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Esto es lo que pasa si comes almendras a diario

Los expertos aconsejan tomar un pequeño puñado de almendras al día. En concreto, entre 10 y 20 almendras en función de la actividad diaria que se realice. Puedes tomarlas a media mañana, a la hora de la merienda o en cualquier otro momento del día, pero lo cierto es que si te acostumbras a llevar esta rutina tu organismo te lo agradecerá.

Si aún no conoces los múltiples beneficios que estos frutos secos pueden tener para tu cuerpo sigue leyendo. A continuación resumimos las propiedades de las almendras y la mejor forma de tomarlas.

Los beneficios de comer almendras a diario

Las almendras son alimentos muy nutritivos y que nos aportan proteínas, ácidos grasos monoinsaturados, ácidos grasos insaturados, fibra, calcio y vitaminas. Entre los múltiples beneficios de comer almendras a diario vamos a destacar cinco de ellos.

Controlan tus niveles de colesterol

Tomar una pequeña ración de almendras a diario puede ayudarte a mantener controlados los niveles de colesterol en sangre.

Cuidan de tu corazón

Estos frutos secos son muy ricos en antioxidantes, por lo que son perfectos para cuidar tu salud cardiovascular y prevenir enfermedades del corazón.

Son ricas en fibra

Las almendras contienen una cantidad importante de fibra por lo que su consumo te ayudará a mejorar tu salud intestinal y a evitar el estreñimiento.

Te ayudan a perder peso

Las almendras son alimentos bastante calóricos (576 kilocalorías por cada 100 gramos) pero, sin embargo, pueden ayudarnos a adelgazar. Este alimento es muy saciante y te aporta vitaminas y energía.

Mejoran el aspecto de la piel

Las almendras contienen magnesio y su consumo puede ayudarte a generar más colágeno, lo que se notará rápidamente en tu piel que lucirá más radiante.

La mejor forma de consumir almendras

La mejor forma de consumir almendras a diario es tomarlas de la forma más natural posible. Opta por almendras sin freír ni tostar y por supuesto sin sal añadida. Lo mejor es consumirlas en dos momentos diferentes del día.

El almuerzo y la merienda pueden ser los momentos ideales para consumir estos alimentos. También puedes llevarlas en la mochila y consumirlas antes o después de entrenar en el gimnasio o si vas a dar un paseo y necesitas una dosis extra de energía.

Fuente: https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20240908/almendras-beneficios-comer-todos-dias-dv-106092299

¿Qué le pasa a tu cuerpo si comes queso todos los días?

El queso es uno de los alimentos más populares en todo el mundo, y para muchos es un auténtico placer. Su delicioso sabor y versatilidad en la cocina, así como la gran variedad de tipos que existen en el mercado, lo convierten en un alimento muy consumido. Sin embargo, también es importante considerar los efectos que puede tener en nuestro cuerpo cuando se consume queso de manera diaria.

Efectos en el cuerpo al comer queso todos los días
Aumento de peso: El queso puede ser alto en calorías y grasas, especialmente en grasas saturadas. Consumirlo en exceso puede llevar a un aumento de peso y, potencialmente, a la obesidad, lo que incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2.
Problemas digestivos: Aunque el queso es una fuente de probióticos que pueden beneficiar la salud intestinal, también puede provocar problemas digestivos en algunas personas, especialmente en aquellos que son intolerantes a la lactosa o que padecen el síndrome del intestino irritable.
Retención de líquidos: El queso suele ser alto en sodio, lo que puede causar retención de líquidos y elevar la presión arterial en personas sensibles al sodio.
Aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares: El consumo excesivo de grasas saturadas, presentes en muchos quesos, puede elevar los niveles de colesterol en la sangre, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
La mejor manera de consumir queso
Para disfrutar de los beneficios del queso sin poner en riesgo nuestra salud, es fundamental consumirlo con moderación y preferir opciones más saludables, como los quesos bajos en grasas y sodio. Además, es importante mantener una dieta equilibrada y rica en frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras.

Esto es lo que deberías comer y lo que no deberías probar si quieres llevar una dieta saludable, según un nuevo informe de la OMS

La Organización Mundial de la Salud aboga por comer de forma adecuada, equilibrada, moderada y diversa. Y alerta sobre la amenaza que suponen los alimentos ultraprocesados para nuestra salud.

Adecuada, equilibrada, moderada y diversa. Estas son las características que ha de reunir una dieta sana, según recogen la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en una nueva declaración hecha pública recientemente.

Con estas recomendaciones, la OMS pretende poner orden en el enmarañado panorama de la alimentación y lo hace partiendo de un argumento que todos deberíamos tener muy claro antes de lanzarnos a hacer experimentos extraños con la comida. «Una dieta saludable promueve la salud, el crecimiento y el desarrollo. Es el pilar de un estilo de vida activo, previene tanto las deficiencias como los excesos de nutrientes, las enfermedades transmisibles y no transmisibles, las patologías provocadas por los alimentos y, en resumidas cuentas, promueve, el bienestar».

Según la FAO y la OMS, «el protagonismo de las dietas en la promoción de la salud y la necesidad de profundizar en su interconexión con la protección del medioambiente es más evidente que nunca».

¿Carne, sí o no? ¿Son los hidratos de carbono tan ‘malos’ como los pintan? ¿Dejamos de beber leche de vaca? En un escenario plagado de dudas sin resolver, informaciones contradictorias, ‘bulos’ y opciones ‘milagrosas’ que, en realidad, son todo lo contrario, la organización internacional que vela por nuestra salud se pone seria y nos advierte de que, además de minarnos por dentro, «la falta de consenso sobre lo que constituye una dieta saludable puede socavar el progreso y la continuidad de los esfuerzos para lograrlo».

Para avanzar en el camino que nos conduce a alcanzar esa interconexión entre la protección de la salud y el cuidado del medioambiente, la OMS y la FAO han formulado los principios sobre los que se ha de asentar una dieta saludable, conforme a la literatura científica y el marco normativo establecido por ambas instituciones.

Así que, partiendo de la base de que existen múltiples alternativas que cumplen los requisitos necesarios para poder ser consideradas como opciones a tener en cuenta, detallan cómo ha de ser una dieta saludable.

En primer lugar, ha de ser adecuada. ¿Qué entiende la OMS como dieta adecuada? Una dieta adecuada es aquella que cubre, sin excederse, los requerimientos de nutrientes, específicos para la edad, género, tamaño y composición corporal, niveles de actividad física, estados fisiológicos (p. ej., embarazo) y condiciones de enfermedad de cada persona.

En este documento, se explica que el cuerpo es incapaz de sintetizar la mayoría de los nutrientes esenciales y, por tanto, debe obtenerlos de la dieta. ¿Cuáles son los nutrientes esenciales? Aminoácidos esenciales, ácidos grasos esenciales y la mayoría de las vitaminas y minerales.

Los nutrientes esenciales están involucrados en todas las funciones de nuestro organismo: el desarrollo del feto y del lactante; el crecimiento; y el funcionamiento de todos nuestros órganos y músculos a lo largo de la vida.

Una ingesta inadecuada de nutrientes esenciales puede provocar síndromes carenciales específicos (como el escorbuto, por deficiencia de vitamina C; el raquitismo, por falta de vitamina D; o el bocio, por carencia de yodo), muchos de los cuales son poco comunes en la actualidad.

Sin embargo, muchos otros siguen afectando, hoy en día, a una gran parte de la población, provocando problemas de crecimiento o en desarrollo del cerebro y fallos en el sistema inmunológico. La OMS y la FAO ponen el foco de atención en la importancia de satisfacer las necesidades de nutrientes de los niños de entre cero y 23 meses, debido a la fase de crecimiento y desarrollo en la que se encuentran.

El segundo requisito de una dieta saludable es que sea equilibrada en el aporte energético y en las fuentes de las que obtiene esa energía (grasas, carbohidratos y proteínas) para promover, de esta manera, un peso saludable, un crecimiento adecuado y una prevención de enfermedades.

Esas dosis de energía que debemos ingerir en forma de alimentos varían según la edad, el sexo y los niveles de actividad física y, obviamente, durante el embarazo y la lactancia.

Las dietas saludables requieren un equilibrio adecuado de las tres fuentes principales de energía: proteínas, grasas y carbohidratos, dependiendo de las necesidades individuales de cada persona.

Las proteínas, nos recuerdan, son los componentes básicos de gran parte de los elementos estructurales del organismo, como los músculos, y de moléculas funcionales, como las hormonas y las enzimas.

Para satisfacer las necesidades del organismo, entre el 10 y el 15% de las calorías consumidas al día deben proceder de las proteínas. Este porcentaje puede ser ligeramente superior durante la adolescencia y en el caso de atletas, culturistas y otras personas que trabajan activamente para aumentar o mantener una cantidad significativa de masa muscular.

Las proteínas pueden proceder de una mezcla de fuentes animales y vegetales y, en su elección, debe tenerse en cuenta la digestibilidad y la calidad, sobre todo, en la infancia y la adolescencia.

En el caso de los adultos, en algunos contextos, puede ser preferible cambiar a fuentes de proteínas vegetales para reducir el riesgo de enfermedades cardiometabólicas.

En este capítulo, OMS y FAO lanzan una advertencia sobre una ‘moda’ que puede resultar perjudicial para nuestra salud: consumir cantidades excesivas de proteínas puede suponer una carga metabólica para el organismo, especialmente, para los riñones.

La grasa también es un nutriente esencial para el correcto funcionamiento de las células del organismo y dos ácidos grasos -el ácido linoleico y el ácido -linolénico- sólo pueden obtenerse de la dieta. Por lo tanto, en los adultos, un mínimo del 15-30% de las calorías consumidas al día debe proceder de las grasas.

Pero no vale cualquier grasa. Su origen debe ser, principalmente, ácidos grasos insaturados (aceite de oliva, aguacate, frutos secos, pescados grasos…).

Una ingesta elevada de grasas puede conducir a una carga energética excesiva, por lo que limitar el consumo a a un 30% o menos puede ayudar a reducir el riesgo de un aumento de peso poco saludable. No obstante, este porcentaje puede excederse siempre que se mantenga el equilibrio energético y se cumplan también las recomendaciones sobre la calidad de las grasas.

¡Nada de eliminar los hidratos de carbono! OMS y FAO lo dejan bien claro: los hidratos de carbono son la principal fuente de energía del organismo.

La cantidad de hidratos de carbono en la dieta puede variar y su ingesta diaria debería cubrir el porcentaje restante tras tener en cuenta las proteínas y las grasas. Por lo tanto, la cantidad debe ser igual o inferior al 75% del total de calorías diarias, pero, generalmente, al menos, el 45%.

Ni pasta blanca, ni pizzas, ni dulces. Los hidratos de carbono deben proceder, principalmente, de cereales integrales, verduras, frutas y legumbres.

Los adultos deben procurar consumir, al menos, 400 gramos de frutas y verduras y 25 gramos o más de fibra alimentaria natural cada día.

Moderada. Esa sería la tercera característica clave de una dieta saludable. En este sentido, OMS y FAO recalcan que, aunque algunos nutrientes son esenciales, en cantidades más elevadas de lo recomendado, pueden provocar efectos negativos para la salud.

Por ejemplo, el sodio, que es un mineral esencial, pero en ingestas elevadas se asocia a un aumento de la presión arterial que puede provocar enfermedades cardiovasculares. Entonces, la ingesta de sodio debe limitarse a 2 gramos al día (correspondientes a 5 gramos de sal de mesa, es decir, cloruro sódico) en adultos y ha de ser proporcionalmente menor en niños y adolescentes.

Mantener el consumo de sodio dentro de este límite ayudaría a mantener la presión arterial sistólica y diastólica de adultos y niños en rangos saludables, con la consiguiente disminución del riesgo de ictus y eventos cardiovasculares y de la mortalidad relacionada.

La OMS y la FAO son tajantes sobre esos nutrientes no esenciales que se asocian a efectos negativos para la salud: deben consumirse con moderación o excluirse de la dieta.

¿Cuáles son esos nutrientes no esenciales que deben limitarse o eliminarse? Los azúcares libres no son nutrientes esenciales y su ingesta debe limitarse a menos del 10% (solo menos del 5% se asocia a beneficios adicionales para la salud).

La reducción del consumo de azúcares libres debe lograrse evitando también el uso de edulcorantes no azucarados, ya que las pruebas sugieren que no ayudan a controlar el peso a largo plazo ni a reducir el riesgo de ENT relacionadas con la dieta.

No más del 10% de la energía diaria debe proceder de grasas saturadas y no más del 1% de grasas trans (10). No deben utilizarse grasas trans producidas industrialmente (por ejemplo, aceites parcialmente hidrogenados), por lo que éstas han de proceder exclusivamente de carne y lácteos de rumiantes.

En este documento se hace hincapié en la importancia de evitar o moderar al máximo el consumo de alimentos que pueden tener efectos negativos para la salud, sobre todo, si se consumen en cantidades elevadas.

¿Cuáles son esos alimentos perjudiciales para la salud? Las grasas saturadas y los azúcares libres o los que contienen otros compuestos que pueden ser perjudiciales para la salud.

En este apartado, se incide en el asunto de las carnes rojas y procesadas y los alimentos muy procesados o ultraprocesados. La OMS y la FAO subrayan que, en los adultos, una ingesta elevada de carne roja se asocia a un mayor riesgo de padecer varias enfermedades y que las investigaciones recientes sugieren que el consumo de carne roja procesada, incluso a niveles bajos, puede tener consecuencias negativas para la salud.

Ambas organizaciones ponen el énfasis en que cada vez hay más pruebas de que el consumo de alimentos altamente procesados (tanto comidas como bebidas), etiquetados como ultraprocesados (UPF) por el sistema de clasificación NOVA, se asocia con efectos negativos para la salud como el riesgo de mortalidad prematura, cáncer, enfermedades cardiovasculares, sobrepeso, obesidad y diabetes de tipo 2, así como el deterioro de la salud mental, respiratoria y gastrointestinal.

Los ultraprocesados tienen un alto contenido en grasas, azúcar o edulcorantes artificiales, sodio o aditivos alimentarios, pero, además, su efecto negativo sobre la salud va mucho más allá ya que, para su elaboración, son sometidos a procesos de transformación que alteran la estructura de los ingredientes alimentarios originales mediante diversos procesos.

La OMS nos alerta sobre un dato muy preocupante: aún no se ha definido un nivel aceptable de consumo de ultraprocesados y es necesario seguir investigando para comprender las relaciones entre su ingesta y el desarrollo de enfermedades.

çPor último, en cuarto lugar, OMS y FAO, apuntan la conveniencia de llevar una dieta variada, que, según la literatura científica, se asocia a una mayor probabilidad de satisfacer las necesidades de vitaminas y minerales de nuestro organismo (con la única excepción de los lactantes que, durante los primeros seis meses de vida, deberían nutrirse sólo de leche materna, si es posible).

Según se recoge en este informe, varios estudios han constatado tasas más bajas de mortalidad y de ENT relacionadas con la dieta entre los participantes con mayor diversidad de grupos de alimentos, mayor diversidad dentro de grupos de alimentos específicos (por ejemplo, frutas y verduras) y mayor diversidad de especies de patrones dietéticos completos.

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Electrolitos, un suplemento en auge: ¿bebida milagro o gasto innecesario?

La hidratación no es sólo beber agua. Un boom de marcas líquidas surgen para reponer los minerales, incluso entre quienes apenas sudan. Aquí sus ventajas y en qué fijarnos si optamos por envasadas

Las búsquedas y visualizaciones en redes sociales se cuentan por miles. ‘Agua vs. electrolitos’ explicado por un triatleta en apenas segundos, una influencer en mallas contando cómo hacer una bebida deportiva en casa para recuperar, promociones de todo tipo de marcas emergentes de vistosos colores… Todos aparecen alabando los beneficios de estos aditivos minerales hidratantes. ¿Qué hay de cierto?

¿QUÉ SON LOS ELECTROLITOS?

Más allá de la típica gastroenteritis o un maratón, situaciones que nos deshidratan especialmente y cuando hemos echado mano de algún sobre en polvo, los electrolitos están presentes en nuestro cuerpo, en alimentos y bebidas. «Son minerales [sodio, potasio, calcio, magnesio, cloro, fosfato y bicarbonato] que, cuando se disuelven, como en la sangre o en el líquido dentro de nuestras células, se separan en partículas llamadas iones. Esa carga eléctrica desempeña un papel fundamental en funciones vitales del organismo: el equilibrio del pH, la contracción muscular, la regulación de la hidratación o la transmisión de impulsos nerviosos», afirma el nutricionista Juan Bola.

INTERÉS DEL MERCADO

Según Credence Research, la demanda mundial de agua saborizada y funcional se valoró en 50,3 mil millones de dólares [46,89 mil millones de euros] en 2022. Y se espera que se incremente un 12,20% hasta 2030. El crecimiento del mercado está ligado a la disminución de las ventas de bebidas carbonatadas con sabores artificiales, el aumento de las tasas de obesidad, el creciente envejecimiento de la población y los cambios en las preferencias de los consumidores, que cada vez se preocupan más por llevar un estilo de vida saludable. Pero, ¿ha cambiado algo en nuestra vida cotidiana que haga necesario todo esto?

LA POBREZA DEL SUELO

«Para nuestros ancestros estos electrolitos eran fáciles de conseguir con los alimentos y el agua pero en el mundo moderno tenemos algunos problemas», dice Bola, que justifica su argumentación en la pobreza y el desgaste de los suelos y el estrés hídrico. «No hay suficiente agua disponible para satisfacer las necesidades de 8.000 millones de personas, plantas y animales y, cosecha tras cosecha, el suelo no respira. Está vacío de nutrientes y repleto de químicos tóxicos, como fertilizantes o pesticidas inventados por el hombre. Es un hecho científico que, por tanto, no accedemos a los mismos minerales». ¿Debemos preocuparnos entonces, como lo hacen los atletas de resistencia sólo para llevar nuestras vidas diarias?

CUÁNDO ES INTERESANTE

La respuesta corta es que depende de la actividad. La principal forma en que perdemos electrolitos es a través de los fluidos corporales, como el sudor. Para personas saludables, el mayor riesgo proviene de enfermedades o diarrea. «Es interesante para personas activas, quienes necesitan mantenerse hidratadas en situaciones de calor extremo o para recuperarse tras un alto consumo de energía y episodios de deshidratación, ya sea por deporte o excesos ocasionales como el consumo de alcohol», indica Juan Trigo, manager de Refix, empresa creada por los hermanos gallegos Raúl y Lois Anta. Hace ocho años, ambos descubrieron los beneficios del agua de mar para la recuperación y comenzaron a extraerla en la Costa da Morte, en el ayuntamiento de Vimianzo, una zona natural protegida por la Red Natura 2000. En su fórmula (al 20%) se incluyen oligoelementos como magnesio y potasio.

Ahora bien, el grupo más beneficiado por una infusión rápida de electrolitos son los deportistas que entrenan intensamente. El color de la orina (amarillo claro) es una seña de que están hidratados, durante el esfuerzo deben beber pequeños tragos y prevenir la aparición de la sed es vital para evitar la fatiga en el ejercicio y después. «De no incorporarse, se generan déficits que te puede llevar a estar deshidratado, tener dolor de cabeza, neblina mental, irritabilidad, calambres musculares, lentitud en el pensamiento o confusión mental», resume Trigo.

QUÉ DICEN LOS ESTUDIOS

En una investigación que evaluaba si la deshidratación afecta al estado mental, los científicos descubrieron que una leve disminución en la hidratación puede reducir el enfoque, la memoria y agudeza. Probaron el impacto de una cantidad normal de deshidratación (menos del 1%, similar a lo que se experimentaría en condiciones de calor durante varias horas). El diseño del estudio fue simple: los participantes se sentaron en una habitación donde hacía calor (86 grados Fahrenheit, el equivalente a 30 grados Celsius) durante cuatro horas. Mientras un grupo recibió agua, el otro no.

En ese corto período de tiempo, la función cognitiva de los que no bebieron se desmoronó. No sólo empeoraron la toma de decisiones y el procesamiento de información, sino que los sujetos también mostraron signos de síntomas depresivos y ansiedad. Este resultado sugiere que, aunque no lo sientas, no se necesita mucho tiempo sin líquido para afectar la función mental. Incluso una ligera deshidratación puede ralentizarnos. Ya sea en el gimnasio, en el trabajo o tratando de cumplir con las tareas, la hidratación juega un papel vital en nuestra capacidad para pensar y rendir.

DIFERENCIAS

¿Bebida isotónica, agua de mar o electrolitos en sobre disueltos en agua? «Una bebida isotónica es aquella que tiene una concentración de sales minerales similares a los de los líquidos corporales como la sangre, el sudor o las lágrimas. Puede ser inercial o puede ser casera. Los sobres de electrolitos disueltos en agua, al final son lo mismo, vienen con unas indicaciones para conseguir esas concentraciones», explica Bola, para quien la mejor opción es el agua de mar filtrada y diluida en agua dulce para evitar microplásticos, con un chorro de limón. «Contiene una gran cantidad de minerales y oligoelementos en proporciones muy similares a las de nuestro cuerpo». Enumera ventajas:

  • No contiene aditivos ni colorantes artificiales.
  • Aporta más electrolitos principales y en general más minerales esenciales que las bebidas isotónicas y sobres de electrolitos.
  • Es económica porque puedes prepararla tú mismo en casa.
  • Incluso hay estudios que demuestran que el agua de mar tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.

OJO CON LAS ETIQUETAS

Algunas versiones de las marcas con sabores, como limón y naranja, incorporan en sus etiquetas palabras como erititrol o sirope de agave. «Las aguas que solemos encontrar en los gimnasios contienen una variedad de aditivos, colorantes y edulcorantes para hacerlas atractivas y prolongar su vida útil. Algunas se promocionan como ‘sin azúcar’ y contienen endulzantes que pueden ser igual de calóricos y perjudiciales, como el jarabe de maíz de alta fructosa», alerta el nutricionista.

¿Deben tener los hipertensos cuidado con la sal? «No deben excederse de la cantidad recomendada». Según la OMS, 2.000 mg/día de sodio, unos cinco gramos de sal. Pero, basándose en estudios, Bola indica que se estima que alrededor del 75% del sodio que ingerimos, esencial para una correcta hidratación, proviene de productos procesados, una sal de baja calidad y refinada… «Si comes comida real necesitas añadir más sodio de calidad», puntualiza.

CÓMO OPTIMIZAR LA HIDRATACIÓN

«Un 20-25 % de agua de mar diluida en un 80-75 % de agua dulce no tiene nada que envidiar a las bebidas y polvos comerciales. De hecho, contiene más sodio, más cloruro, más potasio, más magnesio y más calcio… Y si quieres optimizar los procesos de hidratación añadir un chorrito de limón o lima es clave en la absorción de electrolitos. Además, es más económica».

Pero no podemos pasar de cero a 100, avisa. «Puede dar diarrea. Si nunca lo has tomado hay que ir poco a poco, acostumbrando al cuerpo y muy importante no pasarse de ese porcentaje o puede causar el efecto contrario y deshidratar«.

¿En qué fijarnos si las tomamos envasadas? «Puede ser que algunas personas les de pereza o les resulte más práctico comprar preparaciones ya hechas, en ese caso hay que buscar las mejores opciones. Intentaría buscar una marca que fuera muy pura sin azúcar, edulcorantes artificiales, colorantes o conservantes innecesarios. Y también es importante que venga en botella de cristal para evitar los micro y nanoplásticos, pero este es otro melón», señala el nutricionista. Eso sí, ‘Milagros, a Lourdes’. «Si no haces deporte, te alimentas mal y tienes mucho estrés, tomar electrolitos no soluciona nada», concluye Bola.

