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La peor fruta para la diabetes (y alternativas recomendadas)

Probablemente, has leído o escuchado alguna vez que existen frutas prohibidas para las personas diabéticas. Pero esta afirmación no es del todo correcta.

Es cierto que hay una relación entre el consumo de algunos alimentos y los valores de glucosa en sangre y alguna fruta se debería tomar con moderación. No obstante, la fruta aporta muchos beneficios para la salud y no debería faltar en la dieta para diabetes. 

Aquí algunos ejemplos de las que se pueden clasificar como las peores frutas para diabéticos por su alto contenido en azúcar.

  • Caqui: es una fruta muy dulce que puede aumentar los valores de azúcar en sangre rápidamente.
  • Higos: es otra opción rica en azúcares naturales que pueden representar un riesgo para una persona con diabetes cuando se toma sin control.
  • Plátano: esta fruta rica en nutrientes contiene un alto porcentaje de carbohidratos y su contenido en azúcar aumenta a medida que madura, por lo que debería tomarse con moderación si se padece diabetes.
  • Uvas: es una de las frutas que se recomienda tomar con moderación porque contiene mucha azúcar y puede aumentar rápidamente los valores de glucosa en sangre.
  • Fruta deshidratada: hay que tener en cuenta que el proceso de deshidratación aumenta la concentración de azúcar, por lo que hay que aprender a gestionar bien el consumo de este tipo de fruta en la dieta. Además, es clave optar por fruta deshidratada sin azúcar añadida, elegir fruta deshidratada como fresas, ciruelas, peras y otras frutas con menor contenido en azúcar natural. Combinar el consumo de la fruta deshidratada con alimentos de bajo índice glucémico también ayuda a evitar picos de azúcar en sangre. 
  • Fruta en almíbar: la fruta enlatada es menos recomendada porque suele contener azúcares añadidos y otros aditivos y conservantes.

En definitiva, la fruta no es un alimento prohibido en la dieta para la diabetes. Eso sí, hay que saber que existen frutas más o menos convenientes y aprender a gestionar su consumo para reducir al máximo el riesgo de picos de glucosa en sangre.

Fuente: https://www.fiatc.es/blog/post/la-peor-fruta-para-los-diabeticos-

¿Es verdad que el picante adelgaza?

No, no es una leyenda urbana. Estas son las razones por las que el picante puede ayudarnos a controlar nuestro peso.

Lo de que el picante adelgaza es la típica historia que se escucha por ahí sin que nadie sepa muy bien cuánto hay de verdad y cuánto de leyenda urbana tras esa afirmación.

Para sacarnos de dudas, nada mejor que recurrir a María Amaro, una de las especialista en nutrición ‘de cabecera’ de ZEN. «Eso de que el picante aumenta el metabolismo hay que desmitificarlo un poco, pero sí que es cierto que puede aportarnos beneficios muy concretos a la hora de controlar nuestro peso«, arranca.

La clave, señala esta especialista, radica en un compuesto químico que contienen los alimentos picantes: «La capsaicina es un alcaloide natural que hay en los chiles, tanto en el jalapeño o la cayena como en el habanero. Entre sus múltiples cualidades, la capsaicina ayuda a reducir la producción de grelina, conocida como la hormona del hambre, incrementando la sensación de saciedad, tal y como se ha podido constatar en diversas investigaciones».

Si utilizamos el picante en lugar de la sal, «encontraremos en la capsaicina un gran aliado para disminuir la retención de líquidos» y, lo que es igual o más interesante, «conseguiremos un aumento de la temperatura corporal que va a favorecer un mayor gasto energético».

Y eso, ¿por qué ocurre? Básicamente, relata Amaro, «sucede porque la capsaicina potencia la termogénesis, es decir, hace que nuestro cuerpo tenga que quemar más calorías para digerir el mismo alimento que si no llevara a picante. Para ser más exactos, se estima que añadir picante a nuestros platos puede ayudarnos a quemar unas 50 calorías adicionales más» .

La capsaicina es «una molécula que estimula los receptores del dolor y, entre sus beneficios, destacan su efecto analgésico, anticancerígeno, antiinflamatorio y antioxidante«.

Analgésico y antidepresivo natural, «fomenta la liberación de endorfinas y dopamina para mitigar esa sensación de picor que se produce al ingerirla, de ahí que muchas personas experimenten esa sensación de bienestar al tomarlos».

Es decir que, tras esa pasión por el picante, hay ‘truco’. «Cuando decimos que nos gusta la comida picante es porque hemos caído en ‘el engaño’ urdido por nuestro propio cerebro que, para ‘combatir’ la sensación de ardor, hace que se desate una tormenta de hormonas del placer que, inmediatamente, nos inunda de euforia y bienestar».

Amaro apunta que «ese escozor tan intenso que nos provoca el picante en la boca se llama pungencia y, como dato curioso, merece la pena contar que los mamíferos somo los únicos animales que lo percibimos».

La ligera inflamación bucal que ocasiona al tomarlo propicia que «la mucosa sea más sensible, disminuyendo la percepción del resto de sabores de los alimentos que tomemos en ese momento«.

¿Qué hacemos si nos hemos pasado de la raya y no aguantamos el picor? «Pues, en lugar agua, que es lo primero que se nos puede venir a la cabeza, lo suyo es tomar lácteos (leche, yogur, queso, etc.). Los lácteos no solo nos van a proporcionar un alivio inmediato, sino que ayudan a disolver las moléculas de la capsaicina de una manera mucho más efectiva que el agua».

Llegados a este punto, nos queda claro que el picante, además de otros beneficios, puede ser un buen aliado para perder peso, siempre y cuando, «seamos personas sanas y, obviamente, no tengamos úlceras gastrointestinales, gastritis, síndrome de intestino irritable, problemas hemorroidales o hepáticos. Tampoco, se recomienda en el caso de mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, ni en niños menores de seis años».

