Inicio » Entradas etiquetadas como «comer»
Archivos de la etiqueta: comer
Hora de comer!!!!
Confirmado: La hora del día en la que comemos es crucial para nuestra salud
Un hallazgo revolucionario revela cómo la hora del día en que comemos afecta profundamente nuestra salud metabólica, más allá de las calorías o el peso.
Periodista especializado en temas de ciencia, naturaleza, tecnología y salud
Actualizado a 20 de noviembre de 2024, 10:16Guardar
Un reciente estudio liderado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) en colaboración con la Universidad de Columbia ha puesto en evidencia un hecho que antes solo intuíamos: la hora en que consumimos nuestros alimentos puede ser tan crucial como la cantidad o calidad de lo que comemos.
Publicado en la prestigiosa revista Nutrition & Diabetes, del grupo Nature, este trabajo demuestra que ingerir más del 45% de las calorías diarias después de las 5 de la tarde altera significativamente los niveles de glucosa en sangre, lo que desencadena riesgos graves para la salud, independientemente del peso corporal o la cantidad de grasa de cada individuo.
Comer tarde: un enemigo silencioso de la salud
El estudio, realizado en el Irving Medical Center de la Universidad de Columbia en Nueva York, contó con la dirección de Diana Díaz Rizzolo, investigadora postdoctoral y experta en obesidad, diabetes y envejecimiento. Según explicó, mantener altos niveles de glucosa durante períodos prolongados puede incrementar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, causar daños en los vasos sanguíneos, potenciar la inflamación crónica y agravar el daño cardiovascular y metabólico.
Hasta ahora, la creencia predominante asociaba las cenas tardías principalmente al aumento de peso, vinculado a elecciones alimenticias menos saludables. Sin embargo, este nuevo hallazgo va más allá, demostrando que incluso con dietas controladas en cantidad y calidad, la hora en que se ingieren las comidas puede alterar el metabolismo de la glucosa.
https://geo.dailymotion.com/player/xdspr.html?video=x97yt1m&mute=true
Los efectos del azúcar
Un experimento revelador
El estudio incluyó a 26 participantes entre 50 y 70 años, todos con sobrepeso u obesidad y prediabetes o diabetes tipo 2. Los niveles de tolerancia a la glucosa de los participantes fueron comparados, dividiéndolos en dos grupos: los «comedores tardíos», que comían al menos el 45% de sus calorías diarias después de las 5 de la tarde, y los «comedores tempranos», que comían la mayor parte antes de esa hora.
Díaz Rizzolo explicó que este fenómeno está profundamente ligado al ritmo circadiano. Durante la noche, nuestro organismo reduce la secreción de insulina y la sensibilidad de las células a esta hormona disminuye, lo que dificulta la metabolización de la glucosa. Este reloj interno, regulado por un «reloj maestro» en el cerebro, sincroniza los procesos metabólicos con las horas de luz y oscuridad, afectando directamente nuestra salud cardiometabólica.
En palabras de la investigadora, “hasta ahora, las decisiones alimenticias se basaban en dos preguntas clave: cuánto comemos y qué alimentos elegimos. Este estudio introduce un tercer factor igual de importante: cuándo comemos”.
Recomendaciones prácticas
A partir de estos resultados, Díaz Rizzolo sugiere priorizar las comidas más calóricas durante las horas de luz, especialmente en el desayuno y el almuerzo, y evitar alimentos ultraprocesados o ricos en carbohidratos por la noche.
Aunque se requieren más investigaciones para comprender plenamente los mecanismos implicados, el estudio ya resalta una pauta clara: comer temprano no es solo un consejo tradicional, sino una necesidad respaldada por la ciencia.
