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¿Por qué recurrimos a los refrescos o a la comida basura?: un psiquiatra tiene la respuesta
Este tipo de productos estimulan nuestro organismo para que generemos dopamina, una sustancia que provoca que deseemos saciar nuestros antojos por encima de evitar los efectos negativos de su ingesta.
Los seres humanos siempre hemos prestado especial atención a nuestra alimentación. En el origen de nuestra especie, buscábamos alimentos con un alto contenido energético, especialmente los que fueran ricos en calorías, grasas y azúcares, sustancias que eran cruciales para nuestra supervivencia. Estos solían ser frutas, semillas, frutos secos y bayas.
En la actualidad, todos esos alimentos que suponían una aportación realmente saludable para nuestro organismo se han convertido en productos ultraprocesados, los cuales llevan sustancias que, en excesivas dosis, pueden resultar perjudiciales. Algunas de ellas son el azúcar, el jarabe de maíz, la sal, o las grasas saturadas.
Pese a que todos sabemos lo que implica disponer de una dieta a base de dichos alimentos, es normal que sintamos cierta atracción y antojo de los mismos, siendo irrefrenable en algunos usuarios. Esto conlleva que muchos de ellos acaben poseyendo ciertos hábitos alimenticios poco recomendables para su bienestar. Es por ello que el medio científico The Havard Gazette ha querido preguntar a Uma Naidoo, profesora del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Harvard, por qué nos surgen estos deseos.
¿Por qué tenemos estos antojos?
Según la experta, el motivo principal por el que nuestro organismo dispone de cierta preferencia por este tipo de comida es porque está repleta de ingredientes que estimulan nuestro cerebro en cuanto al placer que nos otorga su sabor. “Cuando consumimos alimentos ultraprocesados que son muy agradables al paladar, como los alimentos con alto contenido de azúcar o los refrescos, etc., la dopamina, que es el neurotransmisor del bienestar, hace que nos sintamos mejor a corto plazo y refuerza ese ciclo de ganas de comerlo de nuevo”, afirma la psiquiatra.
Este efecto en nuestro organismo provoca que prioricemos la sensación de satisfacer nuestro antojo por encima de tener en cuenta las consecuencias negativas que afectan a nuestra salud. Y es que la ingesta de estos alimentos de forma habitual se traduce en la aparición de daños en el microbioma intestinal y perjuicios en nuestra salud mental. Por otro lado, puede provocar inflamación, bajo estado anímico y un incremento en nuestros niveles de ansiedad.
La profesora Naidoo reconoce el panorama desolador que acompaña a estas circunstancias, puesto que las empresas alimentarias se aprovechan de este fenómeno para vender sus productos. Sin embargo, ofrece alguna recomendación para tratar de evitar estos casos. “Cuando se comen alimentos integrales, se aumenta la fibra en la dieta, lo que no solo llena, sino que también reduce y disminuye los antojos. Otro paso sencillo es asegurarse de estar adecuadamente hidratado”, declara la experta.
¿Por qué se come tanto en el cine? Esto es lo que dice la ciencia
Es difícil imaginar ir al cine sin antes comprar unas palomitas o al menos algo para picar. Ir al cine y simplemente ver la película no es algo muy común. Y una vez empieza el filme, uno comienza a comer y a comer hasta que se acabe la película. Además, lo normal es llevar palomitas o golosinas. No encaja, ni tampoco parezca que abra el apetito, comer algún plato de comida. Evidentemente hay factores psicológicos que determinan esto.
Un comportamiento aprendido
Lo primero de todo y lo más evidente, es que comer en el cine según qué cosas es un comportamiento aprendido. Comer palomitas en el cine es una tradición que se remonta a principios del siglo XIX con la Gran Depresión, una profunda crisis económica a nivel internacional originada en Estados Unidos entre 1929 y 1939. El maíz era un alimento barato y fue adquiriendo mucha popularidad en las salas de cine hasta convertirse prácticamente en una tradición.
