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Los dos alimentos clave para vivir 100 años, según un famoso investigador

El investigador y escritor Dan Buettner, conocido popularmente como ‘el sabio de la longevidad’, lleva años investigando las conocidas como ‘zonas azules’. Es decir, los lugares del mundo donde se encuentran las personas más longevas que superan los 100 años de edad. En estas regiones, que fueron identificadas por los científicos y demógrafos, se han encontrado características específicas que dan lugar a una alta incidencia de casos de longevidad. La más cercana a España es la isla de Cerdeña, donde se utilizó por primera vez esta denominación de la mano de unos demógrafos que investigaron a los centenarios de Cerdeña.

En estas ‘zonas azules’ se han descubierto patrones alimenticios y estilos de vida que parecen ser la clave para una longevidad extraordinaria. Por lo que de ellas se pueden rescatar valiosas lecciones para quienes desean prolongar sus años. Y, en este sentido, se han seleccionado alimentos que pueden esconder la clave de la longevidad, según Buettner, como las alubias negras o frijoles y las nueces.

De hecho, Dan Buettner, que es conocido también por su documental en Netflix ‘Vivir 100 años: Los secretos de las zonas azules’, ha identificado, después de sus años de investigación, estos dos alimentos como determinantes para alargar la esperanza de vida.

El consumo regular de alubias negras o frijoles, según el investigador Buettner, está relacionado con la longevidad. Además, un estudio centrado en Japón, Suecia, Grecia y Australia ha demostrado que aquellas personas que más consumen esta legumbre tenían un 7% menos de riesgo de morir por cada 20 gramos que ingerían.

Y es que, las alubias negras tienen una alta concentración de fibra y proteínas, por lo que se ayuda a reducir la inflamación del tracto digestivo. Por otro lado, la sensación de saciedad que otorgan puede prevenir el sobrepeso, un factor de riesgo en enfermedades crónicas como las cardíacas.

Por otro lado, el consumo regular de alubias negras puede contribuir a la reducción de los niveles de colesterol LDL (colesterol ‘malo’) y triglicéridos en la sangre, gracias a su contenido en fibra soluble y antioxidantes. Estos efectos ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares y a mantener la salud del corazón.

Por otro lado, el alto contenido en minerales de como el calcio, magnesio y fósforo, hace que los frijoles sean beneficiosas para mantener huesos fuertes y prevenir enfermedades óseas como la osteoporosis.

Por otro lado, las nueces, especialmente las de nogal son ricas en ácidos grasos Omega-3 y ácido linoleico, nutrientes que han demostrado tener efectos cardioprotectores y benefician a la longevidad de una persona.

Hay que destacar la multitud de beneficios que tienen las nueces. En un estudio realizado a más de 3.000 personas por el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de los Institutos Nacionales de la Salud en Estado Unidos se observó que en comparación con los no consumidores, el consumo de nueces se asocia con menor riesgo de enfermedades cardiovasculares (ECV).

La nuez también es fuente de hierro, zinc, potasio, selenio, fósforo o magnesio, y vitaminas B1, B3 (niacina), folatos y vitamina B6. Así que su consumo diario o el incluirla en la dieta tiene muchos beneficios para la salud. Según los especialistas de la Clínica Mayo, contribuye a mantener una dieta cardiosaludable.

FUENTE:

Los dos alimentos clave para vivir 100 años, según un famoso investigador (msn.com)

Los dos alimentos que ayudan a alargar tu esperanza de vida hasta los 100 años, según este experto en longevidad (20minutos.es)

El superalimento asiático que tiene 11 veces más calcio que medio vaso de leche y mucho más hierro que la carne roja

Atendiendo al contenido nutricional del wakame, es un superalimento muy completo y de alta densidad nutricional. Dos cucharadas soperas (10 gramos) de alga wakame cruda ofrecen un gramo de carbohidratos, medio de proteína, 5 calorías, el 280% de la ingesta diaria de referencia de yodo y minerales como manganeso, fósforo, hierro, calcio, magnesio, y sodio, según Healthline.

También potasio, folatos y múltiples vitaminas como la A, la B1, B2 y B12, y C, así como compuestos vegetales y fitonutrientes como la clorofila. Destacan pigmentos como las xantinas, así como polifenoles, lecitinas y polisacáridos.

Destaca especialmente el aporte en minerales clave para el organismo: 100 gramos de alga wakame poseen 6 veces más calcio que un vaso de leche, puesto que este ingrediente marino atesora 1.300 miligramos de calcio.

También tiene 25 miligramos de hierro, una cifra muy por encima de la carne roja, con la ventaja de que el alga apenas aporta grasa. Dicho de otro modo, el wakame tiene 5 veces más hierro que un filete.

La riqueza en magnesio —100 gramos aportan el 30% de la cantidad diaria recomendada— es esencial para que funcione la hormona calcitonina, que a la vez permite que los huesos absorban el calcio. También ayuda a formar proteína y ADN, regula la función de los músculos y el sistema nervioso, los niveles de azúcar en la sangre, y la presión sanguínea, según los NIH.

Fuente: Stock, A. N. (2023, 13 septiembre). El superalimento con más calcio que la leche y más hierro que la carne. Business Insider España. https://www.businessinsider.es/superalimento-calcio-leche-hierro-carne-1303100

Alimentación sana

Datos y cifras

  • Una dieta saludable ayuda a protegernos de la malnutrición en todas sus formas, así como de las enfermedades no transmisibles, entre ellas la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer.
  • En todo el mundo, las dietas insalubres y la falta de actividad física están entre los principales factores de riesgo para la salud.
  • Los hábitos alimentarios sanos comienzan en los primeros años de vida; la lactancia materna favorece el crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo; además, puede proporcionar beneficios a largo plazo, entre ellos la reducción del riesgo de sobrepeso y obesidad y de enfermedades no transmisibles en etapas posteriores de la vida.
  • La ingesta calórica debe estar equilibrada con el gasto calórico. Para evitar un aumento malsano de peso, las grasas no deberían superar el 30% de la ingesta calórica total (1, 2, 3).
  • Limitar el consumo de azúcar libre a menos del 10% de la ingesta calórica total (2, 7) forma parte de una dieta saludable. Para obtener mayores beneficios se recomienda reducir su consumo a menos del 5% de la ingesta calórica total (7).
  • Mantener el consumo de sal por debajo de 5 gramos diarios (equivalentes a menos de 2 g de sodio por día) ayuda a prevenir la hipertensión y reduce el riesgo de cardiopatías y accidente cerebrovascular entre la población adulta (8).
  • Los Estados Miembros de la OMS han acordado reducir el consumo de sal entre la población mundial en un 30% para 2025; también acordaron detener el aumento de la diabetes y la obesidad en adultos y adolescentes, así como en sobrepeso infantil de aquí a 2025 (9,10).

Panorama general

Llevar una dieta sana a lo largo de la vida ayuda a prevenir la malnutrición en todas sus formas, así como diferentes enfermedades no transmisibles y trastornos. Sin embargo, el aumento de la producción de alimentos procesados, la rápida urbanización y el cambio en los estilos de vida han dado lugar a un cambio en los hábitos alimentarios. Actualmente, las personas consumen más alimentos hipercalóricos, grasas, azúcares libres y sal/sodio; por otra parte, muchas personas no comen suficientes frutas, verduras y fibra dietética, como por ejemplo cereales integrales.

