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Los niños pequeños obtienen casi la mitad de sus calorías de alimentos ultraprocesados

Esta cifra aumenta al 59% a la edad de siete años, según un nuevo estudio dirigido por investigadores de la University College de Londres.

Los niños pequeños en el Reino Unido obtienen casi la mitad (47%) de sus calorías de alimentos ultraprocesados (UPF), y esta cifra aumenta al 59% a la edad de siete años. Los UPF más consumidos eran alimentos considerados normalmente como saludables; es el caso de yogures o cereales integrales.

La autora principal, la doctora Rana Conway, del Instituto de Epidemiología y Atención de la Salud de la UCL, aclara: «Los alimentos ultraprocesados no son todos malos para nuestra salud y los alimentos que suelen consumir los niños pequeños en nuestro estudio son los que se consideran bastante saludables. Sin embargo, algunos cereales integrales y yogures saborizados tienen altos niveles de azúcar y sal agregadas y nuestro estudio encontró que los niños pequeños que consumían más alimentos ultraprocesados también tenían una mayor ingesta de estos ingredientes».

 El equipo de investigación descubrió que los niños pequeños del grupo con menor índice de UPF consumían el 28 % de sus calorías a partir de UPF, mientras que en el caso de los niños pequeños del grupo con mayor índice de UPF, este porcentaje era del 69 %.

Fuente: https://www.larazon.es/sociedad/ninos-pequenos-obtienen-casi-mitad-sus-calorias-alimentos-ultraprocesados_2024100466ff9994077ed10001dfa86f.html

El sobrepeso y la obesidad infantil bajan en España, pero crece la brecha entre familias ricas y pobres

El estudio Aladino, del Ministerio de Derechos Sociales, muestra que los escolares españoles de seis a nueve años mejoran ligeramente sus datos de peso excesivo, salvo aquellos de hogares más vulnerables.

La obesidad infantil es, cada vez más, una cuestión de clase social. Los escolares españoles de seis a nueve años mejoran ligeramente sus datos de peso respecto a los de hace cuatro años; sin embargo, la brecha no deja de aumentar entre niños de familias de rentas altas y aquellos con menos dinero. Así lo muestran los datos preliminares del estudio Aladino 2023 que elabora el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 y que se han presentado este miércoles. Uno de los factores que más influyen es el de la publicidad: los niños de familias pobres ven el doble de anuncios de alimentos insanos que los de ricas. El Gobierno tiene preparado un decreto para regular esta publicidad desde 2021, pero ha sido incapaz de aprobarlo por tensiones entre ministerios.

El estudio divide a las familias en tres grupos: con rentas familiares inferiores a 18.000 euros, de 18.000 a 30.000, y por encima de esta última cifra. Así, la prevalencia de la obesidad —el peso más problemático— en los pequeños en los hogares más ricos ha pasado del 11,9% en 2019 —anterior edición— al 10,9% en 2023; en el mismo periodo, ese peso problemático ha pasado del 23,2% al 23,6% en los hogares más pobres. La brecha, por tanto, pasa de 11,3 puntos a 12,7.

El ministerio se muestra alarmado por este problema. “El determinante de la renta es uno de los principales riesgos para situaciones de sobrepeso, por la diferencia de hábitos que se producen entre familias de distinta renta: en familias de menor renta se registra con menos frecuencia el consumo diario de frutas y verduras; se tienden con mayor frecuencia a un desayuno incompleto y suelen consumir más refrescos con azúcar”, ha apuntado Andrés Barragán, secretario general de Consumo y Juego del ministerio.

Cristina Recuero, secretaria del Observatorio de la Nutrición y de Estudio de la Obesidad de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), ha destacado que se trata de la primera ronda de este estudio que se realiza tras la pandemia del covid, si bien todavía no se han analizado los datos que han impulsado la mejora a nivel general. En cualquier caso, es fundamental seguir haciendo estos estudios: “El sobrepeso y la obesidad infantil suponen un grave problema de salud pública, porque generan problemas a lo largo de toda la vida”, entre ellos diabetes, cardiovasculares y muchos más.

