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Efectos del Chocolate Oscuro y las Almendras en los Factores de Riesgo Cardiovascular en Individuos con Sobrepeso y Obesos: Un Ensayo de Alimentación Controlada Aleatorizado
Antecedentes: El consumo de almendras o chocolate negro y cacao tiene efectos favorables sobre los marcadores de enfermedad coronaria; sin embargo, los efectos combinados no se han evaluado en un estudio de alimentación bien controlado. El objetivo de este estudio fue examinar los efectos individuales y combinados del consumo de chocolate negro y cacao y almendras en los marcadores de riesgo de enfermedad coronaria.
Métodos y resultados: Se realizó un ensayo aleatorizado controlado, cruzado, de alimentación de 4 períodos en individuos con sobrepeso y obesos de 30 a 70 años. Cuarenta y ocho participantes fueron asignados al azar, y 31 participantes completaron todo el estudio. Cada período de dieta fue de 4 semanas de duración, seguido de un descanso de cumplimiento de 2 semanas. Los participantes consumieron cada una de las 4 dietas isocalóricas de mantenimiento de peso: (1) sin alimentos de tratamiento (dieta estadounidense promedio), (2) 42.5 g/d de almendras (dieta de almendras [ALD]), (3) 18 g/d de cacao en polvo y 43 g/d de chocolate negro (dieta de chocolate [CHOC]) o (4) los 3 alimentos (CHOC+ALD). En comparación con la dieta estadounidense promedio, el colesterol total, el colesterol de lipoproteínas de no alta densidad y el colesterol de lipoproteínas de baja densidad después de la ALD fueron más bajos en un 4%, 5% y 7%, respectivamente (P<0.05). El CHOC+ALD disminuyó la apolipoproteína B en un 5% en comparación con la dieta estadounidense promedio. Para las subclases de lipoproteínas de baja densidad, en comparación con la dieta estadounidense promedio, el ALD mostró una mayor reducción en las partículas de lipoproteínas de baja densidad flotantes grandes (-5.7±2.3 versus -0.3±2.3 mg/dL; P=0.04), mientras que el CHOC+ALD tuvo una mayor disminución en pequeñas partículas densas de lipoproteínas de baja densidad (-12.0±2.8 versus -5.3±2.8 mg/dL; P=0.04). No hubo diferencias significativas entre las dietas para las medidas de salud vascular y el estrés oxidativo.
Conclusiones: Nuestros resultados demuestran que el consumo de almendras solas o combinadas con chocolate negro en condiciones de alimentación controlada mejora los perfiles lipídicos. La incorporación de almendras, chocolate negro y cacao en una dieta típica estadounidense sin exceder las necesidades energéticas puede reducir el riesgo de enfermedad coronaria.
Registro de ensayos clínicos: URL: https://www.clinicaltrials.gov. Identificador único: NCT01882881.
BNP Paribas Cardif y UNICEF ampliarán esfuerzos conjuntos en la prevención del sobrepeso y la obesidad en niños, niñas y adolescentes en América Latina
La alianza ha beneficiado directamente a más de 66.500 niños, niñas y adolescentes, sus cuidadores y maestros. La renovación ayudará a promocionar hábitos saludables fundamentales a cerca de 400.000 niños, niñas y sus familias en cinco países de la región.
CIUDAD DE PANAMÁ, 18 de abril de 2024 – BNP Paribas Cardif y la Oficina Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe anuncian la renovación de su alianza para contribuir a prevenir el sobrepeso y la obesidad en niños, niñas y adolescentes en América Latina.
Los niños, niñas, adolescentes y sus familias están muy expuestos a factores sociales, ambientales y fisiológicos que influyen en sus decisiones sobre la elección de alimentos. Para fomentar hábitos alimentarios más saludables y crear entornos escolares saludables para los niños y niñas, la alianza tiene como objetivo llegar a 400.000 niños, niñas, familias y profesores con información y herramientas esenciales para fomentar hábitos saludables y promover entornos más saludables durante los próximos dos años. La alianza también apunta a impactar a más de 20 millones de personas en Brasil, Chile, Colombia, México y Perú a través de la promoción de alimentación saludable, actividades físicas y prácticas de higiene a través de las redes sociales.
“El sobrepeso y la obesidad comprometen los derechos fundamentales de la niñez y la adolescencia, como el derecho a la salud y a una nutrición adecuada. Tenemos la oportunidad de invertir y diseñar estrategias efectivas para abordar este problema emergente y apremiante que afecta a los niños y niñas”, dijo Garry Conille, Director Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe. “La continuación de nuestra alianza con BNP Paribas Cardif respalda nuestros esfuerzos para abordar la creciente prevalencia del sobrepeso y la obesidad infantil en la región. Al unir esfuerzos, podemos acelerar y maximizar la inversión, impulsar la innovación y ampliar nuevas soluciones”.
BNP Paribas Cardif respalda los esfuerzos de UNICEF para promover la concienciación, el conocimiento y las prácticas relativas a estilos de vida saludables en las escuelas, los hogares y los centros recreativos de los cinco países seleccionados, en coordinación con los gobiernos locales y las comunidades que permitieron desarrollar estrategias integradas y llevar a cabo acciones eficaces tanto a escala nacional como local.