Siempre y cuando, «lo consumamos con moderación, porque, en caso contrario, puede provocar alteraciones de la mucosa gastrointestinal, úlceras, nauseas, diarrea, hemorroides… E, incluso, si nos excedemos mucho durante un largo periodo de tiempo, cáncer de estómago. Pero esto es algo que solo ocurriría en casos muy extremos».

Y, siempre y cuando, «llevemos un estilo de vida saludable, mantengamos una dieta sana, equilibrada y rica en todos los nutrientes esenciales (¡y a salvo de alimentos ultraprocesados!) y, por supuesto, hagamos ejercicio».

El bicarbonato de sodio, el peligro del nuevo suplemento de moda en el deporte: «Si te pasas mucho puedes morirte»

El compuesto, totalmente legal, se populariza entre las estrellas del atletismo y el ciclismo, aunque los nutricionistas advierten de sus efectos secundarios, entre ellos el cambio del ph de la sangre.

Roglic (dcha.), en la última Vuelta a España.
Roglic (dcha.), en la última Vuelta a España.EFE

El bicarbonato de sodio, ¿el último milagro? En los recientes Juegos de París, entre zapatillas mágicas y un tartán ultramoderno, varias estrellas proclamaron que habían corrido más rápido que nunca gracias al bicarbonato de sodio. El que se utiliza para hornear pasteles, el que sirve como limpiar el baño, el mismo bicarbonato de sodio. Atletas como Faith KipyegonJoshua CheptegeiKeely Hodgkinson Marco Arop abanderaron la campaña por el compuesto totalmente legal, aunque también participaron el ciclista Primoz Roglic o el triatleta Alex Yee. «Si todo el mundo lo está usando es porque funciona», comentó Arop en la zona mixta del Stade de France mientras ‘Telegraph’ aseguraba -a través de una fuente anónima- que «hoy en día el 80% de los corredores lo utilizan».

El suplemento de moda, todo un fenómeno. Medios de comunicación y revistas especializadas se llenaron de artículos sobre cómo tomarlo y cuándo tomarlo para mejorar el rendimiento. Según múltiples investigaciones, el bicarbonato de sodio frena el aumento de ácido láctico en los músculos y por lo tanto permite alargar el esfuerzo más intenso, pero… ¿Es realmente beneficioso?

Efectivo, pero indigerible

«Como taponador funciona, es decir, y simplificando mucho, permite acumular más ácido láctico porque ayuda al cuerpo a drenarlo. Es interesante, pero tiene demasiados inconvenientes», analiza Anna Grífols, nutricionista que ha ayudado a corredores de montaña como Pau Capell, ganador de la famosa UTMB, y que plantea la posición de la mayoría de expertas consultadas ante el bicarbonato: sí, pero no. A su favor, que es efectivo, como concluyó este año un estudio de la Universidad de Edge Hill en Gran Bretaña, que advirtió una mejora del 1,4% del grupo de ciclistas que usaron este compuesto en una contrarreloj de 40 kilómetros. Pero en su contra, sus exagerados efectos secundarios.

«Para que la dosis sea efectiva en el rendimiento, el deportista necesita como mínimo unos 0,2 gramos de bicarbonato por cada kilo de peso. Es decir, si pesa 70 kilos debe tomar 14 gramos de bicarbonato en la hora previa a su competición. Eso provoca que la mayoría sufran sensación de hinchazón, náuseas o diarrea», aporta la también Bárbara Sánchez que trabaja con el Alcorcón y la Federación Española de Natación. Saioa Segura, nutricionista del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat, también indica que «los problemas digestivos que ocasiona son mayores que la eficacia que podemos obtener» y así cuesta comprender su elevado uso. O no.

¿Marketing o revolución?

Por dos motivos. En primer lugar, que es habitual que ciertos remedios revuelvan la nutrición deportiva; lo hicieron recientemente las cetonas o el zumo de remolacha. Y en segundo lugar, que existe un interés comercial detrás. El bicarbonato de sodio es muy barato, por un euro se puede comprar un bote de 300 gramos en cualquier supermercado, pero hay empresas que ofrecen algo más. A finales de los años 80 y principios de los años 90 el compuesto ya fue utilizado en el atletismo y el ciclismo, cayó en desuso y si ahora ha vuelto es gracias a Maurten, una de las marcas de referencia en el mundo de la nutrición. Con Kilian Jornet como imagen y modelo, hace unos años lanzó su ‘bicarb system’, un producto que reviste el bicarbonato con un hidrogel y así supuestamente impide sus efectos secundarios. Según las expertas consultadas sigue siendo muy difícil de digerir, pero la empresa blande un estudio de investigadores financiados por la propia empresa que concluye que eso no es así.

«Yo no he conseguido que ninguno de mis atletas lo tolere, pero no sólo por eso me cuesta pensar en el bicarbonato como un suplemento habitual para el deportista amateur. El bicarbonato altera el ph de la sangre, alcaliniza la sangre, y si te pasas mucho puedes morirte. No sería la primera vez que vemos un susto en el deporte por un suplemento», advierte Grífols, que como el resto de sus colegas suele utilizar otro taponador igual de efectivo y menos lesivo para el estómago como es la beta alanina.

Por ello, la duda resiste. El bicarbonato de sodio es el suplemento de moda, todo un fenómeno, pero queda por ver si su uso entre las estrellas de los recientes Juegos Olímpicos de París era otra campaña de marketing o si realmente será una sustancia habitual en la dieta pre-competición de los corredores, los ciclistas y los triatletas aficionados. El bicarbonato de sodio, ¿el último milagro?

