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La deliciosa ensalada de perdiz trufada con ceps y azafrán de Farga

En el corazón del Bajo Maestrazgo se ubica una antigua hospedaría regentada por el cocinero Sergio Escrig. Se encuentra a medio camino entre la costa de Peñíscola y la montaña de Morella, en Els Ports. Desde que cruzas el umbral de la puerta de Farga, compruebas el arraigo de la hospedaría con su tierra. Rodeado de olivos que conviven en terreno desde los romanos, el restaurante incluso ofrece la degustación de su propio aceite.

El salón de Farga está abovedado con arcos de piuedra y vigas de madera que transportan a otra época. Cuentan con reconocimientos nacionales gastronómicos. Su cocina se basa fundamentalmente en productos de temporada de la región con pequeños toques de modernidad sin dejar a un lado la tradición.

Carnes a la brasa, cordero al horno de leña, todo tipo de arroces… En Farga, la proximidad tanto al mar como a la montaña dan como resultado una amplia variedad en su carta. Incluso celebran jornadas dedicadas a las setas o a las cerezas y pueden celebrar eventos para hasta 120 personas.

Hoy te enseñamos a elaborar, paso a paso, la deliciosa ensalada de perdiz trufada con ceps y azafrán de Farga.

La ensalada de perdiz trufada con ceps y azafrán de Farga

Ingredientes

-1 perdiz

-3 patatas medianas

-2 zanahorias grandes

-80 gramos de guisantes

-60 gramos de trufa fresca

-200 gramos de boletus edulis

-1 huevo

-5 gramos de azafrán en polvo

-3 dientes de ajo

-Laurel

-Tomillo limonero

-Romero

-Sal

-Brotes de zanahoria

-Brotes de guisante

-Primero confitamos la perfiz con laurel, ajo, tomillo limonero y aceite. Las perdices deben estar cubiertas durante dos horas y media a 65 grados. Transcurrido ese tiempo las bajamos a 40 grados y aádimos la trufa y cocinamos media hora más. Finalmente, la reservamos durante 24 hroas en el mismo aceite.

-Después, cocemos las verduras hasta que estén al dente. Luego cortamos la patata en trozos regulares y hacemos lo mismo con la zanahoria.

-Ligamos una parte del aceite de confitar las perdices con el ajo confitado y el huevo hasta obtener una textura similar a la de la mayonesa. Reservamos una pequeña parte que mezclaremos con el azafrán.

-Trituramos la trufa y los ceps hasta obtener una pasta y reservamos.

-Mezclamos el aceite ligado con las verduras.

-Laminamos un boletus reservado previamente.

-Desmenuzamos las perdices.

-Para emplatar, en la base del plato dispondremos los boletus laminados como un carpaccio. Sobre él, con ayuda de un molde, añadiremos las verduras. Sobre ellas, la perdiz desmenuzada y una última capa con los ceps y la trufa triturados. Añadiremos unos puntos de nuestra salsa de azafrán y los brotes de zanahoria y guisante.

-Como toque final, Farga recomienda acompañar el plato con unas regañas negras hechas con colorante natural de carbón vegetal. Además, aconseja guardar el acite de confitar la perdiz, pues es muy aromático y sirve para dar un matiz muy sabroso a cualquier guiso.

Por último, ¡disfruta de receta con buen gusto!

Fuente: https://www.lasprovincias.es/gastronomia/recetas/deliciosa-ensalada-perdiz-trufada-ceps-azafran-farga-20241125101700-nt.html

La receta de chocolate del último libro de Oriol Balaguer que enfada a quienes intentan hacerla

El repostero catalán ha publicado recientemente ‘Oh la la Chocolat’, una obra en la que comparte, entre otras, una de sus creaciones más difíciles

Oriol Balaguer (Calafell, Tarragona, 1971) le sigue dibujando una sonrisa la palabra ‘chocolate’. Basta con mencionarlo para que, tras décadas dedicadas a un oficio que siempre ha dicho «llevar en las venas», su rictus se relaje y su lengua hable sin freno sobre este dulce y adictivo derivado del cacao. El punto de partida fue su padre, panadero y repostero, y una pasión que le llevó a ser el autor del mejor postre del mundo en 2001 –su ya icónico ocho texturas de chocolate que creó en 1995 en el extinto restaurante Talai Mar de Ferran Adrià–, mejor pastelero de España en 2008 y a ser nombrado en 2018 mejor chef dulce por la Academia Internacional de Gastronomía.

Su pasión siempre ha sido el chocolate y su más reciente libro ‘Oh la la chocolat’ (Planeta Gastro. 2024) es el compendio de todo ese hedonismo que destila trabajando este delirio dulce. El repostero ha reunido en una cuidada edición algunas de las recetas que hacen las delicias de su fiel clientela en Barcelona y en Madrid. En esta última, además de su boutique en plena Milla de Oro, Balaguer cuenta desde 2015 con La Duquesita, una pastelería emblemática de la capital que salvó del cierre recién cumplido su primer siglo de vida.

Tal y como describe en su declaración de intenciones, el libro está pensado para amateurs, para que el lector se deje «llevar por el chocolate» y para que se sumerja en el universo dulce del repostero. No obstante, plantea retos complicados al compartir algunas de las especialidades que le han labrado su fama internacional. Desde su tarta de chocolate, de la que advierte que es adictiva y «genera obsesión» hasta su panettone –bautizado como ‘El perfume’–. 