La composición exacta de una alimentación variada, equilibrada y saludable estará determinada por las características de cada persona (edad, sexo, hábitos de vida y grado de actividad física), el contexto cultural, los alimentos disponibles en el lugar y los hábitos alimentarios. No obstante, los principios básicos de la alimentación saludable siguen siendo los mismos.

Para los adultos

Una dieta sana incluye lo siguiente:

  • Frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, maíz, mijo, avena, trigo o arroz moreno no procesados).
  • Al menos 400 g (o sea, cinco porciones) de frutas y hortalizas al día (2), excepto papas, batatas, mandioca y otros tubérculos feculentos.
  • Menos del 10% de la ingesta calórica total de azúcares libres (2, 7), que equivale a 50 gramos (o unas 12 cucharaditas rasas) en el caso de una persona con un peso corporal saludable que consuma aproximadamente 2000 calorías al día, aunque para obtener beneficios de salud adicionales lo ideal sería un consumo inferior al 5% de la ingesta calórica total (7). Los azúcares libres son todos aquellos que los fabricantes, cocineros o consumidores añaden a los alimentos o las bebidas, así como los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los zumos y concentrados de frutas.
  • Menos del 30% de la ingesta calórica diaria procedente de grasas (1, 2, 3). Las grasas no saturadas (presentes en pescados, aguacates, frutos secos y en los aceites de girasol, soja, canola y oliva) son preferibles a las grasas saturadas (presentes en la carne grasa, la mantequilla, el aceite de palma y de coco, la nata, el queso, la mantequilla clarificada y la manteca de cerdo), y las grasas trans de todos los tipos, en particular las producidas industrialmente (presentes en pizzas congeladas, tartas, galletas, pasteles, obleas, aceites de cocina y pastas untables), y grasas trans de rumiantes (presentes en la carne y los productos lácteos de rumiantes tales como vacas, ovejas, cabras y camellos). Se sugirió reducir la ingesta de grasas saturadas a menos del 10% de la ingesta total de calorías, y la de grasas trans a menos del 1% (5). En particular, las grasas trans producidas industrialmente no forman parte de una dieta saludable y se deberían evitar (4,6).
  • Menos de 5 gramos (aproximadamente una cucharadita) al día (8). La sal debería ser yodada.

Para lactantes y niños pequeños

En los dos primeros años de la vida de un niño, una nutrición óptima impulsa un crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo. Además, reduce el riesgo de sobrepeso y obesidad y de enfermedades no transmisibles en el futuro.

Los consejos para una alimentación saludable durante la lactancia y la niñez son los mismos que en el caso de los adultos, si bien los elementos que figuran a continuación también son importantes:

  • Debería alimentarse a los lactantes exclusivamente con leche materna durante los primeros seis meses de vida.
  • La lactancia materna debe continuar al menos hasta los dos años.
  • A partir de los seis meses de edad, la lactancia materna se debería complementar con diferentes alimentos inocuos y nutritivos. En los alimentos complementarios no se debería añadir sal ni azúcares.

Consejos prácticos para mantener una alimentación saludable

Frutas, verduras y hortalizas

Comer al menos 400 g, o cinco porciones de frutas y verduras al día reduce el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles (2) y ayuda a garantizar una ingesta diaria suficiente de fibra dietética.

Para mejorar el consumo de frutas y verduras es recomendable:

  • incluir verduras en todas las comidas;
  • como tentempiés, comer frutas frescas y verduras crudas;
  • comer frutas y verduras frescas de temporada; y
  • comer una selección variada de frutas y verduras.

Grasas

Reducir el consumo total de grasa a menos del 30% de la ingesta calórica diaria contribuye a prevenir el aumento insalubre de peso entre la población adulta (1, 2, 3). 

Además, para reducir el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles es preciso: 

  • limitar el consumo de grasas saturadas a menos del 10% de la ingesta calórica diaria; 
  • limitar el consumo de grasas trans a menos del 1%; y
  • sustituir las grasas saturadas y las grasas trans por grasas no saturadas (2, 3), en particular grasas poliinsaturadas.

Para reducir la ingesta de grasas, especialmente las grasas saturadas y las grasas trans de producción industrial se puede:

  • cocinar al vapor o hervir, en vez de freír;
  • reemplazar la mantequilla, la manteca de cerdo y la mantequilla clarificada por aceites ricos en grasas poliinsaturadas, por ejemplo, los de soja, canola (colza), maíz, cártamo y girasol;
  • ingerir productos lácteos desnatados y carnes magras, o quitar la grasa visible de la carne; y
  • limitar el consumo de alimentos horneados o fritos, así como de aperitivos y alimentos envasados (por ejemplo, rosquillas, tortas, tartas, galletas, bizcochos y barquillos) que contengan grasas trans de producción industrial.

Sal, sodio y potasio

La mayoría de la gente consume demasiado sodio a través de la sal (una media de 9 g a 12 g de sal diarios) y no consume suficiente potasio (menos de 3,5 g). Un consumo elevado de sal e insuficiente de potasio contribuye a la hipertensión arterial que, a su vez, incrementa el riesgo de enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular (8, 11).

La reducción de la ingesta de sal al nivel recomendado, esto es, menos de 5 gramos diarios, permitiría prevenir 1,7 millones de muertes cada año (12).

Las personas no suelen ser conscientes de la cantidad de sal que consumen. En muchos países, la mayor parte de la ingesta de sal se realiza a través de alimentos procesados (por ejemplo, platos preparados, carnes procesadas tales como tocino, jamón, salame; queso o tentempiés salados) o de alimentos que se consumen con frecuencia en grandes cantidades (por ejemplo, el pan). La sal también se añade a los alimentos cuando se cocinan (por ejemplo, caldos, concentrados de caldo de distinto tipo, salsa de soja y salsa de pescado) o en el lugar en que se los consume (por ejemplo, la sal de mesa).

Para reducir el consumo de sal se aconseja:

  • limitar la cantidad de sal y de condimentos ricos en sodio (por ejemplo, salsa de soja, salsa de pescado y caldo) al cocinar y preparar alimentos;
  • no poner sal o salsas ricas en sodio en la mesa;
  • limitar el consumo de tentempiés salados; y
  • escoger productos con menor contenido de sodio.

Algunos fabricantes de alimentos están reformulando sus recetas para reducir el contenido de sodio de sus productos; además, se debería alentar a los consumidores a leer las etiquetas de los alimentos para comprobar la cantidad de sodio que contiene un producto antes de comprarlo o consumirlo.

La ingesta de potasio puede mitigar los efectos negativos de un consumo elevado de sodio en la presión arterial. La ingesta de potasio se puede incrementar mediante el consumo de frutas y verduras frescas.

Azúcares

Adultos y niños deberían reducir la ingesta de azúcares libres a menos del 10% de la ingesta calórica total (2, 7). Una reducción a menos del 5% de la ingesta calórica total aportaría beneficios adicionales para la salud (7).