Desde su lanzamiento en 2022, la alianza entre UNICEF y BNP Paribas Cardif ha logrado un impacto sustancial a través de iniciativas personalizadas en cada país seleccionado, impactando positivamente las vidas de más de 66.500 niños, niñas, adolescentes, sus cuidadores y maestros a través de actividades de sensibilización y capacitación sobre hábitos nutricionales en las escuelas. Además, en los últimos dos años se ha llegado a aproximadamente 34 millones de niños, niñas, adolescentes, padres, cuidadores y miembros de la comunidad a través de mensajería en las redes sociales.
El sobrepeso y la obesidad han empeorado dramáticamente en toda la región de América Latina y el Caribe, del 21,5 por ciento (35 millones) en el 2000 al 30,6 por ciento (49 millones) en niños y adolescentes (de 5 a 19 años) en 2016. Los niños y niñas que tienen sobrepeso u obesidad tienen un mayor riesgo de padecer estas afecciones hasta la edad adulta, además de desarrollar enfermedades no transmisibles y tener una esperanza de vida más corta.
«Muchos científicos en la industria alimentaria reconocen que diseñan los alimentos para que no podamos dejar de comerlos»
El médico y escritor Chris van Tulleken defiende que, en pos de la salud pública, los alimentos ultraprocesados reciban el mismo tratamiento que los cigarrillos.
Infectólogo del Hospital de Enfermedades Tropicales de Londres, profesor del University College y presentador de algunos programas en la BBC, también es autor del libro “Gente Ultraprocesada: Por qué comemos cosas que no son comida, y por qué no podemos dejar de comerlas”(Editorial Elefante).
La obra se convirtió en unéxito de ventas y ganó varios premios.
El médico británico confiesa que al principio dudó del concepto de ultraprocesados y pensaba que los peligros señalados en los estudios sobre estos alimentos estaban relacionados únicamente con los excesos de grasa, azúcar y sal presentes en muchos de estos productos.
Para poner la idea a prueba, decidió realizar una investigación en la que radicalizó su propia dieta y comenzó a comer básicamente alimentos ultraprocesados.
Entre muchos otros detalles e informaciones contenidas en su libro, detalla todo lo que vivió durante la experiencia.
En una entrevista con BBC News Brasil, Van Tulleken llama a que los países y gobiernos tomen medidas más contundentes para reducir el consumo de alimentos ultraprocesados entre la población.
En su opinión, las grandes empresas alimentarias destruirán las cocinas tradicionales en los próximos 50 años, y no hay mucho que las personas individualmente puedan hacer para cambiar este escenario (o su propia dieta).
A continuación, los principales extractos de la entrevista.
Usted tiene formación en infectología y virología molecular. ¿De dónde surgió el interés académico y científico por la alimentación?
Como médico en mi juventud trabajé en países de ingresos bajos y medios, específicamente en África Central y en el Sudeste Asiático. Y, como infectólogo, fui testigo de niños muriendo a causa de enfermedades infecciosas.
Muchos de esos niños murieron porque sus padres fueron convencidos de comprar fórmulas infantiles, muchas veces sin tener condiciones financieras, y no tenían acceso a agua potable para prepararlas. Muchas veces, tampoco sabían cómo preparar esas fórmulas.
Ese fue mi primer contacto con la industria alimentaria, sobre la cual haría investigaciones en el futuro.
Algunos años después, participé en algunos programas de la BBC en los que comencé a enfocarme en cómo los intereses comerciales afectan nuestra salud o cómo algunas corporaciones, principalmente las empresas que fabrican alimentos, nos afectan a todos.
¿Recuerda la primera vez que escuchó el término «alimento ultraprocesado»?
Sí, eso ocurrió en 2009, cuando una productora de la BBC me envió un artículo científico mientras estábamos produciendo un documental sobre obesidad infantil.
Este artículo estaba escrito mitad en portugués, mitad en inglés, y había sido publicado en una revista de salud brasileña. Para mí, en esa época, no me pareció muy importante y lo ignoré por mucho tiempo.
Cuando finalmente leí el artículo, sentí que ahí estaba la explicación de todo. Ese fue mi instinto.
A continuación, hice muchas otras lecturas y transformé este tema en mi objeto de investigación como científico. Pasados algunos años, puedo decir que ese instinto inicial era correcto y el concepto de ultraprocesado realmente explica cómo estos alimentos nos perjudican.
En el libro, usted dice que dudaba del concepto de ultraprocesados, pues pensaba que los daños relacionados con muchos alimentos podrían ser causados por el exceso de sal, grasa y azúcar. ¿Cuáles fueron los motivos que levantaron esa sospecha?
Como mencioné, mi primer instinto fue que ese concepto lo explicaba todo. Pero, en un segundo momento, pensé: ¿será que realmente es cierto? ¿O será que lo perjudicial de estos alimentos es la sal, el azúcar y la grasa?
Es difícil explicar la emoción que sentí en ese momento, pero fue una mezcla de curiosidad y escepticismo.
Después de todos estos años de investigación, ¿cuál es, en su opinión, la forma más simple de explicar qué es un ultraprocesado?
Si tomas un alimento y necesitas leer la lista de ingredientes, probablemente estés ante un ultraprocesado.