Bases de la alimentación
La falta de consumo de micronutrientes es un problema global: el 60% de la población no ingiere los suficientes
Una investigación publicada en ‘The Lancet Global Health’ proporciona la primera estimación mundial sobre el consumo inadecuado de 15 sustancias fundamentales
San José (Costa Rica) – 13 SEPT 2024 – 05:00 CEST
En 2017, cuando era un investigador de doctorado en la Universidad de California Davis, Ty Beal (Phoenix, Arizona, 38 años) hizo su primera publicación en una revista académica. Fue sobre el suministro mundial de micronutrientes. Analizó su disponibilidad global, lo contrastó con las necesidades de consumo y demostró la existencia de un gran déficit. Beal quiso seguir estudiando y, ahora, como especialista técnico de la Alianza Mundial para la Mejora de la Nutrición, ha conseguido un hito: publicar el primer estudio que proporciona estimaciones del consumo inadecuado de 15 micronutrientes esenciales por parte de cinco mil millones de personas.
La investigación, publicada a finales de agosto en la revista de medicina The Lancet Global Health, en colaboración con la Escuela de Medicina de Harvard y la Universidad de California Santa Bárbara, señala que el 60% de la población mundial no consume suficiente yodo; lo mismo le sucede al 67% con la vitamina E; al 66% con el calcio; al 65% con el hierro y al 53% con la vitamina C.
La carencia de cada micronutriente conlleva sus propias consecuencias para la salud, que pueden ir desde “resultados adversos en el embarazo hasta ceguera, pasando por una mayor susceptibilidad a las enfermedades infecciosas”. “Esta carencia generalizada es más grave de lo que se creía y tiene graves consecuencias para la salud mundial, especialmente en términos de salud materno-infantil, inmunidad y potencial humano en general”, recoge el documento.
Por videollamada desde Washington, Beal hace hincapié en la necesidad de que las personas entiendan las consecuencias de estas deficiencias: “Si se trata de un niño pequeño, por ejemplo, puede que no sea capaz de aprender en la escuela. Un adulto podría tener anemia y no ser capaz de funcionar muy bien y puede que sea más propenso a las infecciones”.
Bases de datos mundiales
Según explica Beal, previo a su nueva publicación ya existía un cuerpo importante de investigaciones sobre cadenas de alimentación y déficit de micronutrientes, y algunos países también tenían datos locales. “En las cadenas de alimentación, los dos componentes que se analizan son cómo se produce y cómo se consume la comida. Pero no siempre la comida que se produce es la que se come, por lo que hay un vacío de conocimiento”, señala Beal. Además, el científico afirma que muchas de las encuestas sobre la dieta hechas por gobiernos estaban desactualizadas o no eran de buena calidad.
Beal sostiene que “nunca” se había publicado un estudio mundial sobre el consumo de micronutrientes como este, porque los vacíos de información representaban grandes obstáculos. Así fue hasta que la Escuela de Ciencias de Nutrición de la Universidad de Tufts (Boston) creo el Global Dietary Database, un gran modelo de datos que detalla las cantidades y tipos de alimentos que las personas comen alrededor del mundo. Beal y sus compañeros usaron esta herramienta para su investigación, pero sabían que tiene limitaciones, al tratarse solo de estimaciones, por lo que la complementaron con las otras bases de datos locales del Banco Mundial y la FAO, también con encuestas dietéticas disponibles de 31 países.
Los investigadores contrastaron todos estos datos con las necesidades nutricionales y desarrollaron su base de datos propia, que incluye a 185 países. En la evaluación se estudiaron quince micronutrientes: calcio, yodo, hierro, riboflavina, folato, zinc, magnesio, selenio, tiamina, niacina y vitaminas A, B6, B12, C y E. Decidieron, además, que pondrían toda esta información disponible en abierto para poder “orientar otras investigaciones más específicas”.
Diferencias por género, edad y región
Los investigadores decidieron dividir a la población en hombres y mujeres pertenecientes a 17 grupos de edad de 0 a 80 años en intervalos de cinco años, y un grupo de 80 años o más. Esta división permitió realizar hallazgos que Beal considera de los más sorprendentes de la investigación. Se dieron cuenta de que existe un problema común de consumo de nutrientes en el mundo, pero cómo se manifiesta esta deficiencia varía enormemente entre los grupos estudiados.