La luz del cine juega un papel importante
Según explica Sarah Lefebvre, profesora asociada de marketing en la Universidad Estatal Murray para Time, «cuando bajamos la iluminación, estamos más relajados, lo que generalmente aumenta la satisfacción general con su experiencia.» El estado de ánimo es lo que más influye.
Además, la baja iluminación no solo hace que se coma más, también hace que la selección de la comida sea este tipo de comida basura: palomitas, golosinas, patatas fritas, etc. Son alimentos ideales para ver mientras estás distraído porque requieren de menos atención.
Por otra parte, precisamente esa distracción que provoca ver una película en el cine hace que la gente coma más porque no piensa en la cantidad que está comiendo.
Factores ambientales
Como bien dice Lefebrve, el frío hace que se coma más, en especial si llegamos a temblar. Esto hace que se quemen reservas de energía y el cerebro pida más calorías. En las salas de cine se suele bajar la temperatura.
En conclusión, comer en el cine es toda una tradición y los espectadores pueden verse claramente influenciados por diversos factores que hacen que coma más y se orienten en según qué casos por lo salado o por lo dulce.
https://www.businessinsider.es/come-tanto-cine-dice-ciencia-1288632
Publicidad en TV y cine influye en consumo de comida “chatarra” entre adolescentes: Estudio
- Hasta el 85% de consultados consume frituras, galletas y bebidas embotelladas cuando ven televisión; la totalidad palomitas y refrescos, en salas cinematográficas
- Para el caso del cine, la totalidad come principalmente palomitas y bebe refrescos.
Ver televisión y asistir a funciones de cine es factor para que los adolescentes consuman alimentos de bajo valor nutritivo, según un estudio de investigadoras del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia (Censia), del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
El reporte se hizo con 420 estudiantes de bachillerato de la Ciudad de México, donde el 90% indicaron ver televisión en promedio tres horas diarias, mientras el 37% afirmó visitar las salas cinematográficas al menos una vez al mes.
A cargo de Maribel Orozco López, del Censia, de María Guadalupe Ruelas González, del INSP, y de María Tomasa Mendoza Reséndiz, de la ENAH, la investigación refiere que cuando ven televisión, el 85% de los consultados consume principalmente frituras, galletas y refrescos, y seis de cada 10 se ven influidos por lo promocionado en la pantalla.
Para el caso del cine, la totalidad come principalmente palomitas y bebe refrescos. Aquí el 100% del consumo guarda relación con lo que se promociona en el lugar.
Cuando se les cuestionó sobre los promocionales, en su mayoría prefieren aquellos en los cuales sujetos de edades similares a las de ellos son físicamente atractivos y se presentan como héroes populares. Por otra parte, el 70% resaltan la importancia que los mensajes se acompañen de sonidos altos, y el empleo de colores intensos.
Lo anterior da cuenta de las preferencias de adolescentes por alimentos llamados “chatarra”, cuya publicidad en televisión y cines se presenta como el gancho que favorece su consumo. “Es factible que estos medios estimulen el consumo de estos productos, favoreciendo además la prevalencia de sobrepeso y obesidad en México”, indica el reporte.
Por otra parte, el número de casos de obesidad entre personas de 15 a 19 años de edad en el país, es bajo, no más allá de cinco puntos porcentuales del total. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud (SSa), el año pasado se atendieron en hospitales públicos y particulares a 17 mil 393 adolescentes por tal padecimiento, el 4.84% general.
En tanto, al primer bimestre de 2015 aumentó a 5.10% de la totalidad de prestación del servicio médico de ese sector poblacional, pues hubo 2 mil 205 de los 43 mil 223 registros a nivel nacional.
Si bien dichos datos no pueden considerarse alarmantes, significan que a futuro, si no modifican sus hábitos alimenticios, esos adolescentes enfrentarán problemas de salud derivados de la obesidad, como hipertensión, diabetes mellitus tipo II, que pueden a su vez resultar en otros padecimientos mortales, como los cardiacos y del hígado.
De ahí la importancia de consumir alimentación adecuada y realizar ejercicio de manera constante.