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Siete alimentos que reducen la hinchazón abdominal.

Las frutas y verduras nos aportan fibra. Sin embargo, aunque con el tiempo mejoran la salud del intestino, pueden causarnos gases e hinchazón. Si no estamos acostumbrados, hay que comerlas de forma gradual.

Llegan fechas difíciles para nuestra salud digestiva. Con las navidades y las cenas previas, de empresa y amigos, terminamos comiendo muchas veces fuera de casa. Puede que comamos platos deliciosos, pero nos cuidamos menos desde el punto de vista de la salud.

Comemos con menos control de la alimentación y el resultado es que acabamos hinchados, con gases, eructos, reflujo, acidez… Y de premio, unos kilos de más. Ese conjunto de consecuencias se resume en dolor abdominal.

Para aliviar la hinchazón y las molestias, Clínica Mayo da unos consejos básicos

Pero ocurre que también alimentos muy sanos y recomendables pueden causarnos gases e hinchazón. Las frutas y verduras aportan fibra y nos ayudan a controlar el colesterol, la presión arterial, la glucosa en la sangre y el peso en general. Sin duda, la fibra tiene muchos beneficios, como mejorar la salud del intestino con el tiempo.

Sin embargo, «si una persona no está acostumbrada a consumir alimentos ricos en fibras, deberá hacerlo de forma gradual para prevenir la hinchazón y el dolor abdominal», asegura Christine Nguyen, médica de medicina familiar de Mayo Clinic.

Hay que comer fruta por su fibra y pese a que contiene azúcar, como la fructosa y el sorbitol, que puede causar inflamación y gases. Se trata de evitar la frutas de alto contenido de fructosa.

A evitar:

Manzana
Pera
Sandía
Otras, en cambio, contienen fibra y antioxidantes importantes y no causan inflamación, afirma la doctora.

A frecuentar:

Plátano
Naranja
Melón
Frutos rojos (fresa, mora, arándano…)


Verduras
Hay verduras crucíferas muy buenas pero que son difíciles de digerir porque contienen fibras complejas, que tienden a fermentar en el intestino, lo que causa gases e hinchazón. Por eso hay algunas hortalizas que conviene evitar si tenemos ese problema:

Repollo
Brócoli
Coliflor
Coles de Bruselas
Igual de buenas, pero más fáciles de digerir son hortalizas de hoja verde como:

Espinacas
Acelga
Col rizada
El caso de la cebolla y el ajo
Ajos y cebollas.Ajos y cebollas.

La hinchazón suele producirse después de las comidas y desaparece después.
Cinco formas efectivas de combatir la hinchazón de barriga
Para disminuir la sensibilidad a estas verduras, Nguyen recomienda cocinarlas bien o, si las consumimos crudas, remojarlas en agua durante al menos 15 minutos

https://aliculgrupob.blogs.upv.es/2024/11/27/borrador-automatico

“La industria de los ultraprocesados tiene el control de nuestra alimentación”

Un nuevo estudio nos advierte una vez más sobre los peligros de la comida procesada: las bebidas azucaradas aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular y cáncer de forma proporcional a la cantidad en que se consumen.

Aunque la lista de evidencias de científicos, organizaciones mundiales de la salud e investigadores no para de crecer, los productos ultraprocesados atiborran nuestro día a día de supermercados y publicidades perjudiciales.

 “En la actualidad, la mayoría de las personas viven engañadas con respecto a su alimentación”. Así comienza el libro de Carlos RíosCome comida real, un auténtico manifiesto para introducirnos en el mundo del real fooding. A través de una comparativa con Matrix, donde los humanos creen que lo que ven y experimentan es real, Ríos advierte que no comemos “comida real, sino productos que han puesto ante tus ojos”.

Citando la frase de Dostoievski que afirma que “la mejor forma de que un prisionero no escape es asegurarse de que nunca sepa que está en prisión”, Ríos asegura que nuestra libertad a la hora de elegir en un supermercado común es muy limitada.