El documento revela que hombres y mujeres sufren carencias de micronutrientes diferentes. Por ejemplo, las mujeres tienen más probabilidades de presentar ingestas inadecuadas de yodo, vitamina B12, hierro y selenio, mientras que los hombres son más propensos a sufrir carencias de calcio, zinc y “varias vitaminas esenciales”.
Para Beal, esto se debe a que, por lo general, hombres y mujeres tienen dietas diferentes. Sin embargo, las diferencias también se deben a que las necesidades de micronutrientes son distintas según el sexo. “Las mujeres en edad reproductiva necesitan más hierro. Los hombres necesitan más zinc, vitamina C y vitamina A”, señala Beal.
En cuanto a las diferencias por regiones, el documento apunta “patrones muy claros”. “Algunos nutrientes como el folato, la vitamina E y la riboflavina hacen falta en la dieta de Norteamérica para los hombres, pero si estás en el África subsahariana, son las mujeres las que tienen más dificultades para obtenerlos”, afirma.
En términos absolutos, la región del mundo donde se encuentran los déficits de micronutrientes más graves es el sudeste de Asia, pero el África subsahariana es “muy pobre” específicamente en hierro, zinc y vitamina B12, tres componentes esenciales.
Beal cree que estos datos plantean retos para el futuro: “Creo que esto nos orienta un poco para saber qué nutrientes son un problema, dónde hacen falta, en cuáles grupos de población, qué tipos de alimentos hay que promover y cómo se abordan estas necesidades”. Hay una carencia de nutrientes en el mundo entero, pero cada región y grupo poblacional tiene necesidades diferentes. Para el científico, ahora el meollo del asunto está en empezar a trabajar para buscar soluciones “sin dejar a nadie atrás”.
Tendencias es un nuevo proyecto de EL PAÍS, con el que el diario aspira a abrir una conversación permanente sobre los grandes retos de futuro que afronta nuestra sociedad. La iniciativa está patrocinada por Abertis, Enagás, EY, Iberdrola, Iberia, OEI, Redeia, Santander, Telefónica y el partner estratégico Oliver Wyman.
Puedes apuntarte aquí para recibir la newsletter semanal de EL PAÍS Tendencias, todos los martes de la mano del periodista Javier Sampedro
Sobre la firma
Las normas más sorprendentes del mundo a la hora de comer
En un mundo tan diverso de culturas y tradiciones, las normas a la hora de comer y beber pueden variar enormemente de un país a otro. Un reciente estudio llevado a cabo por Remitly en 180 países, ha revelado algunas de las costumbres más inusuales y sorprendentes que se practican a la hora de sentarse a la mesa en diferentes rincones del planeta. Conocer estas normas es básico para los viajeros o para quienes tienen que trasladar su residencia a otro país porque pueden evitar pasar un mal momento en los restaurantes o con personas de distintas culturas.
Entre las normas de etiqueta más sorprendentes a la hora de comer en Europa destaca una de España: No se debe beber agua cuando se come pulpo.
En la República Checa, por ejemplo, es costumbre colocar un posavasos sobre la bebida una vez que se ha terminado. De lo contrario, los camareros seguirán sirviendo más.
Por otra parte, en el Reino Unido, una ley de 1872 establece que es ilegal estar borracho en un pub de Inglaterra, Gales o Irlanda del Norte, aunque rara vez se aplica en la práctica. Mientras, en Escocia los hombres que llevan ropa interior debajo del kilt deben pagar dos cervezas como multa.
En Croacia, compartir un café es un ritual social, y es considerado de mala educación estar solo 30 minutos con alguien. Por otro lado, en San Marino, los comensales pueden disfrutar de una larga sobremesa y pueden estar sentados a la mesa durante hasta dos horas.
Por su parte, en Rusia es costumbre que los hombres sirvan el alcohol a las mujeres que se sientan a su lado.
