círculo vicioso en el que los adolescentes replican lo que ven hacer a los creadores de contenido y lo comparten con sus amigos y conocidos. El posible impacto negativo se incrementa cuando estas publicaciones pueden generar una respuesta en forma de “me gusta” o de comentario positivo, lo que refuerza su determinación.
Esto indica que la presión social propia de la etapa adolescente, cuando el deseo de sentirse aceptado por el grupo de referencia es muy radical, se extiende también a las redes. Esta presión del grupo puede tener un efecto de refuerzo positivo, que impulse a realizar una acción saludable o entretenida, por ejemplo, pero sin duda también negativo como cuando un comentario genera un sentimiento negativo de tristeza o rechazo. En cualquier caso, es necesario tener en cuenta este factor cuando se estudia y se trabaja con esta franja de edad.
Hay acuerdo en que la relación entre consumo de redes sociales, preocupación por la imagen corporal y trastornos alimenticios es significativa pero compleja. Así lo muestra la scoping review más reciente, publicada en 2023 por Dane y Bathia10, pero también la revisión de Lozano-Muñoz y col realizada en 2022 concluyó que “a pesar de algunos aspectos positivos, las RRSS promueven cánones de belleza basados en la delgadez, permiten la comparación entre iguales incrementando la preocupación por el peso, y crean espacios que fomentan los trastornos de la conducta alimentaria”7.
Pero pese a estas evidencias, que no dejan de ser todavía parciales y limitadas, Dane y Bathia concluyen diciendo que “mientras que nuestra revisión señala que puede haber implicaciones de gran escala entre los casi 4.000 millones de usuarios de redes sociales en todo el mundo, es importante también hacer notar que no todos los usuarios tienen una mala percepción de su propio cuerpo o desarrollan un TCA. Esto hace que haya que preguntarse ¿qué es lo que hace a ciertos individuos más susceptibles?”10.
MIRANDO AL FUTURO
Todas las investigaciones concuerdan en la necesidad de reforzar cualquier afirmación sobre el vínculo entre redes sociales y TCA con más investigación8. La influencia del género7, de la edad11 o de un uso problemático de las redes sociales8 ya han sido analizadas y convendría replicar estudios en otras áreas geográficas y culturales para poder consolidar los resultados obtenidos. En cualquier caso, establecer una relación única y de causalidad entre redes sociales y TCA parece poco oportuna y poco pertinente.
Para Marks y col4 (2020), esta ola creciente que vincula imagen corporal y TCA en las redes sociales debería conllevar también un cambio en las estrategias de promoción de la salud. La literatura, según estos autores, confirma que los enfoques de salud centrados en el peso tienen un impacto negativo sobre la salud física y el bienestar psicológico. En muchas ocasiones son profesionales de la salud quienes, como creadores de contenidos en las redes sociales, divulgan consejos para una vida saludable. Convendría también analizar cuáles son sus argumentos y el papel que el peso corporal tiene en ellos.
Esto podría conllevar a la reflexión de los responsables de los sistemas de salud sobre en qué medida disponen de estrategias dirigidas a ofrecer respuestas a las preguntas que se puede hacer este grupo de edad, o para salir al paso, de manera efectiva, de los problemas que suscita. Probablemente esto implique también cambiar algunas pautas en las consultas de atención primaria, incluyendo preguntas y consejos sobre el papel de la tecnología que puedan ayudar a los jóvenes, y también a sus familias.
En el presente número de Anales del Sistema Sanitario de Navarra se publica el artículo de revisión Efectividad de las intervenciones para mitigar la influencia de las redes sociales en la anorexia y la bulimia. Una revisión sistemática, cuyos autores son Noelia Lozano-Muñoz, Álvaro Borrallo-Riesgo y Maria Dolores Guerra-Martín12. En él se apunta a la importancia de las “intervenciones de carácter educativo centradas en prevención y promoción de la salud, autocrítica, autopercepción, autoestima, imagen corporal, manejo nutricional y alfabetización digital” como vías a través de las que limitar el impacto negativo que las redes sociales pueden tener sobre los trastornos de conducta alimentaria. Parece particularmente relevante esta aportación porque, además de reclamar más investigación, también anima a una visión interdisciplinar de este problema complejo que dista mucho de tener una solución simple.
