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Cómo el cine nos enseña a comer

La globalización alimentaria ha tenido en el cine a uno de sus mayores aliados. La influencia del cine en nuestros hábitos no es negativa, pero tampoco es siempre positiva.

Estamos en un siglo en el que nada de los que aparece en las imágenes nos es extraño. Vemos una película japonesa y asistimos a una merendola de sushi con ojos de experto. O podemos ver una película sudamericana, y sabemos perfectamente a qué sabe una ensalada de nopal con el cilantro perfumando la mezcla.

Todos los deseos que nos puede crear una imagen cinematográfica los podemos ahora satisfacer yendo a la tienda de proximidad, al supermercado o a una gran superficie cerca de casa. Si la parte positiva del cine ha sido la aceptación de los hábitos alimentarios foráneos, la negativa ha sido la homogeneización del gusto en contra de una singularidad fundamental para que, incluso, el cine se pueda nutrir de bellas imágenes.

Si en los setenta, las bellas imágenes gastronómicas provenían de Francia e Italia gracias al savoir faire de sus directores y su cultura, toda esta influencia positiva estuvo a punto de desaparecer por el colonialismo del cine americano palomitero.

“Todos los deseos que nos puede crear una imagen cinematográfica los podemos ahora satisfacer yendo al supermercado”


Una influencia que incluso cambió hábitos lingüísticos. Al bistec ruso de nuestras abuelas, por ejemplo, se le cambió el nombre por el de hamburguesa. Por suerte, el cine americano rompió sus hábitos regalándonos un personaje como Hannibal Lecter, el sofisticado caníbal que nos demostró que incluso en América existe vida fuera del fast food.

Por ello es necesario una educación que nos permita filtrar el mensaje para poder tener criterio propio. No todo lo que nos llega de los EE.UU. es bueno ni tampoco malo. El secreto está en saber contextualizar.

El cine es una de las mejores escuelas de gastronomía del mundo. Sólo hace falta ser un alumno aventajado.

https://www.lavanguardia.com/comer/opinion/20180128/44299397798/como-cine-ensena-comer.html

Publicidad en TV y cine influye en consumo de comida “chatarra” entre adolescentes: Estudio

  • Hasta el 85% de consultados consume frituras, galletas y bebidas embotelladas cuando ven televisión; la totalidad palomitas y refrescos, en salas cinematográficas 
  • Para el caso del cine, la totalidad come principalmente palomitas y bebe refrescos.

Ver televisión y asistir a funciones de cine es factor para que los adolescentes consuman alimentos de bajo valor nutritivo, según un estudio de investigadoras del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia (Censia), del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).


El reporte se hizo con 420 estudiantes de bachillerato de la Ciudad de México, donde el 90% indicaron ver televisión en promedio tres horas diarias, mientras el 37% afirmó visitar las salas cinematográficas al menos una vez al mes.


A cargo de Maribel Orozco López, del Censia, de María Guadalupe Ruelas González, del INSP, y de María Tomasa Mendoza Reséndiz, de la ENAH, la investigación refiere que cuando ven televisión, el 85% de los consultados consume principalmente frituras, galletas y refrescos, y seis de cada 10 se ven influidos por lo promocionado en la pantalla.


Para el caso del cine, la totalidad come principalmente palomitas y bebe refrescos. Aquí el 100% del consumo guarda relación con lo que se promociona en el lugar.

Cuando se les cuestionó sobre los promocionales, en su mayoría prefieren aquellos en los cuales sujetos de edades similares a las de ellos son físicamente atractivos y se presentan como héroes populares. Por otra parte, el 70% resaltan la importancia que los mensajes se acompañen de sonidos altos, y el empleo de colores intensos.

Lo anterior da cuenta de las preferencias de adolescentes por alimentos llamados “chatarra”, cuya publicidad en televisión y cines se presenta como el gancho que favorece su consumo. “Es factible que estos medios estimulen el consumo de estos productos, favoreciendo además la prevalencia de sobrepeso y obesidad en México”, indica el reporte.


Por otra parte, el número de casos de obesidad entre personas de 15 a 19 años de edad en el país, es bajo, no más allá de cinco puntos porcentuales del total. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud (SSa), el año pasado se atendieron en hospitales públicos y particulares a 17 mil 393 adolescentes por tal padecimiento, el 4.84% general.

En tanto, al primer bimestre de 2015 aumentó a 5.10% de la totalidad de prestación del servicio médico de ese sector poblacional, pues hubo 2 mil 205 de los 43 mil 223 registros a nivel nacional.