Finalmente, en Brasil, nunca se debe mezclar el mango con leche, mientras que en Colombia, comer con las manos es visto como algo de mala educación. Por su parte, en Venezuela, incluso las frutas se comen con cuchillo y tenedor, lo que puede sorprender a los visitantes.
¿Cuál te ha parecido más sorprendente?
Begoña Rodrigo: «Hace 20 o 30 años ser cocinera era algo muy cutre, se pensaba que no valías para otra cosa»
La cocinera del restaurante La Salita, Begoña Rodrigo, junto con el fotógrafo Javier Corso y Xiaomi han creado el menú degustación ‘Comer con los ojos’, el primer maridaje fotográfico. Aprovechamos para hablar con ella de esta singular propuesta, de su cocina, sus proyectos, y de muchas otras cosas más.
Por José Manuel RodríguezPublicado: 03/04/2024
Alex Archer
- José Pizarro: «En Londres la gente usaba el aceite de oliva para limpiarse los oídos, no para cocinar»
- Tamara Falcó: «Estoy cansada del sushi, porque lo encuentras hasta en las gasolineras»
- Lourdes Hernández, Russian Red: «Disfruto cocinando, pero prefiero hacerlo en compañía, con jazz de fondo y una copa de vino»
Unir cocina y fotografía, la de dos maestros cada uno en lo suyo: la de la chef Begoña Rodrigo y el fotógrafo Javier Corso con la ayuda de Xiaomi. Juntos han hecho realidad algo aparentemente tan complejo y a priori imposible como «Comer con los ojos«. ¿Cómo lo han logrado? Diseñando una experiencia gastronómica a través de la conexión de 7 recetas con 7 historias de artesanía de la España vaciada.
Se trata del primer maridaje fotográfico creado para el icónico restaurante La Salita de Valencia. Son 7 platos que conforman un menú degustación diseñado por Begoña Rodrigo, bautizado precisamente ‘Comer con los ojos’. Cada uno de estos platos se relaciona de manera visual -a través de su elaboración o de su origen- con esos oficios y artesanías locales de nuestro país casi extinguidas que Javier Corto ha capturado con Xiaomi 14 Ultra en una muestra fotográfica que llega a la mesa al mismo tiempo que cada uno de los platos. Para interiorizar y terminar de fusionar estos dos conceptos en la mente del comensal, se relata también ese nexo de unión concreto durante cada uno de los momenos del servicio.
Alex Archer
La chef Begoña Rodrigo y el fotógrafo Javier Corso, junto a uno de los platos del menú ’Comer con los ojos’ hecho junto a Xiaomi.
Los pases del menú degustación maridan con la serie fotográfica compuesta por mini-muestras para cada uno de los platos en los que conexionan la comida con artesanías denominadas El espolín (arte textil fallero) que en la mesa toma forma de un plato llamado La Tiara; A Ferro (oficio del herrero, con otro plato llamado La Reina); La textura, (Arroz con bacalao de Orza) La Albufera (‘All i Pebre’ blanco), La Sátira (los famosos embutidos vegetales de la chef valenciana), La Canasta (La Chirivía) y La Hermandad (Higos y queso)…
D.R.
La Tiara
D.R.
’All i Pebre’ blanco
En este proyecto también está implicada la Universidad Politécnica de Valencia, de la mano de la investigadora y cofundadora de Food Design, Purificación García, que está desarrollando un estudio basado en qué reacciones genera a los comensales este maridaje fotográfico, y la relación entre al alta gastronomía y el ‘storytelling’ visual.
…..
«La Salita es una cocina muy reflexiva, que pone muy en valor el producto humilde»
Se ha escrito que tu cocina es de reflexiones y de emociones. ¿Estás de acuerdo?