Quizá este enfoque interdisciplinar puede ayudar a enriquecer estos resultados incipientes y a ofrecer nuevas alternativas que ayuden a frenar el auge de estos problemas entre un grupo de edad particularmente vulnerable.
Las dietas del futuro: a medida y de precisión gracias a la ciencia
Los que tenemos al típico amigo o conocido que puede permitirse comer todos los días productos azucarados sin engordar ni un gramo, o un pariente que ha desarrollado una cardiopatía a pesar de evitar las grasas saturadas, sabemos que las recomendaciones dietéticas únicas no reflejan las distintas reacciones que tenemos ante los alimentos. Ahora, uno de los nuevos estudios más integradores y ambiciosos sobre dietas jamás realizados podría cambiar esta situación y aportar información que permita a los expertos adaptar por fin sus recomendaciones a cada persona.
A partir de esta primavera, 13 centros de Estados Unidos comenzarán a inscribir a 10 000 personas de edades y pesos muy diversos para determinar mejor los factores importantes que intervienen en lo que se denomina nutrición de precisión. Se realizarán esfuerzos específicos para incluir a quienes a menudo se pasan por alto en la ciencia de la nutrición: mayores de 65 años, afroamericanos, residentes en zonas rurales, personas con discapacidad y minorías sexuales.
Cómo funcionará el estudio
Durante el estudio, los investigadores realizarán periódicamente análisis de orina y sangre y completarán un censo del microbioma intestinal de cada persona, es decir, los billones de organismos que residen permanentemente en el tubo digestivo. Los participantes llevarán monitores de glucosa para registrar las subidas y bajadas de azúcar en sangre, un marcador de la forma en que el organismo procesa los hidratos de carbono y un importante indicador de la salud. También se hará un seguimiento de comportamientos diarios como el sueño, el estrés y las horas a las que se come, entre otros factores.
El objetivo es desentrañar las muchas variables que influyen en las respuestas nutricionales y desarrollar algoritmos que las predigan, lo que permitiría a los nutricionistas ofrecer consejos dietéticos a otras personas con características similares.
Ofrecer recomendaciones más específicas es crucial para mejorar la salud pública, afirma Das. El enfoque actual ha llevado a muchas personas a desentenderse de los consejos dietéticos de los expertos, ya sea porque éstos parecen cambiar con frecuencia (el clásico: los huevos son malos; los huevos son buenos) o porque probaron una forma de comer recomendada y descubrieron que no era la ideal para ellos. «La nutrición de precisión nos permitirá ir más allá del consejo de la dieta mediterránea. En lugar de eso, diremos: ‘Si tienes determinadas etnias, características, respuestas físicas a los alimentos, esta dieta puede ser más adecuada’. Ese es el paso al que nos estamos acercando», afirma.
Das advierte que los nuevos consejos derivados de la investigación no llegarán al nivel del individuo, razón por la cual los expertos prefieren el término nutrición de precisión a otro muy utilizado, nutrición personalizada.
El estudio se centrará en comer para gozar de una salud óptima más que para perder peso, pero ambas cosas van de la mano, afirma Das. «No estamos proporcionando dietas restringidas en calorías, pero creo que la respuesta en términos de tratar de optimizar el metabolismo ayudaría también para el control del peso».
Las dietas del futuro: a medida y de precisión gracias a la ciencia | National Geographic
«Los avances en inteligencia artificial y análisis de datos permitirán a los agricultores asignar recursos con precisión, aumentando el rendimiento y minimizando el impacto ambiental»
Taher Mestiri, Presidente, Seabex
El futuro de los sistemas alimentarios depende de prácticas agrícolas sostenibles, que aborden eficazmente el doble reto de la escasez de agua y el cambio climático. En el centro de esta transformación se encuentran los agricultores, la columna vertebral de las cadenas de valor agrícolas, que tienen la clave para garantizar la producción de alimentos al tiempo que optimizan el uso del agua.
Los rápidos avances en inteligencia artificial (IA) y análisis de datos pueden permitir a los agricultores tomar decisiones más informadas en la asignación de recursos, mejorando los rendimientos y minimizando el impacto ambiental. Seabex se inspira en este potencial.
