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Alimentación, evolución y tecnología, ¿cómo nos hicieron lo que somos?
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Comisión de Investigación sobre los atentados de Barcelona y Cambrils
Alimentación, evolución y tecnología, ¿cómo nos hicieron lo que somos?
«Si el ser humano es la pregunta, la evolución es la respuesta», dice Arsuaga.
Los restos fósiles cuentan nuestra historia como especie y nos ayudan a comprender el pasado para dar respuestas a preguntas del presente. Es un vínculo básico en la alimentación, no en vano estamos dando de comer a un cuerpo que es resultado de miles de años de evolución.
Aunque no es posible saber con total certeza qué comían nuestros antepasados paleolíticos, se trata de un campo de investigación que busca respuestas en los yacimientos y los laboratorios, señala el codirector del yacimiento de Atapuerca (Burgos), Juan Luis Arsuaga.
Los huesos de animales permiten saber que comían cerdo o caballo, y estudios genéticos de restos del Portalón de Cueva Mayor en Atapuerca han establecido que una mutación genérica en la Edad de Bronce hizo a los europeos adultos tolerantes a la lactosa.
Así lo explicó Arsuaga, que junto al también codirector Eduald Carbonell, recibió recientemente a un grupo de periodistas en una visita al yacimiento de Atapuerca y al Museo de la Evolución Humana (Burgos).
Fruto de la evolución
«Si el ser humano es la pregunta, la evolución es la respuesta», dice Arsuaga. La respuesta a por qué transformamos tan rápido el azúcar en grasa o la capacidad de almacenar esta última hay que buscarla en nuestros antepasados paleolíticos, explica el arqueólogo y educador del Museo de la Evolución Humana Raúl López.
En aquella época los periodos de carestía eran frecuentes, de ahí surge “la gran ventaja de la grasa”, que permite almacenar mucha energía en muy poco espacio. La capacidad de engordar tanto “fue fruto de la necesidad”.
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El azúcar lo convertimos rápidamente en grasa por nuestro pasado herbívoro, que son los grandes especialistas en esa transformación, “por eso nos engorda tanto”.
Nuestros antepasados evolucionaron en una zona de África casi sin árboles, vegetales tiernos o frutas. “Lo normal es que se hubieran extinguido” pero sobrevivieron gracias a cambios biológicos, aunque no fue el único motivo.
De la piedra al fuego
En esa ecuación tuvo un papel fundamental la invención de la tecnología con el Homo habilis (unos 2,5 millones de años) y su capacidad de tallar piedras, que le permitió sobrevivir en un ecosistema que no estaba hecho para él, es -señala López- «como hacer trampas a la selección natural”.
Esas primeras herramientas dieron acceso a la carne, a lo que se sumó una mutación genética que hizo el colon más corto y permitió dedicar menos energía a la digestión, relata el arqueólogo del yacimiento de Atapuerca David Canales.
El acceso a la carne, con su proteína y más fácil de digerir, hace unos dos millones de años, unido al cambio en el sistema digestivo permitieron destinar más energía al desarrollo del cerebro. Análisis de los dientes de Homo Antecessor (unos 900.000 años) apuntan que un 20 % de su dieta era carnívora, precisa.
El otro gran salto tecnológico fue el dominio del fuego y el cocinado, “una forma de predigestión”, que dio acceso a alimentos que no se comen crudos.
La «domesticación” del fuego habría empezado hace medio millón de años, de forma lenta y desigual, por ejemplo en Atapuerca fue posterior.
La llegada de la agricultura y la ganadería, ya en el Neolítico, supuso más disponibilidad de alimento, pero menos variedad que en el Paleolítico, de hecho -dice López- se redujo la estatura y surgieron problemas de artrosis en la manos por los movimientos repetitivos al moler el grano.
Cuidado y alimentación
Atapuerca también cuenta historias de cuidado entre preneandertales hace 400.000 años. La primera necesidad humana es la alimentación y en aquella época existen ejemplos de individuos que solo pudieron sobrevivir con ayuda de otros.