“Este engaño es producto de los intereses de una fuerza mayor”, asegura, que “arrasa a su paso miles de vidas inocentes y supone la mayor amenaza que existe en nuestro planeta en la actualidad: la industria de los ultraprocesados”.

Y es que, según explica en su libro, “nos hemos ido adaptando a nuestra alimentación de una forma más rápida de la que podíamos sostener, lo cual nos ha pasado y está pasando factura en el presente a la hora de comer”.

Tres sencillos tips que mejorarán tu salud

Tan sencillo como sacar de nuestros hogares los alimentos procesados y priorizar aquellos de origen vegetal. ¿Y cómo saber distinguirlos? Fácil. “Son los alimentos que llevan un solo ingrediente en la etiqueta o directamente no llevan etiqueta”, explica Carlos Ríos a National Geographic España.

Además, debemos complementar nuestra “alimentación con buenos procesados, sin que sustituyan a los alimentos mínimamente procesados. El buen procesado suele estar envasado y lleva una etiqueta nutricional donde se leen entre 1 y 5 ingredientes, entre los cuales no se encuentran en cantidades significativas (es decir, menor o igual al 5-10% del total) el azúcar añadido, la harina refinada o el aceite vegetal refinado”.

Siempre que no desplacen el consumo de alimentos frescos, estos productos deben ocupar un papel complementario en nuestra alimentación. Por su parte, los ultraprocesados son el gran enemigo de nuestra salud, es decir, todos aquellos alimentos que tengan más de 5 ingredientes en la etiqueta, entre ellos azúcares, harinas y aceites vegetales refinados, aditivos y sal.

“Su consumo debe ser ocasional, es decir, alguna vez al mes. La recomendación es que cuanto menos, mejor. Se recomienda no comprarlos ni tenerlos en lugares habituales como en casa o en el trabajo”. Aunque el maestro del real fooding asegura que pueden formar parte de un consumo ocasional voluntario y sin remordimientos, “relacionado con eventos sociales y culturales (10%), pero manteniendo una frecuencia baja sin desplazar una alimentación basada en comida real (90%)”.

Descifrando las etiquetas

Cada vez es más común ver por el supermercado a personas absortas en la lectura de las etiquetas, tratando de que su compra sea no solo sana, sino también sostenible. Un movimiento que impulsa a un consumidor cada vez más concienciado a ejercer el poder que tiene su cesta de la compra en su propia salud y en la del planeta.

“Cada vez el consumidor es más consciente de los engaños y bulos en cuanto a alimentación se refiere y por ello son los primeros en detectar qué productos son saludables y cuáles no”, declara Ríos. “Esto obliga a la industria alimentaria a tomar dos vías: o dar al consumidor lo que quiere o volver a reinventarse para seguir vendiendo lo mismo de una forma camuflada”.

Carlos Rios 02

Fotografía de Brooke Lark

Para salir de dudas, los ingredientes son nuestros grandes aliados. Lo principal en lo que debemos fijarnos es en su cantidad y en que, entre ellos, no se encuentren las harinas refinadas, el azúcar añadido o el aceite vegetal refinado. “Si tiene 5 ingredinetes o más y, entre los mismos, se encuentran cantidades superiores al 10% de azúcar, harina refinada o aceite refinado, habrás dado con un ultraprocesado”, afirma el gurú de los real fooders.

Por su parte, la comida real es muy sencilla de detectar, ya que son materias primas donde los ingredientes no son más que el propio alimento en sí mismo.

Un mes de real fooder: el reto que recorre las redes sociales

Decir adiós a esos antojos de comida procesada puede ser difícil al principio, ya muchas personas los han incorporado de manera diaria en su alimentación y tienen cierto carácter adictivo. Pero “conforme los vas abandonando y sobre todo empiezas a disfrutar de la comida real, tus antojos cambiarán”, declara Ríos.

 Por ello, el nutricionista anima a todos aquellos interesados en probar el cambio a realizar un mes de alimentación real y escuchar a su cuerpo. Quienes lo han probado aseguran que la preocupación por ser consciente del alimento con el que obtienes la energía para tus células se cuela en tu rutina diaria sin vuelta atrás.

