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Un llamamiento a la acción por un sistema alimentario global resiliente y equitativo

El cambio climático y los conflictos desplazan a las personas, destruyen medios de vida y alteran las economías agrícolas e industriales, lo que intensifica el hambre y la inestabilidad

Al conmemorar el Día Mundial de la Alimentación, es fundamental enfrentar los desafíos críticos que afectan a nuestro sistema alimentario mundial. Los impactos combinados de la crisis climática y los conflictos actuales están perjudicando la agricultura, esencial para nuestra subsistencia. Los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, inundaciones y cambios de temperatura, están causando estragos en la producción de alimentos.

Un claro ejemplo de cómo el cambio climático impacta los sistemas alimentarios es la reciente volatilidad en los precios del arroz. Este alimento básico, que sustenta a más de la mitad de la población mundial, es altamente sensible a interrupciones en el suministro. En 2022, las graves inundaciones en Pakistán provocaron una caída drástica en la oferta global de arroz. Dado que Pakistán es un importante productor, la disminución de su producción provocó un aumento en los precios del arroz a nivel mundial. Para los consumidores, esta subida de precios se traduce en un arroz más caro en los supermercados, afectando los presupuestos familiares, especialmente en países que dependen en gran medida de este alimento básico.

Esta inseguridad alimentaria a menudo genera inquietud, dando lugar a un ciclo vicioso de inestabilidad y violencia”

Si a esta situación se le suman conflictos, evidentes en lugares como Ucrania y Gaza, la crisis se agudiza aún más, desplazando a las personas, destruyendo medios de vida y alterando las economías agrícolas e industriales, lo que intensifica el hambre y la inestabilidad. En regiones frágiles y en crisis se concentran los niveles más altos de inseguridad alimentaria aguda, con 258 millones de personas que se enfrentan a una grave escasez de alimentos, solo en 2022.

El Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias (GRFC, por sus siglas en inglés) de 2024 confirma la magnitud del desafío de alcanzar el objetivo de erradicar el hambre para el año 2030. Esta inseguridad alimentaria a menudo genera inquietud, dando lugar a un ciclo vicioso de inestabilidad y violencia.

En la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios +2, celebrada en julio de 2023, el secretario general de la ONU, António Guterres, destacó la urgencia de abordar estos problemas, al afirmar que “los sistemas alimentarios globales están rotos, y miles de millones de personas están pagando el precio”. Asimismo, enfatizó que estos sistemas deteriorados son el fruto de nuestras decisiones, no de resultados inevitables.

En el Día Mundial de la Alimentación, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) aprovecha este momento para abogar por un enfoque sistémico en la transformación de los sistemas alimentarios. Nuestro nuevo libro blanco esboza cuatro dimensiones cruciales para la reforma, destinadas a mejorar la sostenibilidad y la resiliencia:

  • Fortalecer la gobernanza: la gobernanza efectiva es crucial a efectos de gestionar los sistemas alimentarios. Un ejemplo positivo es el de las recientes reformas de Ecuador, las cuales incluyen una nueva Constitución que incorpora los derechos de la naturaleza y destaca la planificación del uso de la tierra de manera descentralizada. Estos cambios han facilitado una gestión más efectiva de la Circunscripción Territorial Especial Amazónica, un área designada dentro de la Amazonia ecuatoriana. Este enfoque integrado ayuda a garantizar un futuro sostenible tanto para la Amazonia como para sus habitantes, al demostrar cómo las reformas de gobernanza pueden alinear de manera efectiva los objetivos de conservación con las necesidades de desarrollo.
  • Abordar los factores no sostenibles: factores como la pobreza, los problemas de salud, la desigualdad de género y la degradación ambiental socavan la sostenibilidad de los sistemas alimentarios. Abordar estos desafíos requiere un enfoque integral. Con el apoyo del PNUD, los sectores del café y el cacao en Perú han desarrollado planes participativos, basados en el consenso, al alinear las partes interesadas a nivel nacional y regional, con el objetivo de impulsar el crecimiento sostenible y abordar las causas de la deforestación.
  • Construir una cadena de valor alimentaria justa: en industrias dominadas por unas pocas grandes corporaciones, el poder a menudo está concentrado, dejando a los pequeños productores y las comunidades locales con acceso limitado a los beneficios. Para abordar este desequilibrio, el PNUD, a través de la Alianza por el Crecimiento Sostenible (Good Growth Partnership) ha colaborado con el Gobierno de Indonesia para establecer la Plataforma de Aceite de Palma Sostenible de Indonesia (FoKSBI, por sus siglas en indonesio). Esta plataforma sirve como un foro neutral para que todas las partes interesadas aborden los desafíos clave en el desarrollo de prácticas para la producción de aceite de palma sostenible en el país. Además, el PNUD está ayudando a construir herramientas para utilizar blockchain en la trazabilidad agroalimentaria, como en el caso de un acuerdo justo para los agricultores de cacao ecuatorianos. En Ghana, el PNUD colabora con [el grupo empresarial] Mondelēz para establecer estructuras de gestión del paisaje a nivel comunitario que garanticen prácticas de comercio justo.
  • Proveer finanzas sostenibles: las finanzas sostenibles son cruciales para canalizar recursos e incentivos que apoyen a las comunidades locales y a los agricultores, fomentando la inversión del sector privado en prácticas sostenibles y promoviendo la sostenibilidad ambiental y climática. Esto también ayuda a construir una economía más resiliente y equitativa.