El sistema de Seabex utiliza algoritmos avanzados para proporcionar información práctica, reduciendo las conjeturas y mejorando la eficiencia en la gestión del riego. Nuestra solución se caracteriza por una tecnología altamente escalable y sin sensores, que ofrece una gestión simplificada del riego sin requerir inversiones significativas en hardware.
Impacto de las redes sociales en la alimentación
La visualización de alimentos colgados diariamente en las distintas redes sociales impacta el comportamiento en hábitos de alimentación y desencadena respuestas conductuales que conducen a un exceso de hambre. Guatemala es uno de los 50 países con más uso de plataformas digitales a nivel mundial y registra cerca de 3 horas de uso diario. Si bien es cierto que las redes sociales pueden proveer información motivacional en pro de la salud, pueden también fomentar un consumo excesivo de alimentos.
La comida es parte integral de la vida diaria que conlleva funciones más allá de los nutrientes que consumimos; la nutrición forma parte de la cultura de la persona y las prácticas alimentarias están asociadas a su núcleo social, familiar e histórico de creencias. En realidad, es un mito que las personas comen solo debido a un estado interno de hambre fisiológica; de hecho, se ha estudiado que existe un tipo de alimentación conocida como ‘alimentación externa’ que responde a esa ingesta de alimentos mediada por diferentes estímulos relacionados con los alimentos, tales como el olor, la vista o el gusto; y que es independiente del estado interno de hambre o saciedad.
En la actualidad, el uso de redes sociales se ha convertido en algo casi esencial en la comunicación del ser humano y su influencia en las prácticas culturales y sociales, así como en los hábitos alimenticios ahora ha tomado significativa importancia. Tan solo en Estados Unidos el 65 % de los adultos y el 90 % de los adultos jóvenes utilizan algún tipo de red social para comunicarse y de toda la información que cuelgan diariamente en internet, alrededor de un 10 % de las imágenes corresponde o están relacionadas con alimentos o temas de alimentación, generando un impacto sobre el comportamiento de las personas en sus hábitos de alimentación y consumo; pudiendo contribuir o no al curso y prevención de diferentes enfermedades crónicas, así como también a alteraciones de la salud mental.
Según los datos mas recientes obtenidos en el 7mo estudio de uso de redes sociales en Centroamérica y el Caribe 2018, Guatemala se encuentra en la posición 49 del ranking mundial de países con más usuarios en la plataforma social Facebook, convirtiéndolo en el país con más usuarios en la región de Centroamérica. Casi la mitad de los usuarios de las diferentes plataformas digitales son menores de 30 años y el 33.9 % pasa más de 3 horas al día conectados a un dispositivo móvil; por lo que si existe una asociación entre el uso de medios masivos y redes sociales con los patrones alimentarios. Por ejemplo, en 2016 se determinó que el tiempo de ver televisión estaba positivamente asociado con el Índice de Masa Corporal (IMC) de las personas y en 2008 se encontró una asociación negativa entre los medios de comunicación y la imagen corporal, así como la idealización de la delgadez. Condiciones que se encuentran fuertemente asociadas con los patrones de alimentación.
El solo hecho de leer o ver fotos y videos relacionados con alimentos ha sido un tema de estudio frecuente y se ha demostrado a través del paso del tiempo que este tipo de tendencias puede desencadenar respuestas conductuales y fisiológicas que conducen a un exceso de hambre que va más allá de conducir a hábitos alimenticios poco saludables y aumento de peso, y que además, contribuye a aumentar la probabilidad de presentar problemas con la imagen corporal y la alimentación.
Si bien es cierto que las redes sociales y las diferentes plataformas digitales con las que contamos actualmente pueden proveernos hasta cierto punto información motivacional en pro de la salud e imagen corporal, esta información puede llegar también a fomentar expectativas poco realistas de lo que es la salud en general; o lo que es peor, puede llegar a generar ciertos pensamientos y comportamientos negativos relacionados con la comida. Por lo que es necesario siempre recordar que si están en busca de información de salud y alimentación, el número de seguidores o “likes” de cada una de las publicaciones posteadas no es un indicador proporcional a la experiencia, ni mucho menos la respuesta de un profesional de la salud.
