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Casín, el queso centenario de Asturias que no se olvida
El casín, que solo producen tres pequeñas queserías de Asturias, es una de las joyas gastronómicas de nuestro país, aunque apenas se conoce fuera del Principado.
El casín toma su nombre del lugar: el concejo de Caso, que también presta gentilicio a la raza Asturiana de la Montaña, o vaca casina, de poca leche pero muy sabrosa gracias a los formidables pastos donde se alimenta. Existen referencias documentales del casín desde el siglo XIV, llamado entonces queso assadero, y la leyenda sostiene que “en el año 713, los casinos regalaron al rey don Pelayo, después de la batalla de Covadonga, un queso tan grande que hubo de ser transportado en un carro del país”.
“Este queso fue pensado para que durase todo el año”, cuenta Fran Cueria, un delineante de 44 años que montó la quesería La Corte en 2014 para capear la crisis. Se elabora con leche cruda, cuya cuajada se desuera primero en unos paños llamados “fardelas”. Luego, la cuajada se amasa varias veces, secándola sucesivamente y rompiendo la grasa, pero sin prensarla. Tras el primer amasado, a la cuajada se le da forma de pirámide truncada, lo que se conoce como “el gorollo”, que a su vez se vuelve a amasar.
Con los amasados -actualmente, dos-, el queso pierde todo el líquido y se compacta con la fuerza de una muralla. No necesita molde, no tiene corteza, madura dos meses y pasado este tiempo, al cortarlo, se rompe en lascas que se desmigan, con un sabor fuerte, astringente y picante. Se comercializa en piezas de 250 gramos envasadas al vacío, aunque también se preparan más grandes para clientes especiales.
Cada una de las tres queserías (Redes, La Corte y Ca Llechi) utiliza un sello para marcar la base y diferenciarse, manteniendo una tradición similar a la de los panes que se llevaban a los hornos comunales.
Fuente: https://elpais.com/gastronomia/el comidista/2022/02/16/articulo/1645026523_029592.html
Casa Orzáez, la tienda sevillana que apuesta por la alimentación viva
El negocio familiar apuesta por el producto natural: de la mantequilla al queso y de los vinos naturales a las conservas, el pan y la repostería
Todo en Casa Orzáez rezuma sintonía. Una coherencia que se materializa en las tostadas de queso afinado con calabaza o en una tabla de mantequillas con encurtidos de temporada, acompañada por un vino natural —que se pueden degustar como desayuno o en el aperitivo—, pero que radica en los productores de esas materias primas, que cultivan de manera sostenible y pastorean en extensivo, y en su elaboración artesanal, en muchos casos a través de la fermentación natural. “Nosotros nos definimos como un espacio de alimentación viva, no solo por el tipo de producto que ofrecemos, sino por la cadena de vida que hay detrás. Las familias pueden dedicarse a lo que les gusta, gracias a los bichitos que intervienen en el proceso de fermentación. Todo forma parte de un ciclo y que el cliente pueda percibir eso, que se sienta partícipe, no solo como productor, sino como consumidor de esa cadena es lo que nos llena de orgullo”. Así resume Pablo Ortiz la filosofía que impera en este espacio culinario abierto en la calle Betis, una de las arterias que vertebra el barrio de Triana, en Sevilla.
Con este local Pablo, Eugenia y Claudia, los hijos de María Orzáez, han querido cerrar un círculo que su madre abrió en 2003 cuando lo dejó todo para formarse en la elaboración artesanal de quesos en Francia y abrir en Castilblanco de loa Arroyos (Sevilla) el taller de lácteos Mare Nostrum que, como apunta Claudia, es el alma mater del proyecto. De ahí pasaron a abrir una tienda en el Mercado de la Puerta de la Carne, en el centro de Sevilla, para vender sus quesos —todos de leche cruda y sin pasteurizar— que se fue ampliando con conservas naturales y fermentados vegetales, salsas, chucrut y caldo de hueso, hasta llegar al obrador, donde Eugenia elabora de manera artesanal repostería y panes a partir de harinas ecológicas molidas a la piedra y azúcar puro de caña. Esos fueron los pilares con los que se adentraron de lleno en el ámbito de la restauración: “Nos dimos cuenta de que en Sevilla había una necesidad de una cocina diferente”, añade Eugenia.