Si bien dichos datos no pueden considerarse alarmantes, significan que a futuro, si no modifican sus hábitos alimenticios, esos adolescentes enfrentarán problemas de salud derivados de la obesidad, como hipertensión, diabetes mellitus tipo II, que pueden a su vez resultar en otros padecimientos mortales, como los cardiacos y del hígado.


De ahí la importancia de consumir alimentación adecuada y realizar ejercicio de manera constante.


¿Por qué comemos tanto en las salas de cine? Explicación científica

El consumo de palomitas en el cine es mucho más que una costumbre: se trata de una estrategia respaldada por la ciencia. La atmósfera de las salas de cine está diseñada para estimular nuestros sentidos y hacernos consumir más.

La iluminación tenue juega un papel clave. Según Sarah Lefebvre, profesora de marketing, la luz baja nos relaja, lo que disminuye la atención que prestamos a lo que comemos. En este estado, tendemos a elegir snacks indulgentes, como palomitas saladas o dulces. Además, en ambientes oscuros, la comida con un solo sabor (salado o dulce) nos sabe mejor debido a un fenómeno llamado «compensación sensorial».

El aire acondicionado también es importante. Las bajas temperaturas en las salas aumentan nuestro apetito, ya que el cuerpo busca calorías adicionales para mantener la temperatura. Este entorno, combinado con el estado de relajación, es perfecto para el consumo de snacks en grandes cantidades.

Lo que vemos en pantalla también influye. Las escenas de personajes comiendo activan nuestras neuronas espejo, haciéndonos imitar su comportamiento. Si un personaje disfruta de una hamburguesa, es probable que automáticamente nos llevemos un puñado de palomitas a la boca. Este efecto se intensifica cuando nos identificamos con los personajes de la película.

Incluso el final de la película afecta nuestros gustos. Hacia el cierre, las personas tienden a preferir snacks dulces después de haber consumido alimentos salados. Un estudio de 2017 reveló que, tras una larga exposición a lo salado, el cuerpo busca un cambio, inclinándose hacia dulces como M&M’s o caramelos.

El cine aprovecha esta combinación de estímulos sensoriales y emocionales para ofrecer un entorno donde comer es parte de la experiencia, y no solo una distracción más.

Fuente: https://www.abc.es/xlsemanal/ciencia/por-que-comemos-mucho-en-el-cine-peliculas-palomitas.html

Un apetito de película ¿Por qué comemos tanto en las salas de cine? (Hay una explicación científica)

Casi como si se tratase de un ritual, antes de sentarse en sus butacas a disfrutar de una película en el cine, la mayoría de los espectadores tiene una regla de oro: comprar palomitas (y si son del tamaño grande, mejor). Una vez comienza la proyección, se activa la cuenta atrás para llegar al final del bote y –seamos claros– también para evitar que tu acompañante te robe más de la cuenta. Pero, ¿por qué se despierta el apetito de manera intensa mientras vemos una película?

El fenómeno de sentir hambre mientras disfrutamos de una película en la pantalla grande tiene mucho que ver con el entorno en el que comemos. Y es que el espacio produce un importante impacto en nuestras elecciones y comportamientos a la hora de comprar comida.

La disminución de la iluminación nos relaja y, en ese estado, tendemos a consumir más porque la preocupación por la cantidad de comida que ingerimos se desvanece.

La iluminación baja no solo influye en la cantidad que comemos, sino también en nuestras preferencias a la hora de elegir. Hay estudios que demuestran que, en ambientes con poca luz, las personas tienden a optar por comidas más ‘indulgentes’ en lugar de saludables. Esta tendencia se amplifica en el cine, donde la distracción con la trama en pantalla juega un papel adicional. Es aquí donde las palomitas de maíz, un snack poco atractivo en otros lugares, se convierten en un capricho reconfortante. Del que siempre queremos más.

Al no ver la comida, los alimentos con un único matiz de sabor, como dulce o salado, nos saben mejor que cuando están iluminados.

En el apetito que se nos despierta en el cine también intervienen otros factores ambientales como el aire acondicionado de las salas. Una temperatura baja consigue que queramos comer más, puesto que el frío consume nuestras reservas de energía y hace que el cerebro envíe señales en busca de más calorías. Y los cines, obviamente, aprovechan esta técnica de termostato.