El consumo de azúcares libres aumenta el riesgo de caries dental. El exceso de calorías procedentes de alimentos y bebidas con un alto contenido en azúcares libres también contribuye al aumento insalubre de peso, que puede dar lugar a sobrepeso y obesidad. Pruebas científicas recientes revelan que los azúcares libres influyen en la tensión arterial y los lípidos séricos, y sugieren que una disminución de su ingesta reduce los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares (13).

La ingesta de azúcar puede reducirse del modo siguiente:

  • limitar el consumo de alimentos y bebidas con alto contenido de azúcares, por ejemplo, aperitivos y bebidas azucarados y golosinas (o sea, todos los tipos de bebidas que contienen azúcares libres, incluidos refrescos con o sin gas; zumos y bebidas de frutas o verduras; concentrados líquidos y en polvo; agua aromatizada; bebidas energéticas e isotónicas; té y café listos para beber; y bebidas lácteas aromatizadas ); y 
  • comer, como tentempiés, frutas y verduras crudas en vez de productos azucarados.

Cómo promover una alimentación sana

La alimentación evoluciona con el tiempo, y en ella influyen muchos factores socioeconómicos que interactúan de manera compleja y determinan modelos dietarios personales. Entre esos factores cabe mencionar los ingresos, los precios de los alimentos (que afectarán la disponibilidad y asequibilidad de alimentos saludables), las preferencias y creencias individuales, las tradiciones culturales, y los factores geográficos y ambientales (incluido el cambio climático). Por consiguiente, el fomento de un entorno alimentario saludable y, en particular, de sistemas alimentarios que promuevan una dieta diversificada, equilibrada y sana, requiere la participación de distintos sectores y partes interesadas, incluidos los gobiernos, el sector público y el sector privado.

Los gobiernos desempeñan un papel fundamental en la creación de un entorno alimentario saludable que permita a las personas adoptar y mantener prácticas alimentarias sanas. 

Las medidas que las instancias normativas pueden adoptar para generar entornos alimentarios saludables incluyen:

  • Armonización de las políticas y los planes de inversión nacionales, en particular las políticas comerciales, alimentarias y agrícolas, con el fin de promover la alimentación saludable y proteger la salud pública mediante medidas orientadas a:
  • aumentar los incentivos a los productores y vendedores minoristas para que cultiven, utilicen y vendan frutas y verduras frescas;
  • reducir los incentivos a la industria alimentaria que le permiten mantener o aumentar la producción de alimentos procesados con altos niveles de grasas saturadas, grasas trans, azúcares libres y sal/sodio;
  • alentar la reformulación de productos alimentarios a fin de reducir los contenidos de grasas saturadas, grasas trans, azúcares libres y sal/sodio, con miras a suprimir las grasas trans de producción industrial;
  • aplicar las recomendaciones de la OMS sobre comercialización de alimentos y bebidas sin alcohol para niños;
  • establecer normas para fomentar prácticas alimentarias saludables mediante la disponibilidad asegurada de alimentos saludables, nutritivos, inocuos y asequibles en centros preescolares, escuelas y otras instituciones públicas, así como en el lugar de trabajo;
  • examinar instrumentos normativos y voluntarios (por ejemplo, reglamentos de comercialización y normas sobre etiquetado nutricional) e incentivos o desincentivos económicos (por ejemplo, tributación y subsidios) para promover una dieta saludable; y 
  • alentar a los servicios transnacionales, nacionales y locales de alimentos y sus puntos de venta, a mejorar la calidad nutricional de sus productos, asegurar la disponibilidad y asequibilidad de opciones saludables y revisar los tamaños y precios de las porciones.
  • Alentar a los consumidores a exigir alimentos y comidas saludables mediante medidas dirigidas a:
  • promover la sensibilización de los consumidores respecto de una dieta saludable;
  • desarrollar políticas y programas escolares que alienten a los niños a adoptar y mantener una dieta saludable;
  • impartir conocimientos sobre nutrición y prácticas alimentarias saludables a niños, adolescentes y adultos;
  • fomentar las aptitudes culinarias, incluso en los niños, a través de las escuelas;
  • prestar apoyo a la información en los puntos de venta, en particular a través del etiquetado nutricional que asegure información exacta, normalizada y comprensible sobre el contenido de nutrientes en los alimentos (en consonancia con las directrices de la Comisión del Codex Alimentarius), mediante el añadido de etiquetado frontal que facilite la comprensión del consumidor; y
  • ofrecer asesoramiento nutricional y alimentario en los centros de atención primaria de salud.
  • Promover prácticas adecuadas para la alimentación del lactante y el niño pequeño mediante medidas destinadas a:
  • aplicar el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna y las subsiguientes resoluciones pertinentes de la Asamblea Mundial de la Salud; 
  • aplicar políticas y prácticas que fomenten la protección de las madres trabajadoras; y
  • promover, proteger y apoyar la lactancia materna en los servicios de salud y la comunidad, incluso a través de la iniciativa «hospitales amigos del niño».

Respuesta de la OMS 

La «Estrategia Mundial OMS sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud» (14) fue adoptada en 2004 por la Asamblea Mundial de la Salud. En ella se hace un llamamiento a los gobiernos, la OMS, los asociados internacionales, el sector privado y la sociedad civil para que actúen a nivel mundial, regional y local con el fin de promover la alimentación sana y la actividad física.

En 2010, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó una serie de recomendaciones sobre la promoción de alimentos y bebidas no alcohólicas dirigida a los niños (15). Esas recomendaciones orientan a los países a la hora de idear nuevas políticas y mejorar las que están vigentes, con el fin de reducir los efectos de la comercialización de alimentos insalubres en los niños. Además, ha desarrollado instrumentos específicos de cada región (por ejemplo, modelos de perfiles nutritivos regionales) que los países puedan utilizar para aplicar las recomendaciones sobre comercialización.

En 2012 la Asamblea Mundial de la Salud adoptó un plan de aplicación integral sobre nutrición de la madre, el lactante y el niño pequeño, y seis metas mundiales que se deberán alcanzar para 2025, entre las que figuran la reducción del retraso en el crecimiento, la emaciación y el sobrepeso infantil, la mejora de la lactancia materna, y la reducción de la anemia y la insuficiencia ponderal del recién nacido (9).

En 2013, la Asamblea Mundial de la Salud acordó nueve metas mundiales de aplicación voluntaria para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles. Esas metas se orientan a detener el aumento de la diabetes y la obesidad, y lograr una reducción relativa del 30% en la ingesta de sal, de aquí a 2025. El «Plan de acción mundial de la OMS para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles 2013-2020» (10) proporciona orientaciones y opciones normativas a los Estados Miembros, la OMS y otros organismos de las Naciones Unidas para alcanzar esas metas.

Habida cuenta del rápido aumento de la obesidad entre los lactantes y los niños de numerosos países, la OMS creó en mayo de 2014 una Comisión para acabar con la obesidad infantil. En 2016, la Comisión propuso un conjunto de recomendaciones para luchar eficazmente contra la obesidad en la infancia y la adolescencia, en diferentes contextos en todo el mundo (16).

En noviembre de 2014, la OMS y la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) organizaron conjuntamente la segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición. En la Conferencia se adoptó la Declaración de Roma sobre la Nutrición (17) y el Marco de Acción (18), que recomienda un conjunto de opciones normativas y estrategias para promover una alimentación variada, inocua y saludable en todas las etapas de la vida. La OMS está ayudando a los países a cumplir los compromisos contraídos en esa Conferencia.