Han comenzado con los desayunos en los que combinan todos sus productos, los que elaboran ellos mismos y los que también promocionan, como los vinos u otros quesos, porque siguen la misma filosofía slow food con la que ellos se han criado. “Es nuestra forma de entender la alimentación, una cocina que siempre se ha hecho en casa y siempre ha sido natural”. En ese ideario también prima la transparencia, por eso el restaurante cuenta con una cocina abierta y el obrador también está a la vista de los comensales. “Queremos que aprecien que el queso que se están comiendo es otro, que el pan que se están comiendo es otro, que hasta el aceite de oliva es otro”, incide Pablo. Porque quien acuda a casa Casa Orzáez no va a encontrar un refresco normal o un batido como los que se apiñan en los lineales de un supermercado. Todo eso, como el café, el cacao o las infusiones se elaboran de manera natural bien por Pablo o por otros artesanos que siguen las consignas de sencillez y vuelta a los orígenes que guían esta apuesta gastronómica.
En su carta solo caben productos de temporada y autóctonos. Su intención es ir ampliando el menú y empezar a ofrecer comidas que luego puedan ampliarse a cenas: “Se trata de una oferta de cocina de mercado local de temporada”, indica Claudia. Una oferta culinaria que en ningún momento pierde la esencia de sus inicios: “Éramos una tienda y el objetivo es que puedas llevarte a casa lo que pruebas en la mesa, o, al menos, lo que elaboramos nosotros”, dice Claudia mostrando las neveras donde asoman quesos, yogures y sus distintas conservas de limón, ajo o cebolla.
Con su filosofía han conseguido atraer a una comunidad de clientes fiel que no han dudado en cruzar el Guadalquivir para disfrutar de la experiencia culinaria de Casa Orzáez, bien en su terraza, con una panorámica envidiable del río y la Giralda, o en su interior, diáfano y minimalista. Una extensión de esa sencillez y naturalidad que envuelve su forma de elaborar sus productos y sus recetas. “La mayor innovación es volver a los clásicos”, sentencia Pablo. “No hay nada más innovador que comer un queso con ajo fermentado”, coinciden los tres hermanos.
El queso más antiguo del mundo aparece en una tumba egipcia
En un tarro encontrado en la tumba de Ptahmes, un alto funcionario que vivió en Egipto hace 3.200 años en la época del faraón Ramsés II, se han hallado restos de una masa blanquecina solidificada. Los científicos la han analizado y han descubierto que se trata de queso fabricado con leche de vaca y oveja o cabra. Además estaba contaminado con la bacteria de la brucelosis.
Arqueólogos egipcios y químicos italianos han localizado restos del queso más antiguo datado hasta ahora, con una edad aproximada de 3.200 años. El estudio se acaba de publicar en la revista Analytical Chemistry.
Las muestras se han recogido en la tumba de Ptahmes, alcalde de Menfis en Egipto durante los reinados de Seti I y su sucesor Ramsés II en el siglo XIII a. C. Este sepulcro lo localizaron inicialmente cazadores de tesoros en 1885, pero quedó olvidado bajo las arenas del desierto. En 2010 fue redescubierto por un equipo de arqueólogos de la Universidad del Cairo, y años más tarde encontraron frascos rotos en su interior.
Uno de estos tarros contenía una sustancia blanquecina solidificada, además de una tela de lienzo que seguramente sirvió para taparla. Químicos de la Universidad de Catania (Italia), dirigido por el investigador Enrico Greco, decidieron entonces analizar la sustancia para determinar su identidad.
Después de disolver la muestra, los científicos purificaron sus componentes proteicos y los examinaron con técnicas de cromatografía líquida y espectrometría de masas. Los péptidos detectados revelaron que se trataba de un producto lácteo elaborado con leche de vaca mezclada con otra de oveja o de cabra.