Intento mucho jugar con la memoria gustativa. Si tú eres de Valencia y conoces los gustos de aquí, los encurtidos, los salazones, el arroz, todos estos productos, tú los tienes en tu memoria. Seguramente en mi restaurante los vas a ver interpretados de otra forma y no van a tener nada que ver con lo que tú tienes en el recuerdo de tu cabeza visualmente. Pero gustativamente sí. Es una película muy reflexiva. No hay nada al azar en La Salita. Sí es verdad que nosotros hemos entendido que menos es más, poner menos ingredientes y que esos ingredientes te transporten.
ARTÑICULO COMPLETO: https://www.elle.com/es/gourmet/gastronomia/a60319055/begona-rodrigo-xiaomi-comer-con-los-ojos-entrevista/
¿Por qué nos sentimos culpables por comer lo que nos gusta?
La antropóloga y nutricionista Gemma Hortet aboga por volver a estrechar los lazos entre el disfrute de la gastronomía y la salud. ¡Fuera remordimientos!
En una escena de ‘Comer, rezar, amar’, Julia Roberts contempla con una mezcla de sorpresa y estupefacción como la mujer que se sienta frente a ella ‘juguetea’ con la pizza que hay en su plato en lugar de comérsela con toda la devoción que merece el manjar (que es, precisamente, lo que está haciendo Roberts). «Estás comiendo una margarita en Nápoles. Estás moralmente obligada a disfrutar de esta pizza«, la espeta entre bocado y bocado dando por zanjado un debate salpicado de ‘michelines’, recuento de calorías y deseo sexual.
¿Qué nos pasa? ¿En qué momento dejamos de disfrutar comiendo? «En el momento en el que apartamos la cocina y la gastronomía de la salud y los especialistas en salud y nutrición empezaron a asociar tener un peso adecuado a contar kilocalorías y a un tipo de técnicas culinarias en lugar de tener cuenta los nutrientes o el comportamiento de un alimento en el cuerpo (saciedad)», explica la antropóloga, educadora social y especialista en nutrición Gemma Hortet.
¿Tan malo es sentir placer con la comida? «Todo lo contrario. Comer es un acto necesario para nuestra supervivencia, al igual que lo es el sexo. Y, por eso, la naturaleza lo hizo placentero. Intentar sacar de la ecuación el placer al comer es un error que empezó a originarse cuando se puso de moda la ‘no cocina’ como fuente de salud, o sea: la plancha, el crudo, el horno, el hervido… Todo muy básico».
Dietas milagro, planes restrictivos… Hortet no puede con todo este barniz épico que se le da hoy a algo tan básico como es comer. «Pasarse la vida a base de ensaladas y carne o pescado a la plancha, más que épico, es dramático, porque va en contra de nuestra cultura, de nuestras tradiciones y nuestra propia naturaleza. El ser humano ha de aprender a alimentarse disfrutando del proceso. Prohibir, reducir y eliminar alimentos saludables no es el camino».
Realmente, ¿’todo lo que no mata, engorda’? «No es cierto. Eso nos han hecho creer. Lo que nos destruye lentamente es aquello que tiene sustancias que no existen en la naturaleza y que crean una adicción lenta por sus sabores intensos».
La autora de ‘Alimenta tu vitalidad’ (Libros Cúpula), nos da su fórmula para volver a recrearnos en el placer de comer de forma saludable. «En alimentación hay que tener en cuenta 3C: cantidad, calidad y contexto. No es lo mismo comerse un trozo de tortilla de patata casera, hecha con aceite de oliva al mediodía o para desayunar que comer una tortilla precocinada a las 10 de a noche. Eso es lo que hemos de aprender».
A veces, prosigue, «es tan fácil como colocar el alimento que deseamos a la hora adecuada o reducir la cantidad que vamos a comer acompañándolo de algo que ayude a metabolizarlo mejor».
Hay personas que se pasan la vida a dieta; en una montaña rusa de privarse de todo, ponerse morados y vuelta a empezar. ¿cómo se pone orden en ese lío? «Primero de todo, dejando de hacer restricciones alimentarias. Hay que poner orden en la alimentación y esto requiere de tiempo y valor. Uno dedica tiempo a las cosas que pone en valor. Alimentarse bien requiere de conocimiento y tiempo de organización, compra y cocina. Quien diga lo contrario, miente. Si no concedemos el valor a la alimentación o a la salud que merecen nunca encontraremos en tiempo para ellas».