Peores hábitos alimentarios

La experta ha incidido en que los niños que crecen en hogares de rentas bajas tienen, en general, peores hábitos alimentarios y de actividad física, lo que redunda en problemas de peso: “Por ejemplo, el 7,8% de niños en familias con menos renta toman refrescos con azúcar más de tres días a la semana, mientras que en los de mayor renta son un 0,9%; un 41,4% de los primeros ve pantallas más de dos horas al día, mientras que en el otro extremo son solo el 22%; en cuanto a ejercicio físico, hay 20 puntos de diferencia entre menor y mayor renta”.

Diferentes estudios han constatado que los niños españoles reciben al menos 4.000 impactos publicitarios de alimentos insanos al año, que les incitan a comer ultraprocesados y les dificultan aprender a alimentarse de forma saludable. Los niños cuyas familias tienen rentas bajas ven el doble de anuncios de productos no saludables que los de más nivel adquisitivo, y eso se traduce en unas mayores tasas de obesidad. El Gobierno sigue sin aprobar el decreto para regular esta publicidad, preparado desde 2021 y que Agricultura frenó durante la pasada legislatura. “La legislación vigente basada en la autorregulación de la industria alimentaria se ha demostrado insuficiente”, ha señalado este miércoles Bustinduy.

El ministro ha reiterado que hacen falta “nuevas medidas” para mejorar la alimentación de los escolares, y en este sentido ha reiterado que su departamento está preparando un decreto para regular los comedores escolares, adelantado por EL PAÍS: “Menos de la mitad de los niños comen fruta a diario, y menos de una cuarta parte comen verdura a diario. El comedor escolar debe jugar un papel fundamental para educar en una dieta sana y equilibrada, deben ser espacios de igualdad de oportunidad. Por eso estamos tramitando el decreto de comedores saludables y sostenibles, que busca que al menos cinco comidas a la semana sean saludables y sostenibles”.

https://elpais.com/sociedad/2024-09-25/la-brecha-del-sobrepeso-entre-ninos-de-familias-ricas-y-pobres-no-deja-de-aumentar-a-menos-renta-mas-obesidad.html

Dieta vegana en niños: ¿qué hay que tener en cuenta?

Este tipo de alimentación requiere del uso de suplementos para resolver las carencias de no consumir ciertos nutrientes, lo que conlleva que se necesite de supervisión experta para seguirla. Bien planificada, es adecuada para cualquier etapa de la vida, incluida la infancia


No comer carne ni lácteos ni huevos. Esta es la dieta que eligen algunas familias para su día a día. Padres y madres que quieren que sus hijos también sean veganos como ellos, ¿pero qué tienen que tener en cuenta? “El veganismo es más que un tipo de alimentación, es un estilo de vida. Por eso no es algo que se impone; es una conclusión de vida a la que llegan las personas y que conlleva querer dejar de consumir determinados alimentos por el componente ético y ambiental que supone”, explica la dietista y nutricionista Mapi Herrero. “Hace muchos años que la comunidad científica está de acuerdo en que una alimentación vegetariana y también vegana, bien planificada, es adecuada en cualquier etapa de la vida”, añade esta experta, que cita como ejemplo el estudio Postura de la Asociación Americana de Dietética: dietas vegetarianas (2009).

Este tipo de alimentación tiene que ser supervisada y estar planificada por un especialista, sobre todo en la infancia, según explica Herrero, porque se suelen dar carencias de macronutrientes —proteínas, carbohidratos y grasas— y de algunos micronutrientes. “Es cierto que cuantos más alimentos se excluyen de la dieta de una persona, mayor es el riesgo”, prosigue Herrero, “sin embargo, cuando queremos cambiar de una alimentación omnívora a una vegetariana, lo que cambiamos es una de las tres partes que tiene el modelo de plato saludable [plato circular que divide la ingesta diaria recomendada en 50% de frutas y verduras; 25% de cereales y un 25% de proteínas], por lo que podríamos decir que el 75% de la dieta va a permanecer igual”.