Y, si en esa lista aparecen ingredientes que no encuentras en cualquier cocina o despensa, definitivamente es un alimento ultraprocesado.
Este concepto describe la mayoría de los productos fabricados por corporaciones alimentarias transnacionales.
Hay algunas excepciones. Nestlé, por ejemplo, fabrica un cereal de trigo que técnicamente no es un ultraprocesado.
Pero la mayoría de los productos que generan dinero para Nestlé, Danone, Pepsico, Kraft Heinz, Coca-Cola, Mondelez y otras empresas son ultraprocesados.
Estoy hablando contigo desde una habitación de hotel y aquí, frente a mí, hay una cesta con una barra de nueces, una barra de chocolate, chicles y un paquete de nueces sazonadas. Todo esto es ultraprocesado.
En el libro, usted hace comparaciones entre la industria alimentaria y la del tabaco, y también entre los ultraprocesados y los cigarrillos. En su opinión, ¿cuáles son las semejanzas y diferencias entre estos dos sectores y productos?
Bueno, estas industrias no solo son similares, son la misma cosa.
A mediados de los años 80, una de las mayores compañías de cigarrillos del mundo, RJ Reynolds, compró Nabisco, una enorme empresa alimentaria.
En esa misma época, Philip Morris (de la industria tabacalera) compró General Foods (empresa alimentaria).
Estamos hablando de los mismos conglomerados, aunque estas empresas se hayan desmembrado y cambiado de manos en las décadas siguientes. Utilizan las mismas moléculas probadas en laboratorio para los cigarrillos, como los saborizantes, en los alimentos. Usan las mismas técnicas de marketing y redes de distribución para vender alimentos adictivos y dañinos, tal como hicieron con los cigarrillos.
Por lo tanto, esta comparación es completamente legítima.
Hoy en día, estas empresas están controladas por los mismos inversores institucionales y siguen comportándose de manera parecida.
Para mí, es importante que la gente entienda que la industria tabacalera no es excepcional o un caso único.
Comida, cigarrillos, alcohol, apuestas, combustibles fósiles y medicamentos, todos ellos están gobernados por el mismo grupo. Y todos necesitan algún tipo de regulación, con algunos matices para casos específicos.
Los diagnósticos de diabetes graves en adultos jóvenes se multiplican en España, debido a la obesidad infantil
La enfermedad a edades tempranas implica alteraciones más graves e incrementa la posibilidad de desarrollar trastornos cardiovasculares o ceguera.
España es el tercer país con más exceso de peso infantil y el cuarto con más obesidad. Según los últimos datos oficiales, dos de cada diez niños tienen sobrepeso y un 16% presenta obesidad. Un problema que, en ocasiones, se mantiene en el tiempo y que está provocando un aluvión de diagnósticos de diabetes tipo 2 en adultos jóvenes, entre los 30 y los 40 años, cuando es una enfermedad que se suele detectar en la década entre los 50 y los 60 años.
La juventud de los pacientes no ayuda a afrontar mejor la enfermedad. “Al contrario, que se diagnostique antes significa que tienen alteraciones más graves y que va a ser más difícil de controlar”, indica Antonio Pérez, director de la unidad de Endocrinología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona y presidente de la Fundación de la Sociedad Española de Diabetes (FSED), con motivo del Día Mundial contra esta enfermedad, que se celebra este 14 de noviembre.
La diabetes tipo 2, que implica una pérdida progresiva de la secreción de insulina, la hormona que regula la glucosa en la sangre, es una de las principales causas de las enfermedades cardiovasculares y puede provocar también insuficiencia renal, ceguera y amputaciones de los miembros inferiores. Por todo ello, se calcula que reduce la esperanza de vida entre ocho y 10 años y es la octava causa de muerte en España, teniendo en cuenta que más del 50% de los pacientes con diabetes mueren por infarto.
Las complicaciones
Todo ello se agrava en el caso de adolescentes o adultos jóvenes, porque tienen muchos más años por delante para que las enfermedades asociadas a la diabetes se desarrollen. Además, los tratamientos más suaves y que proporcionan una mejor calidad de vida funcionan durante unos años pero, a medida que pasa el tiempo, hay que aumentar la dosis, por lo que muchos enfermos con tipo 2 y diagnosticados más jóvenes acabarán requiriendo la administración de insulina.
Por ejemplo, una persona diagnosticada con 65 años puede que no desarrolle nunca complicaciones graves y que su diabetes sea sencilla de controlar, tomando una pastilla, pero en un adulto joven, es más fácil que acabe sufriendo enfermedades graves debido a la hiperglucemia crónica.
No hay apenas estudios que indiquen cuántos adultos jóvenes tienen diabetes tipo 2, pero una investigación internacional publicada a principios de 2023 por ‘The British Medical Journal’ y elaborada con datos de 204 países indica que en las últimas tres décadas, de 1990 a 2019, la incidencia en la población entre 15 y 39 años se ha incrementado en un 56%, pasando de 117 casos por cada 100.000 habitantes a 183 en 2019. El estudio detectó una prevalencia más alta en países de ingresos medios y bajos y más carga de enfermedad en mujeres menores de 30 años.
La obesidad
No obstante, el doctor Pérez precisa que en España los diagnósticos del tipo 2 en adolescentes y adultos tan jóvenes son aún infrecuentes. En EEUU también se han incrementado en esa franja de edad pero en nuestro país lo más llamativo es el aumento de casos en personas de entre 30 y 40 años, asociado a la obesidad mantenida, especialmente la adiposidad visceral, que es el principal factor de riesgo para desarrollar diabetes.
Otro de los inconvenientes es que la diabetes tipo 2, en un inicio, no da síntomas, por lo que los adultos jóvenes son, en su mayoría, diagnosticados gracias a una analítica realizada por el centro de salud o en las revisiones sanitarias que ofertan muchas empresas. Pero hay una «bolsa importante» de personas que no acuden al médico o a las revisiones empresariales.
La incidencia
Por todo ello, se calcula que en España alrededor del 13,8% de la población (5,3 millones de personas) tienen diabetes tipo 2, pero con una tasa de infradiagnóstico del 43%, lo que implica que alrededor de 2 millones de personas lo desconocen. España es el segundo país de Europa con más casos y la incidencia va en aumento. A todo ello hay que sumar la diabetes tipo 1, que suele ‘debutar’ en la infancia porque el páncreas pierde capacidad de generar insulina, que representa el 3,5% de todos los casos de diabetes y afecta a en torno a 100.000 personas en España.
El problema de la obesidad infantil: “Reducir los ultraprocesados es un mensaje de salud pública”
La enfermedad crónica afecta ya a casi cuatro de cada diez niños en España, pero la ciencia demuestra que las intervenciones basadas en la dieta mediterránea pueden revertir la dolencia.
Alberto —nombre ficticio— es un niño de 11 años que vive en Vigo. Entrena a baloncesto dos veces por semana y compite los domingos. Juega de pívot. Dice que intenta comer de todo, pero que detesta las verduras cocidas y las lentejas. Confiesa que su comida favorita es la fideuá que hace su madre, pero que por el trabajo no siempre tiene tiempo para preparársela. De merienda en el colegio a veces lleva una manzana o un plátano, pero a él le gustan más las galletas de chocolate, que ya van empaquetadas “y nunca se esmagan [aplastan] en la mochila”. Cerca de su casa casi toda la oferta de restaurantes son de comida rápida, sean multinacionales o bares del barrio. El joven padece una enfermedad que afecta ya a más de uno de cada tres menores en España: la obesidad infantil.
La suya es la tercera enfermedad crónica que más sufren los más pequeños, detrás del asma y del TDAH, según un estudio de la Asociación Española de Pediatría. Pero el problema es cada vez peor: en los últimos 20 años ha aumentado un 8,3%. La obesidad infantil es la epidemia que persigue a los menores en España, el país con los datos más preocupantes junto a Grecia e Italia de toda Europa, según alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Padecerla incrementa las posibilidades de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, la hipertensión y problemas respiratorios. Pero la obesidad infantil y el sobrepeso influyen más allá del peso y del bienestar físico. Daña también el bienestar emocional. “Los niños con sobrepeso son más propensos a sufrir de baja autoestima, aislamiento social y acoso escolar, lo que puede agravar aún más su salud mental”, alerta la investigadora Joima Panisello, especialista en medicina Interna y Presidenta de la Fundación para el Fomento de la Salud Cofounder & coCEO de DigimEvo.
Comer una ensalada con verduras de temporada o una pizza precocinada. Detrás de esta elección, mantenida en el tiempo, podría haber una mayor probabilidad de sufrir obesidad. Pero no es tan fácil y sería injusto reducir una enfermedad a una decisión. La obesidad, avisan los expertos consultados, es de causa multifactorial. Por ejemplo, ser de clase baja y no tener la capacidad económica ni el tiempo para preparar recetas con alimentos frescos es una de sus causas. A más pobreza, más posibilidades hay de sufrirla.
También afectan los hábitos: los jóvenes hacen menos ejercicio físico, sseis horas de pantallas frente a 46 minutos de actividades deportivas, argumenta la Fundación Gasol. Solo el 36,4% de los niños y adolescentes cumple con las recomendaciones de la OMS de realizar al menos 60 minutos de actividad física al día.
La falta y calidad del sueño, ciertos medicamentos, la salud mental y la propia alimentación son solo otras causas de la enfermedad. “Aunque los factores conductuales tienen un rol bastante relevante, responsabilizar al 100% a una persona de tener obesidad [en este caso a un niño o adolescente], carece de ningún sentido”, detalla José Francisco López-Gil, nutricionista e investigador en obesidad en la Universidad de las Américas. “Uno no elige su clase social, la educación de su familia o su ADN”. Conclusión: uno no escoge padecer una enfermedad crónica y responsabilizar a la persona perjudicada es un error.
La obesidad infantil es un problema de salud pública a nivel mundial. Así lo determinan diferentes asociaciones y grupos investigadores. En 2022, el Gobierno presentó el Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil, con más de 200 medidas, pero el Ministerio de Sanidad pidió hace unos meses un “enfoque general y coordinado”. Sin embargo, la ciencia está avanzando para conseguir soluciones al problema.
