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Esta es la cadena de pizza artesanal que se ha vuelto a convertir en la mejor del mundo
Por segundo año consecutivo, Grosso Napoletano se ha alzado como la Mejor Cadena de Pizza Artesanal del Mundo, un título otorgado por la prestigiosa guía 50 Top Pizza, que reúne a los mejores establecimientos dedicados a este icónico platillo. El reconocimiento, anunciado en una ceremonia celebrada en Londres, consolida a esta cadena española como un referente indiscutible en la gastronomía internacional.
Desde su fundación en 2017, Grosso Napoletano ha apostado por la autenticidad y la excelencia. En su primer local, ubicado en la calle Hermosilla de Madrid, se sentaron las bases de lo que hoy es una marca reconocida mundialmente. Cuatro pilares han definido su éxito:
1. Hornos de leña traídos de Nápoles: Construidos con piedra refractaria, garantizan la cocción perfecta de la masa.
2. Masa artesanal: Elaborada siguiendo los preceptos de la tradición napolitana.
3. Ingredientes italianos: De alta calidad, importados directamente desde su país de origen.
4. Maestría de los pizzaioli: Reconocidos como Patrimonio Intangible de la Humanidad por la UNESCO en 2017.
En menos de ocho años, Grosso Napoletano ha crecido de forma vertiginosa. Con 50 locales en España, distribuidos en 25 localidades y 11 comunidades autónomas, y más de 2 millones de pizzas vendidas en 2024, esta cadena ha demostrado que la calidad y la tradición pueden ser los motores de un modelo de negocio exitoso.
El ranking 50 Top Pizza destaca no solo la autenticidad de sus productos, sino también su capacidad de llevar la esencia de la pizza napolitana fuera de Italia, consolidándose como una marca visionaria y comprometida con sus raíces. Grosso Napoletano no es únicamente un negocio de restauración; es una experiencia que rinde homenaje a la cultura italiana.
Para los amantes de la pizza artesanal, Grosso Napoletano no es solo una recomendación; es una parada obligatoria. En un mundo donde la globalización a menudo diluye las tradiciones culinarias, esta cadena española demuestra que el respeto por la herencia gastronómica puede ser la clave para conquistar corazones – y estómagos – a nivel global.
¿Pizza milenaria? Descubre qué es lo que realmente se comía en Pompeya
Los manjares que se comen aquí fueron conservados en una nube de ceniza del Vesubio, lo que convierte a Pompeya en «un unicornio en el mundo de la arqueología».
Cuando los arqueólogos de Pompeya descubrieron en junio un fresco de casi 2000 años de antigüedad de lo que se ha dado en llamar una «protopizza», hubo gente que estuvo a punto de perder la cabeza. Aunque el trozo de pan plano podía tener carne, verduras o fruta por encima, le faltaba el elemento definitorio de la pizza: el tomate.
La sabrosa fruta no llegaría a Europa hasta el siglo XVI, mucho después de que el Vesubio entrara en erupción y diezmara las antiguas ciudades romanas de Pompeya y Herculano en el año 79 d.C. La pizza tal y como la conocemos no se inventaría en Nápoles hasta el siglo XVIII.
Aunque los habitantes de Pompeya no comían pizza, los arqueólogos e historiadores han reconstruido gran parte de lo que comían, como condimentos ricos en umami, lirones rellenos y un antepasado de la lasaña.
Estos descubrimientos hacen de Pompeya un yacimiento arqueológico único e importante. Aunque se calcula que la erupción del Vesubio fue 100 000 veces más potente que las bombas atómicas lanzadas sobre Japón durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad no fue quemada por la lava ni destruida. En su lugar, una gigantesca nube de gas hirviente y ceniza la envolvió casi inmediatamente, carbonizando y preservando gran parte de la materia orgánica, incluidos los alimentos, según Alessando Russo, arqueólogo del Parque Arqueológico de Pompeya.
Los habitantes de la ciudad tampoco tuvieron tiempo de evacuarla y murieron repentinamente, en menos de 15 minutos, según un estudio. En algunos de los cuerpos desenterrados se aprecian incluso expresiones faciales. Pero sus muertes repentinas han permitido a los arqueólogos conocer mejor sus tareas cotidianas, como cocinar y comer. En 1930, por ejemplo, se halló en un horno de Herculano una barra de pan perfectamente conservada, hendida con caña o cuerda para que se partiera más fácilmente.
«Por estas razones, Pompeya es unicum [único en latín] en el mundo de la arqueología», afirma Russo.
El amor de Pompeya por el umami
Uno de los alimentos más populares de Pompeya fue uno de los primeros antepasados de otro alimento muy apreciado: el umami. Esta palabra japonesa, que hace referencia al quinto sabor rico y sabroso, se manifestaba en Pompeya en una salsa o condimento a base de pescado llamada garum.
Es salada y un poco picante, y los pompeyanos, ricos y pobres, se la echaban a todo, como «antiguo ketchup», en palabras de la arqueobotánica Chiara Comegna. Trabaja para Ales, una empresa del Ministerio de Cultura italiano dedicada a la conservación del patrimonio cultural del país.
En cuanto al sabor, sin embargo, el garum es similar a la salsa de pescado tailandesa o vietnamita, según el Proyecto de Alimentos y Bebidas de Pompeya, una coalición de historiadores, arqueólogos, ingenieros y voluntarios que ayudaron a desenterrar y estudiar la comida de la ciudad desde 2001 hasta 2019.