En mayo de 2018, la Asamblea de la Salud aprobó el 13.º Programa General de Trabajo (PGT), que orientará la labor de la OMS en 2019-2023 (19). En el 13.º PGT, la reducción de la ingesta de sal/sodio y la supresión de las grasas trans de producción industrial en el suministro de alimentos se identifican como parte de las medidas prioritarias de la OMS dirigidas a alcanzar los objetivos de asegurar vidas sanas y promover el bienestar a todas las edades. Con el fin de apoyar a los Estados Miembros en la adopción de las medidas necesarias para suprimir las grasas trans de producción industrial, la OMS desarrolló una hoja de ruta (conjunto de medidas REPLACE) para ayudar a los países a acelerar la aplicación de las medidas (6).

https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/healthy-diet

El consumo en el hogar o en encuentros en oficinas superarán a la hostelería durante los Juegos Olímpicos

El consumo en los hogares o en eventos temáticos en oficinas o destinos vacacionales se impondrá ante la hostelería, según el último informe «Volumen Vortex» de Circana, que analiza las tendencias y comportamientos previstos durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Paris para que los minoristas y fabricantes de productos de consumo rápido, como alimentación, bebidas, hogar o cuidado personal saquen el máximo partido a este evento deportivo.

La encuesta, realizada a más de 3.000 consumidores de Europa, Estados Unidos y Sudáfrica, inclina la balanza hacia el consumo en los hogares y lugares de trabajo frente a la hostelería. En este sentido, los datos indican que el 56% de los hogares con ingresos altos de los seis principales mercados europeos de alimentación (el 51% en EE.UU.) preferirá ver los partidos en casa. Asimismo, los eventos temáticos y las reuniones informales en entornos de oficina y lugares de vacaciones también cobran importancia, debido principalmente a los elevados costes asociados a los traslados, las entradas para los eventos y el gasto en las ciudades. Sin embargo, el 44% de los consumidores afirma que está abierto o prefiere verlo fuera. Esta doble tendencia, según Circana, «representa una importante oportunidad para que los minoristas y fabricantes de alimentación atiendan tanto a las preferencia de consumo en casa como fuera de ella». Igualmente, la consultora señala que las marcas con presupuestos limitados deberían considerar la posibilidad de dirigir su atención a zonas semirrurales y vacacionales, estrategia que «podría dar lugar a mejores resultados de marketing para los minoristas al centrarse en lugares menos competitivos».

Para Ananda Roy, vicepresidente senior de Global Thought Leadership and Strategic Insights en Circana, «la evolución de los hábitos de consumo en torno a los grandes acontecimientos deportivos, en particular los Juegos Olímpicos de París, ofrece numerosas oportunidades y retos para las marcas y los minoristas. La clave está en reconocer estos cambios y adaptar de forma innovadora las estrategias de medios y publicidad para satisfacer las nuevas demandas de los consumidores». Además, recuerda que «al mejorar las experiencias en casa, replantear los métodos de entrega o centrar los esfuerzos de marketing en lugares no tradicionales como lugares de trabajo, oficinas y destinos de vacaciones en lugar de recintos deportivos, el ámbito deportivo ofrece abundantes oportunidades para quienes estén preparados para innovar y actuar con decisión». Finalmente, concluye que «en esta economía actual con déficit de atención, caracterizada por una sobrecarga de información y numerosos canales de comunicación que compiten por una limitada atención del consumidor, es importante comprender y responder eficazmente a estos cambios en el comportamiento del consumidor».

Metaverso y adaptación al poder adquisitivo

Finalmente, Circana recoge algunas ideas complementarias, basadas en la adaptación a los nuevos hábitos de consumo. Así, el aumento de la demanda de alimentos y bebidas saludables permiten a las plataformas de servicios de entrega rápida ofrecer experiencias gastronómicas de alta calidad en casa. Por otro lado, apunta al marketing en el metaverso, ya que la convergencia creciente entre los eSports y los eventos deportivos ofrecen oportunidades significativas para promociones de marca dirigidas, especialmente en snacks, bebidas no alcohólicas y productos mejorados de nutrición e hidratación.

Respecto al gasto y poder adquisitivo, el estudio recoge que el 35% de los solteros gasta poco en ocio debido a los altos costes y las opciones limitadas y, aunque este grupo normalmente invierte más en actividades fuera del hogar y viajes, ahora está recortando gastos. Como consecuencia, las marcas que se centran en el mercado juvenil «tendrán que redoblar sus esfuerzos para captar a este grupo». Por último, recoge que los consumidores de más de 45 años probablemente gasten más durante los Juegos Olímpicos de París, debido a su historia y significado únicos, comparables a los de otros acontecimientos deportivos mundiales. Por ello, las marcas que se dirigen a este grupo demográfico «pueden esperar un mayor compromiso, a pesar de que suele mostrar una fuerte fidelidad a la marca y, en general, es prudente con el gasto, excepto en determinadas categorías».

Fuente: https://www.alimarket.es/alimentacion/noticia/393713/el-consumo-en-el-hogar-o-en-encuentros-en-oficinas-superaran-a-la-hosteleria-durante-los-juegos-olimpicos

Un cirujano enumera cuatro alimentos que «envenenan activamente» nuestro cuerpo: «Ni siquiera es comida real»

La alimentación es el pilar fundamental de una vida saludable. Cada día somos más conscientes de la importancia de lo que ponemos en nuestros platos, ya que lo que ingerimos tiene un impacto directo en nuestra salud y bienestar a largo plazo. Sin embargo, aunque nos esforcemos por llevar una dieta balanceada, existen ciertos alimentos que, según algunos expertos, deberíamos evitar por completo si realmente queremos proteger nuestro cuerpo. En ese sentido, el Doctor Jeremy London, un cirujano estadounidense con gran popularidad en redes sociales, ha revelado, en un vídeo de TikTok, cuatro alimentos que él considera especialmente peligrosos para nuestra salud.

Comida rápida: «Ni siquiera es comida real»

El primer alimento que el Doctor London señala, es uno de los más consumidos en todo el mundo, la comida rápida. Este tipo de alimentos es una solución fácil y rápida en la ajetreada vida moderna, pero el cirujano advierte que esta elección tiene un alto coste para nuestra salud. «La mayoría de lo que hay disponible en las cadenas de comida rápida es ‘producto alimenticio comestible’, ni siquiera es comida real», confiesa.

Refrescos: «Muerte líquida»

Otro de los grandes enemigos de un estilo de vida saludable, según el cirujano, son los refrescos, tanto en su versión tradicional como en su versión ‘light‘. Para muchos, las bebidas azucaradas son un acompañamiento habitual en las comidas, pero el cirujano no tiene reparos en describirlas como la «muerte líquida». «No las beban», advierte.

Productos lácteos: «Somos los únicos mamíferos que la consumimos»

El tercer alimento en la lista del Doctor London son los productos lácteos. Durante años, la leche y sus derivados han sido promocionados como un alimento esencial en una dieta saludable, especialmente por su contenido en calcio. Sin embargo, el cirujano pone en duda su consumo en adultos, argumentando que «somos los únicos mamíferos que bebemos leche fuera de la infancia y la bebemos de una especie diferente».

