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Las conservas de verduras asadas que dan vida a la España vaciada
La escalivada, alcachofas o patés de Mi Huerto se embotan con el aceite de olivos recuperados, se asan con la leña de su poda y generan empleo en zonas despobladas
Al abrir uno de sus botes, lo primero que se desprende es el aroma a brasa en la que los cocinaron; dentro, deliciosas verduras seleccionadas, asadas y peladas a mano, una a una. “Elaboramos corazones de alcachofa, puerros, pimientos y escalivada, todos provenientes de la huerta que estamos recuperando poco a poco, devolviendo el paisaje a la ribera del río Martín”, nos cuenta Erika Casaña, responsable de comunicación de Mi Huerto. Se asan con los restos de poda del olivar y se conservan en aceite de oliva virgen extra.
No se trata de un aceite cualquiera: es el de Apadrinaunolivo.org, una asociación sin ánimo de lucro nacida hace 10 años para generar oportunidades en el mundo rural y dar una segunda oportunidad a olivos centenarios abandonados en Oliete, Teruel. La idea es sencilla: escoges tu olivo, le pones un nombre, pagas 60 euros al año y a cambio recibes dos litros de aceite de excelente calidad -ha sido en tres ocasiones el mejor aceite de la Denominación de Origen del Bajo Aragón en las ediciones 2020, 2022 y 2024-, fomentas el desarrollo rural y además puedes ir a visitarlo cuando quieras.
Un proyecto de recuperación rural
Ya han recuperado 23.000, tanto olivos yermos que no habían sido trabajados, como los que necesitaban un relevo generacional para agricultores que no tenían quien continuara su legado. “El objetivo que nos hemos marcado es el de recuperar 100.000 en los próximos años”, informan desde la asociación. Con el crecimiento del proyecto fueron abarcando más retos. “Desde hace unos años, elaboramos conservas vegetales en Alacón (una población vecina a Oliete) con la gestión directa del obrador por Apadrinaunolivo.org”, apunta Casaña. Apuestan por un modelo de agricultura circular, ya que el producto procesado procede de huertas recuperadas por su proyecto.
De momento comercializan corazones de alcachofa, escalivada o puerros, y patés de las mismas verduras; el resultado es una conserva sabrosa, ligeramente ahumada; lista para llevar directa al plato y con una particularidad: no tiene sal añadida. Juanjo y Presen, los dos vecinos de Alacón que les enseñaron todo lo necesario para poner en funcionamiento el obrador abandonado -en el que la totalidad de la plantilla son mujeres del entorno rural-, elaboraban las recetas sin sal, ya que Juanjo ha vivido toda su vida con una enfermedad que le impide su consumo. “Decidimos continuar con esa filosofía para hacer el producto lo más inclusivo posible y apto para todos los públicos”, cuenta Casaña. Tal cual están riquísimas, pero siempre puedes ponerles encima un poco de sal en escamas y/o un poco de pimienta recién molida.
Desde las verduras al aceite, todo se disfruta
Además de resolver una comida de manera sana, simplemente abriendo un tarro, desde Mi Huerto recomiendan desde comerlos sobre un buen pan tostado hasta usarlos para potenciar otros platos. “Por ejemplo, utilizar nuestras alcachofas para finalizar un arroz con conejo o añadir alguno de nuestros puerros en una quiche, o acompañar un buen chuletón”, recomiendan.
Sus patés pueden servirse como aperitivo, usarse de salsa para un buen plato de pasta o alargarlos con un poco de aceite y unas gotas de vinagre o limón para aliñar una ensalada de legumbres. “Además, el aceite que queda en el tarro, una vez consumidos los vegetales, es un perfecto AOVE infusionado con alcachofa, puerro o pimiento, ideal para darle una segunda vida en ensaladas o para freír un huevo con un toque especial”. Después de hacer una mayonesa con el de los pimientos y un poco de chile o alegrar una crema de verdura con el de alcachofa, suscribo: nada de tirar esa maravilla.