De la carbofobia al entrenamiento en ayunas o el ‘pesocentrismo’: seis mitos comunes en nutrición

«Todo el mundo sabe de alimentación, política y fútbol», bromea Ismael Galancho. El nutricionista de deportistas de élite lucha contra la desinformación en redes sociales y los titulares engañosos con sentido común. Aquí los errores que ve en consulta.

Existe mucha mitología en nutrición, y uno de los grandes errores es pensar que todos los carbohidratos son iguales.

Desde el nuevo centro Real Healthness, ubicado en Madrid, donde coordina el área de nutrición y a un equipo, este especialista en planificación nutricional, escritor, docente en varias universidades, dietista clínico deportivo de una larga lista de personajes influyentes, preparador físico, investigador y divulgador miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) defiende un enfoque flexible y ayuda a desmitificar creencias o confiar en dietas milagro.

Su mejor aval son personajes en la élite como Leo Messi y su mujer, Antonella Rocuzzo, los futbolistas Enzo Fernández y Jesús Gámez y numerosos atletas, además de otro tipo de perfiles como el presentador Jorge Fernández.

1. SI OMITO UNA COMIDA, BAJO DE PESO

Seguro que has leído alguna vez que ‘comer varias veces al día no permite que el cuerpo queme grasa’. Pero también habrás leído que ‘comer varias veces al día acelera el metabolismo’. Dos casos contradictorios. ¿Cómo es posible? En el primero, se justifica mediante la idea de que no estamos permitiendo al cuerpo desprenderse de sus reservas. En el segundo, que el organismo tiene que trabajar más para digerir y, por lo tanto, se acelera. ¿A quién creemos? Se trata de reduccionismo, en palabras de Galancho, porque la ecuación calorías que entran por las que salen no es tan simple como parece.

El hecho fisiológico es sencillo: engordamos porque comemos más de lo que estamos gastando. «En nutrición siempre se dice que la clave para adelgazar es menos plato y más zapato, es decir, comer menos y moverte más para que consumo y gasto equilibren la balanza. Entonces, la gente cierra el pico y hace más deporte para generar un déficit calórico. Significa consumir menos calorías de las que el cuerpo gasta, obteniendo un balance negativo que consigue la pérdida de peso». Pero, ¿qué pasa entonces?

«Que nuestro cuerpo está diseñado para sobrevivir y actúa en consecuencia. El balance y la termodinámica energética son extremadamente complejas y se ven afectadas por multitud de factores. Cuando nuestro consumo es menor a lo que el cuerpo está acostumbrado habitualmente, el gasto también es menor, no se rinde igual y esto se empieza a complicar. Además, para que no perdamos músculo, sino grasa, debe estar todo muy planificado y adaptado a la persona en particular».

2. CONFUNDIR CALÓRICO CON SALUDABLE

Hay alimentos que son muy densos nutricionalmente pero tienen muchas calorías y al contrario. Las calorías no deben ser el indicador de salud del plato.
Hay alimentos que son muy densos nutricionalmente pero tienen muchas calorías y al contrario. Las calorías no deben ser el indicador de salud del plato.Shutterstock

Galancho muestra tres desayunos. Uno es un porridge de avena con frutos rojos y frutos secos. Otro es pan con mantequilla y mermelada y el tercero un donuts con leche chocolateada. ¿Cuál tiene más kilocalorías? «Exactamente las mismas, 480. Pero no son igual de saludables», responde.

Hay alimentos muy saludables pero muy calóricos. Pone el ejemplo de las nueces, el aguacate, al aceite de oliva virgen extra… También hay alimentos poco calóricos que no son nada saludables, como los refrescos light, salsas y aderezos bajos en calorías que suelen contener aditivos y colorantes artificiales, además de carecer de nutrientes esenciales. Por tanto, un error muy común, según el nutricionista, es confundir calórico con saludable. «Densidad energética no equivale a densidad nutricional. Hay comida poco calórica que aporta menos saciedad, aunque sea más palatable, adictiva, más económica y lleve un marketing engañoso. Además, liberas dopamina y te hace querer más».

El nutricionista cree que aprender a leer etiquetas de alimentos debería ser una asignatura en el colegio. «No soy partidario de las dietas muy estrictas porque fracasan en el 99% de los casos. Prefiero una alimentación flexible y hacer un 80%-20% para que se pueda disfrutar de la vida, generar adherencia a largo plazo a los hábitos saludables y evitar efectos rebote donde gano y pierdo peso todo el tiempo, porque eso daña el metabolismo».

3. CARBOFOBIA

Muchas personas que retiran los hidratos ignoran que no todos son iguales o se centran en tomar grasa sin control.
Muchas personas que retiran los hidratos ignoran que no todos son iguales o se centran en tomar grasa sin control.Shutterstock

¿Engordan los carbohidratos? «No, de nuevo volvemos al balance energético: lo que va a definir la pérdida de peso es el gasto calórico en el cómputo global del día y no un macronutriente esencial. El cuerpo es como una cuenta de ahorro. Da igual los billetes si el valor es el mismo. Al final lo que importa es el sueldo con el que cuentas para gastar en ese mes. Si gastas más de lo que ganas o menos y ahorras».

De ahí que no engorde más un arroz por la noche que a mediodía. «Tiene las mismas calorías, no se altera, la diferencia es si luego vas a quemar ese arroz o te vas a la cama directo. Por la noche hay mayor resistencia a la insulina». Que se eleve la glucosa cuando comemos es un hecho fisiológico, explica. «¿Tendría sentido decir que el ejercicio físico es malo porque aumenta la frecuencia cardiaca y esto puede provocar un infarto? Al final lo que se hace es evitar los alimentos que aumentan la glucosa y gana la carbofobia, con errores tan grandes como que la fruta es mala porque sube la glucosa».