Fuente: Impacto de las redes sociales en la alimentación — GRC-Salud
Nueva técnica multi-ingredientes para la impresión 3D de alimentos
La impresión 3D de alimentos es una tecnología emergente que utiliza impresoras 3D para crear alimentos personalizados, nutritivos y creativos. Ofrece ventajas como la reducción del desperdicio de alimentos, la sostenibilidad y la posibilidad de crear alimentos para necesidades dietéticas específicas. Sin embargo, también enfrenta desafíos como el costo, la seguridad alimentaria y la aceptación del consumidor. A pesar de estos desafíos, la impresión 3D de alimentos tiene el potencial de revolucionar la forma en que producimos y consumimos alimentos en un futuro.
Como más reciente avance en la industria alimentaria, un equipo de investigadores de la Universidad de Tecnología y Diseño de Singapur (SUTD, por sus siglas en inglés), ha desarrollado una nueva técnica para producir y personalizar alimentos. En concreto, diseñaron una impresora 3D multi-material, o en este caso, multi-ingredientes, para incorporar distintos tipos de alimentos ricos en nutrientes. Las aplicaciones propuestas por los investigadores van desde la confección de comida estéticamente agradable, a la personalización de alimentos para personas con trastornos alimenticios y disfagia, es decir, dificultades para tragar.¿En qué consiste la impresión 3D multi-material de alimentos?
Los métodos existentes se basan en jeringas con una sola tinta y controladas de forma independiente. Si bien es una técnica que da buenos resultados, tiene ciertas limitaciones. Siguiendo este proceso es complicado alinear más de un tipo de tinta sin que estas se fisuren, por ejemplo. Es aquí donde el avance de los científicos de la SUTC llega a mejorar la técnica. El equipo desarrolló una boquilla de unión en forma de Y (impresa en 3D) para cambiar de tinta sin que se fisuren. Básicamente el extrusor está compuesto de dos entradas y una sola salida para reducir problemas con el cambio entre boquillas. En el desarrollo de este extrusor se prestó especial atención a las propiedades reológicas de los alimentos. Estas son la forma en que los materiales se deforman o fluyen cuando se les aplica fuerza o tensión. De no tomar en cuenta estas propiedades, se correría el riesgo de que un alimento salga más rápido que otro o que se combinen en las boquillas, un fenómeno que los investigadores describen como “reflujo del fluido”.
Como solución, los investigadores diseñaron minuciosamente una impresora 3D. En primer lugar, optaron por ensanchar la salida de la unión en Y de la impresora para que los alimentos que requieren mayor fuerza para extruirse salgan sin problema. Al delimitar el diámetro de la salida, se delimita la presión con que se extruyen los ingredientes. A su vez, esta modificación ofrece mayor resistencia al flujo para que la tinta no suba por el canal equivocado. En cuanto al material, se utilizaron diferentes tintas de leche. Estas se formularon con una viscosidad específica para minimizar la sedimentación, es decir, la separación de sólidos-fluidos. Algo muy probable durante el proceso de impresión 3D con alimentos.
https://www.3dnatives.com/es/nueva-tecnica-impresion-3d-alimentos-multi-ingredientes-090720242/#!
Los Cambios Dietéticos y Nuevas Estrategias en el Tratamiento de las Alergias Alimentarias
21 de junio de 2024
En los últimos años, el aumento en la variedad de alimentos y las modificaciones dietéticas han llevado a un incremento en los casos de alergias alimentarias. Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), el 11% de los pacientes que visitan las consultas de alergología lo hacen por sospecha de alergias alimentarias.
A pesar de la falta de estudios poblacionales que confirmen un aumento en la frecuencia y gravedad de estas alergias, la SEAIC subraya la importancia de seguir investigando nuevas estrategias para enfrentar estos desafíos. La Dra. Mª Carmen Diéguez, presidenta del Comité de Alergia a Alimentos de la SEAIC, destaca que los esfuerzos actuales se centran en mejorar la precisión diagnóstica y desarrollar opciones terapéuticas más eficaces y con menos efectos secundarios.