Precios justos y sin intermediarios
Los precios, teniendo en cuenta la calidad del producto, son más que razonables: los tarros de verduras cuestan 7,50 euros los 325 gramos, el paté de puerro de 150 gramos cuesta 4,50 y el de pimiento o alcachofa de 110 gramos, 3,50. “El contexto del proyecto es el de una asociación sin ánimo de lucro, lo que cambia por completo nuestra visión: nosotros buscamos solucionar nuestros retos de crear empleo, recuperar cultivos y generar economía”, aclara Casaña. Por ello, buscan un margen justo y eliminan al máximo los intermediarios. “Nuestro objetivo es que el consumidor esté feliz con la calidad y el precio, y que repita la compra, para que el impacto en el territorio no cese”. En la línea de patés utilizan los vegetales que no tienen el calibre deseado para las conservas, buscando el desperdicio cero y dando valor a un producto que de otra manera no tendría salida.
También elaboran mostillo, una preparación tradicional que se obtiene a partir de zumo de uva y fruta, en su caso uva de Alacón, manzana, membrillo y calabaza. En muchas regiones, se utiliza en la elaboración de dulces y postres; pero lo más curioso es que cada lugar tiene una receta diferente, y aunque la base es el mosto de uva, el resto difiere mucho según la localización”, explican desde Mi Huerto. Su receta no es la típica sino una visión renovada, con un formato más untuoso. Puede servir tanto para acompañar una carne como unas tostadas con mantequilla o una tabla de queso, y su sabor es profundo y no demasiado dulce.
Además de comer cosas ricas, cuando compras a Mi Huerto ayudas a revertir la tendencia descendente de población en Oliete, que ha pasado de 330 habitantes a 349 solo en el último año. “Romper esta cifra, supone abrir esperanza para el futuro de la España escasamente poblada, ya que hablamos de un municipio que en los últimos 100 años pasó de 2500 habitantes a apenas 300 hace 10″, reflexiona Casaña. Esto lleva a poder asegurar servicios fundamentales como el de la escuela del pueblo, que en los últimos 10 años ha pasado de cuatro niños a 27.
Un equipo con el que crecer
Otra de sus metas es crear puestos de trabajo indefinidos, estables y de calidad en el mundo rural, poniendo el foco en el empleo femenino, dada la brecha que aún existe. Actualmente ya han logrado crear 43, que van acompañados de nuevos pobladores, nuevas oportunidades y esa inserción laboral fundamental en sus pueblos. Personas como Sofía, que después de mudarse a Muniesa y trabajar como cocinera decidió cambiar de rumbo y unirse a un proyecto cerca de su casa, que le aseguraba mejor calidad de vida, buen ambiente laboral y la oportunidad de ser parte de un proyecto social que contribuye a la regeneración del territorio.
Desde el manejo de la huerta hasta lograr que el proceso de una conserva sea el deseado, se requiere de práctica y experiencia. Han pasado por momentos difíciles, como perder cosechas por una helada o rozar la desesperación al no conseguir arreglar la autoclave, lo que pone en jaque toda la producción de la semana. “Todo forma parte del proceso: siempre hemos confiado en nuestro equipo, al cual hemos formado desde cero”, explican desde la organización. “Quizás este es otro de los grandes retos: estamos en la España despoblada, donde lo que falta es gente”. Por eso su filosofía, más que fichar a expertos, es formar y acompañar a las personas.
Sus planes de futuro pasan por diversificar la huerta, y también se han lanzado al cultivo de legumbres, rescatando variedades que se están perdiendo en Teruel, por lo que si todo va bien pronto podremos degustar judías y garbanzos con la misma filosofía que el resto de conservas. “Ojala, pronto la conservera se nos quede pequeña gracias a que el producto se conoce, esto nos permitirá seguir trayendo nuevos pobladores a Alacón y regalar al pueblo nuevas vías de futuro”, proyecta Casaña. Sin olvidar el olivar, para seguir ayudando con su proyecto a Oliete y alrededores, gracias a la ayuda de madrinas y padrinos que sin duda se acuerdan de ellos, con cariño, cada vez que se hacen una rica tostada mañanera o aliñan una ensalada de tomate.