«Imagina que tu dieta, sobre todo si eres una persona pobre, es solo sémola de maíz todos los días. ¿Qué harías para condimentar esa comida y mejorar el contenido nutricional?», dice Benedict Lowe, profesor de Historia de la Universidad de Alabama del Norte (Estados Unidos), que trabajó en el Proyecto de Alimentos y Bebidas de Pompeya. «Se añade garum. Es picante. Pero es rico en proteínas».
El garum producido en Pompeya destacaba por su calidad. Para elaborarlo, la gente fermentaba pescado (a menudo boop boop, una especie de dorada también conocida como boga) en sal y a veces otras especias durante hasta tres meses. A medida que la carne se descompone, las espinas se hunden, dejando un líquido, el garum, en la parte superior.
«Cuando se excavaban [las cubas de garum], aún se podía oler el aroma», dice Lowe, que analizó la composición química de la salsa con un colega en 2009 y descubrió su similitud con el umami. «Tengo una muestra de ella …. y cada vez que la abro, apesta la habitación porque el penetrante aroma de esta anchoa salada es espantoso»
Delicias de Pompeya
Se han descubierto pruebas carbonizadas de lo que comían los pompeyanos, pero las recetas, escritas en papiros y traducidas por monjes en la Edad Media, también ofrecen pistas, según Comegna. Una receta detallaba lo que Comegna llamó un «antepasado de la lasaña».
«Sin tomates, sólo con carne y queso ricotta, y capas de pasta», dijo Comegna. «Lasaña es el nombre moderno, aunque la idea es bastante parecida».
Otro plato (principalmente un manjar para ricos) era el lirón relleno, un ancestro más grande y carnoso de los ratones modernos. Los lirones vivos se colocaban en un glirarium, un tarro de cerámica con tapa y perforaciones que les permitían respirar. Normalmente se llenaba de frutos secos para que pudieran comer, engordar y luego ser cocinados.
«Según el libro de cocina escrito por Apicio, los lirones se rellenaban con carne de cerdo, pimienta, piñones y salsa de pescado», explica Lowe.
A pesar de las pruebas literarias de que las clases altas cenaban flamencos, ningún descubrimiento lo ha verificado todavía, dice Lowe. También advierte que no hay que tomarse la literatura de la época al pie de la letra porque en su mayor parte fue escrita por senadores y otros miembros de la clase alta, que tenían un gran interés en retratar su sociedad de la forma más positiva posible.
En 2005, los investigadores del yacimiento arqueológico recrearon muchas de las recetas de la antigua Pompeya y replantaron algunas de las frutas y verduras que comían los residentes, como higos, aceitunas, ciruelas y uvas (los pompeyanos también comerciaban con el norte de África para obtener dátiles). Los visitantes del parque podían degustar platos como el savillum, un postre favorito similar a una tarta de queso o unas natillas; melocotones con miel y jamón serrano.
Además del consumo de garum, la dieta de los pompeyanos giraba en torno al pescado. Según Lowe, en una alcantarilla de Herculano se encontraron 43 especies de espinas de pescado. Los habitantes también obtenían sus proteínas de las ovejas, el pollo, las lentejas y las judías, afirma Comegna. También eran comunes los cereales, como la avena y la cebada.
Sabores de Pompeya
La mayoría de los alimentos de Pompeya eran insípidos. Los antiguos romanos tenían sal en abundancia, pero no muchos otros sabores, por lo que comerciaban con la India para obtener especias como el cinabrio y la pimienta. De hecho, los romanos gastaban tanto dinero en especias que los indios utilizaron la moneda romana como propia durante un tiempo, afirma Lowe.
Pero sólo los ricos podían permitirse las especias. Las casas de los más ricos tenían incluso estanques de agua salada junto a sus comedores, que llenaban de peces para pescar justo antes de una comida, según Lowe. Señala que Séneca, el célebre filósofo estoico (y cordobés) de la época, escribió con cierto sarcasmo que un romano no consideraría fresco un pescado a menos que lo mataran en su plato.
Según Comegna, los pompeyanos también aromatizaban el vino (y cambiaban su color) con habas. En un thermopolium, un snack o bar de vinos, extraordinariamente bien conservado y desenterrado en 2020, se encontraron habas en el fondo de las jarras de vino.
Cómo y dónde comían los pompeyanos
Los puestos de termopolios eran esencialmente los locales de comida rápida de antaño. Pompeya cuenta con aproximadamente 80 de estos mostradores, donde los residentes, principalmente trabajadores, se detenían para tomar un pequeño almuerzo caliente o para comprar víveres para la cena, explica Lowe.
Además de vino, hay pruebas de que servían caracoles, patos, cerdos, cabras y pescado en recipientes incrustados en el mostrador.
Dado que no se han encontrado utensilios en Pompeya, Lowe afirma que probablemente comían con los dedos. Los bocados pequeños también eran más cómodos, ya que los pompeyanos comían tumbados en sofás, que se han encontrado en varias casas de la ciudad. Sin embargo, los pompeyanos tenían una vajilla impresionante, como cuencos de terracota y jarras de cristal de colores.
Nadie desayunaba, salvo algún que otro emperador glotón, y el almuerzo solía ser escaso. Los pompeyanos, especialmente los ricos, guardaban todo su espacio para la cena. Las mujeres cenaban modestamente con sus familias. Pero los hombres, sobre todo los ricos, celebraban ostentosas cenas, que empezaban sobre las tres o las cuatro de la tarde y a veces duraban hasta altas horas de la madrugada.
«Si querías ser moralmente recto, terminabas al anochecer o a primera hora de la noche», dice Lowe. «Comes y comes [durante] 10 platos, y comes hasta que te pones enfermo. Te provocas el vómito y luego sigues comiendo».
FUENTE: https://www.nationalgeographic.es/historia/2023/08/pizza-milenaria-que-comia-pompeya-antigua-roma