En Guatemala, la Gran Cruzada Nacional por la Nutrición, una iniciativa conjunta del PNUD, Unicef y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), ha revelado deficiencias en los recursos financieros, humanos y materiales, proporcionando evidencia al Gobierno y facilitando diálogos con el sector privado, la sociedad civil, la esfera religiosa y otros. Como resultado, ha ayudado a movilizar financiamiento público y privado para combatir la desnutrición crónica.

Los sistemas alimentarios globales están rotos, y miles de millones de personas están pagando el precio”António Guterres, Secretario General de la ONU

En la India, la Iniciativa para la Financiación de la Biodiversidad (BIOFIN) del PNUD destaca la importancia de la participación equitativa y la distribución de beneficios entre mujeres y hombres como fundamentales para el desarrollo sostenible. Un caso ejemplar es la Iniciativa de Acceso y Distribución de Beneficios, liderada por el Instituto Indio de Investigación de Semillas Oleaginosas y la Junta de Biodiversidad del Estado de Telangana.

¿Qué debe suceder?

Para abordar estos desafíos sin precedentes, necesitamos una perspectiva sistémica. Si bien las crisis suelen conducir a esfuerzos humanitarios aislados, la colaboración efectiva entre agencias de la ONU, instituciones financieras internacionales, Estados miembros y otros interesados es esencial para fortalecer los sistemas alimentarios hacia la resiliencia y la sostenibilidad.

Al conmemorar el Día Mundial de la Alimentación, es esencial recordar el legado de 76 años del derecho a la alimentación consagrado en el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU. Ahora más que nunca, debemos desmantelar las barreras que obstruyen el progreso y construir sistemas alimentarios colaborativos, sostenibles, inclusivos y resilientes que beneficien tanto a las personas como al planeta.

Fuente: Día Mundial de la Alimentación: Un llamamiento a la acción por un sistema alimentario global resiliente y equitativo | Red de expertos | Planeta Futuro | EL PAÍS

La alimentación del siglo XXI

En los últimos años, hemos adquirido una dieta elevada en proteína, sobre todo animal, alta en grasas y rica en azúcar dejando de lado la esencia de nuestra cultura alimentaria

Si miramos atrás y comparamos la alimentación de nuestros padres o abuelos, con nuestra alimentación en la actualidad, veremos que cada vez perdemos más la esencia de nuestra cultura alimentaria, también conocida como dieta mediterránea.

El consumo de pescado, frutos secos, verduras y frutas al igual que sentarnos en familia para poder comer es cada vez más inusual.

La alimentación a mediados del siglo pasado se caracterizaba por un alto consumo de vegetales con una aportación de proteína vegetal que procedía del consumo de legumbres y frutos secos. Tenía un elevado porcentaje de hidratos de carbono complejos, debido al consumo de patata y arroz. Era una alimentación bastante escasa en proteína animal y se podría afirmar que era muy monótona pero rica en fibra.

En cambio, la alimentación de este siglo es elevada en proteína, sobre todo animal, alta en grasas y rica en azúcar. En este caso, tenemos la fortuna de tener una dieta muy variada pero muy baja en fibra.

Observando la evolución de nuestras dietas, podemos afirmar que han sufrido un cambio importante pero a su vez negativo. Y debido a estas modificaciones, nuestra población es más propensa a padecer enfermedades como la obesidad, la hipertensión, la hipercolesterolemia, la diabetes, etc.

Cada vez es más habitual consumir alimentos preparados o precocinados, ya sea por el escaso tiempo que tenemos para dedicarlo a los fogones, o bien, por la limitada práctica de cocinar. Estos malos hábitos también están pasando factura a nuestros hijos.

Hábitos incorrectos

Empezando desde muy pequeños: antes, lo más habitual era la lactancia materna; ahora, lo es alimentar al neonato a partir de una alimentación artificial.

Durante los primeros años de vida, nuestra alimentación se basaba en consumir los mismos sustentos que ingerían el resto de nuestros familiares, preparados casi siempre por nuestra madre quien se encargaba de nuestro cuidado. Los desayunos eran sanos, a base de tostadas, algún cereal y, de manera puntual, alguna bollería industrial o casera.

Tanto en el recreo como en las meriendas reinaba el conocido bocadillo. Y algún día puntual tocaba algún bollo o refresco.

Sin embargo, hoy la alimentación de los más pequeños se basa en consumir con mucha frecuencia algún alimento precocinado, rico en azúcares o bien en grasas. Como ahora es mucho más frecuente el consumo de bollería industrial, el día en que se consume algo diferente es comida rápida.

Lo peor de todo es que estamos habituando a los más jóvenes a una alimentación desequilibrada, donde la fruta y la verdura son cada vez más escasas y gana más importancia todos aquellos alimentos y cocciones que se deberían consumir de manera moderada y puntual. Todo ello provoca que estos niños pasen a ser adultos con sobrepeso u obesidad debido a los incorrectos hábitos que se les están enseñando.

Nuestros hijos son el reflejo de nosotros mismos y la mejor manera de enseñarles a realizar una dieta saludable es que aprendan de nuestro ejemplo.

https://www.ecoavant.com/salud/la-alimentacion-del-siglo-xxi_2101_102.html