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Seis alimentos que deberías evitar para proteger tu cerebro
La obesidad es una de las grandes epidemias del siglo XXI, al menos en los países desarrollados. De acuerdo con el último informe de OMS, titulado European Childhood Obesity Surveillance Initiative, la prevalencia de exceso de peso es de cerca del 30% en niños europeos entre seis y nueve años. En España, el 39% de las niñas y el 38% de los niños de 7 y 9 años presentan sobrepeso y obesidad.
A la hora de combatir este problema de salud queda claro que es fundamental acabar con el sedentarismo y aumentar las horas de ejercicio. La otra parte de la ecuación ha de ser la alimentación. Hay que comer mejor y evitar el consumo de productos que sabemos son perjudiciales para nuestra salud.
Pero comer mal no sólo perjudica a nuestro cuerpo, así de manera general, sino también a nuestro cerebro. «Los hábitos cotidianos también desempeñan un papel importante en la salud cerebral, empezando por la dieta«, asegura el doctor Shaheen Lakhan, neurólogo y profesor de la Academia Estadounidense de Antropología.
En un artículo que publica en la edición norteamericana de Huffington Post, Lakhan señala alimentos y bebidas populares que los especialistas en salud cerebral, como neurólogos y neurocientíficos, hacen todo lo posible por evitar. El doctor señala seis:
1.Refrescos azucarados: Son uno de los peores alimentos para la salud cerebral debido a su alta concentración de azúcares simples, que dañan los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro. «Con el tiempo, el cerebro se queda sin el combustible que necesita para funcionar, lo que provoca demencia prematura y accidentes cerebrovasculares. De forma aguda, el azúcar también provoca inflamación cerebral, irritabilidad, mal humor y trastornos del sueño», asegura Lakhan.
2.Café descafeinado: El proceso de descafeinado suele contener disolventes y estas sustancias químicas «suelen ser tóxicos para el ser humano», afirma Sean Callan. Según este neurocientífico muchos de estos disolventes están relacionados con un mayor riesgo de cáncer o daño neurológico, especialmente en dosis grandes o repetidas. Además, el cloruro de metileno (disolvente utilizado en el proceso de descafeinado) atraviesa la placenta, «lo que significa que las mujeres embarazadas corren el riesgo de exponer a su feto al disolvente».
3.Margarina: La margarina contiene grasas trans. No son buenas para el corazón y los vasos sanguíneos y tampoco para los vasos del cerebro. Lakhan cita un estudio de la revista Neurology que descubrió que los adultos mayores que tenían los niveles más altos de ácido elaídico (un tipo común de grasa trans) en sangre eran más propensos a desarrollar demencia.
4.Patatas fritas: Los alimentos grasos, como las patatas fritas, pueden dañar los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro, causando deterioro cognitivo. Lo explica el neurólogo Pedram Navab: «Reducen la integridad de la barrera hematoencefálica y provocan daños neuronales en el hipocampo, una parte del cerebro fundamental para el aprendizaje y la memoria».
5.Cerveza: El alcohol, incluso en pequeñas cantidades, es malo para nuestro organismo. La cerveza se compone completamente de calorías vacías sin ningún valor nutricional. «El alcohol es una neurotoxina que puede lesionar tanto el sistema nervioso central como el periférico, aunque se consuma en cantidades moderadas», asegura el neurólogo Byran Ho.
6.Proteínas en polvo: Muchas de ellas están repletas de edulcorantes artificiales. «Son estos aditivos los que me hacen dudar de las proteínas en polvo, porque causan estragos en el microbioma gastrointestinal», afirma la neurocientífica Friederike Fabritius. Un microbioma interno sano y robusto es muy importante para una gran salud cerebral «porque la mayoría de nuestros neurotransmisores se producen en el intestino».
Sustancias químicas en los alimentos
pueden estar presentes por contacto con el medio ambiente.
Ingredientes alimentarios regulados
Ciertas sustancias químicas se añaden a los alimentos por diversas razones técnicas, como mejorar su sabor o su vida útil o potenciar su valor nutricional.
- Aditivos alimentarios
- Enzimas alimentarias
- Aromatizantes
- Complementos alimenticios
- Productos de origen vegetal
Residuos de la cadena alimentaria
En ocasiones, los alimentos incorporan de forma no deliberada trazas de sustancias químicas como residuos de plaguicidas o aditivos utilizados en la alimentación animal por causa de los métodos de producción y preparación de los alimentos. Trazas de sustancias químicas procedentes de envases y de otros materiales que entran en contacto con los alimentos también pueden terminar involuntariamente en aquellos.
Contaminantes en alimentos y piensos
Los compuestos químicos naturales, como metales y nitratos, pueden estar presentes en diversas concentraciones en el medio ambiente, es decir, en el suelo, el agua y la atmósfera. También pueden aparecer como residuos en los alimentos debido a su presencia como contaminantes ambientales, como resultado de actividades humanas como la agricultura, la industria o los gases de escape de automóviles, o como resultado de la elaboración de alimentos como la cocción a alta temperatura. Las personas pueden verse expuestas a ellos en el entorno o mediante la ingesta de agua o alimentos contaminados.
- Contaminantes químicos en alimentos y piensos
- Contaminantes ambientales
- Metales
- Hidrocarburos de aceites minerales
- Contaminantes naturales
- Contaminantes de procesos
Evaluación de sustancias químicas en los alimentos
El cometido principal de la EFSA consiste en llevar a cabo evaluaciones científicas de los riesgos vinculados a los posibles peligros asociados a la cadena alimentaria, incluidos los posibles riesgos que plantean las sustancias químicas en los alimentos. Nuestros científicos recurren a métodos reconocidos internacionalmente en sus evaluaciones del riesgo de sustancias químicas para ayudar a proteger la salud de los consumidores y de los animales y el medio ambiente. Hemos desarrollado un exhaustivo conjunto de buenas prácticas de evaluación de riesgos de las sustancias químicas para orientar a nuestros expertos y garantizar que nuestras evaluaciones respetan las normas científicas más exigentes, incluidos los siguientes temas: