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Extraordinarias historias familiares de la gastronomía española llegan a las librerías

Hay libros que nos descubren la vida de algunos de los mejores panaderos, restauradores y marineros de nuestro país. Y en ellos, a veces, la realidad supera a la ficción.

Imagen de 1920 de la expendeduría nº 5 de Pescaderías Coruñesas en la calle Recoletos. La foto pertenece al archivo histórico del establecimiento y puede encontrarse en el interior de libro 'Agallas. Pescaderías Coruñesas' (Editorial Planeta Gastro).

Hay un momento, en la historia de una familia, en el que surge la necesidad de la permanencia del recuerdo. Contar una vida y dejarla impresa, para que las futuras generaciones no olviden quiénes son y de dónde vienen; o, simplemente, para dejar constancia de lo vivido.

Eso es lo que narra el recientemente publicado Agallas. Pescaderías Coruñesas (Planeta Gastro). Hay dos lecturas en este libro: la que parte del desconocimiento total de sus protagonistas y la que incrementa el conocimiento de la familia García, más conocida por ser los propietarios de Pescaderías Coruñesas, en Madrid. Si se lee desde el desconocimiento, el prólogo del periodista y Premio Nacional de Gastronomía, Luis Cepeda, es el mejor relato para adentrarte en la saga García, de profesión marineros, más concretamente, anguleros. El libro es un emotivo ejemplar que en una primera lectura te lleva a ese eslogan de “cuando se quiere, se puede” o al de “con esfuerzo y pasión, se consigue”. “En 1956, Evaristo recibió de su padre, Norberto García, el legado de Pescaderías Coruñesas. Desde entonces, su propósito fue convertir el establecimiento en ‘el mejor puerto de mar de España”, escribe Cepeda en el prólogo. ¿Lo ha conseguido? Habrá que seguir leyendo el libro para descubrir la historia de cuatro generaciones que han sido capaces de traer el mar a la capital. Ojo, el ejemplar es para tomárselo a pequeñas dosis porque las fotografías de Javier Peñas son dignas de exposición y, por lo tanto, de disfrutar de ellas con la calma que requieren.

En el también nuevo Pan.Delirio (Planeta Gastro), un padre y un hijo, ambos llamados Javier Cocheteux, narran su historia familiar y el origen de uno de los obradores más afamados de Madrid. “Todo comenzó con un roscón de reyes”, escriben sus autores, y con razón este libro está dedicado a Gaspar, Melchor, Baltasar y la ilusión que nunca se pierde. “Cada Navidad, mi padre, con especial orgullo, nos daba la noticia de que iba a hacer roscón. Nosotros le veíamos cómo sacaba una cantidad enorme de ingredientes, los mezclaba, se pringaba las manos amasando, le da forma de rosca y nos pedía que no abriéramos ninguna ventana para que no entrara el frío”, —escribe Javier Cocheteux, hijo. Años más tarde, en 2017, abrieron su primer obrador y la primera receta que hicieron fue roscón. En 2018, reciben la Estrella Dir como una a de las 80 Mejores Panaderías de España y en 2019, el primer premio al Mejor Roscón Artesano de Madrid. Desde entonces hasta hoy, su historia es tal y como anuncia su obrador y su libro, un delirio. Este ejemplar está bellamente editado, con unas excepcionales fotografías de Matías Pérez Llera, abiertamente espontáneo en su narración y generoso en sus recetas. Sí, aquí encuentras la famosa receta del roscón, pero también el helado de roscón, el tiramisú con base de roscón y muchos otros vicios de pan y bollería.

https://elpais.com/gastronomia/2024-10-06/extraordinarias-historias-familiares-de-la-gastronomia-espanola-llegan-a-las-librerias.html

La comida en la literatura del Siglo de Oro

POCAS cosas hay que tengan un tratamiento más amplio en la literatura de los siglos XVI y XVII que la comida y la bebida, hasta el punto de que la mayoría de los términos relacionados con la cocina, alimentos, utensilios, etc., se incluyen en el Diccionario de Autoridades precisamente por la autoridad de los escritores de obras de teatro, comedias, entremeses y novelas picarescas o de costumbres: Cervantes, Góngora, Tirso, Calderón, Quevedo y Lope de Vega hacen continuas referencias en sus obras a comidas, vinos, frutas o dulces; y no solamente estos escritores, también otros menos conocidos tienen en la cocina y sus oficios un buen argumento para sus obras.

La comida es el vehículo que utiliza Cervantes para definir a su Quijote simplemente porque en los tiempos en que se desarrolla la trama de su célebre novela, saber lo que alguien comía era conocer su importancia social y sus posibilidades económicas, como se demuestra también en el pasaje de las bodas de Camacho con su opulencia o en la lucha de Sancho para comer bien de la que a veces deserta con una cierta resignación: « y mi señor don Quijote, que está delante, sabe bien que con un puño de bellotas, o de nueces, nos solemos pasar entrambos ocho días».

Dentro del uso de la comida en la literatura un recurso muy utilizado por los escritores era hacer comparaciones y juegos de palabras con platos, ingredientes y temas poéticos como el caso del laurel y el escabeche para relacionarlos con la corona de los poetas como decía Góngora: «Cuando acaso me aproveche /de tus ramos, oh Laure-l/no sea como poeta/ ni sea como escabeche».

Otra cuestión frecuentemente tratada era asimilar la belleza y los atributos de las mujeres a elementos comestibles, como el caso del requesón, entonces llamado ‘naterones’ con los que Tirso de Molina hace una brillante y erótica comparación: «Las tetas son naterones / y los corpiños encellas, / que mamara amor en ellas / a no encubrir los pezones»

A veces con las comparaciones se ironizaba sobre edad y juventud en las mujeres que era un tema muy socorrido de mofa y burla: «Una doncella en su casa, /ciruela en el árbol es, / que a veces, de treinta y tres, /es con flor, ciruela pasa».

Los nombres de diferentes platos famosos se citan con frecuencias en novelas y entremeses. Por ejemplo según el Diccionario de Autoridades, capón de leche es el pollo castrado y cebado en caponera, con salvado o harina amasada con leche, como se ve en el Guzmán de Alfarache,: «Mandé a mi criado comprase un capón de leche, dos perdices y un conejo empanado.» Capón de leche se usaba como la máxima ponderación de lo exquisito. También ‘carnero verde’ era un guisado que se hacía con carne de carnero cortada en pedazos, sazonándola con mucho perejil, ajos partidos, rejillas de tocino, pan mojado desleído con yemas de huevo y especias, se acompañaba de diversas verduras, de donde viene el adjetivo verde, Lope de Vega, bajo el seudónimo Tomé de Burguillos, escribió sobre él: «Dice que vas quien siempre muerde / más que para galán para guisado/ porque pudiera ser carnero verde».

Calderón de la Barca en su curiosa ‘Mojiganga de los Guisados’ describe un torneo o concurso recitado y danzado en el que Don Estofado reta en duelo a quien desmienta la condición de Princesa de los Guisos de su dama Doña Olla, y así derrota sucesivamente al Carnero Asado, al Carnero Verde, a Don Gigote, a Don Mondongo, que defienden respectivamente a sus damas, Doña Ensalada de la Huerta, Doña Pepitoria, Doña Albondiguilla, Doña Chanfaina, etc. En el concurso, presidido por el propio Baco, Don Estofado y Doña Olla, serán proclamados príncipes en esta extraña contienda con términos culinarios.

También la comida es protagonista de algunas obras didácticas que utilizan situaciones de ésta o banquetes para la enseñanza de un idioma, como es el caso de los Diálogos de Juan Luis Vives. Igualmente en obras de corte moralista como en los Coloquios de Pedro Mexía, se emplean descripciones muy detalladas de banquetes con el pretexto de censurar los excesos:

Los escritores valoraban los consumos de ciertos alimentos que suponían sinónimo de distinción como el caso de la carne, un ejemplo lo tenemos Luis Quiñones de Benavente en el ‘Entremés del mayordomo’: «Lo que toca a la mesa hay mil primores / tendrán sus cuatro platos los señores, /porque no quiero ser corto ni franco. / Los jueves y domingos, manjar blanco, ».

Naturalmente en la literatura de la época no podían faltar los productos del cerdo, que siempre tienen una mención especial en muchísimas obras y singularmente en la ‘Alabanza del puerco’ de Agustín Rojas: «Ya morcilla, el adobado, /testuz y cuajar relleno, / el pie ahumado, la salchicha, / la cecina, el pestorejo, / La longaniza, el pernil…».

En definitiva la comida y los productos comestibles fueron en el Siglo de Oro un recurso literario de gran importancia tanto en las obras de escritores famosos como en los anónimos libros de picaresca con ejemplos tan significados como el Lazarillo de Tormes o el Estebadillo González. Y si hace siglos el asunto del comer llenaba páginas y consumía tinta hoy no le vamos a la zaga.

Fuente: https://www.elnortedecastilla.es/20080514/vida/comida-literatura-siglo-20080514.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.elnortedecastilla.es%2F20080514%2Fvida%2Fcomida-literatura-siglo-20080514.html

Teatro solidario con la nutrición.

El teatro puede ser un aliado de la nutrición. Es el caso de la obra “Pues amas…¡Qué cosa es el amor”, que se representa el próximo lunes, 8 de julio, en el Teatro Bellas Artes de Madrid, cuya dirección y texto es de Jesús Román, presidente de la Fundación Alimentación Saludable, una obra de corte clásico sobre Garcilaso de la Vega, cuyo objetivo solidario es apoyar una campaña de mejora nutricional en Etiopía.

Teatro solidario con la nutrición

Un momento de la representación de la obra de Jesús Román

Garcilaso de la Vega fue un caballero del Renacimiento español: culto, músico, poeta, guerrero heroico en la época convulsa que salta de la Edad Media al Imperio de Carlos V y Felipe II.

El impulsor, director y escritor de esta iniciativa, Jesús Román, explica que esta obra contiene un espectáculo poético, musical y de teatro con música en directo, y resalta que se trata de una investigación sobre la literatura y vida de esa época, raíz de donde brota el Siglo de Oro.

La obra, que recala en Madrid el próximo lunes, 8 de julio, en el Teatro Bellas Artes, “instruye deleitando”, dice Román, quien señala que ya ha pasado por teatros de Ávila y Aranjuez (Madrid).

Esta actividad cultural ha sido auspiciada por la Fundación Alimentación Saludable, que Román preside, y los beneficios de su representación se cederán al programa de mejora nutricional de escuelas de Etiopía, que desarrolla junto con la Universidad Complutense de Madrid y alumnos, en la zona de Mizan-Teferi.

Desde hace varios años, informa Jesús Román, “nuestros voluntarios acuden a Etiopía para realizar valoraciones e intervenciones nutricionales en escuelas de esa localidad”.

Asimismo, añade, se proveen fondos para la adquisición de alimentos proteicos (principal deficiencia nutritiva de esos niños etíopes, cuya única dieta, a menudo, es la que realizan en la escuela), provisión de agua potable, desparasitación intestinal, etc.

Las mejoras realizadas por estos programas solidarios de nutrición y alimentación, han constatado una mejora en el crecimiento de los niños etíopes que han accedido a estas ayudas, indica Jesús Román, profesor de la Universidad Complutense.

La Fundación Alimentación Saludable es una entidad sin ánimo de lucro cuyo objetivo principal es la promoción de una alimentación equilibrada y saludable en todas las edades y circunstancias vitales.

Fue promovida en 2009 por la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA), una entidad científica con más de 25 años de experiencia en la promoción de la salud.

Está adscrita al Ministerio de agricultura, alimentación y medio ambiente con ámbito de actuación en todo el territorio español.

FUENTE: EFE España, Teatro solidario con la nutrición y alimentación en Etiopía

La gastronomía del Caribe en la literatura: 3 sabrosos ejemplos

La gastronomía del Caribe, como parte de su identidad cultural, se ve reflejada con frecuencia en la literatura, vinculando los alimentos y su procesamiento con la socialización, la forma de vida, la economía y hasta la política.

Sobre ello habló la investigadora y docente universitaria Aura Marina Boadas, en la charla «Imaginarios Gastronómicos sobre el Caribe» que organizó la Universidad Católica Andrés Bello como parte del ciclo «8 miradas sobre el Caribe».

La ponente se refirió a varios ejemplos literarios que hacen protagonistas a alimentos, como el ajiaco o la hallaca, o procesos, como la plantación, y que, a través de ellos, exponen formas de vida e incluso filtran denuncias.

La Paisa
El ajiaco lleva tres tipos de papas. Foto cortesía

Apunta que el azúcar, como rubro, es «la más referenciada» en la literatura del Caribe que apela a la gastronomía, pues se incluye todo lo que tiene que ver con la hacienda, con la casa grande y sus festines, pero también con la vida de los esclavos, que era quienes operaban las plantaciones.

Boadas también señala como alimentos muy nombrados en la literatura de la región, el pan de año, el bacalao y el casabe. «Hay también producción literaria con café, cacao, extracción de sal en Centroamérica, limón y las bananeras y otras compañías de frutas», agrega.