Puede parecer obvio, pero nunca se había demostrado científicamente en niños: la dieta mediterránea sirve como tratamiento para la obesidad en menores de edad. Precisamente, López-Gil, ha demostrado en un estudio pionero que comer más legumbres, frutas y verduras y reducir las carnes rojas y alimentos ultraprocesados sirve para atender a los pacientes de obesidad infantil. El mismo investigador ya había demostrado que esta forma de alimentarse reduce la prevalencia de obesidad infantil, ahora ha podido determinar que este patrón alimentario sirve para revertir la propia enfermedad.
En la investigación que lidera ha agrupado las evidencias científicas existentes en cuanto a intervenciones con la dieta mediterránea en menores en países de todo el mundo. “Los beneficios no son siempre significativos, pero sí que vemos que son siempre positivos”, declara López-Gil en llamada telefónica. Se mejora la salud cardiometabólica de los niños. Pero la clave no está en dejar de consumir alimentos o en hacer déficit calórico, sino de equilibrar: “No se deben hacer restricciones calóricas en los niños. Están en edad de crecimiento. Se trata de priorizar las legumbres y verduras a otros alimentos menos nutritivos. Hay que dejar menos espacio a los alimentos ultraprocesados en nuestra dieta”. Y los beneficios van más allá de revertir la obesidad: “Mejora la salud cardiometabólica, el hígado graso no alcohólico y hay asociaciones que indican que mejora el asma, aunque aun no es tan rotundo”.
La dieta mediterránea “promueve un balance energético más saludable y contribuye a la prevención de enfermedades metabólicas en la infancia”, responde Panisello, preguntada en específico sobre esta forma de comer. Y destaca que tiene un alto contenido de fibra y nutrientes esenciales, reduce el consumo de los ultraprocesados, contiene grasas saludables —como el aceite de oliva y frutos secos—, equilibra los carbohidratos y proteínas y promueve hábitos alimenticios sostenibles también con el medio ambiente.
Esto recuerda a lo que defendió el ya ex ministro de Consumo Alberto Garzón de comer menos carne y que fue desautorizado por Sánchez. “Te guste más o menos su color político lo que dijo está científicamente demostrado”, aclara López-Gil al respecto. “Comer menos carne y ultraprocesados para estar más sano no es un posicionamiento político, es un posicionamiento científico”, añade.
Paradójicamente, en España, Grecia e Italia las tasas de obesidad infantil son las más altas de Europa, pero a ser los países más mediterráneos. “Solo dos de cada 10 niños cumplen con esta dieta”, alerta López-Gil. Pero esto responde también al nivel socioeconómico: “El patrón de alimentación es a consumir cada vez más ultraprocesados. Si los padres tienen estrés laboral, es más fácil preparar algo precocinado que un plato elaborado”. “Y la industria alimenticia se aprovecha mucho de estas necesidades”, subraya. En este sentido, destaca la publicidad agresiva de los productos ultraprocesados dirigida hacia los niños, como los colores llamativos o dibujos animados en los paquetes.
Identificar los alimentos saludables
Si quien lee este reportaje quiere saber identificar alimentos más o menos saludables, el investigador acerca ciertas claves. “Hay que priorizar los alimentos frescos, pero no todos los alimentos procesados son malos”, explica. De tres a cinco ingredientes puede ser un buen alimento procesado. “Por ejemplo, los garbanzos de bote o las verduras congeladas tienen algo de procesamiento pero siguen siendo una opción saludable y más rápida que hacerlos en casa”, detalla. Y las alertas encendidas: “Ante el glutamato monosódico y otros potenciadores del sabor. Generan alteraciones que causan que no puedas dejar de comer el alimento”.
Entonces, ¿deberían los comedores escolares cambiar sus menús? “No tenemos información de todos los comedores en España, habría que verlo, pero tampoco podemos recargar la responsabilidad solo en los colegios. En casa también se come”, responde el investigador. En este sentido, destaca que hay que mejorar la información y educación hacia las familias y “gestionar mejor” la publicidad de la industria alimentaria. “La promoción de hábitos saludables, tanto en el hogar como en la escuela, será crucial para revertir esta tendencia y garantizar que los niños y adolescentes tengan un futuro más saludable”, opina en esta línea Panisello. Minimizar el consumo de ultraprocesados ya es un mensaje de salud pública.
Tampoco hay momentos mejores o peores para comer. “La dieta debe adaptarse a cada persona”, establece López-Gil. “La dieta mediterránea sirve para establecer unas bases alimentarias saludables, pero no debe haber una dicotomía de “alimentos buenos” o “alimentos malos”, resalta. “Hay a gente que le sienta mejor desayunar más cantidad de comida que la del mediodía y están bien ambas”, decreta. Y también subraya aquí la importancia de la salud mental: “Si un día te comes un dónut no pasa nada. Lo importante es tener la información al respecto y saber que no tiene que ser la base de tu alimentación”.
La paradoja de la dieta mediterránea
Las dietas que la ciencia prueba que son saludables es algo que la industria alimentaria sabe aprovechar. Muchas galletas tienen el nombre “digestive” o “integral” para parecer más saludables y así venderse más fácil, aunque tengan mayor cantidad de azúcar de las recomendada. Con la dieta mediterránea pasa igual. Por ejemplo, existen marcas de ginebra que tienen un modelo mediterráneo, resaltando sus cualidades mediterráneas en la descripción del producto. “Intentan subirse al carro de los beneficios de esta dieta, pero no todo vale. Hay publicidad engañosa, no se pueden agregar beneficios saludables a algo que no lo tiene”, opina el experto.