El problema con el miedo a los carbohidratos es que mucha gente se lanza a las dietas keto sin conocimiento. «Gran porcentaje del peso perdido es agua. Y otro error común es que hay personas que mojan el plátano en crema de cacahuete (grasa) para aplanar la curva de glucosa y eso conduce a más obesidad». No todos los carbohidratos son iguales, indica. «A diferencia de los cereales refinados, que han sido procesados para eliminar el salvado y el germen, los cereales integrales conservan todos sus componentes naturales y son reconocidos por su perfil nutricional superior».

4. ENTRENAR EN AYUNAS PARA PERDER GRASA

Se suele recurrir al ayuno como estrategia para comer menos. Resulta fácil reducir la ventana de ingesta y que, si además te vas a entrenar, quemes grasa almacenada. «Pero hay personas a las que el ayuno les genera mucha ansiedad. Piensan que tienen que cumplir 16 horas a rajatabla y llegan a la comida con tantas ganas que se comen todo lo que no han ingerido durante la mañana». Tampoco es la estrategia más óptima si tu objetivo es aumentar la masa muscular, puntualiza. «El ayuno no es ni bueno ni malo, sino una herramienta que puede ser útil o no para según qué persona, con un estilo de vida y unas necesidades».

Hay personas a las que una merienda les va a ir mejor para no llegar con tanta hambre a la cena y otras que prefieren comer tres veces al día. Deportistas que trata Galancho entrenan mejor en ayunas y otros tienen consecuencias negativas, como amenorrea por falta de nutrientes, porque atletas que entrenan muchas horas necesitan una mayor ingesta y con el ayuno se les dificulta. «Entrenar en ayunas no tiene un impacto significativo. Mientras que haces ejercicio quemas grasa, sí, pero no tiene por qué ser del tejido adiposo, y luego el resto del día el cuerpo compensa y quema menos. Que un hecho se de fisiológicamente no expresa en qué magnitud se da», asevera.

5. DEJAR DE TOMAR LÁCTEOS Y GLUTEN

¿Son buenos o malos los lácteos y el gluten? «Para alérgicos, no, porque tienen una respuesta del sistema inmunológico que identifica erróneamente una proteína en ese alimento como una amenaza. Para intolerantes, tampoco, porque existe una dificultad para metabolizar ciertos nutrientes. Pero el resto de población no tiene por qué retirarlos«.

Según el nutricionista, el origen de esta confusión en la que hay personas que retiran el pan o la leche de la dieta es un concepto erróneo de la inflamación. «Que te den flatulencias o distensión por tomar legumbres no quiere decir que estés inflamado. Son ricas en fibra, que puede causar gases aunque sea buena para la salud, y se fermentan por las bacterias intestinales y puede haber un desbalance en tu microbiota». Respecto a los lácteos, tenemos mensajes de que son imprescindibles porque aportan calcio pero también que no hay otro mamífero que los tome tras el destete, en su vida adulta. «No solo se tiene que ver un componente del alimento, sino al completo. Hay otras fuentes de calcio y algunos frutos secos y verduras, por ejemplo, tienen más calcio que un vaso de leche».

Si no quieres tomar un alimento porque eres vegano o no te gusta, estás en tu derecho, pero ten en cuenta que retirándolo mucho tiempo puedes hacerte un flaco favor. «Tu cuerpo deja de producir esas enzimas y te sentará fatal si vuelves a introducirlo. Por eso yo siempre digo: No consumas mucho de poco, consume poco de mucho».

fuente: https://www.elmundo.es/vida-sana/bienestar/2024/10/26/671a1a89fdddff42bc8b458d.html

Esto es lo que deberías comer y lo que no deberías probar si quieres llevar una dieta saludable, según un nuevo informe de la OMS

La Organización Mundial de la Salud aboga por comer de forma adecuada, equilibrada, moderada y diversa. Y alerta sobre la amenaza que suponen los alimentos ultraprocesados para nuestra salud.

Esto es lo que deberías comer y lo que no deberías probar si quieres llevar una dieta saludable, según un nuevo informe de la OMS

Adecuada, equilibrada, moderada y diversa. Estas son las características que ha de reunir una dieta sana, según recogen la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en una nueva declaración hecha pública recientemente.

Con estas recomendaciones, la OMS pretende poner orden en el enmarañado panorama de la alimentación y lo hace partiendo de un argumento que todos deberíamos tener muy claro antes de lanzarnos a hacer experimentos extraños con la comida. «Una dieta saludable promueve la salud, el crecimiento y el desarrollo. Es el pilar de un estilo de vida activo, previene tanto las deficiencias como los excesos de nutrientes, las enfermedades transmisibles y no transmisibles, las patologías provocadas por los alimentos y, en resumidas cuentas, promueve, el bienestar».

Según la FAO y la OMS, «el protagonismo de las dietas en la promoción de la salud y la necesidad de profundizar en su interconexión con la protección del medioambiente es más evidente que nunca».

¿Carne, sí o no? ¿Son los hidratos de carbono tan ‘malos’ como los pintan? ¿Dejamos de beber leche de vaca? En un escenario plagado de dudas sin resolver, informaciones contradictorias, ‘bulos’ y opciones ‘milagrosas’ que, en realidad, son todo lo contrario, la organización internacional que vela por nuestra salud se pone seria y nos advierte de que, además de minarnos por dentro, «la falta de consenso sobre lo que constituye una dieta saludable puede socavar el progreso y la continuidad de los esfuerzos para lograrlo».

Para avanzar en el camino que nos conduce a alcanzar esa interconexión entre la protección de la salud y el cuidado del medioambiente, la OMS y la FAO han formulado los principios sobre los que se ha de asentar una dieta saludable, conforme a la literatura científica y el marco normativo establecido por ambas instituciones.