Las características del tejido del lienzo, apropiado para mantener sólidos y no líquidos, junto a la ausencia de otros marcadores específicos, llevaron a los investigadores a concluir que el producto lácteo analizado era un queso sólido.
Otros péptidos encontrados en la muestra indican que estaba contaminada con Brucella melitensis, la bacteria que causa la brucelosis. Esta enfermedad potencialmente mortal, caracterizada por fiebres altas y dolores, se propaga del ganado a las personas generalmente por comer productos lácteos sin pasteurizar.
Primer caso de brucelosis registrado con técnicas biomoleculares
“La brucelosis era una enfermedad ya muy extendida en el antiguo Egipto y, hasta ahora, las únicas pruebas sobre su existencia procedían de sus efectos osteoarticulares detectados en algunas momias”, comenta Greco, quien destaca que este “es el primer caso de brucelosis registrado en la era faraónica a través de pruebas biomoleculares”.
El investigador concluye que este estudio permite establecer con mayor precisión el período en el que se desarrollaron los productos lácteos en el antiguo Egipto, así como los hábitos socioeconómicos y culturales asociados.
https://www.agenciasinc.es/Noticias/El-queso-mas-antiguo-del-mundo-aparece-en-una-tumba-egipcia
El hallazgo del queso más antiguo del mundo revela una compleja relación evolutiva entre humanos y microbios
Muestras de kéfir de hace 3.600 años encontradas en China plantean nuevas hipótesis sobre el origen de la fermentación en la prehistoria como técnica para conservar alimentos.
A finales de la década de 1970, un equipo de arqueólogos se obsesionó con un conjunto de momias particulares de la cuenca de Tarim. Éstas, comenzaron a ser reconocidas como las «momias de Tarim». A medida que iba avanzando la investigación se dieron cuenta que algunas de las momias tenían una misteriosa sustancia blanca esparcida por el cuello.
Finalmente, veinte años más tarde, la científica Quiaomei Fu, paleogenetista y directora del laboratorio de ADN antiguo del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de la Academia China de Ciencias, concluyó que era queso de kéfir. Esta respuesta se pudo obtener gracias al avance de las técnicas de análisis de ADN antiguo.
Estas muestras son las más antiguas registradas. Los resultados de la investigación sugieren un nuevo origen para el kéfir y muestra una evidencia clara sobre como la evolución, la colaboración entre humanos y las bacterias probióticas han tenido siempre relación.
La autora de la revista Cell donde fueron publicados los resultados resaltó; «es una oportunidad única y valiosa». Esto se debe a que alimentos como el queso son difíciles de conservar durante miles de años, por los que el análisis de este alimento puede ayudar a los científicos a comprender mejor la dieta y la cultura prehistórica.
Para una mayor información visitar: https://elpais.com/ciencia/2024-09-25/el-hallazgo-del-queso-mas-antiguo-del-mundo-revela-una-compleja-relacion-evolutiva-entre-humanos-y-microbios.html
Estos son los quesos que debes comprar en el supermercado, según los neurólogos
El queso es uno de los lácteos más consumidos. Existen miles tipos en todo el mundo y pueden ser el elemento perfecto para un aperitivo o como acompañamiento de comidas o postre en una dieta saludable y equilibrada. En los supermercados tenemos a nuestra disposición algunos que pueden ser verdaderamente buenos para nuestra salud, según indican los neurólogos.
Consumir alimentos saludables es importante para la salud cerebral y la función cognitiva. En un momento en el que las enfermedades neuronales como el alzhéimer tienen una alta presencia en la sociedad, buscamos los alimentos perfectos para mejorar nuestra fortaleza cerebral.
Los más recomendados son el pescado con alto contenido de Omega-3 y las verduras verdes, dejando totalmente de lado los fritos y los dulces. Los quesos, por su parte, también tienen algunos tipos que son saludables.