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La dieta mediterránea: salud y tradición en armonía

La dieta mediterránea, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, es mucho más que un plan alimenticio. Es un estilo de vida que combina ingredientes frescos y locales con valores como la convivencia, la conexión con la tierra y el equilibrio.

Orígenes y componentes clave

Originaria de países como Italia, Grecia y España, la dieta mediterránea se basa en alimentos como frutas, verduras, legumbres, pescado, cereales integrales y aceite de oliva. Estos ingredientes no solo son saludables, sino que también reflejan la biodiversidad de la región.

Además, el consumo moderado de vino y la inclusión de hierbas y especias naturales destacan el énfasis en el disfrute consciente de la comida.

Beneficios para la salud

Numerosos estudios han demostrado que esta dieta reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y ciertos tipos de cáncer. Su enfoque en alimentos frescos y naturales fomenta una relación más saludable con la comida.

Conclusión

La dieta mediterránea es un ejemplo de cómo la tradición y la salud pueden ir de la mano. Es un recordatorio de que la alimentación no solo nutre el cuerpo, sino también el alma, celebrando la cultura y la comunidad.

El impacto cultural de las dietas modernas: veganismo, paleo y keto

En las últimas décadas, las dietas modernas no solo han transformado la forma en que comemos, sino también los valores y prioridades que asociamos con la alimentación. Dietas como el veganismo, la paleo y la keto representan tendencias que van más allá de lo nutricional, convirtiéndose en movimientos culturales que reflejan preocupaciones éticas, de salud y de sostenibilidad.

El veganismo: un compromiso ético y ambiental

El veganismo no es solo una dieta; es un estilo de vida basado en la exclusión de productos de origen animal. Más allá de los beneficios para la salud, esta elección refleja una preocupación por el bienestar animal y el impacto ambiental de la industria ganadera.

En muchas culturas, el veganismo ha evolucionado hacia una forma de activismo, con movimientos que promueven alternativas basadas en plantas y buscan un cambio en los sistemas alimentarios globales.

La dieta paleo: un regreso a las raíces

La dieta paleo se basa en la idea de comer como lo hacían nuestros ancestros cazadores-recolectores, priorizando alimentos naturales como carne, pescado, frutas y vegetales. Esta dieta refleja un deseo de reconectar con las prácticas alimentarias preindustriales, evitando los alimentos procesados que se consideran responsables de muchas enfermedades modernas.

La dieta keto: eficiencia energética moderna

La dieta keto, que se enfoca en un consumo alto de grasas y bajo en carbohidratos, ha ganado popularidad por sus beneficios para la pérdida de peso y la energía sostenida. Su enfoque refleja una mentalidad científica y personalizada hacia la alimentación, adaptada a los estilos de vida modernos.

Conclusión

Estas dietas no solo cambian la forma en que comemos, sino que también nos hacen reflexionar sobre nuestras elecciones éticas, nuestras raíces culturales y nuestro impacto en el planeta. Su auge muestra cómo la alimentación sigue siendo una expresión poderosa de valores personales y colectivos.

El pan en la historia: de símbolo sagrado a alimento diario

El pan, uno de los alimentos más antiguos y universales, ha acompañado a la humanidad en su evolución. Desde su uso como símbolo sagrado en rituales religiosos hasta convertirse en el alimento básico de millones de personas, su historia es también la historia de las civilizaciones.

Los orígenes del pan

Los primeros panes se elaboraron hace más de 10,000 años, cuando las comunidades neolíticas descubrieron cómo moler cereales y mezclarlos con agua para hacer una masa. Estos panes eran rudimentarios, similares a las tortillas o los panes planos actuales.

En el Antiguo Egipto, la elaboración del pan dio un salto significativo con la invención de los hornos y el descubrimiento de la fermentación. Los egipcios perfeccionaron el arte de hacer panes leudados, y su importancia en la sociedad era tal que el pan se utilizaba como moneda y ofrenda a los dioses.

El pan en la religión y la cultura

El pan ha ocupado un lugar central en diversas religiones. En el cristianismo, representa el cuerpo de Cristo en la Eucaristía, mientras que en el judaísmo, el pan ácimo conmemora la salida de Egipto. Estas tradiciones resaltan el papel simbólico del pan como sustento espiritual y físico.

En la antigua Roma, la frase «Panem et circenses» («Pan y circo») ilustra cómo el pan era clave en la política. Los emperadores lo distribuían gratuitamente para mantener contento al pueblo, consolidando su papel como alimento esencial.

De lo sagrado a lo cotidiano

Con la Revolución Industrial, el pan dejó de ser un producto artesanal para convertirse en un alimento masivo, gracias a los molinos mecánicos y la producción a gran escala. Sin embargo, en muchos países aún se conserva el arte del pan artesanal, como en la tradición de la baguette francesa o el pan de masa madre.