Alcohol: «Absolutamente tóxico para nuestras células»

En cuarto lugar, el Doctor London sitúa al alcohol, un elemento omnipresente en la mayoría de reuniones sociales. «El alcohol es absolutamente tóxico para todas las células de nuestro organismo», señala.

Aunque el consumo moderado de alcohol ha sido defendido en algunos estudios por sus posibles beneficios cardiovasculares, London advierte que incluso en pequeñas cantidades, el alcohol es perjudicial. «Incluso su consumo moderado u ocasional es, de hecho, perjudicial. Así que si estamos trabajando tan duro para optimizar nuestra salud, lo mínimo que podemos hacer es dejar de envenenar activamente nuestro cuerpo», concluye.

Un cirujano enumera cuatro alimentos que «envenenan activamente» nuestro cuerpo: «Ni siquiera es comida real»

Cómo influye la dieta en el rendimiento deportivo

No es ningún secreto que nuestra dieta y nuestros hábitos alimentarios tienen una incidencia directa sobre nuestro rendimiento, tanto si somos atletas amateurs como profesionales, y que son un factor fundamental para optimizar al máximo los esfuerzos que realizamos al practicar cual- quier deporte. De hecho, durante 2020, dos de cada diez personas que hacían deporte en España de forma regular modificaron su dieta para mejorar su rendimiento deportivo, según revelaba hace unos meses el estudio Alimentación y Deporte 2020, elaborado por ALDI y la Academia Española de Nutrición y Dietética. En concreto, prosigue el estudio, los encuestados -más de 4.300 personas- afirmaron haber reducido el consumo de pan, embutidos, bollería y carne roja. En cambio, incrementaron la ingesta de verduras, frutas, pescado, frutos secos, legumbres y huevos. Pero, ¿son estas decisiones las más adecuadas? De todos ellos, un 66% reconoció haber cambiado su dieta de forma autodidacta, sin asesoramiento profesional. Y es ahí donde podemos equivocarnos. Antes de definir nuestra estrategia nutricional, conviene recordar que las necesidades variarán según la edad, el sexo, el estado físico de la persona y la disciplina deportiva que practique. Como siempre, hablar con un médico, un especialista en nutrición o un dietista para determinar nuestros requisitos nutricionales es primordial, aunque también tengamos en cuenta estos consejos que nos pueden orientar.

Qué conviene comer y beber

Una persona que hace deporte diariamente (de manera no profesional) debe seguir una dieta variada y equilibrada en la que no pueden faltar las frutas y verduras frescas y de temporada, que aportan vitaminas, minerales, fibra y agua. Se deben complementar con:

• Hidratos de carbono. Patata, arroz, legumbres, cereales, pasta, etc. Se transforman en combustible, son el substrato energético y los nutrientes que necesita el cuerpo para lograr nuestros objetivos deportivos, y nos ayudan a evitar la fatiga.

• Grasas saludables. Pescado azul, frutos secos, semillas, aguacate, aceite de oliva, etc. Al hacer ejercicio nuestros músculos queman los hidratos de carbono para después obtener energía procedente de las grasas. La combinación de ambas ayuda al mantenimiento del cuerpo.

• Proteínas. Carne, pescado, huevos, etc., que se pueden sustituir por legumbres, en caso de que se siga una dieta vegetariana o vegana. Si se añaden proteínas a los hidra- tos de carbono se consigue aumentar la masa muscular. 

Los malos hábitos alimentarios pueden ser un factor limitante e incluso incrementar los riesgos de lesión. Para evitar estas situaciones, también es importante saber en qué momento debemos consumir cada alimento. En general, los nutricionistas coinciden en indicar que deben pasar unas dos horas entre el momento de la ingesta y el inicio de la práctica deportiva. Si el tiempo es inferior, los jugos o batidos pueden ser una solución. También recomiendan no comer alimentos con alto contenido en fibra, ni alimentos muy grasos antes del entrenamiento ya que la digestión de estos puede afectar al rendimiento. Una vez hemos terminado el ejercicio, consumir la proporción adecuada, según las características de nuestro cuerpo, de hidratos de carbono y de proteínas, contribuirá a nuestra correcta recuperación.

Mantener una buena hidratación es otra de las piedras angulares de cualquier deportista. De hecho, tal y como explican en el blog de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, la deshidratación es la principal causa de disminución del rendimiento, estando íntimamente relacionada con la pérdida de fuerza muscular y, en con- secuencia, con las lesiones deportivas. Por eso, conviene beber antes, durante y después de los entrenamientos, y a lo largo del día, tanto si has salido caminar los famosos 10.000 pasos como si has jugado un intenso partido de pádel.

La deshidratación es la principal causa de disminución del rendimiento, y está íntimamente relacionada con la pérdida de fuerza muscular y con las lesiones deportivas

La Fundación Alimentación Saludable recomienda beber entre 400 y 500 mililitros de agua y comer una pieza de fruta, entre una hora y treinta minutos antes del ejercicio. Durante la sesión entrenamiento, se deben ingerir entre 50 y 100 mililitros de líquido, con una frecuencia de entre 15 y 20 minutos, según expertos de la UOC. Y, ¿pueden ayudar las bebidas isotónicas a la recuperación? Sí, pero no las energéticas que están cargadas de azúcares y cafeína y aceleraran nuestro ritmo cardíaco y la presión arterial.

Cómo influye la dieta en el rendimiento deportivo (lavanguardia.com)

Cómo el magnesio afecta tu sueño y tu ansiedad

Si tiene dificultades para conciliar el sueño con regularidad, es posible que tomar suplementos de magnesio no le brinde el alivio que varios artículos han prometido, a menos que sea específicamente una ansiedad leve la que lo mantiene despierto por la noche. Entonces, podría ayudar. Pero según las investigaciones realizadas hasta la fecha, no esperes dormir mucho más una vez que te duermas.

El magnesio juega un papel importante en el cuerpo y obtener una cantidad suficiente puede ayudar con los calambres musculares, las migrañas, la presión arterial, la osteoporosis y, potencialmente, incluso reducir los riesgos de fracturas óseas, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. Pero no es un mineral milagroso. Sus beneficios parecen modestos para la ansiedad e inadecuados para dormir, al menos hasta ahora.

¿Magnesio para la ansiedad?

El magnesio es esencial para la salud humana y desempeña un papel en una amplia variedad de funciones, incluida la absorción de vitamina D. La deficiencia de magnesio es poco común , aunque es más frecuente en personas con enfermedades gastrointestinales, diabetes tipo 2 y dependencia del alcohol. Cantidades inadecuadas pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares, pero puede ser difícil determinar si alguien está consumiendo lo suficiente, ya que los análisis de sangre para detectar magnesio no reflejan con precisión cuánto hay realmente en el cuerpo.

Aún así, la mayoría de los estudios estiman que entre el 45 y el 50 por ciento de los estadounidenses no alcanzan las cantidades diarias recomendadas : 310 a 360 miligramos al día para las mujeres y 400 a 420 mg para los hombres. Las fuentes alimenticias en magnesio incluyen vegetales de hojas verdes, como las espinacas, así como aguacates, cacao (especialmente chocolate amargo ) y semillas y nueces: almendras, semillas de calabaza, maní, semillas de girasol, anacardos, avellanas e incluso palomitas de maíz.