Cómo reconocer un buen queso
Vivimos en una época en la que es común encontrar alimentos ultraprocesados en todos los supermercados, y muchas veces se hacen pasar por caseros o artesanos. Los quesos no se quedan atrás: muchos forman parte de este conjunto de productos que contienen ingredientes poco recomendados para la salud, como aditivos en forma de edulcorantes y conservantes.
Por ello, la doctora Betsy Grunch y el doctor Mill Etienne, ambos neurólogos con trayectorias reconocidas, aseguran que lo mejor que podemos hacer para elegir un queso es lo siguiente, según recoge un artículo de la revista estadounidense ‘Parade’: «Considere el queso que tenga menos grasas saturadas, lo que incluiría la mozzarella, el feta y el requesón. Los quesos envueltos individualmente y los que se usan para untar pueden contener la enzima diacetilo, que se utiliza para el sabor y pueden provocar un deterioro para la memoria y enfermedades cerebrovasculares».
Estudio japonés
El artículo asegura también, citando a los dos doctores, que las mejores opciones son los de tipo cheddar y brie al contener «ácido linoleico conjugado, que puede reducir la inflamación y mejorar la función cognitiva». Concretamente, existe también un estudio realizado en Japón que señala al cheddar y al feta como los mejores, ya que refuerzan la memoria y toda la función cognitiva.
El reconocido neurocirujano avisa también del peligro que puede tener la ingesta de según qué alimentos: «Debemos escuchar a nuestro cuerpo: si tu intestino se revuelve cuando le agregas lactosa, eso puede ser problemático para tu cerebro». Y es que, según otro estudio del centro nacional de información biotecnológica de los Estados Unidos, existe una conexión real entre el cerebro y el intestino.
¿Es bueno el queso para el cerebro?
A pesar de no existir evidencias concluyentes, la doctora Grunch confirma que hay algunos estudios que sugieren que el queso es bueno para el cerebro, aunque «otros no han encontrado evidencias». En lo único que la ciencia se pone claramente de acuerdo es que, cuanto más ultraprocesado sea el producto, peor será para la salud cerebral. Otros quesos que también contienen la propiedad saludable del ácido linoleico son el edam, el queso azul y el suizo.
Feria del Queso Artesano de Montanejos 2024, programación completa de la gran cita quesera
Los amantes del queso están de enhorabuena porque este otoño de 2024 regresa la gran cita quesera por excelencia de la Comunitat Valenciana: la IX Feria del Queso Artesano de Montanejos.
La nueva edición, que como viene siendo habitual se realizará en el centro urbano de la población castellonense del Alto Mijares, tendrá lugar del viernes 4 al domingo 6 de octubre para volver a poner en el mapa de la artesanía quesera valenciana a Montanejos.
En esta ocasión, la Feria del Queso de Montanejos 2024 contará con alrededor de 20 queserías participantes, además de estands que ofrecerán vinos, mieles, cervezas y aceites, entre otros productos gastronómicos, contando también con la participación de colaboradores como PROAVA.
También habrá actuaciones musicales en directo o el tradicional Concurso de Quesos Artesanos de la Comunitat Valenciana con sus respectivos premios y galardones.
La feria, además, contará con el Espacio Gastronómico Villa Purificación Castelló Ruta de Sabor (en concreto los días 4 y 6), donde los asistentes podrán ver a prestigiosos chefs convertir el queso, junto a otros selectos productos de la provincia de Castellón principalmente, en los protagonistas de creaciones culinarias únicas y vanguardistas.
Para todos los queseros participantes este año se ha querido contar como novedad con la presencia de casetas de maderas en el recorrido que podrán realizar los visitantes, en vez de las carpas que se emplearon en anteriores ediciones, para un mayor confort e integración con el entorno. Además, todo y mantener los actos protagonistas en años anteriores, en esta se ha querido cambiar la distribución de estos para una mayor coherencia y cohesión entre los eventos.