López-Gil es consciente de que la dieta mediterránea genera ciertas polémicas. Una de ellas es que incluye el vino en sus alimentos definitorios, algo que según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), si una dieta incluye más de un 1,2% de alcohol en su composición, no puede ser sana. En el PREDIMED; el instrumento de adhesión a la dieta mediterránea se incluye el vino. No tomarlo resta puntos a una mayor adherencia. “Creo que está mal planteado. No creo que beber alcohol sea bueno en ninguna dieta”, se posiciona López-Gil. Sin embargo, al ser su estudio enfocado en niños, “ya se establece que en menores la ingesta de alcohol debe ser del 0%, por lo que en las intervenciones analizadas ni se plantea ”, defiende. La idea para estar más sanos es la misma para todos: comer más fresco, con menos procesos industriales y no beber alcohol.
La exposición fotográfica ‘Literatura e imagen de la obesidad’ promueve hábitos saludables
Es una actividad organizada por el Ayuntamiento de León en colaboración con la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, que se desarrollará en el Palacio del Conde Luna del 4 al 17 de noviembre
El Ayuntamiento de León, a través de la Concejalía de Desarrollo Urbano y el área de Salubridad, con la colaboración de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), pone en marcha una iniciativa contra la obesidad que se desarrollará del 4 al 17 de noviembre en el Palacio del Conde Luna. Bajo el título ‘Literatura e imagen de la obesidad. Reflexión para el cambio’, una exposición fotográfica con las imagenes ganadoras de los Premios Baros de los últimos 11 años persigue promover estilos de vida saludables entre los escolares y la población en general que contribuyan a reducir las altas y preocupantes tasas de obesidad.
Como dato de referencia, la obesidad es una enfermedad crónica que afecta en España a una de cada cinco personas adultas y a uno de cada diez niños y adolescentes. Es un factor de riesgo fundamental para todas las enfermedades cardiovasculares y también para al menos 13 tipos de cánceres. Afecta a la calidad de vida de quien la padece, además del estigma social que conlleva.
La exposición fotográfica en el Palacio del Conde Luna es el eje de esta iniciativa, una muestra con visitas guiadas por dietistas y nutricionistas que estará abierta de lunes a viernes de 10:00 a 14:00 horas para grupos escolares y de 16:00 a 20:00 horas para el público general.
La inauguración de la exposición tendrá lugar el lunes 4 de noviembre con una conferencia y mesa redonda. A las 19:15 horas está prevista la conferencia ‘¿Es la obesidad el estigma del siglo XXI?’, a cargo de Javier Salvador Rodríguez, profesor titular emérito de Endocrinología y Nutrición de la Universidad de Navarra.
Posteriormente, a las 20:00 horas, se celebrará una mesa redonda sobre ‘Obesidad como enfermedad e impacto en la salud de la población’, que contará con la participación del presidente de la SEEN, Ignacio Bernabéu Morón; el concejal de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de León, Luis Miguel García Copete; las coordinadoras de las áreas de Nutrición y Obesidad de la SEEN, María Ballesteros e Irene Bretón, respectivamente; el coordinador de los Premios Baros de literatura y fotografía, Albert Lecube; y la responsable del Servicio de Comercio, Consumo, Salubridad y Mercado del Ayuntamiento de León, María Rosario Martínez de Paz.
El Ayuntamiento de León se adhirió en 2021 al ‘Manifiesto Alianza Ciudades Contra la Obesidad’, promovido por la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, con el objetivo de motivar la aparición de propuestas que colaboren en la reducción de la tasa de obesidad y de las enfermedades con ellas se asocian, especialmente la diabetes mellitus tipo 2.
En esta línea, el Ayuntamiento de León tiene el compromiso de potenciar el conocimiento y atención de las causas y consecuencias de la obesidad, la educación alimentaria y la práctica de actividad física.
Quirónsalud aprecia clave prevenir la obesidad infantil en las primeras etapas para revertir el 36% en menores
El jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, especialista en endocrinología infantil, Rafael Espino, subraya que los niños obesos presentan mayor riesgo de ser adultos obesos, con peor pronóstico, mayor riesgo cardiovascular y diabetes tipo 2, «y más rebeldes al tratamiento».
«No todas las obesidades son iguales», remarca el doctor Espino, quien especifica que «la más común», con diferencia, es la obesidad exógena, descrita por él como aquella tipología en la que se consumen más calorías de las que se gastan, teniendo como principales componentes los malos hábitos y el sedentarismo. Así, «la acumulación excesiva de grasa puede comenzar desde etapas tempranas de la vida y mostrar tendencia a persistir en la vida adulta».
En opinión del facultativo, «detectar a tiempo el exceso de peso es crucial para instaurar todas las medidas a nuestro alcance y poder revertir el problema en sus etapas iniciales». De esta forma, el pediatra precisa que lo primero es concienciar a las familias de la importancia de una alimentación de lo más variada posible, evitando así los principales errores nutricionales que se detectan en las consultas pediátricas.