Así que, partiendo de la base de que existen múltiples alternativas que cumplen los requisitos necesarios para poder ser consideradas como opciones a tener en cuenta, detallan cómo ha de ser una dieta saludable.

En primer lugar, ha de ser adecuada. ¿Qué entiende la OMS como dieta adecuada? Una dieta adecuada es aquella que cubre, sin excederse, los requerimientos de nutrientes, específicos para la edad, género, tamaño y composición corporal, niveles de actividad física, estados fisiológicos (p. ej., embarazo) y condiciones de enfermedad de cada persona.

En este documento, se explica que el cuerpo es incapaz de sintetizar la mayoría de los nutrientes esenciales y, por tanto, debe obtenerlos de la dieta. ¿Cuáles son los nutrientes esenciales? Aminoácidos esenciales, ácidos grasos esenciales y la mayoría de las vitaminas y minerales.

Los nutrientes esenciales están involucrados en todas las funciones de nuestro organismo: el desarrollo del feto y del lactante; el crecimiento; y el funcionamiento de todos nuestros órganos y músculos a lo largo de la vida.

Una ingesta inadecuada de nutrientes esenciales puede provocar síndromes carenciales específicos (como el escorbuto, por deficiencia de vitamina C; el raquitismo, por falta de vitamina D; o el bocio, por carencia de yodo), muchos de los cuales son poco comunes en la actualidad.

Sin embargo, muchos otros siguen afectando, hoy en día, a una gran parte de la población, provocando problemas de crecimiento o en desarrollo del cerebro y fallos en el sistema inmunológico. La OMS y la FAO ponen el foco de atención en la importancia de satisfacer las necesidades de nutrientes de los niños de entre cero y 23 meses, debido a la fase de crecimiento y desarrollo en la que se encuentran.

El segundo requisito de una dieta saludable es que sea equilibrada en el aporte energético y en las fuentes de las que obtiene esa energía (grasas, carbohidratos y proteínas) para promover, de esta manera, un peso saludable, un crecimiento adecuado y una prevención de enfermedades.

Esas dosis de energía que debemos ingerir en forma de alimentos varían según la edad, el sexo y los niveles de actividad física y, obviamente, durante el embarazo y la lactancia.

Las dietas saludables requieren un equilibrio adecuado de las tres fuentes principales de energía: proteínas, grasas y carbohidratos, dependiendo de las necesidades individuales de cada persona.

Las proteínas, nos recuerdan, son los componentes básicos de gran parte de los elementos estructurales del organismo, como los músculos, y de moléculas funcionales, como las hormonas y las enzimas.

Para satisfacer las necesidades del organismo, entre el 10 y el 15% de las calorías consumidas al día deben proceder de las proteínas. Este porcentaje puede ser ligeramente superior durante la adolescencia y en el caso de atletas, culturistas y otras personas que trabajan activamente para aumentar o mantener una cantidad significativa de masa muscular.

Las proteínas pueden proceder de una mezcla de fuentes animales y vegetales y, en su elección, debe tenerse en cuenta la digestibilidad y la calidad, sobre todo, en la infancia y la adolescencia.

En el caso de los adultos, en algunos contextos, puede ser preferible cambiar a fuentes de proteínas vegetales para reducir el riesgo de enfermedades cardiometabólicas.

En este capítulo, OMS y FAO lanzan una advertencia sobre una ‘moda’ que puede resultar perjudicial para nuestra salud: consumir cantidades excesivas de proteínas puede suponer una carga metabólica para el organismo, especialmente, para los riñones.

La grasa también es un nutriente esencial para el correcto funcionamiento de las células del organismo y dos ácidos grasos -el ácido linoleico y el ácido -linolénico- sólo pueden obtenerse de la dieta. Por lo tanto, en los adultos, un mínimo del 15-30% de las calorías consumidas al día debe proceder de las grasas.

Pero no vale cualquier grasa. Su origen debe ser, principalmente, ácidos grasos insaturados (aceite de oliva, aguacate, frutos secos, pescados grasos…).

Una ingesta elevada de grasas puede conducir a una carga energética excesiva, por lo que limitar el consumo a a un 30% o menos puede ayudar a reducir el riesgo de un aumento de peso poco saludable. No obstante, este porcentaje puede excederse siempre que se mantenga el equilibrio energético y se cumplan también las recomendaciones sobre la calidad de las grasas.

¡Nada de eliminar los hidratos de carbono! OMS y FAO lo dejan bien claro: los hidratos de carbono son la principal fuente de energía del organismo.

La cantidad de hidratos de carbono en la dieta puede variar y su ingesta diaria debería cubrir el porcentaje restante tras tener en cuenta las proteínas y las grasas. Por lo tanto, la cantidad debe ser igual o inferior al 75% del total de calorías diarias, pero, generalmente, al menos, el 45%.

Ni pasta blanca, ni pizzas, ni dulces. Los hidratos de carbono deben proceder, principalmente, de cereales integrales, verduras, frutas y legumbres.

Los adultos deben procurar consumir, al menos, 400 gramos de frutas y verduras y 25 gramos o más de fibra alimentaria natural cada día.

Moderada. Esa sería la tercera característica clave de una dieta saludable. En este sentido, OMS y FAO recalcan que, aunque algunos nutrientes son esenciales, en cantidades más elevadas de lo recomendado, pueden provocar efectos negativos para la salud.

Por ejemplo, el sodio, que es un mineral esencial, pero en ingestas elevadas se asocia a un aumento de la presión arterial que puede provocar enfermedades cardiovasculares. Entonces, la ingesta de sodio debe limitarse a 2 gramos al día (correspondientes a 5 gramos de sal de mesa, es decir, cloruro sódico) en adultos y ha de ser proporcionalmente menor en niños y adolescentes.