 Pese al alto nivel de afectación de enfermedades como la obesidad o la diabetes, entre otras muchas, hoy en día comprar productos que no contengan estos elementos es un auténtico reto. Le preguntamos a este experto en nutrición cómo puede estar permitida esta ingente cantidad de azúcar en la industria y no duda sobre el responsable: “la industria de los ultraprocesados tiene el control y es quien aporta un gran beneficio económico a muchas entidades públicas. Incluso con la comida de los hospitales pasa lo mismo, todo se mueve por conflictos de interés”.

Parte del problema es también que muchos mitos alimentarios, a pesar de haber sido desmontados en muchas ocasiones, “se siguen fomentando por algunos profesionales de la salud llevando a una confusión y desconocimiento a la población con respecto a su alimentación”.

Casi 3 millones de muertes al año por sobrepeso

Ya en 2017 la Organización Mundial de la Salud advertía sobre que la obesidad y el sobrepeso son responsables de 2’8 millones de fallecimientos al año, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo.

“Cada vez son más numerosos los estudios que salen a la luz sobre la relación directa entre el consumo de ultraprocesados y enfermedades crónicas no transmisibles”, afirma Carlos Ríos, poniendo el foco en la necesaria educación sobre “hábitos de vida saludable desde la infancia” para que “cada persona adquiera unos conocimientos básicos para su alimentación y en definitiva para mantener su salud a largo plazo”.

Pero el experto se muestra optimista, y es que parece claro que el cambio, aunque lento, ha llegado para quedarse. Cada vez más consumidores son conscientes de los engaños y los bulos de la industria alimenticia y son los primeros en detectar qué productos son saludables y cuáles no. Y no solo para su salud, también para el planeta.

Un consumo ecológico, local y de calidad ha venido pisando fuerte los últimos años, junto a un rechazo hacia elementos que rodean nuestra cesta de la compra, como el plástico, y siendo conscientes de que una dieta más vegetal es algo clave para la sostenibilidad y la salud del planeta y sus habitantes.

Quizá nos encontremos en un punto de inflexión que coloque definitivamente a la alimentación de vuelta entre las prioridades de nuestro ajetreado día a día y abra la puerta al conocimiento que sane nuestra salud y la de nuestro planeta.

Fuente: https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2019/03/la-industria-de-los-ultraprocesados-tiene-el-control-de-nuestra-alimentacion

¿Existe una alimentación para mejorar el cerebro?

Todo el mundo ha oído alguna vez que comer zanahorias puede ayudar a mejorar la vista, o que la leche rica en calcio es buena para los dientes y los huesos. Pero, ¿y el cerebro?

«Desde el punto de vista de los neurocientíficos, la alimentación tiene una importancia fundamental para la salud cerebral, porque nuestro cerebro funciona literalmente a base de nutrientes», afirma Lisa Mosconi, directora de la Weill Cornell Women’s Brain Initiative y autora de Brain Food: The Surprising Science of Eating for Cognitive Power [Comida para el cerebro: La sorprendente ciencia de la alimentación para el poder cognitivo].

El cerebro necesita distintos nutrientes a medida que envejece, y la primera infancia es una época especialmente crítica para el crecimiento, el desarrollo y la salud del cerebro.

«Incluso en los primeros años de vida, el cerebro produce neuronas a la velocidad de la luz», dice Mosconi, que también es neurocientífico. «El cerebro de un bebé tiene más neuronas, más células cerebrales, que estrellas hay en la Vía Láctea».

En total, los científicos han encontrado alrededor de 45 nutrientes clave para la salud cerebral, entre ellos proteínas, zinc, hierro, colina, folato, yodo, vitamina A, vitamina D, vitamina B6, vitamina B12 y ácidos grasos omega-3.

Por supuesto, no es probable que las palabras «folato» y «colina» hagan la boca agua a nadie (ni niños ni adultos), así que el truco está en centrarse en los alimentos que son naturalmente ricos en esta sustancia. Además de los alimentos enumerados a continuación, considera la posibilidad de añadir al menú avena, frutos secos, cítricos, judías y verduras de distintos colores.