Una dieta sin alimentos ricos en magnesio puede ser motivo para tomar suplementos, pero ¿al hacerlo se aliviarán los síntomas de ansiedad? Posiblemente, si la ansiedad es relativamente leve según Gregory Scott Brown , psiquiatra y autor de The Self-Healing Mind .

«Definitivamente necesitamos más estudios y de mayor tamaño, pero hay cierta evidencia de que el magnesio puede ayudar con la ansiedad leve e incluso con formas leves de depresión», dice Brown, miembro afiliado de la facultad de la Facultad de Medicina Dell de la Universidad de Texas en Austin. «Si alguien se siente nervioso y un poco nervioso y quiere probar algo ‘natural’ o tomar un suplemento, el magnesio no sería un mal lugar para comenzar».

Un ensayo controlado aleatorio realizado en 2017 encontró que los suplementos de magnesio mejoraron los síntomas leves de depresión y ansiedad, basándose en investigaciones anteriores que encontraron un impacto positivo en el estado de ánimo. Una revisión sistemática concluyó que aproximadamente la mitad de los estudios que analizaban el magnesio y la ansiedad encontraron un efecto positivo, pero los estudios eran de mala calidad. Un ensayo encontró de manera similar mejoras en los síntomas de ansiedad y estrés, y una revisión sistemática de 2020 encontró beneficios para los síntomas de depresión leve y la ansiedad. Pero los beneficios no aparecieron en estudios específicos en personas con trastorno de pánico o trastorno de ansiedad generalizada, los cuales generalmente requieren tratamiento por parte de un médico.

¿Qué tal dormir mejor?

Si bien la evidencia de los beneficios del magnesio para la ansiedad leve parece alentadora , sus beneficios para el sueño aún no se han demostrado . Brown mencionó que el insomnio causado principalmente por una ansiedad leve podría mejorar con magnesio, pero eso no significa que el magnesio pueda ayudar con el insomnio de manera más amplia.

«La evidencia es débil», dice Muhammad A. Rishi , profesor asociado de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana en Indianápolis. «Los estudios que en su mayoría muestran alguna asociación positiva con un mejor sueño son observacionales, y básicamente nos dicen que puede haber una conexión, pero no son causa y efecto». Las investigaciones que sugieren que las personas con dietas ricas en magnesio duermen mejor, por ejemplo, podrían significar que esas personas tienen otros hábitos útiles, como hacer ejercicio a diario, dice Rishi, también vicepresidente del Comité de Seguridad Pública de la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño.

En 2022 un estudio con casi 4000 participantes encontró una mejora límite en la calidad del sueño, pero fue un ensayo observacional y los beneficios no se produjeron en personas con depresión. más reciente revisión sistemática , publicada en enero de este año, también observó beneficios en los ensayos observacionales, pero sólo resultados contradictorios en los ensayos controlados aleatorios. También tuvieron pocos participantes y la duración del ensayo fue demasiado corta para arrojar respuestas significativas.

Cómo el magnesio afecta tu sueño y tu ansiedad

La dieta mediterránea…. funciona.

¿Cuál es el secreto del éxito de la dieta mediterránea?

Es fácil de seguir, es equilibrada y flexible, y ayuda a prevenir las enfermedades crónicas que acortan nuestra vida: «Ha funcionado durante generaciones, y funciona durante toda la vida».

Por Stacey Colino

Publicado 29 ago 2023, 10:57 CEST

Dieta a base de frutas, verduras, legumbres, pescado y aceite de oliva

La isla griega de Ikaria es famosa por la longevidad de sus habitantes, que consumen una dieta a base de frutas, verduras, legumbres, pescado y aceite de oliva.

Fotografía de Gianluca CollaNat Geo Image Collection

En España nos tenemos bien aprendida una lección que, para muchas personas en el mundo, sigue siendo desconocida. Exótica: la dieta mediterránea es una maravilla. Pero es que además, estudios científicos recientes apuntan a que también es la que menor impacto ambiental tiene.

Aunque no seas fan del hummus, del tabulé o de las aceitunas, merece la pena darle una oportunidad a la dieta mediterránea porque, cuando se trata de jerarquizar patrones de alimentación saludable, nuestra tan característica alimentación aparece constantemente en la parte superior de todos los ránkings.

En 2023, U.S. News and World Report la clasificó como la número 1 en general, además de darle el primer puesto como la mejor dieta para comer sano y por ser la mejor dieta basada en plantas. Es deliciosa y nutritiva, y su consumo se asocia a diversos beneficios para la salud. Además, es fácil de seguir y sostenible a largo plazo. Y no hace falta vivir en un país mediterráneo ni salir de casa para seguir la dieta o aprovechar sus beneficios.

«Parece ser el donante universal de amor (tiene alimentos reales, predominantemente vegetales) y placer», afirma David Katz, especialista en medicina preventiva, ex presidente del Colegio Americano de Medicina del Estilo de Vida y coautor de How to eat [Cómo comer]. Recoge los fundamentos de la nutrición integral, nos saca del ámbito de las soluciones rápidas y nos lleva al ámbito del estilo de vida. La dieta mediterránea ha funcionado durante generaciones y funciona durante toda la vida».

También se asocia a una mayor longevidad: en un estudio publicado en una edición de 2023 de JAMA Internal Medicine, los investigadores compararon los efectos de la adherencia a varios patrones de alimentación saludable y descubrieron que las personas que seguían de cerca una dieta mediterránea a largo plazo tenían un riesgo casi un 20 por ciento menor de morir prematuramente por cualquier causa durante un período de 36 años.

«Enfermedades crónicas como las cardiovasculares, el cáncer, la diabetes de tipo 2, las neurodegenerativas y las respiratorias son las principales causas de muerte», señala Katz. «Si se reduce el riesgo de estas enfermedades crónicas, es probable que se viva más tiempo. La dieta mediterránea aumenta la vitalidad y [ayuda a prevenir] las enfermedades crónicas que acortan nuestra vida».

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Origen de la dieta mediterránea y sus alimentos básicos

La dieta mediterránea se remonta a la década de 1950, cuando Ancel Keys, un fisiólogo de Minnesota (Estados Unidos), tuvo la idea del Estudio de los Siete Países. El estudio reunió a un equipo de investigadores para estudiar la relación entre la dieta, otros factores del estilo de vida y las enfermedades cardiovasculares en Estados Unidos, Italia, Grecia, Finlandia, Países Bajos, la antigua Yugoslavia y Japón.

Además de hallar vínculos entre los patrones dietéticos de las personas, sus niveles de colesterol en sangre y su riesgo de cardiopatía coronaria, los investigadores también descubrieron que quienes vivían en determinados países ribereños del mar Mediterráneo presentaban tasas más bajas de enfermedades cardiovasculares y mortalidad prematura por cualquier causa que los participantes que vivían en otras zonas.