Mantener el consumo de sodio dentro de este límite ayudaría a mantener la presión arterial sistólica y diastólica de adultos y niños en rangos saludables, con la consiguiente disminución del riesgo de ictus y eventos cardiovasculares y de la mortalidad relacionada.

La OMS y la FAO son tajantes sobre esos nutrientes no esenciales que se asocian a efectos negativos para la salud: deben consumirse con moderación o excluirse de la dieta.

¿Cuáles son esos nutrientes no esenciales que deben limitarse o eliminarse? Los azúcares libres no son nutrientes esenciales y su ingesta debe limitarse a menos del 10% (solo menos del 5% se asocia a beneficios adicionales para la salud).

La reducción del consumo de azúcares libres debe lograrse evitando también el uso de edulcorantes no azucarados, ya que las pruebas sugieren que no ayudan a controlar el peso a largo plazo ni a reducir el riesgo de ENT relacionadas con la dieta.

No más del 10% de la energía diaria debe proceder de grasas saturadas y no más del 1% de grasas trans (10). No deben utilizarse grasas trans producidas industrialmente (por ejemplo, aceites parcialmente hidrogenados), por lo que éstas han de proceder exclusivamente de carne y lácteos de rumiantes.

En este documento se hace hincapié en la importancia de evitar o moderar al máximo el consumo de alimentos que pueden tener efectos negativos para la salud, sobre todo, si se consumen en cantidades elevadas.

¿Cuáles son esos alimentos perjudiciales para la salud? Las grasas saturadas y los azúcares libres o los que contienen otros compuestos que pueden ser perjudiciales para la salud.

En este apartado, se incide en el asunto de las carnes rojas y procesadas y los alimentos muy procesados o ultraprocesados. La OMS y la FAO subrayan que, en los adultos, una ingesta elevada de carne roja se asocia a un mayor riesgo de padecer varias enfermedades y que las investigaciones recientes sugieren que el consumo de carne roja procesada, incluso a niveles bajos, puede tener consecuencias negativas para la salud.

Ambas organizaciones ponen el énfasis en que cada vez hay más pruebas de que el consumo de alimentos altamente procesados (tanto comidas como bebidas), etiquetados como ultraprocesados (UPF) por el sistema de clasificación NOVA, se asocia con efectos negativos para la salud como el riesgo de mortalidad prematura, cáncer, enfermedades cardiovasculares, sobrepeso, obesidad y diabetes de tipo 2, así como el deterioro de la salud mental, respiratoria y gastrointestinal.

Los ultraprocesados tienen un alto contenido en grasas, azúcar o edulcorantes artificiales, sodio o aditivos alimentarios, pero, además, su efecto negativo sobre la salud va mucho más allá ya que, para su elaboración, son sometidos a procesos de transformación que alteran la estructura de los ingredientes alimentarios originales mediante diversos procesos.

La OMS nos alerta sobre un dato muy preocupante: aún no se ha definido un nivel aceptable de consumo de ultraprocesados y es necesario seguir investigando para comprender las relaciones entre su ingesta y el desarrollo de enfermedades.

Por último, en cuarto lugar, OMS y FAO, apuntan la conveniencia de llevar una dieta variada, que, según la literatura científica, se asocia a una mayor probabilidad de satisfacer las necesidades de vitaminas y minerales de nuestro organismo (con la única excepción de los lactantes que, durante los primeros seis meses de vida, deberían nutrirse sólo de leche materna, si es posible).

Según se recoge en este informe, varios estudios han constatado tasas más bajas de mortalidad y de ENT relacionadas con la dieta entre los participantes con mayor diversidad de grupos de alimentos, mayor diversidad dentro de grupos de alimentos específicos (por ejemplo, frutas y verduras) y mayor diversidad de especies de patrones dietéticos completos.

Fuente:https://www.elmundo.es/vida-sana/bienestar/2024/10/31/6722073521efa054018b45ae.html

Electrolitos, un suplemento en auge: ¿bebida milagro o gasto innecesario?

La hidratación no es sólo beber agua. Un boom de marcas líquidas surgen para reponer los minerales, incluso entre quienes apenas sudan. Aquí sus ventajas y en qué fijarnos si optamos por envasadas.

Las búsquedas y visualizaciones en redes sociales se cuentan por miles. ‘Agua vs. electrolitos’ explicado por un triatleta en apenas segundos, una influencer en mallas contando cómo hacer una bebida deportiva en casa para recuperar, promociones de todo tipo de marcas emergentes de vistosos colores… Todos aparecen alabando los beneficios de estos aditivos minerales hidratantes. ¿Qué hay de cierto?

¿QUÉ SON LOS ELECTROLITOS?

Más allá de la típica gastroenteritis o un maratón, situaciones que nos deshidratan especialmente y cuando hemos echado mano de algún sobre en polvo, los electrolitos están presentes en nuestro cuerpo, en alimentos y bebidas. «Son minerales [sodio, potasio, calcio, magnesio, cloro, fosfato y bicarbonato] que, cuando se disuelven, como en la sangre o en el líquido dentro de nuestras células, se separan en partículas llamadas iones. Esa carga eléctrica desempeña un papel fundamental en funciones vitales del organismo: el equilibrio del pH, la contracción muscular, la regulación de la hidratación o la transmisión de impulsos nerviosos», afirma el nutricionista Juan Bola.

INTERÉS DEL MERCADO

Según Credence Research, la demanda mundial de agua saborizada y funcional se valoró en 50,3 mil millones de dólares [46,89 mil millones de euros] en 2022. Y se espera que se incremente un 12,20% hasta 2030. El crecimiento del mercado está ligado a la disminución de las ventas de bebidas carbonatadas con sabores artificiales, el aumento de las tasas de obesidad, el creciente envejecimiento de la población y los cambios en las preferencias de los consumidores, que cada vez se preocupan más por llevar un estilo de vida saludable. Pero, ¿ha cambiado algo en nuestra vida cotidiana que haga necesario todo esto?

