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Olores que no se olvidan.
El olor del café y el del pan tostado nos condicionan para siempre
Crear memorias positivas relacionadas con la alimentación cotidiana podría ser un instrumento útil para impulsar rutinas saludables
El aroma del café deslizándose por la taza o el de la ropa recién lavada meciéndose tendida despreocupadamente, el bisbiseo de la leña silbando entre las llamas o la promesa que concede la cocción de una cazuela al fuego operan en nosotros el mismo hechizo que provoca en los peces la sombra de una mano en la superficie del acuario antes de recibir su ración de copos. Los estímulos condicionados forman parte de nuestro comportamiento y, en muchos de ellos, se cruzan situaciones vinculadas con la comida. Actúan como un paradigma de aprendizaje asociativo entre acontecimientos y conductas reflejas. Si un niño oye la música de un carro de helados antes de que este doble la esquina, la melodía le disparará la satisfacción que provoca rechupetear una bola de chocolate. Por sí mismo, un estímulo —un perfume, una fotografía, un gusto, una palabra o una canción— es neutro, no despierta ninguna reacción, a no ser que previamente haya existido un proceso de refuerzo entre este y un vínculo, como en el caso de la melodía del carro de helados.
Lo experimenté en uno de los restaurantes por los que pasé mientras estudiaba en la escuela de hostelería. La presión en la cocina era tal que a las semanas de estar allí el olor que captaba al bajar las escaleras de la entrada me angustiaba. Era notar en la nariz ese rastro característico de local envejecido y me asaltaba automáticamente el agobio. Son acicates sensoriales que llaman a la puerta de vivencias tanto placenteras como angustiosas y difíciles. El escritor Manuel Vicent cuenta en su libro Comer y beber a mi manera: “Desde entonces han pasado más de 40 años. Y el mismo dolor va y viene, se hace presente y desaparece siempre unido a mi estado de ánimo. Aquel bocadillo de calamares fue para mí la manzana del paraíso, que me expulsó de la gracia preternatural de una salud inocente”. Si tras ingerir algo surge un dolor de estómago o náuseas, lo más probable es que se produzca lo que se conoce como aversión condicionada ante el alimento involucrado, aun cuando sean sucesos desligados. La experiencia sabor-malestar fomenta un aprendizaje que reactiva naturalmente la repulsión y el rechazo al oler o saborear al presunto causante.Más información
Comida ultraprocesada: ¿por qué mentimos sobre lo que comemos?
Está claro que una vivencia se fija en la memoria de una forma más sólida cuando se vincula a una emoción, a un significado emocional. Por eso, muchos recuerdos de infancia, como el apetito que avivaba el olor del pan tostado o los pimientos asándose sobre las brasas, retrotraen a aquella época en la que se inscribieron. Toda una respuesta instintiva que se remonta a aquel tiempo feliz en que éramos tan desgraciados, que diría Alexandre Dumas, pero que recordamos con despreocupación y una sonrisa. Acontecimientos y enseñanzas de las primeras correrías por el mundo que estimularon no solo vínculos, sino capacidades comunicativas y emocionales alrededor del plato. Comer involucra muchos de nuestros órganos sensoriales y, como me repite el catedrático de Psicobiología y gran amigo Ignacio Morgado, los sentidos químicos en particular, que engloban al gusto y el olfato, son capaces de recuperar de la memoria hambrienta emociones vividas con un condicionamiento e intensidad mayores que las producidas por el resto de los sentidos.
Sumado a esto, el poderoso refuerzo de la compañía, de lo que fue la situación y los afectos implicados, otorga una significación adicional a, pongamos por caso, el diente de ajo dorándose en una lágrima de aceite caliente en la base de una cazuela. De ahí que Vázquez Montalbán apuntara del también escritor Josep Pla que su paladar “pertenecía a la infancia, como casi todos los paladares”. Nos aferramos a las cosas con las que crecimos, que comúnmente forjan el grueso de las predilecciones culinarias. Sabiendo esto, deberíamos reflexionar sobre qué actividades cotidianas relacionadas con la alimentación sería bueno fijar. Esos disparadores de memoria pueden vincularse a rutinas saludables. Acaso sea verdad lo que afirmó el filósofo y antropólogo alemán Ludwig Feuerbach: “Más que ser lo que comemos, quizá somos los estímulos condicionados que disfrutamos”.