Entre esos errores está el desayuno de bajo contenido calórico, a mejor desayuno, mejor rendimiento escolar, el elevado consumo de bebidas azucaradas son de escaso valor nutricional y anulan el apetito, así como el exceso de bollería industrial, chucherías, frituras, charcutería, salsas y productos ultraprocesados en general.
Asimismo, Espino expone que las familias deben de tener «mucho cuidado» con todo lo que se identifica como «comida de niños», dado que, según el pediatra, esto productos suelen tener una enorme carga energética y pobre valor nutricional. Además, el doctor insiste en una alimentación variada con verduras y fruta a diario, procurando tomar productos frescos y de proximidad.
Evitar los excesos y no tomar lo innecesario es el hábito esencial para prevenir la obesidad. Las dietas restrictivas, estrictas y desequilibradas no deben emplearse en la infancia.
Obesidad infantil e inseguridad alimentaria: una cuestión de justicia social
Las condiciones socioeconómicas son cruciales para asegurar una alimentación completa y un desarrollo adecuado en los más pequeños.
Hace unos días se publicaron los resultados del estudio ALADINO (Alimentación, Actividad física, Desarrollo infantil y Obesidad) que elabora el Ministerio De Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 de España, con la agencia AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición).
El estudio ALADINO comenzó en 2011 como parte de la iniciativa de Vigilancia de la Obesidad Infantil (COSI), impulsada por la oficina europea de la OMS (Organización Mundial de la Salud), en el marco de una estrategia para frenar la obesidad. Su objetivo es conocer la prevalencia de sobrepeso y obesidad en escolares de entre 6 y 9 años, analizar la evolución de los indicadores y cómo estos se asocian con factores socioeconómicos vinculados al entorno escolar y familiar.
Este año, los datos han bajado 4,5 puntos con respecto a 2019, cuando la tasa de obesidad era del 40,6%. En 2023 ha descendido al 36,1%. En detalle, se ha logrado una reducción del 3,1% en sobrepeso y del 1,4% en obesidad entre los niños y niñas de 6 a 9 años. Sin embargo, en los entornos más vulnerables, la tasa apenas ha cambiado, y son las familias con ingresos menores a los 18.000 € brutos anuales las más afectadas.
La realidad es que la tasa de sobrepeso y obesidad en esta franja de edad es el doble en las familias de menor renta (23,6%), en comparación con las familias con mayores ingresos (10,9%).
Las niñas y niños de familias con menos recursos económicos participan dos horas menos en actividades extraescolares (64,2%) frente a los escolares de familias más adineradas (88,1%). Esto también se traduce en un mayor sedentarismo, ya que los niños de hogares menos favorecidos tienden a pasar más tiempo frente a pantallas. Un 30% de los niños de estas familias se exponen a más de dos horas diarias de pantalla, mientras que en las familias de menores ingresos esta cifra asciende al 41%.
Los alimentos de primera necesidad han experimentado una subida constante, con un incremento del 21% en la cesta de la compra entre 2023 y 2024. Productos básicos como el aceite de oliva han subido hasta un 70%. Según la OCU, esta es la mayor subida en 34 años, afectado también a productos como lácteos, pastas, pollo y arroz. Basta con pasearse por el mercado para notar que los precios de frutas y verduras están fuera del alcance de muchas familias. Según el estudio ALADINO, solo el 45,3% de los pequeños en situaciones económicas desfavorables consumen una fruta diariamente, y el consumo de verduras cae a la mitad, con apenas un 23,8% ingiriéndolas a diario. Las niñas y niños deben consumir al menos dos raciones de verduras y frutas al día, algo que parece inalcanzable para muchas familias menos afortunadas.
Otro punto preocupante que resalta el estudio es el desayuno. En las familias con menos recursos, muchos escolares solo toman una bebida antes de ir al colegio.
Según un estudio publicado por Cruz Roja en junio de 2024, en colaboración con la Universidad Carlos III, tan solo el 32% de las familias preparan comidas con alimentos frescos al diario, y un 80,5% prioriza alimentos menos nutritivos, pero más baratos.
La elección de alimentos de menor calidad nutricional no se debe tanto al desconocimiento, sino a la necesidad de estirar los recursos para alimentar a la familia durante más días. Lamentablemente, esta situación es cada vez más común. No es que las familias no deseen dar una alimentación más saludable a sus hijas e hijos, sino que, económicamente, no pueden permitírselo.
La inseguridad alimentaria afecta a 6 millones de personas (un 13,3% de la población), siendo las mujeres las más afectadas, ya que suelen privarse de alimentos en favor de sus familias. La FAO define la inseguridad alimentaria como la situación en la que una persona carece de acceso regular a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos para llevar una vida activa y saludable. Esta puede deberse a la falta de recursos.
No es sorprendente, porque las y los trabajadores españoles ganamos seis euros menos por hora trabajada que la media europea, a pesar de la reciente aprobación de la subida del SMI (Salario Mínimo Interprofesional). El coste de la vivienda representa entre el 40% y el 60% del salario, dejando poco para otros gastos, que a menudo se destinan a pagar suministros. Lo que queda, si queda algo, es para vivir, o más bien, para sobrevivir.