«Empezar pronto es clave», dice Claire McCarthy, pediatra del Hospital Infantil de Boston y profesora adjunta de Pediatría en la Facultad de Medicina de Harvard en Estados Unidos. «Si lo único que ha conocido un niño son alimentos sanos, es mucho menos probable que se pelee con sus padres por comerlos».

Si te centras en unos pocos grupos de alimentos y experimentas con nuevas formas de prepararlos, alimentar el crecimiento cerebral de tu familia puede ser más fácil de lo que crees.

Cuatro alimentos que ayudan al cerebro

Bayas

POR QUÉ ES IMPORTANTE: Incluso las bayas más corrientes y baratas, como las moras y los arándanos, están repletas de vitamina C y, aunque la mayoría de la gente asocia este nutriente con el sistema inmunitario, el cerebro también lo necesita. Según Mosconi, la vitamina C es un antioxidante, lo que significa que desempeña un papel crucial en la neutralización de los radicales libres naturales que dañan el ADN y las células.

«También es importante para la formación de neurotransmisores, las sustancias químicas utilizadas para la señalización en el sistema nervioso», afirma Mosconi. Sin suficiente vitamina C, la integridad de muchos tejidos corporales, cerebro incluido, empieza a debilitarse.

Las frambuesas, las cerezas negras, las moras y las bayas de goji son otras superestrellas en esta categoría. Las bayas también tienen una buena mezcla de azúcares naturales y fibra, importante para el sistema digestivo

CÓMO HACER QUE LOS NIÑOS LO COMAN: Las bayas son probablemente las más fáciles de vender de esta lista, pero si quieres cambiar de aires, Mosconi recomienda mojar las bayas en yogur o incluso en chocolate negro, que tiene sus propios beneficios para el cerebro gracias a un aminoácido esencial llamado triptófano. También puedes congelar las bayas y mezclarlas en un sorbete con un toque de zumo de limón y sirope de arce.

Ciruelas

POR QUÉ ES IMPORTANTE: Esta fruta, ya sea fresca o seca (llamada ciruela pasa) es una gran fuente de triptófano, un aminoácido esencial relacionado con un neurotransmisor llamado serotonina, que puede ayudar a regular el estado de ánimo. Mantener el cerebro de tu hijo abastecido de triptófano también le ayudará a dormir por la noche, cuando nuestro cerebro descansa y se repara. Las semillas de chía y el cacao crudo (el ingrediente del chocolate negro) también contienen triptófano.

CÓMO HACER QUE LOS NIÑOS LO COMAN: Con una deliciosa combinación de dulzor y acidez, las ciruelas pasas en puré pueden ser uno de los primeros alimentos sólidos de tu bebé. A medida que los niños crecen, las ciruelas enteras son una divertida alternativa a las manzanas en la fiambrera. O puedes ponerte elegante y cortar las ciruelas pasas por la mitad y untarlas en crujiente mantequilla de cacahuete para obtener un tentempié saludable lleno de fibra y proteínas.

Fuente: https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2023/04/alimentos-mejorar-desarrollo-cerebro

Las dietas del futuro: a medida y de precisión gracias a la ciencia

Un ambicioso e integrador estudio sanitario en todo Estados Unidos pretende predecir qué dietas proporcionarán la mejor nutrición en función de los genes, los microbios y el estilo de vida.

Durante el estudio, los investigadores realizarán periódicamente análisis de orina y sangre y completarán un censo del microbioma intestinal de cada persona, es decir, los billones de organismos que residen permanentemente en el tubo digestivo. Los participantes llevarán monitores de glucosa para registrar las subidas y bajadas de azúcar en sangre, un marcador de la forma en que el organismo procesa los hidratos de carbono y un importante indicador de la salud. También se hará un seguimiento de comportamientos diarios como el sueño, el estrés y las horas a las que se come, entre otros factores.

El nuevo estudio cambiará nuestra comprensión de las dietas humanas porque es radicalmente distinto de cómo se realizan la mayoría de los estudios sobre nutrición. Los científicos especializados en nutrición suelen examinar un único alimento en una población homogénea, por ejemplo, para averiguar si los arándanos reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares en los estadounidenses (la respuesta a esta pregunta aun no está clara). En este estudio no partimos de una hipótesis, dice, sino que «nos preguntamos cuáles son los factores implicados».