Conclusión

El pan es más que un alimento: es un símbolo de vida, comunidad y cultura. Su historia refleja la evolución de la humanidad, desde las primeras sociedades agrícolas hasta la modernidad, y sigue siendo un elemento fundamental en la dieta y las tradiciones de todo el mundo.

¿Qué le pasa a tu cuerpo si comes queso todos los días?

El queso es uno de los alimentos más populares en todo el mundo, y para muchos es un auténtico placer. Su delicioso sabor y versatilidad en la cocina, así como la gran variedad de tipos que existen en el mercado, lo convierten en un alimento muy consumido. Sin embargo, también es importante considerar los efectos que puede tener en nuestro cuerpo cuando se consume queso de manera diaria.

Propiedades del queso
El queso es una fuente rica de nutrientes, como proteínas, calcio, fósforo y vitaminas B. Estos nutrientes son esenciales para mantener los huesos y los dientes fuertes, así como para apoyar el correcto funcionamiento del sistema nervioso y la producción de energía en el cuerpo.

Debido a la gran variedad de quesos que existen en el mercado, es muy difícil generalizar sobre las consecuencias de este producto en general, ya que estas serán muy diferentes si consumimos diariamente un trozo de queso fresco y desnatado o si lo que tomamos es un queso curado y con un sabor fuerte.

El primero de los casos es, a priori, mucho más recomendable que el segundo. Aun así, como con cualquier otro alimento, el consumo excesivo de queso puede tener consecuencias negativas en la salud.

Efectos en el cuerpo al comer queso todos los días

  • Aumento de peso: El queso puede ser alto en calorías y grasas, especialmente en grasas saturadas. Consumirlo en exceso puede llevar a un aumento de peso y, potencialmente, a la obesidad, lo que incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2.
  • Problemas digestivos: Aunque el queso es una fuente de probióticos que pueden beneficiar la salud intestinal, también puede provocar problemas digestivos en algunas personas, especialmente en aquellos que son intolerantes a la lactosa o que padecen el síndrome del intestino irritable.
  • Retención de líquidos: El queso suele ser alto en sodio, lo que puede causar retención de líquidos y elevar la presión arterial en personas sensibles al sodio.
  • Aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares: El consumo excesivo de grasas saturadas, presentes en muchos quesos, puede elevar los niveles de colesterol en la sangre, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

La mejor manera de consumir queso
Para disfrutar de los beneficios del queso sin poner en riesgo nuestra salud, es fundamental consumirlo con moderación y preferir opciones más saludables, como los quesos bajos en grasas y sodio. Además, es importante mantener una dieta equilibrada y rica en frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras.

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Los superalimentos que recomiendan los expertos de Harvard para proteger nuestro cuerpo

La universidad norteamericana recuerda que es fundamental adoptar una dieta equilibrada y variada para cuidar nuestra salud y evitar enfermedades crónicas. Estas son algunas opciones especialmente nutritivas.

El interés por la alimentación saludable se ha disparado en países como España, en los que cada vez más personas buscan establecer patrones dietéticos que contribuyan a su bienestar y a lograr un envejecimiento más libre de enfermedad. 

En ese sentido, hay buenas noticias: y es que ciertas dietas típicas de nuestra geografía se encuentran entre las opciones más saludables. No en vano, autoridades como los expertos de la Universidad de Harvard han subrayado las bondades de la dieta mediterránea, recordando que es rica en varios grupos de alimentos especialmente beneficiosos para nuestra salud.

Lista de los ‘superalimentos’ de Harvard

Así, concretamente, la institución norteamericana recuerda que a la hora de comer saludable es más importante el conjunto que las partes, y la mejor opción es escoger dietas basadas en vegetales como diversas variantes de la dieta mediterránea. Según destacan, la evidencia científica ha encontrado que estos patrones tienen numerosos efectos positivos para nuestra salud, incluyendo un menor riesgo de enfermedades cardíacas, cáncer y otras patologías crónicas.

La mayoría de alimentos de una dieta basada en plantas ofrece beneficios para nuestra salud, pero hay algunas que, dicen, destacan sobre las demás; se trata de «superalimentos» con un mejor contenido nutricional que deberíamos tratar de consumir tan a menudo como nos sea posible. Estos incluyen: 