La receta más difícil de libro

Una receta que reconoce que puede «enojar» al lector. «Tenía mis dudas sobre si incluir o no esta receta en el libro […] Es de lo más completo de nuestro oficio y tienes que tener mucha experiencia y conocimiento para lograr un buen resultado», explica en estas páginas retando a quienes se atrevan con ella. «Mejor que no lo hagas, ven a comprarlo a mis tiendas», ironiza. 

https://www.abc.es/gastronomia/receta-chocolate-ultimo-libro-oriol-balaguer-enfada-20240426192117-nt.html

La ciencia de hacer mayonesa

La mayonesa casera, reina de las salsas y el unte sin fin, vive amedrentada. Sufre en silencio la tiranía de las salsas de bote, ésas que prometen menos calorías, más ligereza y en un cruel ejercicio de ironía, “estilo casero”. La alargada sombra de la salmonelosis planea sobre la mayonesa –o mahonesa, para reivindicar su origen menorquín– desde hace décadas y, empujados por el miedo, hemos descartado su elaboración casera para embobarnos con sus versiones industriales.

El fantasma de la mahonesa cortada ha colaborado también en esta especie de leyenda negra salsera. Que si no me sale bien, que si malgasto aceite y huevos, que si sabe muy fuerte o muy suave y cuarenta mil excusas más. Para conseguir una mayonesa perfecta tan sólo hay que seguir los pasos que daba tu abuela, que sin saber ni pizca de ciencia lograba el milagro de juntar en una sola crema untuosa huevos, aceite y vinagre. Si no tienes abuela o quieres entender por fin cómo funciona esta fusión molecular y por qué porras a ti se te corta siempre, aquí viene la explicación.

Igual que en el caso de la salsa holandesa o de la vinagreta, la mahonesa es también una emulsión de grasa (aceite) y agua (ácido de vinagre o limón). Para que estos dos enemigos acérrimos se den la mano hace falta un elemento emulsionante que los atraiga entre sí e impida que se repelan. En una emulsión los dos componentes principales no se disuelven entre sí, sino que conservan la incompatibilidad de sus moléculas a pesar de forma parte de un todo aparentemente unido. En una emulsión de aceite en agua como es la mahonesa, diminutas gotitas de grasa se dispersan dentro de un líquido o fase continua.

En nuestro caso, el aceite es el contenido y el agua (léase vinagre o limón) el recipiente. Las gotas de grasa, por mucho que las batas y las rompas, tienden a juntarse de nuevo entre sí, creando dos capas separadas de aceite por un lado y agua por otro. Para que se amiguen necesitamos un emulsionante, un enlace que tiene que tener algo de ambos mundos para tender una mano al aceite y otra al agua: sus moléculas son parcialmente solubles en los dos líquidos. El agente emulsionante recubre la superficie de la fase dispersa (aceite), aislándole de su enemigo mortal (agua) y todos tan contentos.

La yema de huevo es una emulsión natural, y como tal está llena de partículas emulsionantes, así que es idónea para unir la mahonesa en un matrimonio perfecto. En concreto los componentes del huevo que hacen posible esta unión son el LDL y el HDL, o lo que solemos llamar colesterol “malo” y “bueno”. Expuesta a la acción de la sal, la yema se descompone en estas partículas y en una proteína también emulsionante llamada fosvitina. Ahí tenemos el primero de los factores que puede desembocar en desastre a la hora de hacer mahonesa, no poner sal.

Para que juegue correctamente su papel, la yema de huevo tiene que estar cruda y templada. Si está cocida, sirve para espesar pero no tanto para emulsionar, porque sus proteínas están coaguladas. Si está fría, tampoco hará un buen papel porque sus moléculas se mueven lentamente y no recubren uniformemente las gotas de aceite. He aquí otro error de los gordos, causa de la mayoría de debacles mayoneseras: si guardas los huevos en la nevera es muy probable que al juntarlos con el aceite a temperatura ambiente se te corte la mezcla. Mal. Usa siempre un huevo a temperatura ambiente.

¿Pongo el huevo entero o sólo la yema?

Aunque la clara tiene escasa fuerza emulsionante, aporta un alto porcentaje de agua y proteínas viscosas que sirven de estabilizadores, así que viene bien echarla. En caso contrario, y porque a mucha gente le parece más purista la versión solo con yemas, es recomendable usar dos de éstas para sustituir a un huevo entero. En cuestión de proporciones no es tan importante la cantidad de huevo sino de vinagre o zumo de limón.

¿Aceite de oliva o de girasol?

En cuanto a las propiedades físicas de la mahonesa, da igual uno que otro, así que dejaros aconsejar por vuestro paladar. Es necesaria una cantidad importante de aceite, así que si usáis únicamente oliva puede tener un sabor fuerte.

¿Vinagre o zumo de limón?

Sus características son similares, así que del mismo modo que con el aceite, elegid el que más os guste.

¿Que hago si a pesar de todo se me corta?

Es posible que a causa de algún desastre natural o por la acción del frío de la nevera, se corte la salsa y se separe cierta cantidad de aceite. Si ocurre esto con una mahonesa ya hecha, se puede recuperar simplemente batiendo, integrando a la fuerza la fase dispersa otra vez en la continua con ayuda de la batidora. Si el cataclismo ocurre mientras la estábamos haciendo, lo mejor (y que funciona siempre) es batir un poco de la mahonesa cortada con una yema de huevo a temperatura ambiente e ir incorporando poco a poco el resto de la salsa malograda.

https://elpais.com/gastronomia/recetas/2016/06/30/receta/1467272904_066484.html