El objetivo es desentrañar las muchas variables que influyen en las respuestas nutricionales y desarrollar algoritmos que las predigan, lo que permitiría a los nutricionistas ofrecer consejos dietéticos a otras personas con características similares.

Ofrecer recomendaciones más específicas es crucial para mejorar la salud pública, afirma Das. El enfoque actual ha llevado a muchas personas a desentenderse de los consejos dietéticos de los expertos, ya sea porque éstos parecen cambiar con frecuencia (el clásico: los huevos son malos; los huevos son buenos) o porque probaron una forma de comer recomendada y descubrieron que no era la ideal para ellos. «La nutrición de precisión nos permitirá ir más allá del consejo de la dieta mediterránea. En lugar de eso, diremos: ‘Si tienes determinadas etnias, características, respuestas físicas a los alimentos, esta dieta puede ser más adecuada’. Ese es el paso al que nos estamos acercando», afirma.

El estudio se centrará en comer para gozar de una salud óptima más que para perder peso, pero ambas cosas van de la mano.

https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2023/02/las-dietas-del-futuro-a-medida-y-de-precision-gracias-a-la-ciencia

La fórmula para conseguir una agricultura espacial y cultivar tomates y lechugas en Marte

El ser humano todavía no ha llegado a Marte, ni tampoco ha establecido una colonia en la Luna, pero lo hará. El avance de la tecnología permitirá en los próximos años hacer realidad lo que hoy día son metas científicas, con el desarrollo de espacios habitables, que se autoabastezcan de agua, oxígeno y… ¿alimentos? Un proyecto liderado por investigadores de la Universidad de Talca (UTalca), en Chile, investiga cómo cultivar tomates y lechugas en colonias en otro planeta.

Los experimentos para el desarrollo de esta agricultura espacial se están realizando en el desierto de Atacama, uno de los entornos más inhóspitos de la Tierra. Allí se ensaya con microorganismos propios del lugar, acostumbrados a prosperar en condiciones extremas y especialistas en obtener recursos para la vida de donde casi no los hay.

Este proyecto ha permitido dar pasos muy positivos, hasta el punto de que los investigadores están convencidos de que se podrían cultivar hortalizas en entornos tan complicados para la vida como el planeta Marte, lo que abre una vía muy interesante para la exploración espacial, que puede cambiar el escenario en los próximos años.

Cuál es la fórmula para poder cultivar tomates y hortalizas en Marte

La fórmula para poder cultivar tomates y hortalizas en Marte pasa por asociar los microorganismos del desierto de Atacama, acostumbrados a unas condiciones extremas, a cultivos, de manera que esta vida microscópica establezca las condiciones que permita prosperar a los cultivos.

«Los primeros resultados son muy alentadores, ya que hemos visto que cuando están presentes estas metacomunidades microbianas ancestrales, las plantas podrían crecer, desarrollarse e incluso producir algún tipo de fruto y, en algunos casos, la calidad desde el punto de vista nutricional es mucho mayor, lo que abre una ventana a que podamos desarrollar agricultura espacial», detalló Marco Molina Montenegro, investigador que lidera el proyecto y director del Centro de Ecología Integrativa de UTalca, Marco Molina.

Cómo se simulan las condiciones de Marte

Las simulaciones de las condiciones de Marte se realizan en unas cámaras de uno por dos metros, con una regulación de temperatura entre los -60°C a los 40°C, una condición atmosférica saturada en dióxido de carbono -casi sin oxígeno-, sin nutrientes, ni agua. Además, con una radiación ultravioleta tipo C, que genera un alto efecto negativo sobre el material genético.

«Logramos generar comunidades sintéticas, es decir, utilizamos los mejores individuos, los pudimos mezclar, ver si se toleran entre ellos y si es que pueden convivir. Diseñamos en base a lo que nosotros queremos que ejerzan en la planta y seleccionamos nuestros mejores cultivos«, explicó el académico de la UTalca.