LA POBREZA DEL SUELO

«Para nuestros ancestros estos electrolitos eran fáciles de conseguir con los alimentos y el agua pero en el mundo moderno tenemos algunos problemas», dice Bola, que justifica su argumentación en la pobreza y el desgaste de los suelos y el estrés hídrico. «No hay suficiente agua disponible para satisfacer las necesidades de 8.000 millones de personas, plantas y animales y, cosecha tras cosecha, el suelo no respira. Está vacío de nutrientes y repleto de químicos tóxicos, como fertilizantes o pesticidas inventados por el hombre. Es un hecho científico que, por tanto, no accedemos a los mismos minerales». ¿Debemos preocuparnos entonces, como lo hacen los atletas de resistencia sólo para llevar nuestras vidas diarias?

Fuentes: https://www.elmundo.es/vida-sana/bienestar/2024/11/11/672b98c8e4d4d8852b8b458c.html

Sí, comer carne afecta al clima, pero las vacas no están matando el planeta

La renuncia a los productos cárnicos no es la panacea para el medio ambiente y, llevada al extremo, puede producir consecuencias nutricionales negativas.

El impacto del cambio climático en nuestro planeta es alarmante. A medida que los efectos nocivos se han intensificado, la carne se ha convertido en un objetivo público. Cada día más gente aboga por comer menos carne para salvar el medio ambiente. Algunos activistas, incluso, proponen ponerle un impuesto para reducir su consumo.

Argumentan que la producción genera más gases de efecto invernadero que todo el sector del transporte. Sin embargo, esta afirmación es falsa (como podremos comprobar más adelante), pero la persistencia de este idea lleva a suposiciones inexactas en relación con el consumo de carne y el cambio climático.

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Mi trabajo de investigación se centra en analizar las formas en que la agricultura animal afecta a la calidad del aire y al cambio climático. Existen muchas razones para optar bien por consumir proteínas animales o bien por elegir un menú vegetariano. Sin embargo, la renuncia a la carne y sus derivados no es la panacea para el medio ambiente, como muchos nos quieren hacer creer y, llevada al extremo, también puede producir consecuencias nutricionales negativas.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/12/11/planeta_futuro/1544527239_882200.html#?rel=mas

¿Hasta cuándo se puede comer algo si su fecha de consumo preferente ha vencido?

Entender la diferencia entre fecha de caducidad y consumo preferente, así como saber qué alimentos tienen excepciones y cuáles no, es fundamental para evitar las intoxicaciones y el desperdicio alimentario.

La escena no es original. Desesperada porque no has podido hacer la compra, fías toda tu vida a la bandeja de lasaña preparada que se te ocurrió comprar hace unas semanas. Cierras los ojos mientras quitas el film transparente en un intento de negar la realidad, tratando de no ver lo que ya sabes, que su fecha de caducidad ya quedó en el pasado. Lo hueles, pruebas un poquito y decides que bueno, que vale, que adelante. Pues te la estás jugando, amiga. Por suerte, no siempre es así: hay alimentos que tienen una segunda vida, aunque se te hayan quedado olvidados en el fondo de la despensa y te los puedes comer pasada la fecha. Eso sí, hay que saber cuáles son para que no acabes en la cama de un hospital enganchada a la bolsa de suero, jurando no volver a comer nada nunca jamás.

No entender las fechas nos hace tirar comida

Según un estudio llevado a cabo por la Comisión Europea en 2018, un 10% de los alimentos que tiramos a la basura acaban en el contenedor porque no entendemos la información que nos indica la etiqueta. Los autores de la investigación concluyen que este desperdicio podría reducirse si se abordasen varios frentes relacionados con las fechas que aparecen en los envases. Centrándose en los consumidores, se insiste en que una condición fundamental es que seamos capaces de distinguir entre caducidad y consumo preferente (¿tú lo tienes claro?).

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Otras cuestiones a abordar se escapan de nuestro alcance y se dirigen directamente a la industria. Aquí hago un inciso: la vida útil de un alimento la determina la industria alimentaria que lo fabrica, y también decide si se usa la fórmula “fecha de caducidad” o “consumo preferente”. Esto puede resultarnos sorprendente, pero es lógico: la industria es la que conoce la materia prima con la que trabaja, los procesos, los equipos y materiales, y la que, teniendo todo esto en cuenta y basándose en datos científicos y pruebas de vida útil, puede hacer los cálculos de cuál será la duración estimada del alimento. Salvo excepciones muy contadas, como es el caso del huevo en el que la normativa indica que se debe indicar “fecha de consumo preferente” y que debe establecerse 28 días después de la puesta, para la inmensa mayoría de los alimentos la fecha elegida está en manos del fabricante.

fuente: https://elpais.com/gastronomia/el-comidista/2024-10-30/hasta-cuando-se-puede-comer-algo-si-su-fecha-de-consumo-preferente-ha-vencido.html

Uso de RNA móviles para mejorar la asimilación de nitrógeno y carbono en tomate

El injerto en tomate se ha utilizado para prevenir el daño causado por patógenos del suelo y los efectos negativos de estreses abióticos. En una agricultura sostenible con bajo aporte de nutrientes, injertar cultivares de élite en portainjertos más eficientes en el uso de nutrientes es una estrategia directa para maximizar el rendimiento agronómico.