Entre los avances más prometedores, se encuentra la exploración de inmunoterapia con alimentos y el uso de alimentos procesados en este proceso. También se están investigando tratamientos biológicos que podrían beneficiar a pacientes con alergias graves y alto riesgo. Además, la alergología de precisión emerge como una técnica vanguardista para el tratamiento de estas afecciones.
Uno de los principales retos es la prevención de alergias alimentarias desde la infancia. Investigaciones recientes han cambiado las recomendaciones sobre la introducción de alimentos alergénicos en la dieta de los lactantes. Mientras que anteriormente se aconsejaba retrasar su introducción, estudios recientes sugieren que hacerlo de forma precoz en niños con alto riesgo podría reducir la incidencia de alergias mediadas por IgE. Sin embargo, aún queda por determinar si esta estrategia es aplicable a todos los alimentos y si puede afectar a la aparición de alergias no mediadas por IgE.
En cuanto a la anafilaxia, que es la primera causa de anafilaxia en niños y la segunda en adultos tras los medicamentos, la SEAIC está trabajando en mejorar los abordajes de esta grave reacción alérgica. La Dra. Victoria Cardona, presidenta del Comité de Anafilaxia, señala que, aunque prevenir un primer episodio de anafilaxia es complicado, es crucial evitar su repetición en pacientes con riesgo. Para ello, se recomienda la evaluación de un alergólogo para desarrollar un plan de acción adecuado.
También se están desarrollando nuevas formulaciones de adrenalina que no requieren inyección intramuscular, lo que podría mejorar significativamente la experiencia para pacientes y cuidadores. Seguir las recomendaciones del alergólogo, mantener un kit de emergencia y contar con un plan de acción son esenciales para manejar la anafilaxia de manera efectiva.
En resumen, mientras los avances en investigación y tratamiento continúan, es fundamental que las personas afectadas por alergias alimentarias se mantengan informadas y sigan las recomendaciones de sus especialistas para asegurar una adecuada gestión de su salud.
La ciencia nuclear puede ayudarnos a mejorar el contenido nutricional de las plantas y preservar la salud de los suelos
Tanto nuestra salud como la del planeta dependen de las plantas: estas nos proporcionan el 80 % de los alimentos que ingerimos y el 98 % del oxígeno que respiramos. Aun así, no se las protege lo suficiente y por ello enfrentamos problemas de gran magnitud, como la degradación de los suelos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alrededor de un tercio de los suelos del mundo se han deteriorado debido al cambio climático, la polución o prácticas agrícolas deficientes e insostenibles. Según esa organización, cada año se degradan unos 50 000 kilómetros cuadrados, una superficie tan grande como la de Costa Rica.
El suelo es “fértil” cuando proporciona nutrientes esenciales a las plantas y cuenta con condiciones químicas, físicas y biológicas favorables para su crecimiento. Las plantas necesitan 18 nutrientes esenciales para su propio desarrollo y para producir alimentos saludables; 3 de ellos provienen de la atmósfera y son absorbidos durante la fotosíntesis y los otros 15 provienen del suelo. Por desgracia, muchas de las prácticas agrícolas actuales suponen un cultivo constante que no prevé la reposición de los nutrientes que los cultivos han absorbido del suelo, lo que provoca una disminución gradual de su fertilidad.
Por fortuna, los científicos pueden generar datos que ayudan a contrarrestar este problema. Mediante técnicas nucleares o isotópicas, pueden reunir información cuantitativa fiable sobre la salud y la calidad del suelo, que es de gran utilidad a la hora de formular políticas adecuadas de ordenación y preservación de tierras agrícolas y de adaptación a los efectos del cambio climático.
Mediante el análisis de los isótopos del carbono, el nitrógeno, el fósforo y otros elementos, los científicos pueden calcular la cantidad exacta de fertilizante que las plantas necesitan en determinado entorno. De hecho, cuando se usa demasiado fertilizante el cultivo tiene menor rendimiento y genera más emisiones de gases de efecto invernadero. Estos expertos pueden redactar orientaciones para los agricultores sobre la composición, la dosis y la frecuencia de uso de los fertilizantes. Gracias a este tipo de estudios, se ha mejorado la producción agrícola y se ha contribuido a la lucha contra el hambre y la malnutrición en todo el mundo, en particular en regiones en donde hay escasez de alimentos.