El cráneo fósil mejor conservado del mundo recibe el nombre de Miguelón. Su propietario murió posiblemente de una septicemia, por la infección que le provocó un golpe que le partió un diente.
El resultado sería un gran dolor y fiebre que le impidieron comer, lo que hace suponer que alguien tuvo que masticar por él raíces, frutos o carne para dárselos como papilla, dice López.
También tuvo que ser alimentada durante sus diez años de vida Benjamina, un cráneo hallado, como el de Miguelón, en la Sima de los Huesos. Aquella niña nació con craneosinostosis, que le provocó importantes disfunciones psicomotoras y su supervivencia no habría sido posible sin cuidados, empezando por la comida.
La Fundación Atapuerca organizó la jornada «Innovación y tecnología alimentaria desde Atapuerca hasta nuestros días» junto a la empresa burgalesa Hiperbaric, especialista en equipos industriales para el procesado de alimentos por altas presiones, que tiene un 65 % de cuota de mercado mundial, para marcar el 25 aniversario de ambas.
Un estudio relaciona la dieta mediterránea con un diagnóstico menor del TDAH
Se trata del primer estudio científico que aborda la relación entre la dieta mediterránea y el TDAH, trastorno psiquiátrico más frecuente en la infancia y la adolescencia
Los patrones alimentarios de la dieta mediterránea pueden estar relacionados con un diagnóstico menor del trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), según destaca un estudio publicado en la revista Pediatrics que han dirigido José Ángel Alda, jefe de sección en el Servicio de Psiquiatría del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona y María Izquierdo Pulido, profesora de la facultad de farmacia de la Universidad de Barcelona.
El estudio es el primer trabajo científico que aborda la relación entre la dieta mediterránea y el TDAH. En él han participado un total de 120 niños y adolescentes, 60 de ellos diagnosticados de TDAH y 60 como grupo de control. Su seguimiento puso de manifiesto que los niños que presentaban TDAH ingeríancon más frecuencia comida rápida, consumían más dulces y bebidas azucaradas que los niños que no tenían este trastorno.
Los resultados del estudio sugieren que algunos hábitos alimentarios inadecuados podrían tener un papel en el desarrollo del TDAH. No obstante, los autores del trabajo apuntan que habrá que desarrollar más investigaciones para determinar si existe una relación de causa-efecto. Los mecanismos que vinculan una dieta de baja calidad y el TDAH aún son desconocidos. Estudios científicos previos han relacionado algunos patrones dietéticos, como consumo de alimentos procesados, bajo consumo de frutas y verduras, con el diagnóstico de TDAH. También se sabe que un patrón alimentario desequilibrado puede conducir a deficiencias en nutrientes esenciales para el desarrollo cognitivo y físico como el hierro, zinc, magnesio o ácidos grasos omega-3 y que parecen tener un papel esencial en la etiología del TDAH.
Los autores del estudio creen que la relación entre una dieta no saludable y el TDAH puede ser una muestra de causalidad inversa. Actualmente no se sabe si los niños con TDAH tienen síntomas más graves por una alimentación inadecuada o si es el trastorno lo que les lleva a comer un exceso de grasas y azúcares para equilibrar sus rasgos de impulsividad o angustia emocional. Los autores del trabajo consideran que es un círculo vicioso: que la impulsividad de los niños con TDAH les lleva a alimentarse de una forma inadecuada y, por esta razón, no ingieren los nutrientes que necesitan y eso empeora los síntomas.
El trastorno de déficit de atención con hiperactividad afecta a cerca del 3,4% de niños y adolescentes en todo el mundo. Es uno de los trastornos psiquiátricos más comunes en la primera infancia y adolescencia, y sus consecuencias se pueden alargar hasta la edad adulta. Los síntomas principales son la hiperactividad, la impulsividad y el déficit de atención, que se manifiestan con más intensidad que en niños de la misma edad sin este trastorno. Actualmente, la intervención combina el tratamiento psicológico, el farmacológico y la intervención psicopedagógica.