Es evidente que las condiciones socioeconómicas son cruciales para asegurar una alimentación completa y un desarrollo adecuado en los más pequeños. Por desgracia, sigue siendo cierta la afirmación: “En la salud influye más el código postal que el código genético”.
Es imprescindible que las políticas públicas se enfoquen en promover hábitos alimentarios saludables, lejos del enfoque pesocentrista, y que se garantice el acceso a alimentos nutritivos a todas las familias, independientemente de su situación económica.
Combatir la inseguridad alimentaria para que deje de afectar a los más vulnerables, las niñas y niños, no solo es una cuestión de salud pública, sino de justicia social.
FUNTE: El País, Obesidad infantil e inseguridad alimentaria: una cuestión de justicia social | Nutrir con ciencia | EL PAÍS (elpais.com)
El sobrepeso y la obesidad infantil bajan en España, pero crece la brecha entre familias ricas y pobres
El estudio Aladino, del Ministerio de Derechos Sociales, muestra que los escolares españoles de seis a nueve años mejoran ligeramente sus datos de peso excesivo, salvo aquellos de hogares más vulnerables.
La obesidad infantil es, cada vez más, una cuestión de clase social. Los escolares españoles de seis a nueve años mejoran ligeramente sus datos de peso respecto a los de hace cuatro años; sin embargo, la brecha no deja de aumentar entre niños de familias de rentas altas y aquellos con menos dinero. Así lo muestran los datos preliminares del estudio Aladino 2023 que elabora el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 y que se han presentado este miércoles. Uno de los factores que más influyen es el de la publicidad: los niños de familias pobres ven el doble de anuncios de alimentos insanos que los de ricas. El Gobierno tiene preparado un decreto para regular esta publicidad desde 2021, pero ha sido incapaz de aprobarlo por tensiones entre ministerios.
El estudio divide a las familias en tres grupos: con rentas familiares inferiores a 18.000 euros, de 18.000 a 30.000, y por encima de esta última cifra. Así, la prevalencia de la obesidad —el peso más problemático— en los pequeños en los hogares más ricos ha pasado del 11,9% en 2019 —anterior edición— al 10,9% en 2023; en el mismo periodo, ese peso problemático ha pasado del 23,2% al 23,6% en los hogares más pobres. La brecha, por tanto, pasa de 11,3 puntos a 12,7.
El ministerio se muestra alarmado por este problema. “El determinante de la renta es uno de los principales riesgos para situaciones de sobrepeso, por la diferencia de hábitos que se producen entre familias de distinta renta: en familias de menor renta se registra con menos frecuencia el consumo diario de frutas y verduras; se tienden con mayor frecuencia a un desayuno incompleto y suelen consumir más refrescos con azúcar”, ha apuntado Andrés Barragán, secretario general de Consumo y Juego del ministerio.
Cristina Recuero, secretaria del Observatorio de la Nutrición y de Estudio de la Obesidad de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), ha destacado que se trata de la primera ronda de este estudio que se realiza tras la pandemia del covid, si bien todavía no se han analizado los datos que han impulsado la mejora a nivel general. En cualquier caso, es fundamental seguir haciendo estos estudios: “El sobrepeso y la obesidad infantil suponen un grave problema de salud pública, porque generan problemas a lo largo de toda la vida”, entre ellos diabetes, cardiovasculares y muchos más.
Peores hábitos alimentarios
La experta ha incidido en que los niños que crecen en hogares de rentas bajas tienen, en general, peores hábitos alimentarios y de actividad física, lo que redunda en problemas de peso: “Por ejemplo, el 7,8% de niños en familias con menos renta toman refrescos con azúcar más de tres días a la semana, mientras que en los de mayor renta son un 0,9%; un 41,4% de los primeros ve pantallas más de dos horas al día, mientras que en el otro extremo son solo el 22%; en cuanto a ejercicio físico, hay 20 puntos de diferencia entre menor y mayor renta”.
Diferentes estudios han constatado que los niños españoles reciben al menos 4.000 impactos publicitarios de alimentos insanos al año, que les incitan a comer ultraprocesados y les dificultan aprender a alimentarse de forma saludable. Los niños cuyas familias tienen rentas bajas ven el doble de anuncios de productos no saludables que los de más nivel adquisitivo, y eso se traduce en unas mayores tasas de obesidad. El Gobierno sigue sin aprobar el decreto para regular esta publicidad, preparado desde 2021 y que Agricultura frenó durante la pasada legislatura. “La legislación vigente basada en la autorregulación de la industria alimentaria se ha demostrado insuficiente”, ha señalado este miércoles Bustinduy.
El ministro ha reiterado que hacen falta “nuevas medidas” para mejorar la alimentación de los escolares, y en este sentido ha reiterado que su departamento está preparando un decreto para regular los comedores escolares, adelantado por EL PAÍS: “Menos de la mitad de los niños comen fruta a diario, y menos de una cuarta parte comen verdura a diario. El comedor escolar debe jugar un papel fundamental para educar en una dieta sana y equilibrada, deben ser espacios de igualdad de oportunidad. Por eso estamos tramitando el decreto de comedores saludables y sostenibles, que busca que al menos cinco comidas a la semana sean saludables y sostenibles”.