Lo que estas regiones también tenían en común: los habitantes de Grecia, Italia y otros países mediterráneos consumen dietas ricas en alimentos predominantemente vegetales. Los alimentos básicos incluyen cereales integrales, frutas, verduras, alubias, legumbres, frutos secos, semillas, hierbas, especias y grasas saludables como el aceite de oliva virgen extra. Se recomiendan cantidades moderadas de proteínas magras (como pescado, marisco y aves de corral), así como huevos, productos lácteos como el yogur y vino (tinto, en particular, con las comidas). Por el contrario, las carnes rojas y los dulces deben consumirse con menos frecuencia. Con el tiempo, este patrón de alimentación saludable pasó a conocerse como dieta mediterránea.

«Se trata de una dieta equilibrada, cuyos principios son sencillos y no excluyentes, algo que mucha gente aprecia», afirma Keith Ayoob, dietista en Estados Unidos y profesor asociado emérito de pediatría en la Facultad de Medicina Albert Einstein.

De hecho, este patrón de alimentación saludable es intrínsecamente flexible. «La dieta mediterránea contiene elementos saludables de todos los grupos de alimentos: cereales integrales, que son hidratos de carbono o carbohidratos complejos, grasas saludables como el aceite de oliva y los ácidos grasos omega-3, y proteínas magras», señala Nieca Goldberg, cardióloga y profesora asociada de medicina en la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York (EE. UU.). «En la dieta hay para todos los gustos».

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Las aceitunas son una fruta y la principal fuente de grasa cardiosaludable de la dieta mediterránea
Los cítricos, como estas naranjas, forman parte de la dieta mediterránea

Izquierda:

Las aceitunas son una fruta y la principal fuente de grasa cardiosaludable de la dieta mediterránea. Son una rica fuente de vitamina E, grasas insaturadas, polifenoles y flavonoides, que reducen la inflamación.

Fotografía de Joe ScherschelNat Geo Image Collection

Derecha:

Los cítricos, como estas naranjas, forman parte de la dieta mediterránea y se incluyen en casi todas las comidas. Son una rica fuente de flavonoides, carotenoides y aceites esenciales, que reducen la inflamación y el riesgo de múltiples cánceres.

Fotografía de Matthieu PaleyNat Geo Image Collection

Mejorar la salud cerebral

Una de las razones por las que la dieta mediterránea se considera la mejor es que se encuentra entre los planes alimentarios más estudiados en lo que se refiere a beneficios para la salud. Las investigaciones han descubierto que seguir una dieta de estilo mediterráneo se asocia a un menor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovascularesdiabetes de tipo 2, enfermedades respiratorias como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y enfermedades neurodegenerativas (como el Alzheimer y el Parkinson).

Además de ayudar a prevenir las enfermedades neurodegenerativas, se ha descubierto que la dieta mediterránea reduce el riesgo de deterioro cognitivo relacionado con la edad. En un estudio publicado en el número de 2022 de la revista JAMA Network Open, los investigadores estudiaron los efectos a lo largo del tiempo de una adherencia alta o baja a la dieta mediterránea entre más de 6300 adultos hispanos de mediana edad o mayores: aquellos que se adhirieron estrechamente a la dieta tuvieron una mejor cognición general y un menor nivel de deterioro del aprendizaje y la memoria durante siete años, en comparación con aquellos con un bajo nivel de adherencia.

«Ciertos nutrientes presentes en estos alimentos, como los antioxidantes y los ácidos grasos omega-3, tienen efectos protectores sobre las células cerebrales», explica Lisa Mosconi, neurocientífica y directora del Programa de Prevención del Alzheimer de Weill Cornell Medicine. «Las investigaciones sugieren que la adherencia a la dieta mediterránea se asocia con un mayor volumen cerebral y una menor tasa de atrofia cerebral, que son marcadores de un envejecimiento cerebral más saludable». Y estudios recientes demuestran que, al actuar simultáneamente sobre múltiples mecanismos, la dieta mediterránea puede prevenir la muerte celular y restaurar la función de las neuronas dañadas.

«La dieta mediterránea se ha asociado con varios beneficios para la salud mental, como la mejora del bienestar mental, incluyendo tasas más bajas de ansiedad, depresión y mejor estado de ánimo general», señala Mosconi.

En otro estudio realizado a principios de este año, los investigadores compararon los efectos en el estado de ánimo de 333 participantes sanos de varios patrones de alimentación basados en plantas y descubrieron que los que seguían una dieta mediterránea tenían un estado de ánimo más positivo.

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Los comensales aplauden su festín en una popular marisquería de Jaffa (Israel)

Los comensales aplauden su festín en una popular marisquería de Jaffa (Israel). Pescados como el atún, el arenque, el salmón y las sardinas, son ricos en ácidos grasos omega-3 cardiosaludables y un componente clave de la dieta mediterránea.

Fotografía de Catherine KarnowNat Geo Image Collection

Menor incidencia del cáncer

Mientras tanto, seguir una dieta mediterránea se ha relacionado con una menor incidencia de varias formas de cáncer, en particular, cáncer colorrectal, cáncer de mama, cáncer gástrico, cáncer de hígado, cáncer de cabeza y cuello, y cáncer de próstata.

«También se ha asociado a una menor recurrencia entre los supervivientes de cáncer», afirma Nathan Berger, profesor de medicina, bioquímica, oncología y genética de la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve de Cleveland (Estados Unidos). «Aunque nunca es tarde para poner en práctica un estilo de vida saludable, los beneficios de la dieta mediterránea se han asociado clásicamente a su práctica durante toda la vida».

Estas son algunas de las muchas razones por las que la dieta mediterránea ha resistido el paso del tiempo. «No es una dieta de moda: no promete perder peso en quince segundos», afirma Goldberg.

Aunque la pérdida de peso no es uno de los objetivos de la dieta mediterránea, un estudio publicado en 2022 en la revista Nutrition Research descubrió que los adultos que perdían una cantidad considerable de peso tenían más facilidad para mantenerlo un año después que los que seguían otros patrones dietéticos.

Incluso entre las personas que no pierden peso, la dieta mediterránea puede mitigar algunos de los riesgos relacionados con el sobrepeso, como la enfermedad del hígado graso no alcohólico.

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Plato típico mediterráneo

Un plato típico mediterráneo que incluye baba ganoush, hummus, falafel, pita (todos ellos elaborados con plantas) y tzatziki, una salsa salada de yogur y pepino que también contiene aceite de oliva, ajo, zumo de limón, sal y hierbas.

Fotografía de Jad DavenportNat Geo Image Collection

Reducir la inflamación y aumentar la sensibilidad a la insulina

La dieta mediterránea es rica en agentes antioxidantes y antiinflamatorios, como grasas insaturadas, vitaminas C y E, ácido fólico y fitoquímicos (compuestos vegetales beneficiosos para la salud), como carotenoides, polifenoles, licopeno y flavonoides. Esto es importante porque «muchos de los procesos que intervienen en el envejecimiento y en la incidencia y progresión de las enfermedades, especialmente en las sociedades occidentales, están mediados por la inflamación y el estrés oxidativo», señala Berger.

En general, «la dieta es un factor determinante de nuestros estados inflamatorios, y la inflamación se considera el denominador común de todas las enfermedades importantes», añade Katz. Esto es cierto, dice, tanto directa como indirectamente, porque la dieta mediterránea aumenta el crecimiento de bacterias beneficiosas en el intestino, lo que reduce la inflamación, según una investigación que aparece en el número de mayo de 2023 de la revista Nutrients.  