Salpicón y granizado
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Andoni Luis AdurizVer biografía
¿Qué efectos tiene la cafeína en niños y adolescentes?
¿QUÉ ES EL CAFÉ?
La cafeína es una droga que se encuentra de forma natural en las hojas y semillas de muchas plantas. Es un componente natural del café, pero también se produce artificialmente y puede añadirse a algunas bebidas y alimentos. La cafeína estimula el sistema nervioso central y aumenta el estado de alerta. Muchas personas necesitan cafeína a diario, ya que aumenta temporalmente su energía y, por tanto, su estado de ánimo.
Aproximadamente el 80% de la población mundial consume productos con cafeína a diario, incluido cerca del 73% de los niños. Aunque el consumo de refrescos ha disminuido entre los adolescentes en la última década, el consumo de cafeína entre los jóvenes no ha cambiado. Así, los adolescentes consumen café y bebidas energéticas que les aportan cafeína.
¿QUÉ ES LA CAFEÍNA?
La cafeína es una droga que se encuentra de forma natural en las hojas y semillas de muchas plantas. Es un componente natural del café, pero también se produce artificialmente y puede añadirse a algunas bebidas y alimentos. La cafeína estimula el sistema nervioso central y aumenta el estado de alerta. Muchas personas necesitan cafeína a diario, ya que aumenta temporalmente su energía y, por tanto, su estado de ánimo.
Aproximadamente el 80% de la población mundial consume productos con cafeína a diario, incluido cerca del 73% de los niños. Aunque el consumo de refrescos ha disminuido entre los adolescentes en la última década, el consumo de cafeína entre los jóvenes no ha cambiado. Así, los adolescentes consumen café y bebidas energéticas que les aportan cafeína.
EFECTOS NEGATIVOS DE LA CAFEÍNA
La investigación sobre la cafeína confirma que pequeñas dosis de cafeína pueden mejorar el estado de ánimo y el estado de alerta, aumentar la velocidad de procesamiento de la información, la conciencia y la atención. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones se han realizado en adultos, no en niños y adolescentes.
Las grandes dosis de cafeína pueden provocar una serie de efectos secundarios adversos tanto en adolescentes como en adultos. Algunas personas son más sensibles a la cafeína que otras, y sólo pequeñas cantidades pueden causar efectos secundarios. Estos son los efectos secundarios más comunes del consumo excesivo de cafeína:
- inquietud
- ansiedad
- mareos
- malestar estomacal
- irritabilidad
- insomnio
- aumento de la frecuencia cardíaca
- escalofríos
Los efectos de la cafeína pueden no comenzar hasta unos minutos después de su consumo. La cafeína tiene una semivida de aproximadamente cinco a seis horas, lo que significa que tarda ese tiempo en reducirse a la mitad la concentración de cafeína en la sangre.
EFECTO DE LA CAFEÍNA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES
La cafeína puede dificultar el desarrollo de los niños. Durante la adolescencia, cuando el cerebro tiene más conexiones neuronales, la cafeína puede reducir su eficacia. Dado que la cafeína actúa en el centro de recompensa y adicción del cerebro, también puede afectar a la alimentación de los niños.
ADEMÁS, LA CAFEÍNA PUEDE AFECTAR A LOS NIÑOS:
DORMIR:
- La cafeína es lo que más afecta al sueño de los adolescentes. Cada 10 miligramos de cafeína consumidos por un niño de 13 años, por ejemplo, reduce hasta en un 12% sus posibilidades de conciliar un sueño de calidad, que debería durar 8,5 horas. La falta de sueño en los adolescentes puede afectar a su educación y a su salud física y mental.
CRECIMIENTO ÓSEO:
- Beber café también puede hacer que el organismo pierda calcio. Por tanto, consumir demasiada cafeína puede provocar con el tiempo una pérdida de masa ósea. Además, el consumo de bebidas energéticas puede aumentar el riesgo de osteoporosis.
PROBLEMAS CARDÍACOS:
- En individuos más débiles causan problemas cardíacos y pueden interactuar con ciertos medicamentos y suplementos dietéticos.
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