El Centro Conjunto FAO/OIEA promueve el uso de las tecnologías nucleares y de base nuclear en la alimentación y la agricultura mediante actividades de investigación y desarrollo adaptativos en sus laboratorios de Seibersdorf (Austria) y proyectos coordinados de investigación en los que participan cientos de instituciones de investigación y estaciones experimentales.
Desde salsa de manzana en tubo hasta ‘fideos espaciales’: así ha evolucionado la comida de los astronautas desde 1969
En 1962 John Glenn fue el primer estadounidense en comer en el espacio: salsa de manzana en tubo
La primera persona que comió en el espacio exterior (y el primer humano en llegar allí) fue el soviético Yuri Alekseyevich Gagarin, quien orbitó la tierra a bordo del Vostok 1 en abril de 1961. Gagarin comió carne de res y pasta de hígado exprimida de un tubo, seguida de salsa de chocolate para postre .
La comida de John Glenn a bordo de Friendship 7 en febrero de 1962 fue igualmente poco apetecible. El astronauta consumió puré de manzana y puré de carne de res y verduras de un tubo similar al de la pasta de dientes. También bebió tabletas de azúcar disueltas en agua.
1965: La NASA deshidrata los alimentos y los sella en bolsas de plástico
El programa Gemini de la NASA realizó su primer vuelo tripulado en 1965. En preparación para ese lanzamiento, la NASA comenzó a deshidratar alimentos y a sellarlos en bolsas de plástico. Las bolsas se etiquetaron con instrucciones sobre cómo rehidratar los alimentos en el espacio con agua.
Los alimentos preparados para los astronautas de Géminis incluían huevos revueltos, camarones con salsa de cóctel, pollo al curry y pudín de arroz con pasas. Las bebidas incluían café, zumo de uva y leche.
Como en ausencia de gravedad sus cuerpos gastaban menos energía, las comidas contenían menos calorías en comparación con lo que los astronautas estaban acostumbrados a comer en la Tierra. En promedio, los alimentos contenían un 17% de proteínas, un 32% de grasa y un 51% de carbohidratos.
1969: Los astronautas del Apolo 11 comían carne de res envasada y verduras
Los astronautas de Apolo fueron los primeros en tener agua caliente y comer su comida empaquetada con una cuchara. Mientras estaban a bordo del Apollo 11, se informó que Neil Armstrong y Buzz Aldrin servían carne de res y verduras, cerdo con vieiras y salsa canadiense de tocino y manzana; todo en un paquete.
Las comidas fueron codificadas por colores, envueltas individualmente y etiquetadas para cada día. Si algo salía mal, como que la cabina perdiera presión, los astronautas tenían una fuente de alimento de respaldo que los alimentaría a través de una sonda en su casco, asegurándose de que no tuvieran que quitarse los trajes.
1972: Los astronautas estadounidenses casi podían beber vino en el espacio
En 1972, la comida de los astronautas todavía era algo mediocre, por lo que la NASA jugó brevemente con la idea de introducir el vino en su menú. La organización designó a un «sommelier espacial», que determinó que el jerez era la mejor opción, ya que no sucumbiría drásticamente a los cambios de temperatura.
Casi tan pronto como surgió la idea, fue interrumpida debido a la protesta pública, y la indiferencia de muchos de los astronautas. Sin embargo, a algunos astronautas se les permitió beber el jerez envasado durante un ejercicio de entrenamiento previo al vuelo.
2004: Un piloto lanzó una bolsa llena de M & Ms a bordo de SpaceShipOne
El chocolate ha sido durante mucho tiempo uno de los alimentos favoritos entre los astronautas estadounidenses. En 2015, el gerente del Laboratorio de Sistemas de Alimentación Espacial en el Centro Espacial Johnson de la NASA dijo que los astronautas de la NASA solicitaban el chocolate «en casi todos los vuelos».