Además, varios componentes alimentarios de la dieta mediterránea (como las grasas mono y poliinsaturadas, la fibra y los fitoquímicos de los productos) pueden tener un efecto positivo en la sensibilidad a la insulina. Y cada vez hay más pruebas de que la dieta mediterránea tiene un efecto hipolipemiante, protege contra la agregación plaquetaria (que puede provocar coágulos sanguíneos) y modifica las hormonas y los factores de crecimiento que intervienen en el desarrollo del cáncer.

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Buena para el ser humano y el planeta

Muchos expertos creen que la dieta mediterránea es la dieta óptima para la mayoría de las personas porque es rica en micronutrientes y macronutrientes, y tiene propiedades antiinflamatorias y antioxidantes.

También es buena para el planeta. «Está claro que comer más plantas, y no animales, deja una huella medioambiental menor y genera menos residuos», afirma Katz.

Además de utilizar menos agua, tierra y fertilizantes que las dietas basadas en animales, la dieta mediterránea reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el óxido nitroso, que contribuyen al cambio climático. De hecho, un estudio publicado en un número de 2023 de la revista Nutrients descubrió que, entre las principales dietas modernas, la mediterránea y la vegana son las que tienen un menor impacto ambiental.

En definitiva, la dieta mediterránea «no sólo es saludable para ti», dice Goldberg, «sino también para el planeta».

https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2023/08/dieta-mediterranea-secreto-exito-salud

Por qué es mejor que no te comas la comida quemada o demasiado tostada

¿A quién no le gusta un alimento crujiente? Unas patatas fritas crujientes o ese borde tostado de una pizza? Puede ser de lo más tentador, pero lo que no siempre sabemos es que esos alimentos que tanto nos gustan pueden ser perjudiciales para nuestro organismo cuando los consumimos en exceso.

Cuando cocinamos los alimentos y los exponemos a temperaturas elevadas o los dejamos cocinar demasiado hasta que se quemen o queden muy oscuros como resultado aparecen compuestos químicos potencialmente peligrosos. Uno de los más conocidos es la acrilamida, que es una sustancia que se forma cuando los alimentos ricos en almidón, como el pan, las patatas o los cereales, se exponen a temperaturas elevadas (superiores a los 120 ºC), en métodos de cocinado como freír, hornear o asar.

La acrilamida ha sido clasificada por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) como «probablemente carcinógena» para los humanos. Te preguntarás: ¿qué significa esto? Aunque no existe suficiente evidencia científica, existen indicios que indican que el consumo prolongado y en altas cantidades puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer.

Además de la acrilamida, también debemos destacar otros compuestos peligrosos, como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) y las aminas heterocíclicas que se forman cuando cocinamos carnes a la parrilla o cuando freímos a temperaturas muy altas. Estos compuestos también se asocian a la aparición de enfermedades crónicas, especialmente aquellas relacionadas con el aparato digestivo.

Estos componentes se forman cuando cocinamos los alimentos a temperaturas elevadas como ocurre cuando freímos o hacemos una barbacoa. Siendo los alimentos ricos en hidratos de carbono especialmente susceptibles de que se forme la acrilamida cuando se exponen a más de 120ºC y en el caso de las carnes, cuando son cocinadas a la sartén o a la parrilla generando hidrocarburos aromáticos policíclicos y aminas heterocíclicas que también son perjudiciales par la salud.

La responsable de ese color dorado, olor y sabor tan característico de los alimentos tostados en la reacción de Maillard, que ocurre ciado los azúcares y aminoácidos de calientan juntos, aportando esa textura crujiente y tan característica, como por ejemplo la del pan tostado. Pero si esta reacción se prolonga en el tiempo, es cuando pueden aparecer compuestos peligrosos como son las acrilamidas.

Cuando cocinamos los alimentos y los exponemos a temperaturas elevadas o los dejamos cocinar demasiado hasta que se quemen o queden muy oscuros como resultado aparecen compuestos químicos potencialmente peligrosos. Uno de los más conocidos es la acrilamida, que es una sustancia que se forma cuando los alimentos ricos en almidón, como el pan, las patatas o los cereales, se exponen a temperaturas elevadas (superiores a los 120 ºC), en métodos de cocinado como freír, hornear o asar.

Un consumo esporádico de alimentos excesivamente tostados no va a tener un impacto grave sobre nuestra salud, sin embargo, un consumo prolongado de los mismos re relaciona con un mayor riesgo de cáncer, especialmente en el aparato digestivo e inflamación crónica que contribuye a la aparición de enfermedades cardiovasculares, diabetes de tipo 2 y alteraciones del sistema nervioso.

Así pues, la forma en la que conocimos los alimentos es importante también para mantener la salud. Controlar las temperaturas, elegir alimentos tostados pero no quemados y evitar cocciones a muy alta temperatura son claves para evitar que se formen estas sustancias peligrosas y además mantener las propiedades de los alimentos.

No se trata de demonizar técnicas de cocción pero si de elegir hasta qué punto está un alimento bien hecho o nos hemos pasado de cocción. La mejor opción será siempre dorado, no tostado.

Sustancias químicas en los alimentos

pueden estar presentes por contacto con el medio ambiente.

Ingredientes alimentarios regulados

Ciertas sustancias químicas se añaden a los alimentos por diversas razones técnicas, como mejorar su sabor o su vida útil o potenciar su valor nutricional.

Residuos de la cadena alimentaria

En ocasiones, los alimentos incorporan de forma no deliberada trazas de sustancias químicas como residuos de plaguicidas o aditivos utilizados en la alimentación animal por causa de los métodos de producción y preparación de los alimentos. Trazas de sustancias químicas procedentes de envases y de otros materiales que entran en contacto con los alimentos también pueden terminar involuntariamente en aquellos.

Contaminantes en alimentos y piensos

Los compuestos químicos naturales, como metales y nitratos, pueden estar presentes en diversas concentraciones en el medio ambiente, es decir, en el suelo, el agua y la atmósfera. También pueden aparecer como residuos en los alimentos debido a su presencia como contaminantes ambientales, como resultado de actividades humanas como la agricultura, la industria o los gases de escape de automóviles, o como resultado de la elaboración de alimentos como la cocción a alta temperatura. Las personas pueden verse expuestas a ellos en el entorno o mediante la ingesta de agua o alimentos contaminados.

Evaluación de sustancias químicas en los alimentos

El cometido principal de la EFSA consiste en llevar a cabo evaluaciones científicas de los riesgos vinculados a los posibles peligros asociados a la cadena alimentaria, incluidos los posibles riesgos que plantean las sustancias químicas en los alimentos. Nuestros científicos recurren a métodos reconocidos internacionalmente en sus evaluaciones del riesgo de sustancias químicas para ayudar a proteger la salud de los consumidores y de los animales y el medio ambiente. Hemos desarrollado un exhaustivo conjunto de buenas prácticas de evaluación de riesgos de las sustancias químicas para orientar a nuestros expertos y garantizar que nuestras evaluaciones respetan las normas científicas más exigentes, incluidos los siguientes temas:

https://www.efsa.europa.eu/es/topics/topic/chemicals-food