  • Frutos rojos. Las bayas y frutos rojos, morados, negros y azules son ricos en fibra, y precisamente esta rica coloración es indicativa de un alto contenido en antioxidantes y otros compuestos beneficiosos.
  • Pescado azul. Los pescados grasos no sólo constituyen una gran fuente de proteínas, sino que también nos proporcionan ácidos grasos omega-3, que ayudan a prevenir enfermedades cardíacas. Algunas de las especies más ricas en este componente incluyen el salmón, la caballa, la trucha, las anchoas y las sardinas.
  • Vegetales de hoja verde. Las verduras de hoja verde oscura constituyen un gran aporte en vitaminas A y C y de calcio, así como algunos fitoquímicos que combaten la inflamación y protegen las células de daños.
  • Frutos secos. Las nueces, las avellanas, las almendras y las nueces de pecán contienen muchas grasas monoinsaturadas, que podrían ser un factor que reduce el riesgo de enfermedad cardíaca.
  • Aceite de oliva. El aceite de oliva es una buena fuente de vitamina E, polifenoles y ácidos grasos monoinsaturados, que en todos los casos ayudan a reducir el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas.
  • Cereales integrales. Una de las mejores opciones para asegurar una ingesta apropiada de fibra soluble e insoluble, así como una buena cantidad de vitaminas B y minerales. Existen evidencias de que una ingesta elevada de cereales integrales disminuye el colesterol y protege frente a enfermedad cardíaca y diabetes.
  • Yogur. Junto a su contenido en proteínas, el yogur constituye también un importante probiótico: una fuente de bacterias ‘beneficiosas’, que protegen nuestro organismo frente a otras infecciones y frente a la inflamación.
  • Vegetales crucíferos. Este grupo incluye las coles, la coliflor, el brócoli, las coles de Bruselas, los nabos o los rábanos, y aportan fibra, vitaminas y fitoquímicos.
  • Legumbres. A esta categoría pertenecen las habas de varios colores, la soja, los garbanzos, las lentejas o los guisantes; algunas de las mejores fuentes de fibra, folato y proteínas vegetales.

La importancia de una dieta equilibrada

Para disfrutar de los efectos beneficiosos de todos estos alimentos, es importante consumirlos dentro de un equilibrio apropiado. En este sentido, Harvard recomienda, en la mayoría de las comidas, tratar de llenar la mitad de nuestro plato con frutas y vegetales; un cuarto con cereales integrales y otro cuarto con proteína magra (libre de grasas).

Al final, lo fundamental es recordar que, si bien esta clase de ‘superalimentos’ son grandes opciones para tratar de incluir en nuestra dieta habitual, por sí solos no van a resultar tan beneficiosos a la hora de protegernos frente a distintas enfermedades. Lo vital para cuidar nuestra salud, una vez más, es asegurarnos una alimentación equilibrada y variada.

Fuente: https://www.20minutos.es/salud/nutricion/superalimentos-saludables-recomendados-expertos-harvard-proteger-cuerpo-5242684/

La fruta perfecta para producir colágeno y vitamina C que refuerza las articulaciones y los huesos

Es una fruta muy habitual en la dieta española, aunque hace apenas tres décadas aún estaba considerada como exótica.

El colágeno es un motor del bienestar. Hablamos de una proteína que está presente en los huesos, las articulaciones y los cartílagos, que se refuerzan si logran mantener niveles saludables de ella. Lo que ocurre es que conforme pasa el tiempo, baja la producción; además, el colágeno se hace más quebradizo. De ahí vienen los problemas óseos, los dolores articulares y también la pérdida de elasticidad en la piel, entre otros problemas. Hay diversos suplementos de colágeno en el mercado español que pueden colaborar a detener estos procesos, pero la correcta alimentación puede conseguir efectos sorprendentes de un modo natural.

De los muchos alimentos que aportan nutrientes, vitaminas (la C, sobre todo) y colágeno, destaca uno que ya es habitual en la dieta española, aunque hace apenas tres décadas aún estaba considerada una fruta exótica, por su procedencia de nuestras antípodas. Se trata del kiwi, originario del sur de China.

La palabra también nombra a un pájaro endémico de Nueva Zelanda, no volador, de tamaño parecido a una gallina y con un pelaje cardado que sería toda una fantasía en los años 80. De hecho, a los neozelandeses se les llama coloquialmente kiwis.

Beneficios del Kiwi

Según la prestigiosa Mayo Clinic estadounidense, el kiwi tiene además un alto contenido en fibra, potasio y vitamina E, razones por las que también se emplea para prevenir el estreñimiento, que es quizá su uso más conocido. Igualmente ayuda a bajar el colesterol malo y controlar la presión arterial. Por otro lado, su carácter saciante ayuda a quienes tratan de seguir una dieta y no picar entre horas.

El kiwi verde, según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, tiene el doble de vitamina C que la naranja. Desde la universidad neozelandesa de Otago también avalan su eficacia este aporte vitamínico concreto, con el consiguiente aporte de vitalidad y el estímulo a las endorfinas, lo que hace incluso que mejore el ánimo.

Para ampliar información acerca de todos los beneficios del consumo de esta fruta, con hincapié en el apoyo a la función gastrointestinal, puede leerse este informe publicado en la National Library of Medicine de Estados Unidos.

Fuente: https://www.heraldo.es/noticias/salud/2024/11/28/fruta-kiwi-produce-colageno-vitamina-refuerza-articulacion-hueso-1749052.html