En 2004, el piloto Mike Melvill relató: «Metí la mano en el bolsillo y saqué algunos M&M, todos de diferentes colores, y los solté delante de mi cara«, dijo Melvill en una conferencia de prensa después del vuelo. «Y se giraron como pequeñas cosas brillantes. Estaba tan impresionado que ni siquiera podía pilotar la nave».
2011: Los astronautas en la Estación Espacial Internacional comen de un menú fijo
Los primeros residentes a largo plazo de la Estación Espacial Internacional (ISS) llegaron en noviembre de 2000. En ese momento, la NASA pensó que podía personalizar los alimentos como lo hizo para el programa del Transbordador Espacial.
El plan resultó ser difícil, ya que la NASA enviaba sus cargamentos por separado, lo que impidió que los miembros de la tripulación recibieran sus alimentos a tiempo.
La organización ahora ofrece un menú nutricionalmente equilibrado con alrededor de 200 alimentos y bebidas para que los astronautas tengan algo de variedad.
2019: Los astronautas podrían cultivar eventualmente sus propios alimentos mediante luces LED
La NASA planea construir una estación espacial en órbita lunar, conocida como la Puerta de enlace, con el objetivo de lograr un aterrizaje lunar para 2024. Uno de los prototipos para esta nueva estación incluye un «jardín espacial» que puede hacer crecer una cabeza de lechuga en 24 días usando Luces led. El jardín también puede producir fresas, zanahorias y patatas sin requerir mucha agua.
En 2005, los astronautas en la Estación Espacial Internacional demostraron que esto podría hacerse cultivando lechuga romana.
Aunque la comida de los astronautas no ha evolucionado mucho a partir de su historia termoestabilizada y liofilizada, el cultivo de alimentos frescos podría mejorar drásticamente las dietas en el espacio exterior.
FUENTE: https://www.businessinsider.es/ha-evolucionado-comida-astronautas-1969-459175
Tecnología para mejorar la sostenibilidad del ganado de leche
Uno de los desafíos a los que se enfrentan las ganaderías de leche es la reducción de gases de efecto invernadero sin comprometer la salud animal, la calidad y seguridad alimentaria y la productividad de los rebaños. En la búsqueda de soluciones, tres de las principales líneas de investigación se centran en la selección genética de los animales, la gestión de purines y estiércol y la modificación de la alimentación. Pero hay una cuarta vía con la que se puede lograr un mayor impacto: combinar las últimas tecnologías de medición de parámetros en leche y de metano con un análisis inteligente de datos.
CTIC Centro Tecnológico, ASCOL, CLAS SAT y LILA Asturias han puesto en marcha el Grupo Operativo de Innovación FUTURE, a fin de desarrollar una herramienta para mejorar la sostenibilidad integral de las ganaderías lácteas asturianas. En diferentes explotaciones ganaderas, de distintas tipologías, se están recopilando datos precisos relacionados, entre otros, con la emisión de gas metano y la incidencia de enfermedades como la cetosis y la mamitis. Estos datos se analizan con técnicas de inteligencia artificial, lo que permite evaluar de manera integral la sostenibilidad de la ganadería, desde el punto medioambiental, de salud animal y de productividad.
FUTURE incorpora espectroscopía del infrarrojo (FTIR), una tecnología que permite realizar un gran número de análisis de alta precisión en muy poco tiempo. Se pueden analizar múltiples parámetros como ácidos grasos, proteínas, cetona o las células somáticas. Además, con medidores de gases tipo «sniffers» –olfateadores– se cuantifica la emisión directa de metano del animal durante la respiración pudiendo estimar la contribución de la explotación en la emisión de gases de efecto invernadero. La finalidad del proyecto es extrapolar a todo el sector lechero los resultados y conclusiones. El Grupo Operativo de Innovación FUTURE está financiado por los fondos FEADER y la Consejería de Medio Rural y Cohesión Territorial del Principado de Asturias a través de las ayudas para la selección y puesta en funcionamiento de proyectos de innovación de Grupos Operativos de la AEI en el marco del Programa de Desarrollo Rural de Asturias 2014-2020 fase 2.
Fuente: Tecnología para mejorar la sostenibilidad del ganado de leche – La Nueva España (lne.es)