Y lo peor de todo esto, señala, es que «la industria alimentaria lo sabe, sabe que no queremos dedicar tiempo a comprar, a cocinar a organizar. ‘Te cuidamos’, ‘cocinamos por ti’, son frases que aparecieron en la década de los 70 que nos han hecho mucho daño pensando que se puede comer cualquier cosa o que la industria ya cocina por nosotros. ¿Quién no se ha hartado en su infancia de comer sopas de sobre pensando que eran una maravillosa cena que hacía la vida más fácil a las mujeres?».
Entonces, ¿se puede disfrutar comiendo sin que nos machaque el remordimiento de conciencia? «¡Se debe! Hay una corriente muy catastrofista sobre el disfrutar comiendo y la salud. Nos han enseñado que comer sano es comer ensaladas y carne o pescado a la plancha y nada más lejos de la realidad. Si entre semana disponemos de poco tiempo, usemos aliños caseros ricos, ‘toppings’ de frutos secos tostados, especias. Tomemos, cada día, un trozo de chocolate negro, saboreándolo lentamente. Cerrar la comida con algo que nos de mucho placer es, además de muy agradable, un buen anclaje para comer sano sin remordimientos».
En un escenario de dietas restrictivas y platos ‘light’, esta nutricionista y antropóloga aboga por gozar con sensatez de ‘lo de siempre’. «No puede ser que nos sintamos mal hasta cuando comemos algo tan delicioso como las croquetas de nuestras madres. Nos han hecho creer que los fritos y las harinas son muy malas y es una cuestión de esas 3C que he citado antes (calidad, cantidad y contexto). Y el frito no es malo; lo peor de los fritos son los malos aceites, el reutilizado y las altas temperaturas, cosas que podemos controlar muy bien en casa. Yo como croquetas caseras todas las semanas. Las hago con las sobras del cocido y me las tomo con verduras salteadas. Es mi mejor terapia antiestrés que me anuncia que pronto llega el viernes y la escapada a la naturaleza».
Hortet subraya que «cuando incluimos en nuestra alimentación semanal o mensualaquello que nos hace sentir bien, nos une a tu cultura, nos conecta con nuestros seres querido, no solo comemos mejor, sino que dejamos de desear de atiborrarnos con todas las porquerías ultraprocesadas de los supermercados».
¿Qué hacemos, entonces, para conseguir este maravilloso equilibrio en nuestro día a día cuando, a veces, no tenemos ni tiempo, ni energía para andar con muchas florituras? «Hacer una lista de todos aquellos platos que ya sabemos que son alimentos de verdad y que disfrutamos comiéndolos para ‘agendar’ cada semana uno. Por ejemplo: croquetas, macarrones, callos, paella de marisco, fideuá etc.. Confeccionar otra lista con esos alimentos que nos dan placer (chocolate, queso, jamón etc.) para incluir un poco de uno de ellos cada día. Preparar otro listado con aquellos alimentos que sabemos que nuestro cuerpo necesita para funcionar bien (pescado azul, verduras, aceite de oliva, legumbres, huevos, cereales integrales, frutas) para que cada día tomemos, al menos, tres de ellos acompañado -al menos una vez al día- de un buen plato de verduras. Y, por último, escoger elaboraciones divertidas usando especies, condimentos para que lo sano no parezca soso o aburrido».
Con todo eso, Gemma Hortet está convencida de que tendremos «un combo de salud y placer maravilloso, porque comer bien y disfrutar del proceso es un arte que ha de cultivarse». ¡Amén!
FUENTE: Periódico El Mundo. Sección Bienestar
https://www.elmundo.es/vida-sana/bienestar/2024/09/09/66d81a85fdddff8c5e8b45a5.html