“El veganismo no es más saludable que otro tipo de alimentación”, argumenta Susana Redecillas, pediatra y miembro del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría. “La dieta puede estar más controlada y supervisada, pero puede ser igual de sana o insana que la que hace un niño que es omnívoro”, añade la médica. Para Redecillas lo más importante es que la alimentación sea equilibrada: “Además, tiene que estar suplementada, sobre todo en niños en crecimiento rápido, como los lactantes y los adolescentes”. En el caso de los bebés, la pediatra explica que a partir de los seis meses, tras la alimentación exclusiva con leche materna y el comienzo de la complementaria, el pequeño puede empezar a ser vegano. “Este tipo de dieta no tiene tanta tradición en España como en otros países, como la India, por lo que aquí muchas familias necesitan consejo y recomendaciones por parte de un profesional, y que así el menor cumpla con todos los requerimientos suficientes de calorías y proteínas”, añade.

Pero no solo hay que ocuparse de los macronutrientes, sino también de los posibles déficits de micronutrientes que sean necesarios como el hierro, la vitamina B12, el calcio o incluso algunos tipos de grasa como los omega-3. “En esta dieta”, según informa Redecillas, “el problema es la biodisponibilidad: una cosa es el contenido de calcio, por ejemplo, que tiene el alimento —el brócoli o las verduras de hoja verde— y otra cómo lo aprovecha el organismo. De ahí la necesidad de suplementación”.

“La manera correcta de seguirla sería asegurarse de que los nutrientes de los grupos de alimentos que no forman parte de la alimentación se aportan a través de otras fuentes, algo que no es especialmente complicado con la información adecuada”, matiza Herrero. “Cualquier dieta saludable debe incluir una variedad de alimentos que garantice que se cubren todas las necesidades nutricionales. En el caso del veganismo, esto requiere cierta planificación, fundamentalmente al principio”, añade. En cuanto a los suplementos, Herrero insiste en que deben estar bien elegidos para que la biodisponibilidad y cantidad sean adecuadas a las necesidades de cada etapa del desarrollo. “En este caso, el único suplemento obligado es el de vitamina B12, hay otros que pueden resultar interesantes y que habrá que valorar de forma individualizada”, subraya la nutricionista.

“Esta vitamina sobre todo se encuentra en alimentos animales, por eso suele haber déficits en estos menores”, añade Redecillas, “pero también lo encuentras en alimentos vegetales como las algas, alimentos que no son muy recomendables para los niños en su dieta habitual”. La pediatra explica que un déficit de vitamina B12 generalmente conlleva anemia —que puede provocar apatía, irritabilidad, cansancio y falta de apetito en los pequeños—, “y si se mantiene por un tiempo prolongado y a edades tempranas de la vida puede llegar a provocar problemas neurológicos”. Estos, según informa, pueden ser irreversibles, aunque reconoce que son casos muy extremos e infrecuentes.