Seguro que te ha pasado alguna vez que has visto a un personaje comiendo una hamburguesa o cualquier otra apetitosa comida en una escena y has cogido un gran puñado de palomitas. Se trata de un efecto de imitación –o experiencia vicaria– donde los espectadores comen cuando los personajes lo hacen, a modo de imitación. Aunque no ocurre siempre, solo cuando las personas se identifican con los personajes de la película, aclara Zhuo. Además, añade: «Comer es un comportamiento relacionado con objetivos, y cuando nos preocupamos por un personaje, inconscientemente adoptamos sus objetivos como propios».

Fuente: https://www.abc.es/xlsemanal/ciencia/por-que-comemos-mucho-en-el-cine-peliculas-palomitas.html

Un apetito de película

Casi como si se tratase de un manual, antes de sentarse en sus butacas a disfrutar de una película en el cine, la mayoría de los espectadores tiene una regla de oro: comprar palomitas. Pero, ¿por qué se despierta el apetito de manera intensa mientras vemos una película?

El fenómeno de sentir hambre mientras disfrutamos de una película en la pantalla grande tiene mucho que ver con el entorno en el que comemos. Destaca que la disminución de la iluminación nos induce a estar más relajados, y en ese estado tendemos a consumir más porque la preocupación por la cantidad de comida que ingerimos se desvanece, no le prestamos atención

También, hay estudios que demuestran que, en ambientes con poca luz, las personas tienden a optar por comidas más ‘indulgentes’ en lugar de saludables. Esta tendencia se amplifica en el cine, donde la distracción con la trama en pantalla juega un papel adicional. Es aquí donde las palomitas de maíz, un snack poco atractivo en otros lugares, se convierten en un capricho reconfortante. Del que siempre queremos más.

 En un estudio, se descubrió que en condiciones de poca luz, los alimentos con un único matiz de sabor, como dulce o salado, saben mejor que cuando están iluminados. Además, una temperatura baja consigue que queramos comer más, puesto que el frío consume nuestras reservas de energía y hace que el cerebro envíe señales en busca de más calorías.

Finalmente, otro aspecto que puede influir, tal y como dijo profesora de estudios de comunicación en la Universidad Bautista de Hong Kong «Las acciones de los personajes de las películas, particularmente cuando están comiendo, crean patrones en la forma en que come la audiencia». (Se trata de un efecto de imitación.)

Cine y seguridad alimentaria

Los medios audiovisuales son un excelente vehículo de transmisión de buenas prácticas de manipulación y formación básica en el campo de la seguridad alimentaria.

Aprendemos de lo que vemos, y más si lo vemos reiteradamente, de ahí la importancia de los medios audiovisuales como vehículo de transmisión de hábitos y modelos de comportamiento.

Los programas de contenido gastronómico han pasado de ser un fenómeno social a convertirse en un contenido casi obligatorio en los canales de televisión. Convivimos y aprendemos de ellos recetas tradicionales y nuevas formas de cocinar pero también hábitos y maneras de comportamiento en la cocina correctos o erróneos que determinarán en buena medida nuestro nivel de seguridad alimentaria. La gran mayoría, bien asesorados, ofrecen una adecuada imagen de lo que debe ser la seguridad alimentaria en una cocina. Y aunque su contenido no es estrictamente infantil, las encuestas muestran cómo los programas de cocina son uno de los más vistos por los pequeños de la casa, siendo en la mayoría de los casos su primer contacto con el mundo de la gastronomía.

El cine actual ha acogido la gastronomía como uno de sus temas más recurrentes. Películas comerciales, tanto nacionales como internacionales, como «Sin reservas», de Scott Hicks (remake de «Deliciosa Marta», de Sandra Nettelbeck), «Fuera de carta», de Nacho G. Velilla, junto a producciones más antiguas como «American cuisine», de Jean-Yves Pitoun o «Como agua para chocolate», basada en la novela homónima de Laura Esquivel, giran en torno al mundo de los fogones. Un género que ha sorprendido por su gran aceptación entre el público tanto profesional como aficionado es el documental gastronómico, un cine más especializado y en el que se ofrece una visión realista del mundo de la gastronomía. Otras cintas con distintos argumentos recogen escenas memorables relacionadas con la cocina, es el caso de «Blade Runner» en la que se muestran unos inquietantes puestos volantes de comida asiática o la más cercana «Todos a la cárcel» de Berlanga, en la que se elabora una peculiar paella.

En definitiva, la mayoría de las películas con temática gastronómica contratan los servicios de consultores que les ilustran sobre diferentes técnicas y nomenclaturas culinarias, al igual que los programas de cocina que cuentan con personal especializado, aunque quizás los temas de seguridad alimentaria no ocupan dentro del ranking de importancia el lugar que deberían.