Qué han logrado los científicos con los cultivos en las cámaras marcianas

Los científicos desarrollaron una simbiosis entre los microorganismos del Desierto de Atacama y cultivos como lechugas, tomates, espinacas y acelgas. «Ahora estamos empezando de a poco a bioprospectar quinoa, ya que es un alimento funcional y posiblemente uno de los mejores del punto de vista nutricional», subrayó.

Molina agregó que están probando con una variedad de lechuga que con estos microorganismos «aumenta cuatro veces las vitamina C y también el contenido de calcio, evitando la descalcificación en los viajes espaciales, que se produce mucho al haber microgravedad», especificó.

Esta iniciativa forma parte de un proyecto Fondecyt que busca asegurar la producción alimentaria para la subsistencia de los seres humanos y
además probar cultivos que podrían desarrollarse fuera de la tierra

Fuente: https://novaciencia.es/la-formula-para-conseguir-una-agricultura-espacial-y-cultivar-tomates-y-lechugas-en-marte/

Este es el alimento que nos hace más felices

Más allá de la necesidad de comer para alimentarse, la comida provoca emociones. Comer es un placer y por ello ingerimos, habitualmente, alimentos que nos gustan y evitamos los que no. Numerosos estudios han demostrado que tomar los alimentos que uno prefiere puede estimular la liberación de serotonina y endorfinas, hormonas que mejoran nuestro humor.

Entre estos alimentos que más felices nos hacen se encuentran el chocolate, el café y las frutas, entre otros. Sin embargo, el que más felicidad provoca es el helado, según un estudio del Instituto de Psiquiatría de Londres. Y es que, consumir tan solo una cucharada de helado estimula el centro de placer del cerebro que se activa cuando se gana dinero o se escucha una canción que nos gusta.

Este estudio demostró de manera científica, a través de resonancias magnéticas, que la ingesta de helados activa ciertas zonas del cerebro asociadas al placer y a la felicidad. Este estudio consistió en realizar dos escáneres del cerebro de diferentes personas: uno mientras los sujetos no realizaban ninguna actividad y otro justo después de tomar una cucharada de helado de vainilla. Al comparar ambas imágenes se detectó un efecto inmediato en áreas del cerebro que tras la toma de helado eran más visibles. Una de estas zonas fue la corteza orbitofrontal, en la parte delantera, y considerada una de las zonas de placer.

Además, otro estudio realizado por la Universidad de Harvard sugiere que los alimentos pueden tener un impacto positivo en nuestro estado de ánimo. El helado, al ser un alimento rico en azúcares y grasas, puede estimular la liberación de endorfinas, las hormonas responsables de la sensación de felicidad. Según la doctora Susan Albers, psicóloga y autora de varios libros sobre alimentación consciente, disfrutar de un pequeño placer como el helado puede ser una forma efectiva de mejorar el bienestar emocional.

https://www.larazon.es/salud/bienestar/este-alimento-que-nos-hace-mas-felices-chocolate_2024092666f58ddf3c87870001edaa44.html

Descubren los alimentos exóticos más antiguos de la humanidad

Alimentos asiáticos como la soja o los plátanos ya se consumían en el Mediterráneo durante la Edad de Bronce.

Existen pruebas en yacimientos que sitúan la importación de ingredientes asiáticos en el continente europeo hace aproximadamente cuatro mil años. Pero un estudio publicado esta semana traslada esta fecha mucho más atrás, demostrando que el consumo ocasional de la cúrcuma, la soja, o los plátanos ya era posible en la Edad de Bronce, milenios atrás de lo pensado. Y para demostrarlo, han tenido un gran aliado: el sarro dental.

Sobras fosilizadas

Un equipo de científicos de la Universidad de Múnich ha analizado fósiles humanos pertenecientes a la Edad de Bronce, hace más de 3000 años. Estos pertenecen a los yacimientos de Meggido y Tel Erani, situados en la actual Israel. Estos yacimientos han resultado especialmente interesantes para conocer las relaciones comerciales entre Europa y Asia. Dada su posición privilegiada entre ambos continentes, siempre ha sido un lugar de mercadeo y comercio con ingredientes asiáticos y europeos. Este comercio se ha documentado a través de diferentes restos históricos, pero no se tenía claro cuándo comenzó, ya que a medida que los restos son más antiguos, son más difíciles de identificar.