“Si los padres se deciden por el veganismo, mi recomendación es que lo hagan siempre con un profesional y supervisión constante para ir viendo qué déficits puede desarrollar o no el menor”, reitera por su parte la psicóloga María Luisa Ferrerós, autora de Dime qué come y te diré cómo se porta (Planeta, 2024). “He conocido de cerca el caso de una niña. Los padres habían decidido que su hija siguiera esta dieta, pero sin ningún tipo de seguimiento. La pequeña llegó a mi consulta porque los progenitores pensaban que tenía depresión porque se pasaba todo el día llorando. Hicimos una evaluación completa psicológica de la menor y lo descartamos todo”, continúa la especialista en neurociencia, biología y farmacología. Según explica, la menor tenía muchas amigas, sacaba buenas notas, iba bien en el colegio, no había nada mental que explicara su comportamiento, no sabía lo que pasaba. “Hasta que me dijeron que había empezado con este tipo de alimentación hacía pocos meses. Me comentaron que lo habían decidido y que lo hacían sin supervisión. Sugerí una analítica. Y bingo. Había falta de hierro, de magnesio, de fósforo…. Y resultó que la pequeña estaba triste porque no comía los nutrientes necesarios, ni las vitaminas, ni los minerales, y por ello estaba decaída”, relata. La psicóloga sostiene que al padre le costó bastante entenderlo: “De momento, él sigue siendo vegano, pero la niña ahora come de todo y está feliz”.

“Muchas veces los adultos deben pensar si anteponen sus creencias sobre alimentación a la salud de sus hijos. Porque a veces tomamos decisiones con toda la buena intención, pero pueden ser perjudiciales para ellos. Obviamente, no piensas que le vas a hacer daño. Lo mejor es buscar supervisión e informar a su entorno como cuando un niño es, por ejemplo, alérgico”, sostiene Ferrerós.

“Normalmente, son los padres los que deciden que sus hijos sigan una dieta vegana y aunque muchos la conocen porque la siguen, deben informarse igualmente, aunque ya tengan práctica”, sostiene Redecillas. “A veces el problema lo vemos más en adolescentes, casos en los que son ellos los que deciden seguir esta dieta y el resto de la familia es omnívora”, prosigue la pediatra. La médica relata que en estos hogares en los que se sigue dos tipos distintos de alimentación muchas veces a los familiares del joven les falta información: “Son circunstancias además en las que también está el hándicap de que el menor es vegano y en pleno proceso puberal, donde la comunicación no es la mejor y además quien compra en casa no suele ser él, así que la familia necesita información”.

Redecillas recomienda que cuando los progenitores no estén habituados a este tipo de alimentación, y tengan dudas, consulten con un especialista, “ya sea un nutricionista, un pediatra u otros profesionales de salud que reciben formación en dietas veganas y les pueden ayudar”.

https://elpais.com/mamas-papas/expertos/2024-09-21/dieta-vegana-en-ninos-que-hay-que-tener-en-cuenta.html

Las evidencias científicas de cómo la publicidad de alimentos y bebidas no saludables influye en los niños

Diversos estudios científicos ilustran los efectos del ‘marketing’ en las preferencias alimentarias de los menores: la publicidad incrementa la ingesta de estos productos ricos en calorías y de baja calidad nutricional.

¿Cómo influye la publicidad en los niños?

Para entender de qué manera el marketing condiciona las preferencias alimentarias de los menores es fundamental conocer tres factores clave:

  • Los niños, especialmente los más jóvenes, no suelen tener recursos económicos para la compra habitual de alimentos, sino que este hábito depende de los padres.
  • A la hora de elegir los productos alimentarios, los menores rara vez consideran si estos son saludables o no cuentan con los criterios suficientes como para distinguirlos.
  • Los más jóvenes son especialmente vulnerables, en comparación con los adultos, a los efectos de la publicidad y es más fácil modificar en ellos sus preferencias de consumo gracias al marketing.

Todo ello, en conjunto, lleva a que la industria alimentaria promocione ampliamente productos no saludables (ricos en azúcar, grasas o sal) a los niños, pero no como compradores directos, sino como intermediarios. En ese sentido, los más pequeños de la casa se convierten en los miembros más codiciados por las empresas para introducir ciertos alimentos entre sus familias. Miguel A. Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, explica que las acciones publicitarias buscan “que sean los niños los que insistan a sus padres y les convenzan para comprar estos productos, una técnica de marketing bien conocida y estudiada llamada ”nag factor“ o ”factor de fastidio“.