En este estudio evaluamos el uso de plantas que sobre-expresan diferentes genes reguladores, como los factores transcripcionales de Arabidopsis (AtCDF3) o tomate (SlCDF3), que previamente se ha reportado que aumentan la NUE en tomate, como portainjertos para mejorar el rendimiento agronómico bajo condiciones de limitación de N. En este trabajo se observó que el gen AtCDF3 promueve una mayor producción de azúcares y aminoácidos, lo que permitía una mayor biomasa y rendimiento agronómico tanto bajo suficiencia como limitación de Nitrógeno. Por el contrario, no se encontró ningún impacto positivo cuando de analizó el gen de tomate SlCDF3. Distintos tipos de análisis hormonales sugieren que giberelinas (GA4), auxinas y citoquininas (tZ) podrían estar implicadas en las respuestas de AtCDF3 a la limitación N. Además, diversos análisis de expresión, de las diferentes combinaciones de injerto indican que las repuestas observadas podrían estar relacionadas, al menos en parte, con la movilidad del transcrito de AtCDF3 a través del floema hacia el tallo. Así mismo, de forma consistente con esta hipótesis, se observó en hojas de esta combinación de injerto, una mayor expresión de los genes diana del factor de transcripción, como Glutamina Sintasa 2 (SlGS2) y GA Oxidasa 3 (SlGA3ox), implicados en la biosíntesis de aminoácidos y giberelinas, respectivamente. En conjunto, estos resultados proporcionaron nueva información sobre el modo de acción de los factores CDF y su potencial biotecnológico.

fuente: https://biotech-spain.com/es/articles/uso-de-rna-m-viles-para-mejorar-la-asimilaci-n-de-nitr-geno-y-carbono-en-tomate-/

Los diagnósticos de diabetes graves en adultos jóvenes se multiplican en España, debido a la obesidad infantil

La enfermedad a edades tempranas implica alteraciones más graves e incrementa la posibilidad de desarrollar trastornos cardiovasculares o ceguera.

España es el tercer país con más exceso de peso infantil y el cuarto con más obesidad. Según los últimos datos oficiales, dos de cada diez niños tienen sobrepeso y un 16% presenta obesidad. Un problema que, en ocasiones, se mantiene en el tiempo y que está provocando un aluvión de diagnósticos de diabetes tipo 2 en adultos jóvenes, entre los 30 y los 40 años, cuando es una enfermedad que se suele detectar en la década entre los 50 y los 60 años.

La juventud de los pacientes no ayuda a afrontar mejor la enfermedad. “Al contrario, que se diagnostique antes significa que tienen alteraciones más graves y que va a ser más difícil de controlar”, indica Antonio Pérez, director de la unidad de Endocrinología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona y presidente de la Fundación de la Sociedad Española de Diabetes (FSED), con motivo del Día Mundial contra esta enfermedad, que se celebra este 14 de noviembre.

La diabetes tipo 2, que implica una pérdida progresiva de la secreción de insulina, la hormona que regula la glucosa en la sangre, es una de las principales causas de las enfermedades cardiovasculares y puede provocar también insuficiencia renal, ceguera y amputaciones de los miembros inferiores. Por todo ello, se calcula que reduce la esperanza de vida entre ocho y 10 años y es la octava causa de muerte en España, teniendo en cuenta que más del 50% de los pacientes con diabetes mueren por infarto.

Las complicaciones

Todo ello se agrava en el caso de adolescentes o adultos jóvenes, porque tienen muchos más años por delante para que las enfermedades asociadas a la diabetes se desarrollen. Además, los tratamientos más suaves y que proporcionan una mejor calidad de vida funcionan durante unos años pero, a medida que pasa el tiempo, hay que aumentar la dosis, por lo que muchos enfermos con tipo 2 y diagnosticados más jóvenes acabarán requiriendo la administración de insulina.

Por ejemplo, una persona diagnosticada con 65 años puede que no desarrolle nunca complicaciones graves y que su diabetes sea sencilla de controlar, tomando una pastilla, pero en un adulto joven, es más fácil que acabe sufriendo enfermedades graves debido a la hiperglucemia crónica.

No hay apenas estudios que indiquen cuántos adultos jóvenes tienen diabetes tipo 2, pero una investigación internacional publicada a principios de 2023 por ‘The British Medical Journal’ y elaborada con datos de 204 países indica que en las últimas tres décadas, de 1990 a 2019, la incidencia en la población entre 15 y 39 años se ha incrementado en un 56%, pasando de 117 casos por cada 100.000 habitantes a 183 en 2019. El estudio detectó una prevalencia más alta en países de ingresos medios y bajos y más carga de enfermedad en mujeres menores de 30 años.

La obesidad

No obstante, el doctor Pérez precisa que en España los diagnósticos del tipo 2 en adolescentes y adultos tan jóvenes son aún infrecuentes. En EEUU también se han incrementado en esa franja de edad pero en nuestro país lo más llamativo es el aumento de casos en personas de entre 30 y 40 años, asociado a la obesidad mantenida, especialmente la adiposidad visceral, que es el principal factor de riesgo para desarrollar diabetes.

Otro de los inconvenientes es que la diabetes tipo 2, en un inicio, no da síntomas, por lo que los adultos jóvenes son, en su mayoría, diagnosticados gracias a una analítica realizada por el centro de salud o en las revisiones sanitarias que ofertan muchas empresas. Pero hay una «bolsa importante» de personas que no acuden al médico o a las revisiones empresariales.

La incidencia

Por todo ello, se calcula que en España alrededor del 13,8% de la población (5,3 millones de personas) tienen diabetes tipo 2, pero con una tasa de infradiagnóstico del 43%, lo que implica que alrededor de 2 millones de personas lo desconocen. España es el segundo país de Europa con más casos y la incidencia va en aumento. A todo ello hay que sumar la diabetes tipo 1, que suele ‘debutar’ en la infancia porque el páncreas pierde capacidad de generar insulina, que representa el 3,5% de todos los casos de diabetes y afecta a en torno a 100.000 personas en España.

Fuente: Los diagnósticos de diabetes graves en adultos jóvenes se multiplican en España, debido a la obesidad infantil