Por ello, el Showcooking se ha pasado el viernes a las 19:00 horas y estará a cargo de Alejandra Herrador y Emmanuel Carlucci del restaurante Atalaya de Alcossebre. Como principal novedad está el cambio de horario de la cata-concurso, que se realizará el sábado por un prestigioso jurado formado por expertos y entidades, y que contará con la presencia de la Consellera de Turismo, Nuria Montes. Una cita que se espera, como cada año, con gran expectación para saber el veredicto del jurado y así encumbrar al mejor queso de la Comunidad Valenciana 2024. Además, también se realizará la cata-maridaje el mismo día. Otro de los actos serán las jornadas de divulgación y difusión del queso y ganadería lechera.
A continuación os adjuntamos la programación oficial definitiva, pudiendo consultar las queserías y estands participantes en Participantes 2024 (feriaquesomontanejos.com). También podéis encontrar la programación en Programa Feria del Queso Artesano de Montanejos 2024.
FUENTE: https://www.valenciabonita.es/2024/09/04/feria-del-queso-de-montanejos-2024/
Cuando el queso y el cine (de Almodóvar) se encontraron
Moncedillo es una fábrica de quesos y yogures artesanos al noroeste de Segovia creada por el director de fotografía Joaquín Manchado y la productora Esther García, colaboradores ambos del director manchego y cada uno con más de 90 películas en su haber.
Entre el cine y los lácteos transcurre la vida de Joaquín Manchado y Esther García. Él es director de fotografía y operador de cámara, y entre su vasta experiencia destacan títulos como Todo sobre mi madre o Hellboy de Guillermo del Toro. Ella ha producido buena parte de la filmografía de Pedro Almodóvar y en 2018 recibió el Premio Nacional de Cinematografía. Juntos son los orgullosos padres de Moncedillo, una pequeña fábrica de quesos y yogures artesanos nacida en 2011 en el noroeste de Segovia.
Dada la temporalidad de su trabajo y las raíces de García en Cedillo de la Torre, localidad de apenas 100 habitantes donde nació, Manchado cuenta que siempre pensaron en buscar un proyecto del que pudieran vivir en el pueblo. “La familia de Esther tiene una ganadería de churras maravillosa con una evolución genética de 38 años en los que han conseguido grandes mejoras”, señala desde la vecina localidad de Campo de San Pedro, donde se sitúa su fábrica.
“Al llegar el cambio tecnológico del analógico al digital, la fotografía se sociabiliza. De forma que se multiplica la oferta de trabajadores porque existen muchas academias de cine en España. Al haber más gente los precios bajan y las personas con más experiencia de la profesión dejamos de tener interés porque tenemos otros cachés, así que soy menos atractivo”, ríe mientras relata cómo esta conjunción de hechos les empujó a iniciar su aventura artesana.
“Empezamos a hacer cursos, instruirnos y contratamos a un maestro quesero que estuvo con nosotros al principio. Pero al final esto es un sentimiento: tú abres la cámara, hueles, ves, pruebas y decides si ese es tu queso”, relata frente a sus niños: cuatro quesos de diferentes maduraciones a los que no se añaden conservantes, estabilizantes, aditivos artificiales, ni fungicidas en corteza. A los que habría que sumar una crema de queso y un yogur. “Nosotros solo pasteurizamos el yogur. El resto de productos son de leche cruda de oveja. Moldeamos, volteamos y cepillamos manualmente cada queso, pero el trabajo con cada uno es diferente”, añade Manchado sobre sus productos, que se pueden adquirir en su tienda online y en tiendas de toda España.
Por alejados que puedan parecer el cine y los quesos, estos dos oficios, y en su opinión todos, tienen la misma base: “conocimiento, desarrollo, atención y pico y pala día a día”. Manchado elabora esta afirmación diciendo: “Todo se compone de unos parámetros. En la fotografía tienes tres: la sensibilidad del soporte, la velocidad de obturación y el diafragma. Con el queso pasa lo mismo”. Y pasa a departir sobre la temperatura de la leche antes de iniciar el proceso, el cuajo, la sal o las condiciones de las cámaras de oreo y maduración.
FUENTE: https://theobjective.com/further/lifestyle/2020-01-24/moncedillo-queso-y-cine/