Los recursos utilizados por la industria alimentaria para fomentar el consumo de sus productos por parte de los niños son variados y se aplican en diferentes lugares. En el etiquetado, por ejemplo, se emplean colores y letras coloridos y llamativos, mascotas, personajes animados famosos o juegos recortables. También es frecuente que los productos incluyan en su interior juguetes, cromos u otros artículos coleccionables que favorecen la continuidad de su compra. Además, el posicionamiento de estos artículos en las estanterías más bajas del supermercado es otra estrategia para aumentar su visibilidad entre los más pequeños. Los anuncios de TV a menudo recurren a dibujos animados (cuando el objetivo son los niños) o a grupos de jóvenes (cuando se dirigen a adolescentes) realizando actividades populares y consumiendo estos productos para darles un estatus de “deseables”.

La influencia del marketing

Son numerosos los estudios científicos que han analizado la influencia del marketing de alimentos y bebidas insanos sobre el público infantil. La Organización de la Salud recoge en su página web parte de la investigación de más calidad en este campo. En 2016, una revisión sistemática examinó 17 ensayos clínicos sobre ingesta dietética y preferencias alimentarias en este ámbito. Los resultados mostraban que los niños incrementaban significativamente la ingesta dietética de estos productos durante la exposición a su publicidad o al poco tiempo después de esta. Por otra parte, era más probable que los niños expuestos al marketing de productos no saludables seleccionaran los alimentos y bebidas anunciados. Los autores concluían que la evidencia indicaba que la publicidad incrementa la ingesta y la preferencia hacia estos productos ricos en calorías y de baja calidad nutricional.

Otra revisión sistemática de 2016, en la que se incluían 22 ensayos, mostraba resultados muy similares: la exposición aguda a la publicidad de alimentos no saludables aumentaba de forma significativa su consumo en los niños, pero no en los adultos. Los investigadores explicaban que estos datos apoyaban acciones políticas de salud pública para disminuir la exposición publicitaria de los niños a estos productos. Una revisión más reciente, publicada en 2019, analizó los resultados de un total de 71 estudios sobre la publicidad alimentaria dirigida al público de entre 2 y 17 años. La exposición a esta influía de forma poderosa sobre las actitudes, las preferencias y el consumo de alimentos no saludables con consecuencias negativas para su salud.

Uno de los ensayos clínicos mejor valorados por la anterior revisión mostró el gran poder que puede tener la publicidad en las pautas de consumo de los niños. En este estudio se dividió a los niños (7-12 años), que se encontraban en campamentos de vacaciones, en dos grupos: en uno se expusieron a anuncios de diferentes snacks por televisión durante 4-6 días, o a anuncios que no eran de comida, y en otro a una combinación de anuncios de televisión y videojuegos publicitarios (conocidos como advergames) de los mismos productos durante el mismo tiempo. Los investigadores observaron que justo cuando los niños se exponían a la publicidad de aperitivos, estos consumían, de media, 46,3 calorías más al día a través de aperitivos que cuando se exponían a publicidad que no era de comida. Este consumo adicional de alimentos no se compensaba por una menor ingesta en el resto de comidas.

Además, todos los niños que vieron los anuncios por la televisión y pasaron tiempo con los videojuegos publicitarios consumieron todavía más de los snacks anunciados comparado con aquellos que solo vieron la tele. A su vez, estos menores expuestos a la publicidad por múltiples canales consumieron, de media, 43,5 calorías más cada día que el grupo de la TV. Los autores avisaban de que, aunque el exceso en el consumo de calorías podría compensarse más adelante, su magnitud podría reforzar la ganancia de peso en niños. Este fenómeno que era aún más acusado en los niños que ya sufrían sobrepeso y obesidad y que se exponían a los anuncios.

https://www.eldiario.es/sociedad/evidencias-cientificas-publicidad-alimentos-bebidas-no-saludables-influye-ninos_1_8456309.html