Gastronomía del Caribe en tres fragmentos

De su charla rescataremos tres ejemplos sobre la gastronomía del Caribe y la literatura:

La hallaca y Uslar Pietri

Boadas explicó que sopas como el ajiaco y el rundown, que figuran mucho en los recetarios de Cuba y Colombia, han simbolizado en varios textos la cultura integral de la razón donde la preparan: su gente, la tierra, los productos autóctonos. Pero, en el caso venezolano, el ejemplo ha sido la hallaca, y citó un texto de Arturo Uslar Pietri en el que la describe como «epítome de nuestro pasado», un «libro de delicias y sugestiones».

Fernando Ortiz, doña azúcar y don tabaco

El cubano Fernando Ortiz escribió Contrapunteo del tabaco y el azúcar, un largo y completo ensayo sobre lo que ambos rubros representaban para su país.

«Es importante este texto de Fernando Ortiz, que tiene que ver con la plantación. Es fundamental sobre la economía de la región. Para él, el tabaco es arte y el azúcar es la devastación de las tierras, la industria. Y al final, s bien se oponen ambos representan a Cuba.

León Gontran y los modales

Del Caribe francófono, Boadas rescata a varios escritores. Uno de ellos es León Gontrán Damas, nativo de la Guyana Francesa pero con muchos años de residencia en Martinica, quien escribió Hipo, un texto que demuestra cómo también a través de lo gastronómico se puede modelar una sociedad.

«Un escritor de los años 30, León Gontran Damas, tiene un poema en el que una mamá reprende a su hijo sobre cómo debe comportarse al comer».

Fuente: https://elestimulo.com/bienmesabe/libros/2024-01-19/caribe-gastronomia-literatura-3-ejemplos/

La literatura gastronómica y sus orígenes. ¿Desde cuándo escribimos sobre cocina?

El hombre del siglo XXI vive en una gran paradoja: ya no cocina, pero habla de cocina. Está inmerso en un mundo donde la comunicación gastronómica le rodea, le avasalla, le alecciona, le dirige, le provoca y le estimula. Nada nuevo bajo el sol. El hombre de las cavernas también dormía entre pinturas de bisontes y soñaba con un chuletón muy hecho. Esa es la función de la literatura gastronómica: mover al individuo hacia el ámbito del placer mientras le recuerda su condición de ser social, finito y hambriento.

Así empezaron los sumerios y otros pueblos de la antigua civilización mesopotámica, apuntando en unas tablillas de arcilla y en escritura cuneiforme la cantidad de camellos, cabras, dátiles, pistachos y trigo que llegaba a los silos y las arcas del gobierno. Tarea de burócratas, más que nada, aunque a nosotros nos guste interpretar, 4.000 años después, la vida de aquella Babilonia lujuriosa que se zampaba algo parecido a una baklava. Al poeta griego Arquestrato (siglo IV a.C.) le gustó tanto la idea que escribió un larguísimo poema lleno de guasa y hexámetros sobre qué comer y dónde y lo llamó Hedypàtheia, traducido como Gastronomía.

En la Edad Media y en el Renacimiento escribían de comida los que la tenían. Por otro lado, En el siglo XVII español se escribe de comida, pero de formas opuestas. La novela picaresca es la mejor descripción del hambre en la España imperial de Carlos V y Felipe II, género coincidente en el tiempo con las recetas del Arte de Cozina (1611) de Francisco Montiño, cocinero real de Felipe II, III y IV. La cocina opulenta de palacio la contó muy bien Carmen Simón Palmer en el libro La Cocina de Palacio, pero la de las calles, Francisco de Quevedo en El Buscón (1603) y, ya en el siglo XX, Lorenzo Silva en La Cocina del Barroco.

En el S.XIX a un juez llamado Brillat-Savarin se le ocurrió, incluso, reflexionar, analizar y meditar sobre el gusto y le salió un protoensayo gastronómico o Fisiología del Gusto con tanto aforismo que aún es lectura obligatoria en todas las escuelas de hostelería. También en el XIX, el de las dos Españas culinarias, la de los conservadores y liberales gobernando por turnos, se escribió mucho y bien sobre la cocina y sus aledaños: nación, historia, cultura, tradición, identidad y territorio. Fueron precursores de temas que siguen vigentes. Puestos a destacar (ya que hay que resumir) hay que nombrar a la condesa de Pardo Bazán

A día de hoy —dicen algunos lastimosamente— “ya no se escribe igual”. Porque no se vive igual. Pero se comunica, se predica, se difunde, se redescubre el pasado, se intuye el futuro…. Porque la vida sigue y habrá que comérsela para contarla.

https://elpais.com/gastronomia/2024-04-23/la-literatura-gastronomica-y-sus-origenes-desde-cuando-escribimos-sobre-cocina.html