El equipo alemán decidió probar un nuevo enfoque con los fósiles, y estudiar sus dentaduras fosilizadas. En nuestra boca vive toda una población de bacterias, que al ir muriendo dejan un resto solidificado conocido como sarro dental. Si este no se elimina, se va acumulando en los dientes en forma de capas, y entre ellas se quedan atrapados restos de comida.

Estos restos incluidos en el sarro son el objetivo de estos investigadores, sin embargo, no son sencillos de analizar. Con el paso de los milenios, estos alimentos se han deteriorado, y solo quedan algunas trazas de proteínas y fibras, que solo ha sido posible analizar recientemente gracias a la tecnología moderna, cada vez más sensible.

Un problema para los investigadores es asociar las proteínas que encuentran en el fósil con un alimento determinado. Hay pocas proteínas que sean exclusivas de un alimento, por lo que el equipo se armó de paciencia para encontrar la proteína correcta en la cantidad adecuada como para ser detectada. Lo que ayudó fue que no había higiene dental en la Edad de Bronce, por lo que todos los fósiles tenían el sarro suficientemente compacto como para proteger los restos de comida.

Curiosamente, el grupo descubrió que las proteínas que mejor se conservan en el sarro son aquellas implicadas en alergias alimenticias. No les costó encontrar trazas de gluten y restos de maíz en los dientes de todos los fósiles, confirmando lo que ya se conocía de la agricultura extensa del maíz en la región durante aquella época.

Una intuición confirmada

Lo raro vino cuando en dos de los fósiles encontraron restos extraños. En uno de ellos encontraron proteínas pertenecientes a la cúrcuma y a la soja. En el otro, proteínas exclusivas del plátano. Ninguno de estos alimentos se cultivaba cerca de la región. Son todos alimentos del sureste y centro de Asia, lo que implica que debía haber comercio en esta época suficientemente extenso como para poder comer estos alimentos cerca del Mediterráneo.

Este hecho es sorprendente, pero explica muchas cosas. Por ejemplo, la historia del plátano tenía algunos huecos para los investigadores. El antecesor del plátano actual ya era cultivado y comido en cultivos del sudeste asiático en el 5000 a.C. Pero el cultivo del plátano más cercano a Europa, y con el que se comerciaba en el continente, proviene del este de África en el 3000 a.C. Algunos científicos intuían que tenía que haber una creciente popularidad del plátano en el continente europeo, lo suficiente como para que empezara a merecer la pena crear cultivos más cercanos. Y esto solo es posible si se considera que el comercio entre Asia y Europa ya existía, como confirma este estudio.

Aun así, todavía hay otras posibles interpretaciones de este resultado. Por ejemplo, puede que por casualidad los dos fósiles con estos restos hubieran vivido una parte importante de su vida en Asia, y que hubieran ido al Oriente Medio antes de morir. Pero, aunque esta posibilidad existe y es comentada por los propios investigadores, comentan que por lo menos este resultado demostraría el movimiento amplio de viajeros entre continentes, desterrando la idea de la Edad de Bronce como una época de aldeas aisladas y comercio local.

Además, este resultado confirma otro descubrimiento. El faraón Ramsés II fue momificado con dos pimientos procedentes de la India en sus fosas nasales, y su tumba es del 1213 a.C. Si las especias exóticas eran raras y valiosas para los egipcios, es porque tendría que existir un comercio escaso, pero importante.

Puede que no hayamos cambiado tanto, y en algunos mercados de la Edad de Bronce hubiera una pequeña sección de alimentos exóticos de tierras lejanas. Tan extraños que dan ganas de probarlos, y seguramente tan caros como para mantenernos lejos de ellos.

https://www.larazon.es/ciencia/20201222/uqmoqngxg5dkbpvenastrnyfie.html